LOS FITERANOS

Todos los textos que aparecen en esta página pertenecen al libro, LOS FITERANOS, editado por el Ayuntamiento de Fitero en el año 2005, con la colaboración de: IBERDROLA, GAS NATURAL, SOCOFIDECO Y BAÑOS DE FITERO. Recoge textos de Manuel García Sesma sobre sus paisanos fiteranos y paisanas fiteranas.

En esta página:

1) Fiteranos y fiteranas. 
2) Profesiones y oficios desaparecidos.


LOS FITERANOS




Manuel García Sesma

Manuel María Alfaro Morales (1829-1900).
Sebastián María de Aliaga Jiménez (1786-1865).
Rufino y Pilar de Amusátegui.
Cesáreo Armas Tovías (1861-1934).
José Luis Armas Mayor (1881-1927).
Juan Atienza Ruiz (1899-1918).
Cristobal Aznar Latorre (1873-1948).
Juan de la Cruz Angós (1740-1809).
María José Bayo Jiménez (1958).
Manuel Bermejo Oliver (1843-1938).
Blas Bozal y Romero (1849-1910).
Miguel de los Santos Diaz y Gómara (1895-1949).
Fidel Martínez Urbina (1879-1940).
Raimundo Carrillo Sigüenza.
D. Nicasio Carrillo (1874-1934).
Pío Gómez Martínez (1855-1907):
Félix Gómez Martínez (1864-1901).
Luciano Hernando Palafox (1892-1912).
Domingo Huarte Agreda (1888-1963).
Serafín Inúñez Fernández (1896-1990).
José Jiménez Fernández (1894-1983).
Victorino Jiménez Pascual (1832-1907).
Juan Cruz Lahiguera Marqués (1839-1906).
Antonio García Lahiguera (1901-1997).
José María García Lahiguera (1903-1989).
María Esteban Latorre Lozano (1857-1918).
Antonio de Lejalde.
Lorenzo Luis Yanguas (1882-1946).
Juan Martínez Azcoitia
María Serrano.
Eladia Magaña Latorre (1892-1990).
Anita Mangado Yanguas(1904-1990).
Juan de Oñate Barea (Fitero, 1602).
Manuel Osés.
Fernando Palacios Pelletier (1886-1938). 
Luis Palacios Martínez (1895-1947).
Fausto Palacios Martínez (1899-1967).
Alberto Pelairea y Garbayo (1878-1939).
Anselmo Pérez Lacarra (Fitero, 1910-1986).
Saturnino Sagasti y Urriza (1824-1898).
Emilio Val Chivite (1876-1937).
Mariano Val Chivite (1889-1945).
José María Viscasillas Catalán (1896-1993).
Los periodistas de la Voz de Fitero.
Miguel Herrero Besada (1880-1953).
Manuel García Sesma (1902-1991). 

Manuel María Alfaro Morales (1829-1900)

Industrial fiterano. Hizo construir casi todas las casas de la acera de los nones, de la calle de Alfaro, y de la calle Calatrava. Fue alcalde de Fitero y diputado provincial, y murió en 1900.

Sebastián María  Aliaga Jiménez (1786-1865) [1].

Sebastián María  de Aliaga nació en Fitero, el 20 de enero de 1786, y murió el 21 de junio de 1865. Fue Síndico Procurador del Ayuntamiento, al que representó en diferentes ocasiones, especialmente en las Juntas de Tudela de 1854, para la división de los Montes de Cierzo y Argenzón.

Rufino y Pilar de Amusátegui [2].

Pilar de Amusátegui, que es la joven a la que me refiero en mi poema [3], era hija de don Rufino de Amusátegui, abogado-notario [4] de Fitero, hacia el primer decenio del siglo XX. Vivía entonces con su familia, en la casa nº 23 del Paseo de San Raimundo. Don Rufino, que era de una acentuada cojera, pero un hombre fuerte, gozaba del respeto y de la estimación general, a causa de su caballerosidad, pues era un hombre culto, honrado, tolerante, fino y entusiasta de todas las causas nobles. Estaba casado con una vistosa dama andaluza, llamada doña Catalina, la cual era una rubia hermosa, alegre, elegante y dicharachera. Tenían seis hijos: cuatro hembras y dos varones. Las mujeres eran Manolita, que era la mayor: una morena alta y muy religiosa que acabó naturalmente en un convento; Pilar, la protagonista de mi composición; María, una espléndida rubia, de blancura marmórea, que se casó más tarde en Corella, donde pasó a ejercer su profesión don Rufino; y Carmela, la menos agraciada físicamente, pero tan salerosa como su madre. Los varones se llamaban José y Antonio. Ambos siguieron la carrera de oficiales de la Marina de Guerra y el segundo murió trágicamente en Cartagena, en 1936.

Cesáreo Armas Tovías (1861-1934) [5].

Comerciante de tejidos. Cedió al Ayuntamiento la costanilla de la actual calle de Armas (calle de la Loba desde la mitad del siglo XVII hasta el primer cuarto del siglo XX) y le hizo asimismo donación de unos corrales de la calle de la Iglesia, lo que permitió convertir ésta en la actual plaza. Murió en 1934.

José Luis Armas Mayor (1881-1927) [6].

El joven fiterano que transformó el Montecillo hacia 1917, fue José Luis Armas Mayor, cuando ya estaba al frente del acreditado comercio de tejidos de su padre, don Cesáreo. José Luis no sólo era un comerciante honesto y laborioso, sino, en lo personal, un hombre abierto, generoso y simpático. Lo traté personalmente en mi mocedad y, por lo mismo, puedo dar fe de ello. Cualquier iniciativa a favor del pueblo tenía inmediatamente su apoyo.  Fue uno de los fundadores y sostenedores del efímero club de fútbol local y de su equipo el Calatrava F. C., constituido en 1924.
Según los datos que me proporcionó su hermana, doña Teresa Armas de Bermejo, José Luis nació en Fitero, el 1 de diciembre de 1881 y murió el 23 de enero de 1927. Su deceso fue generalmente sentido y el poeta don Alberto Pelairea le dedicó en La Voz de Navarra del día siguiente este soneto elegíaco:

Luis Armas: juventud; buen fiterano;
brazo viril donde el trabajo brota;
mi contrario o amigo en la pelota;
alma de niño y generosa mano.
Buen hijo, buen navarro y buen cristiano,
todo en su vida duración denota
y en un momento fue la vida rota
del que más que un amigo, era un hermano.
Llora Fitero ante la triste nueva
y a tu paso, en dolor, baja la frente
y dice: “Que mi tierra se remueva
y abrace al hijo mío dulcemente..”
La Virgen de la Paz que se te lleva,
te la conceda, Luis, eternamente.

Juan Atienza Ruiz ( 1899-1918 ) [7].

Era el hijo mayor de la familia. Vivía en la casa nº 31 – hoy, 39 – de la calle Calatrava, con sus padres, Baltasar y Petra, su hermano Francisco y sus hermanas Juana y Concepción. (María y Engracia no habían nacido todavía.)

Cristobal Aznar Latorre (1873-1948) [8].

El Poba se llamaba Cristobal Aznar Latorre. Nació en Fitero, el 10 de julio de 1873, y murió, a los 75 años, el 23 de diciembre de 1948. El Poba fue el tipo más popular del pueblo, durante la primera mitad del siglo XX. Además de su oficio de sacristán menor, por el que sólo ganaba un real diario, ejercía el de cobrador de las Cofradías, de las Conferencias de San Vicente de Paúl y de la Caja de Crédito Popular, quedándole todavía tiempo para cuidar la pequeña viña que había plantado en su parcela de la Dehesa de la Villa. El Poba era el invitado espontáneo de todos los bautizos, confirmaciones, comuniones, bodas y mayordomías que se celebraban en la localidad. Por supuesto, nadie tomaba a mal semejante auto-invitación; en primer lugar, porque se daba por descontada; y en segundo, porque, a semejanza de los gatos, el Poba tenía la discreción de colarse casi siempre por las cocinas, en las que tenía asegurada la tajada.  Era, en fin de cuentas, todo lo que buscaba.

Según me contó, la señora Asunción García Lahiguera de Tutor, una vez llevaron al Poba a Pamplona, para hacer bulto en un mitin político de Gil Robles. Por lo visto, era la primera vez que salía del pueblo y, al volver, comentaba con ingenua admiración: ¡Mecagüen!, ¡mecagüen! El mismo sol aquí y allá. La misma luna aquí y allá!”. Sin duda, creía que el sol, la luna y las estrellas en las capitales eran diferentes que en los pueblos. Su masa encefálica no daba para más.  Fernando Palacios le dedicó  una caricatura, titulada “El Poba con la cajeta de las ánimas”, en la Revista “Fitero” del 10 de septiembre de 1922; y uno de los restauradores artísticos del Museo del Prado, que anduvieron por Fitero en 1947, restaurando el retablo del Altar Mayor de la Parroquia, hizo del Poba un excelente retrato al óleo, que se conserva en el Ayuntamiento.

Juan de la Cruz Angós  (1740-1809) [9].

Arquitecto fiterano, el cual trazó el regadío de Abatores en 1821.

María José Bayo Jiménez (1958).

5 Felicitaciones de cumpleaños.[10]

Le 28 mai mille neuf cent soixante-quatorze:

Presque toujours, à seize ans,
une jeune fille est belle;
mais, de plus, elle n´a pas
votre gosier de sirène.
Plaise à Dieu que votre vie
soit une gaie mélancolie.

28 de mayo de 1975

Este 28 de mayo
es feo, frío y lluvioso;
mas cumplir 17 años,
¿por ventura no es hermoso...?

Os deseo, señorita,
muchísimos cumpleaños,
tan ágil, sana y bonita;
pero con cielo más claro.

Le 28 mai mille neuf cent soixante-seize

Puisque vous nous régalez
de votre voix angélique,
les jours de fête, à l´église,
permettez-moi de fêter
vos dix-huit ans fleurissants,
vous offrant ces humbles vers,
que je voudrais si inspirés
que les sonnets de Ronsard.


28 de mayo de 1977

Si yo fuese un gran pintor,
como Rubens o Van Dyck,
hoy  te donaría un cuadro,
representándote así:
una bonita doncella
de mejillas sonrosadas,
boca fina y ojos dulces,
empuñando una guitarra,
y con angélica voz,
en nuestro templo entonando
bellos cantos que embelesan
a los fieles y a los Santos.
Al cumplir diecinueve años,
lindo ruiseñor de Dios,
te deseo en esta vida
y en la otra, lo mejor.

28 de mayo de 1978

A una muchacha tan bella,
tan artista y tan amable,
al cumplir 20 años,
¿qué puedo yo desearle..?
Ah!, sí: que encuentres novio,
digno de tu corazón,
que haga tu felicidad,
con su bondad y su amor.

Félicitations
A la Srta. María José Bayo Jiménez, en su XXIII aniversario

No sé si cantas de Méndelsshon
algún “lied” sentimental
que excusado es el decirlo
me agradaría escuchar.
Mas preferiría hoy
saber que interpretarán,
dentro de poco, en tu honor
su bella Marcha Nupcial.

Fitero, 28-V-1981

Manuel Bermejo Oliver (1843-1938).

El Tío Maturrillo [11] se llamaba Manuel Bermejo Oliver. Nació en Fitero allá por los años de la Regencia del General Espartero y, desde niño, se dedicó al oficio de pastor. Cuidó sucesivamente los rebaños de los ganaderos fiteranos Ursula Andrés, Anselmo Agreda, Eloy Andrés y Joaquín Yanguas, falleciendo en la Villa, el 20 de febrero de 1938, a los 95 años de edad.
La pintoresca intervención de los pastores de la localidad en la clásica Misa del Gallo era una costumbre tradicional antiquísima, abolida actualmente, como tantas otras. Hay que tener en cuenta que los pastores constituían antiguamente en Fitero un gremio respetable, pues, en el censo de 1797, figuraban nada menos que 47. En tiempos pasados, los pastores locales no sólo bailaban en la Nochebuena, delante del Niño Dios, al son de las zambombas y de los panderos, sino que además se cenaban, en su presencia, una gran sartén de migas. Previamente las freían en el cementerio, situado entonces en los aledaños de la parroquia, o sea, en la actual Plaza de la Iglesia, y, a continuación, entraban con ellas en el templo, colocándose en el presbiterio, delante del Nacimiento. Cuando llegaba el ofertorio, el celebrante bendecía las migas, hacía ofrenda de ellas al Niño Jesús, en compañía de los pastores, y éstos finalmente se las engullían silenciosamente, en medio de un regocijo ingenuo y honesto.  Un detalle importante que se le olvidó consignar a mi informador, es, si durante esta cena ritual, los pastores empinaban también la bota; pues las migas sin vino no se deslizan fácilmente hacia el estómago.
Esta costumbre se mantuvo hasta que, un año, un chusco irreverente tuvo la diabólica ocurrencia de arrojar furtivamente en la sartén unas cuantas guindillas que picaban a rabiar – y tal vez, polvos de pica-pica -, provocando en los pastores una tos bronca y persistente, que degeneró en un espectáculo cómico, indigno del lugar sagrado. Desde entonces, quedó suprimida la Ofrenda de las Migas.

Blas Bozal y Romero (1849-1910).

Según los datos que me proporcionó la R. M. María Bozal, su padre, don Blas Bozal y Romero [12], nació en Cascante, el 3 de febrero de 1849 y murió en Fitero, el 14 de diciembre de 1910. Muy joven, hizo los estudios del Magisterio de Primera Enseñanza (en la Normal de Zaragoza) y, después de ejercer su carrera, durante tres años, en Azagra [13] y cuatro meses en Cortes (Navarra), fue destinado a Fitero en mayo de 1882. En 1882, contrajo matrimonio con la distinguida señorita fiterana Matías Alfaro, y ya se quedó definitivamente en nuestro pueblo. De su matrimonio nacieron diez hijos, muriendo seis en la infancia. Uno de los sobrevivientes, don Alfonso Bozal Alfaro, fue párroco de la iglesia de Fitero, desde 1925 hasta 1937, en que falleció. Anteriormente había sido profesor del Seminario Conciliar de Tarazona y Cura Ecónomo de la parroquia de Cintruénigo.
La labor escolar de don Blas Bozal [14] fue tan fecunda y meritoria, como larga y abrumadora. A consecuencia de ella, cayó gravemente enfermo en 1903 y tuvo que poner un sustituto, el cual se quedó finalmente como auxiliar.
Yo ingresé en su escuela en 1908, poco antes de jubilarse, pues lo hizo en el mismo año, y sólo conservo de él la imagen borrosa de un anciano encanecido, de ojos vivos y enérgico rostro, que sufría frecuentes accesos de asma. ¡Qué distinto del magnífico retrato de su juventud, que me mostraron sus familiares en Fitero, en enero de 1964!
Al jubilarse [15], don Blas, que hasta entonces, había ocupado la vivienda aneja a la escuela y que daba a la Plaza de las Malvas, pasó a vivir, con su familia, a la casa nº 2 del Barrio Bajo, frente al Pozo de la Picota [16], ya desaparecido, y allí falleció. Como nosotros vivíamos a la sazón en el nº 10 de la misma calle, recuerdo perfectamente que, el día de su entierro, su familia enlutó completamente las paredes y el techo del vestíbulo de la casa y que la caja de don Blas era hexaédrica y estaba revestida de terciopelo negro, con flecos colgantes. Se la hizo el carpintero Patricio Alfaro, cuyos hijos habían sido alumnos de don Blas.
El buen maestro vivió como un asceta y murió como un santo, conservando sus facultades mentales hasta el último momento. La víspera de su muerte, dijo a su esposa: Mañana hará 28 años que nos casamos y mañana nos separaremos por mi fallecimiento”. Y así ocurrió. Hacia las cinco de la tarde del día siguiente, llamó a su lecho de muerte a todos los suyos y les dijo: “Vamos a rezar, por última vez, el rosario en familia, antes de irme al cielo, donde os esperaré, y allí nos volveremos a juntar, para no separarnos nunca.” Y mientras rezaban la letanía, murió plácidamente, sin agonía.

D. Miguel de los Santos Díaz y Gómara (1895-1949) [17]

Nació en la calle Luchana, hoy Díaz y Gómara, en 1895. Fue sucesivamente Obispo Auxiliar del Arzobispo de Zaragoza [18], Cardenal Soldevila, asesinado en 1923, y Obispo titular de Osma y Cartagena. Murió en 1949.

Fidel Martínez Urbina (1879-1940) [19].

Entre los alumnos sobresalientes de don Blas Bozal, figuró Fidel Martínez Urbina (1879-1940) [20], quien primeramente se hizo maestro y hasta ayudó algún tiempo a don Blas; pero, a poco, derivó hacia el periodismo y, después de pasar algunos años en Logroño, como redactor de La Rioja, se trasladó a San Sebastián, donde hizo una brillante carrera como conferenciante, redactor-jefe de La Voz de Guipúzcoa, Delegado del Trabajo, jefe de la sección de Previsión de la Caja de Ahorros Provincial y Delegado del Instituto Nacional de Previsión. Su madre, doña Juana Urbina, fue precisamente maestra de Fitero, al mismo tiempo que don Blas. Recuerdo que entre mis lecturas de juventud, figuró un folleto de Urbina, titulado Guerra a la taberna [21].

Raimundo Carrillo Siguënza.

El presbítero Raimundo Carrillo Siguënza [22], fraile exclaustrado, fue el que compuso los clásicos versos de la Novena de la Virgen de la Barda. Fue fiterano y misionero apostólico, y autor de un folleto titulado “Discurso apologético sobre la Santísima Trinidad” [23]. La familia de Ricardo Burgos guardaba un gran cuadro, con un retrato suyo de medio cuerpo.

Nicasio Carrillo (1874-1934).

Era fiterano y desempeñó, durante muchos años, el cargo de coadjutor de la parroquia. Murió en Fitero, el 8 de enero de 1934, a los 60 años de edad. Vivió en una casa, ya desaparecida, situada en el rincón del Paseo de San Raimundo, entrando a mano derecha; y en Alfaro, 23.

Pío Gómez Martínez (1855-1907) y Félix Gómez Martínez (1864-1901).

 Fueron dos hermanos que, en la segunda mitad del siglo pasado, abrieron un comercio en la calle [24] que lleva su nombre y eran propietarios de la mayor parte de las casas.

Luciano Hernando Palafox (1892-1912).

Luciano el Organista [25] se llamó en vida Luciano Hernando Palafox y nació en Alcolea del Pinar, provincia de Guadalajara, en 1892. Fue niño de coro de la Catedral de Sigüenza, donde aprendió solfeo y canto, armonía y composición, así como a tocar el órgano y el piano. Muy joven todavía, fue nombrado organista de Santa María la Real de Fitero, puesto modesto que no podía satisfacer sus aspiraciones de artista nato. Por ello, aparte de sus ocupaciones en la iglesia y de algunas lecciones particulares que daba para poder vivir, se dedicaba principalmente al estudio, soñando con descollar un día en el mundo musical. A fin de adquirir una digitación vigorosa, colocaba tiras de goma debajo de las teclas de su piano – un piano Montano, comprado sabe Dios a costa de qué sacrificio y que conserva piadosamente don José Jiménez Fernández -, llegando a familiarizarse de tal modo con el teclado duro, que llegó a tocar, en tal forma, perfectamente matizados e impecables, los valses de Chopin y las fugas de Bach. También tenía verdaderas aptitudes de compositor, como lo demostró con algunas pequeñas obras que escribió, siendo más que probable que hubiera llegado a alcanzar la notoriedad que anhelaba, si la muerte implacable no hubiera segado en flor su laboriosa existencia, el 17 de noviembre de 1912 [26]. Tenía solamente veinte años.

Domingo Huarte Agreda (1888-1963).

Propietario e industrial fiterano, fallecido en 1963. Fue concejal del Ayuntamiento y fomentó la construcción de las Casas Nuevas. Se le dedicó una calle en 1971.

Serafín Inúñez Fernández (1896-1990).

Hace más de 30 años que, en los Programas de Fiestas, aparecen esporádicamente versos sencillos, pero sentidos, que gustan a los vecinos del pueblo. Su autor es Serafín Inúñez Fernández [27], un antiguo carpintero-ebanista, con inquietudes culturales, autodidacta y buen aficionado a la música, al teatro y a la poesía. Nació en Fitero en 1896 y ahora vive retirado, en la Residencia de la Seguridad Social de Borja [28]. De temperamento bohemio, le resultó pronto estrecho el horizonte del pueblo y residió sucesivamente en Bilbao, Madrid, Biarritz (donde se casó con una fiterana), Burdeos, Barcelona, Rosas y Zaragoza, donde trabajó últimamente en los Talleres Escoriaza. Fue cómico de la legua y de compañías más importantes, y animador y organizador de cuadros artísticos en Francia y en España.

José Jiménez Fernández (1894-1983)

La oficina de Telégrafos, donde gocé en mi juventud de tantos nocturnos estivales, estaba instalada entonces en la casa número 48 de la Calle Mayor. De día, era simplemente una oficina pública; pero, de noche, se convertía, a menudo, durante los veranos, en una sala privada de conciertos, de modo que al repiqueteo monótono del Morse, sucedían los sonidos melodiosos del piano y del violín.  Los ejecutantes eran invariablemente mis buenos amigos, don José Jiménez Fernández [29] y don José María Viscasillas Catalán: dos buenos aficionados a la música clásica y servidores ejemplares del pueblo, en sus respectivas profesiones. Por lo mismo, aun a trueque de herir su modestia, me creo en el deber de consagrarles unas líneas, aunque sólo sea por agradecimiento [30].

Don José Jiménez [31] nació en Fitero, el 20 de noviembre de 1894. Ingresó en el Cuerpo de Telégrafos en 1914 y, después de haber seguido el curso anual reglamentario en la Escuela Oficial de Telegrafía, empezó a ejercer sus funciones en San Sebastián, en marzo de 1916, con la categoría de Oficial quinto y el haber anual de 1.500 pesetas... Sin terminar el año, fue trasladado a Zaragoza y de aquí fue destinado a Fitero, en mayo de 1919. Durante la guerra civil de 1936-39, fue desplazado a San Sebastián y a Pamplona, hasta que, a fines de noviembre de 1943, fue reintegrado definitivamente a Fitero. Y aquí fue jubilado reglamentariamente en noviembre de 1964, después de 49 años ininterrumpidos de servicio, de los cuales 30 al servicio de Fitero. ¡Y qué servicio! Todos los fiteranos conocen la seriedad, la puntualidad y la gentileza con que don José desempeñaba sus funciones. Lo que no conocen todos, es que, en la última etapa de su cargo, trabajó seguidamente, sin gozar de un solo día de permiso ni faltar una sola vez a su oficina, durante 2.598 días...; es decir, durante siete años, un mes y diez días. ¡A ver qué otro funcionario del Estado tiene semejante historial!..

De joven, aprendió don José a tocar el violín y, desde entonces, vino prestando su colaboración gratuita, en las funciones importantes de la Parroquia; sobre todo, en las fiestas de la Virgen de la Barda, así como en las profanas de carácter benéfico. Hombre culto, leído y de pluma ágil, fue durante algunos años, corresponsal de La Voz de Navarra, distinguiéndose por sus crónicas mesuradas y sus campañas justas, a favor de los intereses del vecindario.  Y desde hace muchos años, figura como miembro activo de las sociedades benéficas de la localidad.  Prácticamente ha sido mi colaborador en la preparación de este libro [32] y de otros dos sobre nuestro pueblo, a causa de los innumerables datos que, con gran paciencia, diligencia y absoluto desinterés, me ha venido comunicando, desde hace mucho tiempo.

Victorino Jiménez Pascual (1832-1907) [33].

El Tío Victorino el Alvarilla se llamaba Victorio Jiménez Pascual y era agricultor y alpargatero. Nació en Fitero en 1832 y murió de parálisis, el 10 de marzo de 1907, en la casa nº 36 de la Calle Mayor. Estuvo casado con Margarita Barea, quien falleció antes que él. Al estallar el cólera (1885) [34], tenía ya 53 años, de manera que era un hombre bien maduro, a pesar de lo cual demostró tener más arrestos que el joven más intrépido. Desde luego, el héroe principal de aquellos 41 días de pesadilla fue el Tío Victorillo el Alvarilla [35]. Iniciada la mortandad, uno de los problemas más angustiosos con que se encontró el Municipio fue el de encontrar una persona idónea y valerosa que se prestara a vigilar a los presuntos muertos, en el depósito del cementerio, pues los coléricos eran trasladados a este lugar, sin pérdida de tiempo, en el ataúd municipal de los pobres, apenas daban señales de fallecimiento. Ahora bien, enterrarlos antes de que pasasen 24 horas, era una verdadera temeridad, pues, en más de una ocasión, la muerte era solo aparente y no real; y es bien seguro que, a pesar de todo, se enterró vivo en toda España, a más de un desgraciado, en aquella época apocalíptica.  Pero... ¿quién era el valiente que se iba a prestar, ni por todo el oro del mundo, a pasarse día y noche, en semejante lugar y compañía..? Tanto más cuanto que la mortífera enfermedad se presentaba con caracteres exteriores repugnantes y pavorosos: gran descomposición del semblante, hundimiento de los ojos, vómitos violentos, frecuentes diarreas albinas, calambres aparatosos, angustiosas asfixias, etc.  Así que huelga decir el aspecto agradable y poco tranquilizador que presentaban las pobres víctimas. Sin embargo, no faltó en Fitero un vecino verdaderamente valeroso y poco interesado, que se prestó humanitariamente a tan macabra tarea. Fue Victorio Jiménez Pascual. Yo no llegué a conocer a este benemérito fiterano; pero una anécdota de él que oí contar en mi infancia a mi padre, revela mejor que nada cual debió ser su temple de ánimo.  A la sazón, las víctimas del cólera no eran enterradas en cajas individuales, ya que no se podía guardarlas en casa hasta que las hicieran una a la medida, sino que eran trasladadas inmediatamente al cementerio, en un ataúd común.  Allí se dejaban los cadáveres en el depósito, al cuidado del  Tío Alvarilla, envueltos sencillamente en una sábana, hasta que les tocara el turno de enterrarlos. Y junto a ellos, se dejaba asimismo el ataúd común, en espera de que viniesen a buscarlo los que lo necesitasen para traer nuevos difuntos, ya que nadie quería guardar, dentro del pueblo, aquel macabro armatoste.  Así, pues, una noche, se presentaron, con tal objeto, en el camposanto, unos vecinos, a los que se les acababa de morir un pariente. Como es natural, trataron de entrevistarse antes de nada con el Tío Alvarilla; pero, cosa extraña, entraron en el depósito y no lo encontraron. ¿Dónde, diablos, se habría metido el buen hombre...? Dieron algunas voces, llamándolo por su nombre, y no respondió nadie. Entonces se decidieron, sin más trámites, a llevarse el ataúd. Pero al levantarlo y notar que pesaba más de la cuenta, comprendieron inmediatamente que había alguno dentro. ¿Quién..? Se figuraron que sería algún muerto, olvidado por el Tío Alvarilla; pero abrieron la tapa, que por algo estaba un poco entreabierta y oh! Tragicómica sorpresa, se encontraron con que era ni más ni menso que el Tío Alvarilla, quien dormía tranquilamente en el ataúd..! No me negarán ustedes que el buen hombre tenía valor y sangre fría!
Por supuesto, la Muerte respetó por entonces a este bravo, y, cuando terminó la epidemia, el párroco don Joaquín Aliaga, desde el púlpito de Santa María la Real, hizo el más caluroso elogio de la conducta valerosa y humanitaria de este heróico hijo de Fitero. Por su parte, el Ayuntamiento, para recompensar de algún modo sus impagables servicios, acordó darle una gratificación de cinco pesetas por cada día que los prestó y además le regaló un traje flamante.

D. Juan Cruz Lahiguera Marqués (1839) [36].

Don Juan Cruz Lahiguera[37] nació en Tarazona, hacia mediados del siglo XIX. Contrajo matrimonio con una distinguida señorita fiterana (Genara Martínez Magaña) y con ello adquirió vecindad en nuestro pueblo, donde se dedicó a la explotación agrícola e industrial.  En una curiosa revista, titulada Fitero Ilustrado, nº único, aparecida el 13 de septiembre de 1903 y editada por Angel Muro y Rufino Maculet, leímos este curioso anuncio, relativo a las actividades industriales de don Juan Cruz: “La Estrella – Gran Fábrica de aguardiente, anises de vino puro y orujo de Juan Cruz Lahiguera -. Anís La Estrella, botella, 2´50 ptas.- Anís Tres Estrellas, 1´50 ptas.- Anís Dos Estrellas, 1´50 ptas.”

Don Juan Cruz fue Alcalde de Fitero en varias ocasiones, dejando un buen recuerdo por la honradez de su administración. En una de ellas, se fundó el Santo Hospital de San Antonio, con fecha del 21 de diciembre de 1902, poniéndolo al cuidado de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, cuya Superiora era, en Fitero, a la sazón, la Rvda. Madre Petra Goñi. De su hija, doña María Lahiguera de García Albericio, tuvo varios nietos, de los cuales han sobresalido notablemente dos: Antonio García Lahiguera y José María García Lahiguera.

Antonio García Lahiguera (1901-1997).

Don Antonio García Lahiguera nació en Fitero, el 2 de octubre de 1901. Hizo sus estudios primarios en Fitero, con el maestro don Balbino Pérez Ortiz [38], y cursó el bachillerato en Madrid. Ingresó primeramente por oposición en el Cuerpo de Correos y, a continuación, estudió como alumno libre la carrera de Derecho. Poco después, hizo oposiciones a ingreso en el Cuerpo Diplomático, obteniendo en la primera convocatoria una de las primeras plazas de su promoción. Ha sido cónsul de España en diferentes capitales de Europa y América y, en 1964, fue nombrado Director General de Asuntos Consulares. Durante algunos años, fue asimismo profesor y jefe del Departamento de Lenguas Románicas del Williams College de Wiliamstown, en el Estado de Massachussets (Estados Unidos).

José María García Lahiguera (1903-1989).


El Excmo. Señor Dr. Don José María García Lahiguera [39] nació en Fitero en 1903. Hizo sus estudios primarios en Fitero y una marcada tendencia a la piedad religiosa [40] lo condujo, desde joven, hacia la carrera sacerdotal. Inició sus estudios de seminarista en el Seminario Conciliar de Santa Ana de Tudela (Navarra) [41], del que, a la sazón, era Rector el Canónigo Magistral de la Catedral, don Angel Castillejo, y los prosiguió y terminó en el Seminario de Madrid, con la mayor brillantez. Fue ordenado de presbítero, el 29 de mayo de 1926, siendo nombrado sucesivamente profesor, superior y director espiritual del Seminario de Madrid. El 29 de octubre de 1950, fue consagrado Obispo titular de Zela [42] y nombrado Obispo Auxiliar del que entonces lo era de la diócesis de Madrid-Alcalá, Dr. Leopoldo Eijo y Garay. Más tarde, unió a este cargo el de Vicario General de la diócesis. En el año 1964, fue nombrado Obispo titular de Huelva, en cuya diócesis hizo su entrada el 7 de septiembre del mismo año; y en julio de 1969, Arzobispo de Valencia. Renunció a dicha mitra, por motivos de salud, en 1978, al cumplir 75 años. El Ayuntamiento de Fitero dio su nombre a una calle de la Villa, en 1951.

María Esteban Latorre Lozano (1857-1918).

La Tía María Esteban[43] se llamaba María Esteban Latorre Lozano y era una mujer simpática, lista, trabajadora y pulcra. Cuando yo entraba en la pubertad, ella debía estar ya en la sesentena; pero la llevaba muy bien. Recuerdo haber oído decir a mi padre que la Tía María Esteban había sido de joven muy guapa, como lo era entonces su hija Rosario, casada con el Director de la Banda Municipal, don Lorenzo Luis. Su horno estaba instalado en la casa número 15 del Barrio Bajo, enfrente precisamente de la de mis padres, pues nosotros vivíamos a la sazón en el número 10. Por lo mismo, la recuerdo perfectamente. ¡Cuántas veces sobé yo en sus tornos la masa de los panes y molletas que hacía mi madre! Estaba casada con el Tío Rasera o Vicente Díaz Calleja, de cuya cabeza, con la cara surcada de grandes arrugas, hizo una magnífica reproducción escultórica el joven
Fausto Palacios, el cual la presentó, con gran éxito, bajo el título de “Campesino Navarro” en el II Congreso de Estudios Vascos, celebrado en julio de 1920, así como en la Exposición Nacional de Bellas Artes del mismo año.

Antonio de Lejalde [44].

Don Antonio de Lejalde fue un vecino de Fitero que vivió en la segunda mitad del siglo pasado y que, al morir, dejó dos legados de tipo benéfico, bajo el patronato del Ayuntamiento y del párroco de la iglesia: uno con destino a los maestros, como un sobresueldo, para estimular su labor, y otro a favor de las familias pobres de la localidad.

Lorenzo Luis Yanguas (1882-1946).
Semblanza

Lorenzo Luis Yanguas [45] nació en Fitero, el 5 de septiembre de 1882 [46], en la calle Mayor, nº 49, y fue bautizado, al día siguiente, por el párroco Fr. Joaquín Aliaga [47], en la iglesia de Santa María la Real. Fueron sus padres Agustín Luis y Petra Yanguas, naturales asimismo de Fitero; y sus padrinos, Blas Llorente y Lorenza Igea. Sus abuelos fueron igualmente fiteranos, a ex­cepción de su abuela materna, Paula Fadrique, que era de Igea (Rioja). Su padre era campesino y cultivaba algunas tierras en renta, mientras que su madre atendía a una taberna propia, por lo que la llamaban Petra la Taber­nera. La familia se componía de cuatro hijos (entre ellos, Lorenzo) y tres hi­jas. Lorenzo acudió algún tiempo a la escuela de párvulos, alcanzando toda­vía al primer curso de la recién establecida de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana; y al siguiente año, 1888, pasó a la Escuela Primaria, regida, a la sazón, por el maestro titular, don Blas Bozal.
La primera ocupación de Lorenzo fue naturalmente el campo, llegando a ser un buen podador de viñas y de árboles frutales.

Sus primeros pasos musicales.

Aprendió solfeo con el organista de la Parroquia, don Angel Muro, na­tural de Corella, quien hacia 1908, se marchó a vivir a San Sebastián; y le enseñó a tocar el clarinete el entonces Director de la Banda Municipal, Cos­me Fernández (el Tío Camilo), que era un buen clarinetista y lo incorporó a su Banda.

El servicio militar.

A Lorenzo le tocó cumplir el servicio militar, que duraba entonces tres años, en Burgos, donde fue asistente de un Comandante de la guarnición, aficionado a la música, el cual, al darse cuenta de las aptitudes musicales del joven, lo incorporó a una Banda de Regimiento de la ciudad, en la que hizo rápidos progresos, pues tenía verdadera vocación para la música, convirtién­dose bien pronto en Músico Mayor. En agradecimiento, el primer pasodoble que compuso Lorenzo, se lo dedicó a una hija del Comandante.

Su vuelta a Fitero.

Lorenzo ascendió en Burgos hasta sargento, pero no quiso «reengan­charse», como se dice en el argot militar, y al terminar el plazo del servicio, volvió a Fitero, donde, poco después, sucedió a Cosme Fernández, en la dirección de la Banda Municipal. Simultaneó este oficio poco lucrativo, trabajando, algún tiempo, en la fábrica local de jabones, LA FAVORITA, situada en la calle de Lejalde; ostentando la representación de la sociedad de seguros LA AURORA, de Bilbao y por fin, explotando el café de la calle Mayor, nº 22, en cuyos bajos tuvo también una tienda de instrumentos de Banda, de la Casa francesa, COUESNON et Compagnie.
A su vuelta del servicio militar, Lorenzo contrajo matrimonio con la hermosa joven, María del Rosario Díaz Latorre, nacida en Fitero, en la calle del Cogotillo Bajo, el 6 de octubre del año 1884. Fue hija de Vicente Díaz y de María Esteban Latorre, ambos fiteranos, los cuales tuvieron tres hijas y un hijo, siendo Rosario la mayor. Vivían en el nº 14 del Barrio Bajo, siendo vecinos de mi familia, pues nosotros vivíamos en el número 10.  Vicente Díaz fue, algún tiempo, chocolatero y cultivaba tierras de su propiedad, mientras que María Esteban atendía a su horno de pan, establecido en el nº 15 de la misma calle y al cual dedicamos una composición festiva en verso y un comentario en prosa, en nuestro POEMARIO FITERANO [48].

Un hombre inteligente y bonachón.

Lorenzo Luis fue, en los personal, un hombre simpático, ocurrente, bo­nachón, inteligente y servicial. Tenía unos ojos chispeantes y, en su juven­tud, fue un mozo gallardo, robusto y de buen ver. No creemos que llegara a tener nunca verdaderos enemigos. Lorenzo y Rosario tuvieron 12 hijos, de los que cuatro murieron en la infancia, sobreviviendo ocho: Carmelo, Joaquín (fallecido en 1959), Cesá­reo, Julia, Celia, Félix, Angelita y Fernando. Carmelo y Cesáreo se distin­guieron, en su juventud, como pelotaris, con los sobrenombres de FITE­RO I y FITERO II; y Angelita es una excelente pintora.

Un fiterano cien por cien


   Lorenzo era muy fiterano. Tuvo buenas ofertas para dirigir bandas de músi­ca en Mallorca, Canarias y Fernando Poo (hoy Guinea Ecuatorial), pero las declinó, porque no quería abandonar definitivamente el pueblo. Fue un be­neficio para Fitero y un perjuicio para él, pues, con su talento musical y su actividad, hubiera triunfado en cualquier población importante, como triun­fó en Barcelona su contemporáneo y organista de Fitero, Amado Urmeneta, conocido en la Ciudad Condal con el sobrenombre de «El Rey del Pasodoble».

Su final


En sus últimos años, Lorenzo tenía la costumbre de asistir a todos los entierros de los vecinos, por lo que un bromista le dijo un día: - «Parece que te gusta mucho subir la Costerilla. - Sí, pero no que me suban por ella
- ¿Y el día en que te mueras, ¿qué? - Pues me agarraré fuertemente a la re­ja del Tío Silverio, y a ver quién me mueve de allí».
(El Tío Silverio —Silverio Escudero— era un herrero cuya fragua estaba en la esquina derecha del comienzo de la Costerilla o Camino del Cemente­rio; y a la izquierda de la puerta, tenía una ventana con una fuerte verja de hierro).
Por supuesto, a la hora de la verdad, Lorenzo no se agarró a dicha reja. Murió a las 5 de la mañana del 27 de julio de 1946, en la casa nº 25 de la calle Mayor. Tenía 64 años. A sus funerales, celebrados al día siguiente, que fue domingo, acudió una enorme concurrencia y, por descontado, la Banda Municipal, que lo acompañó hasta el camposanto, interpretando marchas fúnebres compuestas por él. En 1970, el Ayuntamiento de Fitero le dedicó una placa de mármol, fija­da en el frontis del quiosco de la música, en reconocimiento a sus 40 años de servicio, con la siguiente inscripción: «A Lorenzo Luis Yanguas, compo­sitor y director de la Banda de Música de este Ayuntamiento, en sentido ho­menaje de su pueblo - Fitero, 14 de septiembre de 1970».
    ¿A cuántos fiteranos enseñó Lorenzo gratuitamente música y a tocar al­gún instrumento de Banda? Sus más antiguos compañeros nos han asegurado que a más de 200, entre ellos, y en primer lugar, a sus propios hijos, pues Carmelo tocaba el piano; Joaquín, el saxofón; Cesáreo, el trombón; Félix la trompeta, y Fernando, el fiscorno. Lorenzo tocaba, como ya hemos anotado, el clarinete, pero conocía bien el manejo de todos los instrumentos de Banda, sin lo cual no hubiese podido enseñárselos a sus discípulos. Su Banda conoció altos y bajos, a causa de ciertas intrigas caciquiles, pues se llegó a formar otra Banda, opuesta a la suya, la cual dejó de ser, en algunos intervalos de tiempo, municipal, y hasta se le prohibió tocar en ningún sitio de Fitero. Con todo, Lorenzo halló el medio de burlar, una vez, esta absurda veda, yendo a tocar con su Banda al Juncal, en el término de Corella, el día del Barranco, acompañándolo numerosa concurrencia de fiteranos y de cirboneros, y hasta la Tía Pirria (Francisca García), popular vendedora de chucherías.
Incluso se llegó a dejarle en cuadro su Banda; pero él la repuso animosamente, adiestrando a toda prisa a muchachos aficionados.
La Banda de Lorenzo Luís alcanzó su apogeo hacia 1929, en que alcanzó a tener hasta 23 músicos, formando un buen conjunto, que se permitía tocar impecablemente no sólo música de baile, sino hasta fragmentos de zarzuelas y operetas.
Entre los músicos que figuraron, en diferentes épocas, en su Banda, se cuentan los siguientes: Angel Aznar, clarinete; Anselmo Berrozpe, cornetín; Bautista Yanguas, clarinete; Carmelo Igea, trompeta; Carmelo Luís, bombardino; Carmelo Pina, clarinete; Celestino Yanguas, trombón; Cesáreo Luis, trombón; Cirilo Díaz, requinto; Dámaso Gracia, bombo; Daniel Ayala, clarinete; Domingo Aznar, clarinete; Doroteo Pina, bajo; Federico Lauroba, clarinete; Félix Magaña, trompeta; Fermín Calleja, trombón; Fermín Escudero, saxofón; Fernando Escudero, caja; Florencio Lauroba, cornetín; Francisco Jiménez, clarinete; Francisco Latorre, platillero; Francisco Luis, bombardino; Higinio Magaña, bajo; Hermenegildo González, platillero; Joaquín Luis, requinto; Joaquín Yanguas Aliaga, clarinete; Joaquín Yanguas Jiménez, saxofón; José Aguirre, clarinete; José Barea, clarinete; José Ochoa, trombón; José Falces, bajo; José Latorre Ochoa, bombo; José Latorre Rupérez, saxofón; Juanito Atienza, fiscorno; Julio Díaz, saxofón; Lorenzo Jiménez, trombón; Lorenzo Luís, clarinete; Luciano Hernando, pifano; Luis Yanguas, caja; Manuel Aznar, trombón; Manuel Diaz, cornetín; Manuel Yanguas, trombón; Manuel Zapater, trompeta; Mariano Fernández, fiscorno; Miguel Latorre, cornetín; Nicolás Fernández, trombón; Pedro Barea, bombo; Prudencio Aliaga, saxofón; Raimundo Fernández, clarinete; Román Jiménez, bajo; Sixto Pérez, trombón; Tomás Aliaga, platillero; Vicente Acarreta, fiscorno; Zacarías Pérez, platillero; Vidal Andrés, trompeta y algunos más que no recuerdan nuestros informadores.
    Lorenzo Luis era un director de Banda tan activo como exigente; y con los aprendices torpes, a veces, algo rudo. Hacía ensayos con su conjunto, ordinariamente nocturnos, todas las semanas del año. Desde mediados de octubre hasta mediados de abril, solamente los miércoles y sábados; y en los demás meses del año, todos los días laborables. Duraban generalmente dos horas, con un descanso intermedio; y se realizaban en un amplio recinto destartalado y frío, aledaño al Hospital, que caía justamente hacia donde está instalado hoy el salón de estar [49] de la Residencia San Raimundo. En el buen tiempo, durante los ensayos, se llenaban de gente el antiguo trinquete y la Plaza de las Malvas; sobre todo, de jóvenes que venían a bailar; y hasta de viejos, que venían a escuchar; de manera que, por dentro, era una Aca­demia de Música; y por fuera, una Academia de Baile, gratuita y al aire libre. Con todo, en los descansos, el músico más joven salía de la Acade­mia, con una boina boca arriba en la mano derecha, en la que una pequeña parte del público solía echar algunos cuartos y hasta alguna perrilla (mone­das de dos y de cinco céntimos). Estas monedillas iban a parar a conti­nuación al cajón de los maises de la taberna del Tío Valija (Lucas Frías), en la calle Mayor, pues los músicos invertían en vino el producto de la recauda­ción. El Tío Valija les dejaba un gran jarro de tiesto y un vaso tosco y pesa­do de cristal en el que, formando previamente un corro, iban ingiriendo a continuación un vaso del morapio, por riguroso turno. Si había bastante vi­no, solo consumían en el descanso la mitad; y el sobrante, al final. A pesar de esta precaución, algunos se enchispaban y salían cantando por el Arqui­llo la popular canción borracheril: «Asunción, Asunción - echa media de vino al porrón». (Media era media pinta; o sea, alrededor de medio litro).
Cuando en la Academia iban a ensayar alguna pieza nueva, la interpreta­ba, en primer término, Lorenzo solo, con su clarinete, cinco o seis veces; y a continuación, lo hacía toda la Banda, ocho o diez.

Actuaciones y remuneraciones


La Banda Municipal tocaba dos horas por la tarde, todos los días festi­vos, en el Paseo de San Raimundo, desde el Domingo de Pascua de Resu­rrección hasta el día de la Virgen del Pilar (12 de octubre), colocando siempre Lorenzo el programa que se iba a interpretar, en un cartel delante del quiosco. También actuaba en todas las procesiones de la Parroquia. Si eran de las Cofradías, los cofrades solían pagar a los músicos, hacia la tercera década de este siglo, alrededor de 20 pesetas, las cuales eran ordinariamente inverti­das en preparar el sábado siguiente, una gran sartenada con tropezones de todas las clases, que engullían alegremente los músicos, en el antiguo trin­quete adyacente al Arquillo. Si las procesiones eran de la Parroquia, con asistencia del Ayuntamiento, como las del Viernes Santo, del Corpus Christi y de la Virgen de la Barda, entonces corrían a cargo del Municipio, el cual solía pagar anualmente a la Banda, en la citada década, por todas sus inter­venciones, unas 2.000 pesetas. Por supuesto, esta cantidad había sido ante­riormente bastante inferior, pues, en 1910, sólo le pagaban 400 pesetas, según el Libro de Actas del Ayuntamiento de 1908-1912, fol. 189, copiado por Serafín Olcoz Yanguas. Naturalmente el que más cobraba era el Director: un 50 % más que los músicos.
En un Libro de Cuentas de la Banda de Lorenzo Luis, desde 1925 hasta 1943, que conserva y nos permitió consultar su hija Angelita, encontramos numerosos y curiosos detalles sobre el desenvolvimiento económico de aquélla, algunos de los cuales transcribimos a continuación. En 1926, la Banda cobró por cada una de las procesiones de los Jueves Eucarísticos, del Corazón de Jesús y de la Virgen del Carmen, 20 pesetas; por la de San Isidro, 15 pesetas, y por las dos de la Virgen del Rosario (de la víspera y de la Fiesta), 50 pesetas. Ahora bien, en 1941, percibió ya por cada una de las tres primeras, 100 pesetas; por la de San Isidro, 75, y por la de San José, 60 pesetas. En 1927, se volvieron a uniformar los componentes de la Banda, saliéndoles cada uniforme por 73,18 pesetas. Anteriormente se habían uniformado en 1913, en que el Ayuntamiento concedió, con tal objeto, a Lorenzo Luis un anticipo de 100 pesetas [50]. En 1928, se compraron los siguientes instrumentos: un par de platillos para Zacarías Pérez, por 50 pesetas; un cornetín para Manuel Zapater, por 20 pesetas; y un clarinete nuevo, con su estuche para Raimundo Fernández, por 110 pesetas. Un atril de trombón para José Ochoa costó 1,75 pesetas. Los gastos de la Banda en la fiesta de Santa Cecilia (22 de noviembre) ascendieron en 1925 a 214,85 pesetas; y en 1939, a 347,30, incluyendo 5 pesetas de la Misa. El detalle de lo que comieron y bebieron en esta última fiesta, es el siguiente: 2 decalitros de vino, 16,55 ptas.; traer las garrafas y hacer (es decir comprar) el vino 0,50 ptas.; 2 pollos, 22 ptas.; 2 ternascos, 80 ptas.; 2 gallinas, 30 ptas.; 3 botellas de coñac Fundador, 54 ptas.; sopa, 1 pta.; 17 kilos de pan, 14,45 ptas.; azúcar para el café de Alejo (del confitero Alejo Falces) 1 pta.; verdura, 1 pta.; café, 8,80 ptas.; manzanas, 9 ptas.; huevos, 5 ptas. garbanzos, 8 ptas.; 4 kilos de carnero, 28 ptas., y tocino, 4 ptas. En 1926, el gasto de luz, durante los ensayos, a excepción del verano era de 3,93 ptas. mensuales; y el alquiler del cuarto donde ensayaban, de 2 pesetas anuales. En fin, como ya hemos anotado, al final de la década de los 20, el Ayuntamiento pagaba a la Banda 2.000 pesetas anuales; pero en 1942, le pagó ya 5.445, en trimestres de 1.361,25 pesetas.

Prestigio de la Banda de Lorenzo Luis

   La Banda de Lorenzo llegó a alcanzar bastante prestigio comarcal, por lo que era contratada para actuar en las fiestas de diversos pueblos de Navarra y Rioja: Alcanadre, Aldeanueva de Ebro, Andosilla, Arguedas, Buñuel, Cadreita, Caparroso, Carcastillo, Cáseda, Castejón, Fontellas, Fustiñana, Lodosa, Mendavia, Murillo el Fruto, Ribaforada, Rincón de Soto, Santacara, Valverde y algún otro. Hacia 1924, solían pagar a sus músicos, en dicho pueblos, la costa y 5 pesetas diarias; y a Lorenzo Luis, 2,50 pesetas más. Cuando los pueblos no estaban muy lejos, solían hacer el viaje a pié, con alpargatas, alquilando un carro con toldo, para llevar los instrumentos. El alquiler les costaba 12 pesetas hasta Alfaro o hasta Castejón. En el citado Libro de Cuentas de Lorenzo, se anota que en 1927, la Banda percibió por su actuación en las Fiestas de Alcanadre, Aldeanueva de Ebro y Lodosa 1.000, 900 y 1.380 pesetas respectivamente.

Anecdotario de la Banda


Las anécdotas de estos viajes son numerosas y pintorescas; pero vamos a contar solamente tres. Una vez, volviendo de Valverde, de tocar en la Fiesta del Agua (13 de mayo) y estando todos los músicos dentro del carro, desbarrancaron en la gran curva pendiente que hay a la altura del km. 1,100 de la carretera de Hospinete y no se mataron todos por milagro. El Tío Beato (Hermenegildo González), que tocaba los platillos, al ser lanzado por delante, exclamó «Adiós pa siempre, compañeros». Pero, por esta vez, no fue derecho al cielo, como sin duda esperaba, por estar ya beatificado, sino que cayó de bruces junto a un olivo. El Tío Aquilino (Aquilino Fernández), el hojalatero, se encargó de estañar los estropicios metálicos de los instrumentos; y las mujeres de los músicos restañaron a sus cónyuges los chichones y los cardenales, con salmuera y con vinagre.

   Otra anécdota tragicómica es la que les ocurrió la primera vez que fueron a tocar a Alcanadre, para sus Fiestas de mediados de agosto, allá por el año 1913. De tránsito por Corella y por Alfaro e incluso ya dentro del tren, les dieron noticias poco tranquilizadoras acerca del carácter desapacible de sus habitantes. No salió a recibirlos nadie y habiéndoles recomendado en Fitero Valentín Gómez a un antiguo sargento, apellidado Sánchez, con quien había hecho la guerra de Cuba, se presentaron en la casa de su suegra, la Tía Paulilla, preguntando por él. Esta, así como dos hijas que la acompañaban, se alborotaron al punto, poniéndose a gritar y a llorar, llamando al tal Sánchez asesino, bandido, criminal, etc., etc., pues resulta que había ahogado a otra de las hijas con la que había contraído matrimonio. Esta escena dramática acabó de meterles el miedo en el cuerpo. Se alojaron en la casa de un vecino, donde les prepararon para dormir una habitación con cuatro camas, en las que se acostarían ocho (dos en cada cama: Lorenzo con Nicolás Fernández, el Guindera con el Matro, etc.) y los demás dormirían en la misma habitación en que cenaron, sobre colchones echados en el suelo, retirando previamente al fondo de la misma, la mesa con las sillas encima. Esta pieza estaba alumbrada por una bombilla pálida que había que aflojar para apagarla, porque no funcionaba el conmutador. Pues bien, apenas si habían cogido el sueño los de esta habitación, cuando Perico Barea, soñando que lo estrangulaba el sargento Sánchez, se puso a gritar: «¡Auxilio!, ¡auxilio! ¡Que me matan!, ¡que me matan!». Los que dormían junto a él se despertaron despavoridos y se arrastraron en las tinieblas hacia el lado opuesto donde habían colocado la mesa y, al dar un empujón a ésta, se les cayeron encima estrepitosamente las 15 sillas. Se asustaron de muerte. Perico se calló y los demás, llenos de pánico, sin saber si lo habían matado de una puñala­da trapera, se apretujaron entre si, conteniendo la respiración. Y así se pa­saron la noche, hasta que, al amanecer, se dieron cuenta de que Perico esta­ba sano y salvo y de que habían sido todos víctimas de una cruel pesadilla del mismo.
Por lo demás, las actuaciones de la Banda de Lorenzo cayeron muy bien a los alcanadreños, los cuales los contrataron durante bastantes años sucesivos, componiéndoles Lorenzo una jota titulada «¡Viva Alcanadre!». Por cierto que, en otra de sus jiras al mismo pueblo, les ocurrió un per­cance bastante chusco. A la sazón, todos los músicos calzaban alpargatas y, al recorrer a pie la distancia que media entre la estación de ferrocarril y el pueblo, los sorprendió un aguacero diluvial. En consecuencia, se les hincha­ron las suelas de cáñamo de las alpargatas y tuvieron que recortarlas con na­vajas, para seguir andando con ellas.

SUS OBRAS


Lorenzo Luís no solo fue un excelente director de Banda, sino, ante to­do, un notable y fecundo compositor de música popular de baile. Tenía una facilidad extraordinaria y componía bailables en cualquier sitio: en el café, en la cama, en el campo, en la calle y hasta en el retrete, como la jota titula­da No sabes dónde has nacido. Su música era sencilla, garbosa y pegadiza, y abarcaba todos los bailes de la época, desde el vals y la mazurka hasta el fox-trot y el one-step. También escribió alguna música seria, como marchas fúnebres y religiosas, y varias piezas de concierto.
¿Cuántas obras compuso en su vida? [51] Nos han asegurado que pasarían del medio millar; y es muy probable, aunque no hemos podido comprobarlo. En todo caso, hay un dato cierto y es que, desde 1909 hasta 1946 inclusive, en que murió, publicaba cada año, por lo menos, una serie de una decena, lo que arroja ya una suma de 380 piezas; y si se agregan a ellas las colecciones extraordinarias y las obras sueltas, sobrepasarán seguramente el medio millar. Desgraciadamente se han perdido la mayor parte, y todas las que quedan y otras de las cuales se conserva solamente el título y, a veces, únicamente la letrilla, ascienden actualmente a cerca de un centenar y medio.
Sus bailables lograron relativa difusión en España y en pueblos ultrama­rinos de habla española, donde los introdujeron fiteranos emigrados, como el barbero Máximo Torroba, en Filipinas, y el P. Agustino, Angel Latorre, en Venezuela.
   Al principio, Lorenzo publicaba sus obras en papel pautado, manuscrito por él solo, hasta que su hijo mayor Carmelo pudo empezar a prestarle ayu­da en esta penosa tarea: penosa, porque de cada pieza tenía que hacer transcripciones adecuadas para todos los instrumentos de la Banda: clarinete, bajo, cornetín, bombardino, etc. Más tarde, al aumentar su clientela, las publicó siempre impresas, en cuadernillos apaisados de 22 x 15,5 cms., con el titulo genérico de EL RECREO MUSICAL - BAILABLES PARA GRANDES Y PEQUEÑAS BANDAS. Las coleccionaba en series anuales, que empezaban casi siempre con un pasodoble y terminaban con una jota. Sus principales casas editoriales fueron las siguientes: Litografía e Impresión de Música de Joaquín Mora, calle Aragón, 217, Barcelona; Ediciones Nosk, San Sebastián; Ediciones de Música Zabalza, Pasaje del Crédito, 8, Barcelo­na; Imprenta Catalán, Corella; Impresiones Musicales V. Zabalza, Artajo­na, y Ediciones de Música Willy, calle Mallorca, 131, Barcelona. En sus co­mienzos de compositor, el Ayuntamiento de Fitero, dándoselas de mecenas filarmónico, acordó en la sesión del 18 de diciembre de 1912, dar a Lorenzo 25 pesetas, «por la composición de piezas musicales» [52].
Las Series anuales completas de sus obras que hemos visto, pertenecen a los años 1916, 1918, 1925, 1932, 1934, 1940, 1942 y 1946. También hemos tenido en nuestras manos las Series Extraordinarias FLORES DE MI TIERRA, con 12 piezas, y RAMO DE CLAVELES, con 10, así como algu­nas piezas sueltas, publicadas aisladamente, como el pasodoble Caparroso a Rada y el capricho ¡Viva Galicia!
En un principio, cuando Lorenzo hacia sus primeras series a mano, ven­dió algunas de cinco piezas, a 4,50 pesetas; pero, al parecer, desde 1912, empezó a vender a 12,50 pesetas, las de ocho y diez piezas, manteniendo es­te precio, por lo menos, hasta 1934, según hemos podido comprobar. Desgraciadamente, en las Series Anuales, falta, a veces, el precio; y en las Extraordinarias, el año. Todavía es más raro que consigne la tirada, la cual en la Serie 1946 fue de 250 ejemplares. La máxima tirada de una pieza suya fue la del pasodoble Caparroso a Rada, pues se imprimieron 1.500 ejempla­res para Banda y otros tantos para piano. Su precio era 3 pesetas el ejemplar, y le produjo a Lorenzo un beneficio neto de 5.000 pesetas, el cual no estaba del todo mal para el año 1926. Con cierta frecuencia, sus obras llevaban alguna letrilla cantable del mismo Lorenzo Luis, del notable poeta regional, don Alberto Pelairea o del vecino Eladio Pina, «bersolari» campe­sino. Entre las obras de que tenemos noticia, figuran 37 pasodobles, 15 jo­tas, 13 valses, 11 marchas, 10 fox-trot, 9 mazurkas, 8 polkas, 7 tangos, 7 schotis, 5 dianas, 4 habaneras, 2 danzones, 2 rumbas, 2 rancheras, 2 pot­pourris, 2 piezas religiosas, 1 pericón, 2 pasacalles, 1 one-step, 1 corrido, 1 capricho, 1 serenata, 2 canciones y 1 obra teatral.
Lorenzo Luis tenía la costumbre de poner a menudo a sus piezas títulos alusivos a las personas y cosas de Fitero, y, a veces, de otros lugares. Las personas eran, de ordinario, jóvenes de su época, las cuales son ahora personas bastante mayores o fallecidas. Con la ayuda de nuestros informado­res, hemos logrado identificar a no pocas; pero no a todas. Así, pues, paras finalizar este estudio bio-bibliográfico, vamos a consignar por grupos homo­géneos los títulos de todas las obras de Lorenzo de que tenemos noticia, an­tes de que acaben por perderse, añadiendo las notas aclaratorias que hemos recogido sobre bastantes.

PASODOBLES


EL FITERANO: Se publicó el día del Corpus Christi, en el concierto celebrado en el Paseo de San Raimundo, de 5 a 7 de la tarde, el 6 de junio de 1912.
EL VOLAPIE: Se publicó en la Serie 1918 y era una alusión al famoso matador de toros y gran volapiecista, Vicente Pastor, que venía todos los años a los Baños de Fitero y se cortó precisamente la coleta en 1918.
A ORILLAS DEL ALHAMA: Data de 1925 y lo dedicó Lorenzo a Eusebio Díaz (el Botero), el día de San Juan Bautista, en que la Banda Municipal fue a tocar, por la tarde, en la finca que tenía Díez en la Mina, a orillas del Alhama.  En agradecimiento, Eusebio, que criaba vacas lecheras, regaló a Lorenzo toda la leche que se consumió en su café, el siguiente día festivo.

CAPARROSO A RADA. Data de Febrero de 1926, a raíz del primer vuelo directo de España a la Argentina, realizado en el hidroplano PLUS ULTRA, por los aviadores Ramón Franco, Julio Ruiz de Alda, Juan Durán y Pablo Rada; éste último caparrosino y mecánico del avión. Ya hemos anotado el éxito que tuvo esta pieza, editada a todo lujo por la Litografía e Impresión de Música de Joaquín Mora, de Barcelona, con un retrato de Rada en la portada. En realidad, era un himno-pasodoble, con letra de don Alberto Pelairea, que comenzaba con esta estrofa:


                  Por Pablo Rada, un cantar,
                  todo amor y patriótica fue,
                  pues, por su audacia sin par,
                  Caparroso afamado se ve.

Y terminaba con esta otra:

                   Todo Caparroso,
                   hecho verso y oración,
                   por Navarra y por España,
                   alce a Dios el corazón.

JESUS-MARI: Dedicado al primer nieto de Lorenzo, Jesús María Luis Arreytunaindia, en 1942.
FITERO A VILLALTA: Data de 1927 y fue estrenado en el concierto celebrado por la mañana, en el Paseo de San Raimundo, el domingo, 30 de octubre de dicho año, con motivo de la fiesta organizada en honor del matador de toros, Nicanor Villalta, quien, aquella tarde, toreó dos novillos, en la Plaza de Toros de Fitero, a beneficio de los pobres del Hospital [53] local. Para este pasodoble escribieron letras, con cuatro estrofas cada uno, don Alberto Pelairea y Lorenzo Luis. La de don Alberto comenzaba así:

Es Villalta, en este día,
hombre bueno y gran torero,
que todo su arte envía
a los pobres de Fitero. [54]

A su vez, la de Lorenzo Luís lo loaba de este modo:

A Villalta le cantamos
agradecido este pueblo.
Este rasgo de nobleza
en la vida olvidaremos.

AL QUIEBRO: Pasodoble torero, publicado en la Serie 1932. Es probable que se refiera al banderillero Escolástico Mendoza (Escola), que vino muchos años a las corridas de la Virgen de la Barda y ejecutaba muy bien la suerte de banderillas al quiebro. Su oficio propio era el de puntillero de Matadero Municipal de Zaragoza.
¡ANGELINES, QUE OJOS TIENES!: De la Serie 1934. Aludía a la Srta. María de los Angeles Pérez Albizu, una esbelta y guapa joven de Burguete, que venía a pasar temporadas en casa de su tío, don Tomás Ruiz de Mendoza, farmacéutico, a la sazón, de Fitero.
EL TOLEDANO: De la Serie 1934.
EL RODELA: Sin fecha. Fue dedicado a Baltasar Gracia, apodado el Rodela, que era aficionado a la música.
EL POBRE NICOLÁS: Sin fecha. Dedicado al trombonista de su Banda, Nicolás Fernández.
FELINES: De la serie “Flores de mi Tierra”, sin fecha, dedicado al niño, Félix Aliaga Sáenz, hijo de Julio y de Conchita. Actualmente es un acreditado farmacéutico de Pamplona.
LAGARTO: Sin fecha. Se refería a una marca de jabones que fabricaba, a la sazón, en San Sebastián la empresa industrial Lizariturri y Rezola. Este pasodoble publicitario fue de los que proporcionaron más dinero a Lorenzo, pues, además de la partitura para Bandas, se vendió también en discos. Te­nía una letrilla, una de cuyas estrofas decía:
Si lavas con el Lagarto,
su espuma te exhalará
perfumes de los jardines
que tiene San Sebastián.
CLUNIA: Sin fecha. Se refería a la fiesta que celebran los cerveranos, nuestros vecinos de la Rioja, el lunes de Pascua de Resurrección, en conme­moración de la traída de agua potable a su ciudad, desde Clunia, antigua fortaleza y población romana, situada entre Cervera y Aguilar del Río Al­hama.
NOLASCO EL PESCADOR: Sin fecha. Dedicado al vecino Nolasco Rupérez, que era muy aficionado a la pesca.
¡QUE GUAPA ESTÁS!: Sin fecha. Se refería a Raimunda González (Mundi la Tabernera) y tenía esta galante letrilla:
                   Con el pelo ondulado, ¡qué guapa estás!
Antes eras bonita; pero ahora más.
Todos los de Fitero te lo dirán.
Con el pelo ondulado, ¡qué guapa estás!
¡ARRIBA EL LIMON!: Sin fecha. Tenía una letrilla que comenzaba así:
¡Arriba el limón!
¡Abajo la lima!
¡Ay limón, limón, limón,
limonera de mí vida!
MEDRANO SE CASA: Sin fecha: Se refería a Manuel Medrano Octavio de Toledo, un solterón acomodado, ya madurito. Tenía una letrilla, cuyo comienzo era el siguiente:
Medrano se casa
y será feliz.
La mujer de sus amores
es hembra de gran postín.

Pero no se casó con ésta, sino con otra más humilde, pero más bonita, llamada Carmen Pueyo.
SAN SEBASTIAN (Café-bar del Norte): De la Serie 1946. Llevaba esta dedicatoria impresa: «A mis distinguidos amigos, don Tomás Celigüeta y Eduardo Urquía» y tenía una letra, también impresa, de la que copiamos la primera estrofa:
Dicen que es San Sebastián
una tacita de plata;
y no existe otro lugar,
donde la vida es más grata.

VISCASILLAS: De la Serie 1946. Fue dedicado al joven José María Viscasillas Yanguas, hijo del organista de la Parroquia de Fitero.
PASO ADELANTE: De la Serie «Ramo de claveles» (1916).
REMIGIO TORRÓ: Sin fecha. De la serie «Flores de mi Tierra», lo mis­mo que EZCURDIA, ignorándose en ambos casos a quién se refería.
PERFUMES DE MI TIERRA: De la Serie 1925.
ECOS DE LA MONTAÑA: De la Serie 1932.
¡VIVA LA GRACIA!: De 1915. Sin duda, dedicada a una joven guapa desconocida.
EL 14 DE SEPTIEMBRE, ¡VIVA LA EMPRESA!, CORRE QUE VUELA, ENTRADA EN MADRID y TODO POR ESPAÑA: Sin fechas ni referencias.
ITALO, HIGINIO, ALDO y ROBERTO: De la Serie 1940. Dedicados a otros tantos militares italianos que anduvieron por Fitero, en aquella época.
RUFINA DE MIS AMORES: De la misma serie. Al parecer, se refería a una joven fiterana de la que estaba enamorada uno de los anteriores.

JOTAS

ROSITA: Se estrenó el día del Corpus Christi de 1912, en un concierto celebrado en el Paseo de San Raimundo. Rosita era la señorita gallega, Ro­sa Herrero Besada, hermana del médico local don Miguel, a la que don Al­berto Pelairea dedicó una semblanza galante, en el nº 41 de la VOZ DE FI­TERO, del 12 de enero de 1913.
¡VIVA ALCANADRE!: Data de la 2ª década del siglo actual. Tenía la siguiente letrilla:
Tengo que ir a Alcanadre
a beber su rico vino
y a ver al pueblo más noble
que en la Rioja he conocido.
FILVÁN: De la Serie «Ramo de Claveles» (1916). Filván significa corte áspero o rebaba que queda en el filo de una herramienta, después de afilada. Es probable que le enseñase a Lorenzo esta rara palabreja el carpintero Patricio Alfaro o su hijo Carlos, cuyo taller estaba próximo al café de aquel, aunque también pudo enseñársela el afilador Luis Díaz. Y a alguno de ellos debió dedicar esta jota.
LA PILDORA DE TOMAS: De la Serie 1925. Se refería al farmacéutico local, don Tomás Ruiz de Mendoza. Ignoramos qué píldora sería ésa; mas, desde luego, no era la anticonceptiva, porque no se había inventado todavía.
BAILA, NICOLASA: De la Serie 1934. Se refería a Nicolasa Sainz cuyo verdadero nombre de pila era María y no Nicolasa ni Colasa, como la llaman. En su juventud, bailaba tan bien la jota que le hacían corro en el Paseo de San Raimundo.

EL RIEGO DE LA VIÑA: Sin fecha. Dedicada a Eladio Pina el Hospinetero, del cual era la letrilla, que comenzaba así:
Cuando su viña regaba,
cantaba así el regador:
El vino que da mi viña
es de todos el mejor.
LA MANICA: De la Serie 1946. Se refería a la guapa joven Dolores González, hija del barrendero municipal, Valentín González Bayo, apodado el Maño.
¡VIVA LA PEPA!: Sin fecha. ¿A qué Pepa se refería: a su cuñada Josefa Díaz o a la vistosa moza, Pepa Iñúñez Fernández?
LEJÍA CASTEJONERA: Sin fecha. Se refería a la fabricada en Castejón por don Eloy Tejada y actualmente por su hijo Eloy, con el nombre de «Lejía Nácar». Tenía una letrilla que comenzaba de este modo:
Lejía castejonera
¡qué acreditada te ves!,
pues te encuentras por doquiera,
cuando lava una mujer.
EL VINO DE FITERO: Sin fecha. Su letrilla - probablemente de don Alberto Pelairea - era la siguiente:
Es el vino de Navarra
famoso en el mundo entero
y su fama se agiganta,
si es el vino de Fitero,
porque con aguas termales,
se riegan nuestros viñedos.
NO SABES DÓNDE HAS NACIDO: Sin fecha. Ya hemos anotado el origen cronológico de esta jota.
SUBE Y BAJA, MARIA: De la Serie 1932.
LA PRIMAVERA: De 1918.
MERCEDES LA MOLINERA: De la serie «Flores de mi Tierra». Se re­fería a la señorita Mercedes Francés.
MARGARITA LA MALLORQUINA: De la Serie 1940. Se refería a la primera mujer del militar fiterano, Félix Gómez Fayos, la cual era, efectiva­mente, mallorquina y se llamaba Margarita Bonnin.

VALSES

NO TE PRESUMAS: De la Serie 1925. La presumida era la joven Nati González que, por entonces, tenía de qué presumir.
TENGO UN YO-YO: Sin fecha. Dedicado a su hija Angelita Luis, que bailaba muy bien este juguete. Tenía una letrilla que comenzaba así:
Tengo un yo-yo, tengo un yo-yo,
que sube y baja, María.
Tengo un yo-yo, tengo un yo-yo,
que por nada lo daría.
LOS BAÑOS DE FITERO: Sin fecha. Tenía una letrilla de don Alberto. Pelairea, que comenzaba así:
Son los Baños de Fitero
la cosa más especial,
pues, por muy poco dinero,
nos curan de todo mal.
¿POR QUE TE CORTAS EL PELO?: Sin fecha. Ignoramos a qué señora o señorita se dirigía esta letrilla apostrofante y poco galante:
¿Por qué te cortas el pelo,
sin que te lo mande yo?
Con el pelo te quería,
pero sin el pelo no.
CARMELO: Sin fecha. Dedicado a su primogénito Carmelo Luis Díaz.
MURMULLOS DEL BOSQUE: De la Serie 1918.
SOÑANDO EN TI: De la Serie 1932 (Habría sido más correcto «Soñando contigo»).
INTUITO: De la Serie 1934. Intuito significa vista, ojeada, mirada. (¿De dónde sacaría Lorenzo esta palabra culta, desconocida en Fitero? ¿Y a qué aludía o a quién aludía? Misterio).
ECOS DEL ALMA: De la Serie «Flores de mi tierra».
VELADO: De la Serie 1946. Debió ser el último vals que compuso Lorenzo y como un presentimiento de su próxima muerte, pues su cadáver fue velado poco después.
¡MADRE, QUE VIENE EL GAITERO!: Sin fecha ni referencia.
MAL TE VEO, FELICIANO: De la Serie 1940. Ignoramos a quién se refería; pero si Lorenzo lo veía tan mal, es que tal individuo era un infeliciano.
FADRIN: De la misma Serie. Es un provincianismo que, en Valencia quiere decir, mozo, joven, soltero; y en Cataluña, aprendiz aventajado de un oficio manual. ¿A quién se refería?

MARCHAS
A)  Fúnebres

¡POBRE MARI!: Dedicada la muerte de su madre política, María Esteban Latorre, fallecida en Fitero, el 17 de marzo de 1918.
A LA MEMORIA DE JOSE LATORRE FERNANDEZ: Fue muerto en el frente de guerra de Sigüenza, el 20 de septiembre de 1936.
¡POBRE LUIS!: Dedicada a la memoria de su hermano Luis. Apareció en la Serie 1946; pero su hermano había ya muerto, hacia tiempo.
DESCANSA EN PAZ: Sin fecha ni referencia.

B)  Militares

VALENZUELA: Sin fecha. Dedicada al comandante don Manuel Valen­zuela la Rosa [55], cuñado del industrial fiterano, don Gervasio Alfaro [56]. Venía con frecuencia a veranear en Fitero, alojándose en la casa nº 35 de la calle Lejalde. Por esta pieza, regaló a Lorenzo una batuta de plata, con su co­rrespondiente estuche, la cual solo usaba el día de la Virgen de la Barda.
COUESNON ET CIE: Data de 1944 y fue dedicada a Mr. Couesnon, industrial de París, que fabricaba instrumentos de música y remitía a Loren­zo, acuñados con la firma de la Casa, los destinados a su Banda.

C) Religiosas

LA VIRGEN DE LA BARDA: Marcha regular sobre motivos de las no­venas de la Patrona de Fitero. Fue publicada en la Serie «Ramo de Claveles de 1916».
SANTA ISABEL, SANTA IRENE, LA VIRGEN DEL CAMINO: Sin fechas ni referencias especiales.
CORPUS CHRISTI: Idem.

FOX-TROT

BELLEZA DE ARANJUEZ: De la Serie «Ramo de Claveles» (1916).
EL IDEAL: De la Serie 1918. «El Ideal» fue un antiguo baile de la calle Lejalde, junto a la actual Casa Martiniano.
SONRIO Y LLORO: De la Serie 1925.
LOS SUSPIROS DE RAIMUNDA: De la Serie 1932. Se refería a su cu­ñada Raimunda Díaz.
JOAQUINILLO: De la Serie 1924. Se refería a su primo Joaquín Latorre, actual baterista de la Banda Municipal.
FÓCULO: Sin fecha. Fóculo significa «hogar pequeño» y tenía una letrilla que comenzaba así:
Hogar pequeño tengo,
nido de ruiseñores,
y un amor verdadero,
que son mis ilusiones.
MELERO, PROCERO: Son dos piezas de la serie «Flores de mí tierra, sin fecha ni referencias. Melero significa «payo, campesino»; y prócero «prócer, alto, eminente».
SAN ANTONIO SE OPONDRÁ: De la Serie 1940. Debía referirse a al­gún noviazgo o boda, pues es sabido que San Antonio es, en España, el Santo casamentero; pero ignoramos de quiénes se trataba.
LOS SECRETOS DE SIXTO: De la Serie Especial Aromas y Flores. Es claro que, tratándose de secretos, no hay nada que añadir.

MAZURKAS

DELICIOSA PALMA: Se estrenó el día del Corpus Christi de 1912.
PRESENTACION: De 1923. Dedicada a la Srta. Presentación Sainz, que, en aquella época, tenía, en efecto, una buena presentación y represen­tación.
LAS CUATRO PALOMAS: De 1924. Se refería a las cuatro guapas jóvenes Mariana Frías, María Pérez, Mercedes Gracia y Rosario Yanguas, principales actrices de las funciones teatrales que se representaban en el Co­legio de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana [57].
GLORIA PURA: De la Serie 1925. Sobre su referencia hay dos ver­siones [58]. Según una, Gloria Pura era la Sra. Pura Pérez, esposa del farmacéu­tico, don Tomás Ruiz de Mendoza; y según otra, se refería a la hermosa jo­ven tudelana, Gloria Alba, casada recientemente con Luis Palacios Martínez Pelletier.
SUFRIENDO POR TI: De la Serie 1928 ¿Quién sufría? ¿El mismo Lo­renzo o algún otro vecino o vecina que le encargó esta mazurka sufriente? ¿Y por quién?
DOFRINES: De la Serie 1932. Dofrines es el nombre que se aplica a los montes de la cordillera que recorre la Escandinavia de Norte a Sur, separan­do Suecia de Noruega. Pero Lorenzo ¿no se referiría más bien a algún cono­cido, apodado o apellidado Dofrines?
ISABELITA: De la Serie 1934. Se refería probablemente a Isabelita Pa­lacios Martínez.
¡AY, QUE DISGUSTOS, DOLORES!: De la Serie 1940. Desde luego, los disgustos siempre van seguidos de dolores.
¡NO ME OLVIDES, POR FAVOR!: De la serie Aromas y Flores. Tal vez, algún encargo para una enamorada o enamorado.

POLKAS

REMEDIOS: Polka de cornetín, de la Serie 1918. Se refería a la Srta. Remedios Liñán, hija del estanquero Santos, vecino del café de Lorenzo y una de las jóvenes más vistosas de aquella época.
GUADALUPE: De 1923. Dedicada a Guadalupe García, sirvienta de la familia de Lorenzo.
LAS MIRADAS DE JOAQUINA: De la Serie 1934. La aludida era la joven Joaquina Andrés Vergara, que, por lo visto, tenía unas miradas electrizantes.
CÚRBANA: Polka de cornetines, de la Serie «Flores de mí Tierra». La cúrbana es un árbol silvestre de Cuba, muy oloroso y de flores rosadas, que produce una canela inferior a la común. Como Lorenzo no era precisamente un botánico, nos figuramos que le enseñó esta palabrería, así como las de meleno, prócero y zamacueca, que están en la misma serie, su vecino don Ramón Martínez Azcárate, apodado el Cubano, aunque era asturiano, por haber vivido bastantes años en aquel país. Residió algún tiempo en Fitero, antes de la Guerra Civil de 1936-39, en la calle Mayor, nº 27; es decir, al lado de Lorenzo Luís. Tenía tres hijas muy guapas, apodadas naturalmente las Cubanas.
MELSA: Pertenece a la serie «Ramo de Claveles» de 1916. Melsa signifi­ca flema, cachaza.
NO LO DUDES: De la Serie 1925. ¿A qué y a quién se refería la duda?
NI MAS NI MENOS: De la Serie 1932.
NO TIENES RAZON: De la Serie Especial Aromas y Flores. Sin fecha.

TANGOS

EL 606: Fue estrenado el día del Corpus Christi de 1912 y dedicado al joven aprendiz de escultor, Fausto Palacios, que ocupaba la habitación nº 606, en la Escuela Salesiana de Bellas Artes de Sarriá (Barcelona).
DULCE ILUSION: De la Serie «Ramo de Claveles» de 1916.
NO SEAS ZALAMERO: De la Serie 1925.
ALBERTIN: De la Serie 1932.
CALVERO: De la Serie 1946. Calvero significa un claro entre pinares, y también, gredal.
DE LLEVARME EL DIABLO...: De la Serie Especial Aromas y Flores. Es el comienzo del siguiente dicho popular: «De llevarme el Diablo, que me lleve harto». Es probable que lo compusiera Lorenzo, después de una buena comilona y bebilona.
DE FLOR EN FLOR: De la misma Serie. No creemos que se refiriera a ninguna cándida mariposa; sino a algún frívolo mariposo.

SCHOTIS

JUANITO: Se estrenó el día del Corpus Christi de 1912. Juanito era un joven gallego, cuyo nombre completo era Juan Ignacio González López. Vi­vió unos pocos años en Fitero y era un buen aficionado a la música y a la poesía. Tocaba la bandurria y escribía versos románticos en LA VOZ DE FITERO, con el seudónimo de Juan de la Reina.
CUPLÉS DE DOÑA FERMINA: Fueron estrenados en noviembre de 1915 y pertenecían al sainete lírico Doña Fermina, con música de Lorenzo Luis y letra de don Alberto Pelairea; pero su música no apareció impresa hasta el año siguiente, en la serie «Ramo de claveles». Los cuplés, con músi­ca de schotis, fueron cantados, en el estreno, por la Srta. Mariana Frías.
COSAS DE JULIO: De la serie 1932. Se refería a Julio Martínez, un vecino corpulento y gotoso, asiduo concurrente al «Mentidero de San Anto­nio», donde dirimía todas las cuestiones, a fuerza de voces estentóreas.
NO ME QUIERES Y ME BESAS: De la Serie 1934. ¿Quién sería esta prójima fingida y zalamera? O prójimo. Vaya usted a saber.
RAMIRO DE MI QUERER: De la Serie 1940. Parece que se refería a una bonita muchacha fiterana que estuvo enamorada de un oficial italiano, llamado Ramiro; pero no se casó con él. Así, pues, no aprendió a hablar el italiano.
FERNANDITO: De la serie especial «Aromas y Flores». Dedicada a su hijo menor Fernando, nacido en 1930.
ASI SE BAILA: De la misma Serie. Sin duda, se refería a alguna pareja de bailones castizos, como los de La Bombilla, de Madrid.

DIANAS

LAS COSAS DE HERMENEGILDA: De la Serie «Ramo de Claveles” de 1916. Se refería a la señora Hermenegilda Díaz, de oficio colchonera; pe­ro ignoramos qué cosas serían esas, además del dedal, del hilo, de la aguja y de las tijeras. Las mujeres siempre tienen secretos.
HIMNO A FITERO: Sin fecha. Tenía una letra de don Alberto Pelairea que comenzaba así:
Porque en el mundo entero,
no hay un pueblo mejor,
alcemos por Fitero
un canto todo amor;
con luz de sus campiñas
y luz de amanecer,
con verde de sus viñas
y flores de mujer.[59]

ASOMATE, DOLORES: Sin fecha.
GOTAS DE ROCIO: De la serie 1946.
YA EMPIEZA LA FIESTA: De la serie 1940. Ignoramos a qué fiesta se refería.

HABANERAS

HABANERA DE LOS MUSICOS: De la Serie 1918. Se refería a los mú­sicos de su Banda.
HABANERA DE DOÑA FERMINA: De 1915. Su letrilla, escrita por don Alberto Pelairea y estrenada por Mariana Frías, comenzaba de esta ma­nera: «Cuba,  - Cuba querida,  - isla adorada,  - playa florida,  - Manigua amada,  - por ti suspira  - mi corazón»:
LA NIÑA DE LOS CLAVELES: De la Serie 1934. Ignoramos a qué jovencita se refería.
REMEDITOS: De la Serie 1940. Se refería a la Srta. Remedios Calleja Pérez, que era entonces un lindo pimpollo.

PASACALLES

QUIQUE: De la Serie 1946. Quique era un perro de José Falces, bajo de la Banda Municipal, a quien acompañaba a todas partes, menos a la iglesia,
SIGUE TU CAMINO: De la Serie Especial «Aromas y Flores». Tratán­dose de un pasacalles, el consejo no podía ser más sensato.

ONE-STEP

BETI-JAI: De la Serie 1934. Beti-Jai significa en vasco «siempre de fies­ta» y era el nombre de un frontón de Logroño, en aquella época.

CORRIDO

LA LOMBRICINA PELLETIER: Era un medicamento inventado por el farmacéutico local, don Fernando Palacios Pelletier. Tenía una letra que empezaba así:
Si quieren que sus hijos la salud conserven bien,
tomen la Lombricina de Palacios Pelletier.

CANCIONES

CANCION HUNGARA: De 1915. La cantaba Mariana Frías en «Doña Fermina» y empezaba así:
Era una húngara hermosa,
que hizo a su raza traición
y que de huir de los suyos
sentía la tentación.

DEOGRACIAS: De la Serie 1932. Deogracias Hernández era un tipo po­pular, por su carácter bohemio y su lenguaje afectado. A un vecino que le preguntó de dónde venía, contestó: «Vengo de dar agua a las sedientas cor­núpetas» (unas vacas). Se casó tarde con una forastera y las canciones o cu­plés, impresos en la misma partitura de Lorenzo, eran dos, referidos a él y a ella. El primero, atribuido a su mujer, decía así:
Deogracias, Deogracias:
enfermo debes estar,
pues no me haces caricias
y yo me voy a enfadar.
El segundo, atribuido a él, era un poco chapucero y no vale la pena reproducirlo.

CAPRICHO

¡VIVA GALICIA! (El amanecer): Sin fecha. Editado aparte, con una buena ilustración en la portada.

SERENATA

HORAS DE PLACER: Sin fecha. Obtuvo un segundo premio, en un concurso nacional de Bandas, celebrado en Valencia.
DANZONES

MARTINIANO CASADO: Sin fecha. Dedicado a un popular tratante de ganado, cuyo recuerdo se conserva todavía en la fachada de la que fue su casa, en la calle Lejalde, nº 30. Tenía una letrilla que empezaba así:
                                               Es Martiniano Casado
                                               un tratante emprendedor,
                                               cuyos ganados no tienen
                                               jamás trampa ni cartón.

CONSUELO: Sin fecha. Su galante letrilla se refería a la bella joven Consuelo Jiménez Romano, y empezaba así:
                                               Consuelo del alma mía,
                                               cuando te veo
                                               tan resalada y bonita,
                                               yo me mareo.

RUMBAS

ZAMACUECA: De la serie “Flores de mi Tierra”. La zamacueca es la danza nacional de Chile, donde la llaman abreviadamente “Cueca”; y en otros países, “Chilena” y “Marinera”.
MALDITA PENA: De la Serie 1946.

RANCHERAS

BAILA, JULITA: De la Serie “Flores de mi Tierra”. Julita era su vecinita de la calle Mayor, nº 23, Julita Muro Val.
ASI ME PAGAS: De la serie anterior. Ignoramos quién sería este mal pagador o pagadora.

POT-POURRI

MI-CHIVIN: Sin fecha. Chivín es diminutivo de chivo. Tenía una letrilla que empezaba así:
                                      ¿Dónde estará mi chivín?
                                      Mi papá me lo compró
                                      y yo no sé como fue,
                                      pero ayer se me perdió.

AIRES DE MI PUEBLO: De 1944.

PERICÓN

TODO PARA TI: De la Serie “Ramo de Claveles” de 1916.

MUSICA RELIGIOSA

ROSARIO DE LA VIRGEN DE LA BARDA: Sin fecha. Se interpreta todavía por la iglesia y por las calles, la víspera de la Virgen de la Barda.

OBRA TEATRAL

DOÑA FERMINA: Sainete lírico, con libreto de don Alberto Pelairea, estrenado en 1912, por muchachas aficionadas de Fitero, en un escenario montado en el Paseo del Colegio de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Sus principales intérpretes fueron las agraciadas jóvenes Mariana Frías, Mercedes Gracia, Rosario Yanguas, María Pérez, Mercedes Francés, Engracia Yanguas y María Jesús Armas. La obra fue repuesta en el Teatro Gayarre por una Compañía profesional en 1915.

(Damos las gracias a nuestros numerosos informadores y, en especial, a los antiguos componentes de la Banda de Lorenzo Luis, señores Nicolás Fernández y José Latorre Ochoa; y a la hija de Lorenzo, señora Angelita Luis).

Juan  Azcoitia y María Serrano [60].

El Humilladero actual del pueblo – es decir, para ser exactos, el templete y su columna central, menos las imágenes – data de mediados del siglo XVI y se construyó con piedra de los montes de los Baños, a expensas de los acaudalados esposos fiteranos, don Juan Martínez Azcoitia, que fue varias veces Alcalde, y de Doña María Serrano.  Así consta en el testamento que hicieron ambos, ante el notario D. Sebastián Navarro, el 28 de mayo de 1558 y que consta de 5 folios.  Se conserva en el Archivo de Protocolos de Tudela, y en la escritura número 24 de dicho año y en su folio 54 vuelto, se lee textualmente: “Otrosi mandamos 20 ducados para el reparo de un Humilladero y Crucifijo que nos hicimos en este dicho lugar, donde dicen el Paradero”, ordenando que se pusieran en renta y que con sus réditos se realizaran las reparaciones ulteriores que hiciesen falta.  A la sazón, 20 ducados constituían una cantidad de cierta consideración, pues medio siglo más tarde, una viña en el Pagüillo, con 140 cepas, se vendió por 6 ducados.  El matrimonio Azcoitia-Serrano no tuvo hijos y, a juzgar por su testamento, se ve que fueron unas buenas personas, pues dejaron otros 20 ducados al Hospital[61], 50 a María del Río, hija de unos sirvientes suyos, y otras cantidades menores, a todas las criadas que tuvieron.

Eladia Magaña Latorre (1892-1990).

Fue superiora General de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana [62] y después Vicaria de la misma. En mi época, vivía en el Paseo de San Raimundo con su madre, que era sirvienta de doña Gabina Agreda (Gabina Martínez Octavio de Toledo [63]).

Anita Mangado Yanguas (1904-1990).

En mi juventud, llamábamos Anita la del Batán a la joven Anita Mangado, la cual vivía con su familia en el Batán, donde, a la sazón, funcionaba un molino primitivo, propiedad de Casimiro Francés, y del cual estaba encargado el padre de Anita, Francisco Mangado. Allí acudían muchos vecinos que recolectaban trigo, a moler su cosecha, mediante un tanto determinado. Todavía me acuerdo de la gran noria, con sus cangilones rebosantes de agua, que chirriaba constantemente, como si fuera a romperse. En 1967, volví por curiosidad a ver el Batán y sólo me encontré con una casa en ruinas, abandonada, según me dijeron, desde hacía muchos años.
¡Quién diría que, hace dos siglos, fue un centro manufacturero de gran importancia! Pero no precisamente de molida, sino de tejidos, como lo da a entender su mismo nombre, pues antiguamente se llamaba batán a una máquina compuesta de grandes mazos, que servía para golpear y enfurtir el paño; y a mediados del siglo XIX, a propósito de la industria textil fiterana, que “antes se elaboraban paños ordinarios de muy buena calidad y que estaban bien acreditados”. En efecto, tan buena fama tenían que, en un curioso proceso, incoado en Pamplona, hacia 1739, a una cuadrilla de gitanos, por los asaltos y robos que venían sometiendo en la comarca fronteriza navarro-riojana, se hablaba de un vecino de Cabredo, al que, entre otras “cosas valiosas”, le habían robado los salteadores “un capote de paño de Fitero” [64].
Según el censo oficial de 1797, había en Fitero, en aquella época, nada menos que 65 pelaires puros, 100 hilanderos de lana y 17 tejedores. En total, 182 pañeros. Desgraciadamente esta floreciente industria no se pudo sostener mucho tiempo, a causa de la invención de las máquinas de hilados, la cual arruinó completamente las manufacturas, en la primera mitad del siglo XIX.

Juan de Oñate y Barea.

El incidente de la silla del Alcalde del crimen, don Juan de Oñate, no es un chascarrillo, inventado por el autor de estas líneas, para regocijo de los lectores, sino un hecho real, ocurrido en las fiestas del Corpus Christi de 1647. A la sazón, era Abad del Monasterio, Fr. Atanasio de Cucho, quien, por cierto, era un hombre ilustrado, pero imbuido en todos los prejuicios de las clases dominantes de su época. Las relaciones entre el pueblo y el convento andaban bastante deterioradas, desde hacía más de un siglo, y en los últimos años, se habían puesto más tirantes todavía, porque el Concejo o Regimiento de la Villa, como entonces se decía, había, al fin, conseguido emanciparse, hasta cierto punto, del Monasterio, arrebatándole la jurisdicción mediana y baja sobre el vecindario, detentada hasta entonces por la abadía.  Este pequeño triunfo hizo sin duda crecerse a los componentes del Concejo, por lo que no es imposible que el gesto del Alcalde del Crimen, don Juan Oñate, no fuese simplemente una ocurrencia chusca de un vecino comodón, sino un velado desafío al Monasterio, queriendo significarle que si el Abad se creía con derecho a sentarse en una silla de preferencia, colocada delante de la comunidad religiosa y del Regimiento, por ser el superior del convento y el representante del poder espiritual de la Villa, también el alcalde de Fitero debía tener derecho a sentarse en otra silla, por el representante del pueblo y del poder civil. Pero estas ideas eran demasiado avanzadas para aquellos tiempos de absolutismo y naturalmente don Juan de Oñate fue condenado judicialmente, por su actitud subversiva del orden establecido.
Sospechamos – aunque nos falta comprobarlo – que la vieja calle de Fitero que lleva el nombre de Oñate, sea un desagravio póstumo al antiguo alcalde del Crimen, realizado, después de la supresión del Monasterio, por algún Ayuntamiento Liberal.
Añadamos que Fr. Atanasio de Cucho también chocó con los propios frailes del convento, a causa de sus aspiraciones al mando perpetuo y por su defensa del patronato real, y que acabó por ser depuesto de su cargo. Apeló al Nuncio de Su Santidad, pero no le sirvió de nada.  Entonces Felipe II queriendo premiar su discutida gestión en Fitero, lo impuso contra viento y marea, como abad del Monasterio de la Oliva. Pero el viento y la marea eran nada menos que el Vicario General de la Congregación Navarro-aragonesa, quien redactó un informe contra él, así como los monjes de La Oliva, que estaban disconformes con su mando. Ante tan delicada situación, Fr. Atanasio de Cucho renunció al poco tiempo a su puesto, acabando su carrera abacial.
Según las noticias del Sr. Goñi Gaztambide, Fr. Atanasio de Cucho había nacido en Vitoria, a finales del siglo XVI, y tomado el hábito del Císter en el monasterio de Sobrado (La Coruña). En 1603, se doctoró en Teología en la Universidad de Alcalá y, a continuación, fue predicador general, Abad del Colegio de Alcalá, dos veces Definidor General, y primer abad cuatrienial de Fitero, desde 1644 a 1648. Murió en Madrid, en la segunda mitad del siglo XVII [65].

Manuel Osés

El gitano Manuelillo o Manuel Osés [66] vivió en la primera mitad del siglo XVII. De él se ocupa don Florencio Idoate en el t. II de sus Rincones de la Historia de Navarra [67]. Su padre era de Allo. Manuelillo estaba casado con una madrileña, llamada Francisca Ximénez, y entre sus compinches, figuraban Francisco Flores, Francisco Fajardo, José Ruiz, alias el Pepurrio, un tal Bustamante y otros; pero “el capataz y cabeza de todos ellos” fue siempre Manuelillo. La batida a la ronda de Agreda ocurrió en 1733 y su encarcelamiento en Fitero, en 1735. El pleito de jurisdicción entre el Alcalde y el Abad de Fitero, a causa del gitano, es auténtico. Al protestar el Abad contra el Alcalde, porque éste hubiese sacado de la iglesia por la fuerza al taimado gitano, alegó la autoridad municipal que a Manuel no le alcanzaba el derecho de inmunidad por tratarse de un “ladrón famoso, xitano y vago”. Pero la amenaza de excomunión ipso facto, por parte del Vicario General, obligó al Alcalde a restituirlo al convento. A la sazón, era Abad del Monasterio, Fr. Saturnino Arriaga.
La escapatoria jocosa de Manuelillo es ya invención nuestra. En todo caso, es cierto que, al año siguiente, estaba libre, pues, habiendo él y Fajardo robado una caballería en otro sitio, se refugiaron ambos en lugar sagrado, cuando iban a ser prendidos. En 1739, fue apresado por sorpresa en la villa de La Lagunilla, con tres gitanas y toda su impedimenta y ganados: en total, ocho burros y un macho. Pero también entonces puso una trampa a la justicia y escapó sin dejar rastro. Ignoramos cuál sería su suerte final.

Fernando Palacios Pelletier (1886-1938).

El farmacéutico de La Tartana del Boticario [68] se llamaba don Fernando Palacios Pelletier. Según las noticias que me proporcionó don Fausto Palacios Martínez, su progenitor nació en Mayágüez (Puerto Rico), en 1886. Hizo su carrera en la Universidad de Madrid y, apenas terminada, vino a Fitero como regente de una farmacia.  Al año siguiente, contrajo matrimonio con la distinguida señorita fiterana, Joaquina Martínez Labarga, y con ella, se avecindó en nuestro pueblo. Ejerció en él su profesión, durante cerca de veinte años. Hombre activo y curioso, estudió las propiedades medicinales de la flora fiterana y lanzó al comercio diversos medicamentos patentados, como el té purgante de Palacios Pelletier, la crema de bismuto Pelletier, el Antirreumático Pelletier y la lombricina Pelletier.  Pero, poco a poco, empezó  a perder la vista, quedándose ciego en plena madurez, a causa de un desprendimiento de retina, que, a la sazón, era incurable.  No obstante, continuó al frente de su farmacia, establecida en la casa número 25 de la Calle Mayor, durante algunos años más.  Don Fernando fue uno de los fundadores del semanario La Voz de Fitero, cuyas nobles campañas a favor del vecindario le atrajeron la enemiga de los caciquillos locales, quienes se vengaron del buen farmacéutico, arrebatándole la titular. Hacia 1927, don Fernando se trasladó con su familia a Madrid, donde murió repentinamente de un síncope cardiaco, en agosto de 1938. A su vez, su esposa, doña Joaquina falleció asimismo en la capital de España, a los 73 años de edad, en 1942.
Los esposos Palacios-Martínez tuvieron cuatro hijos, de los cuales sobresalieron dos: Luis y Fausto. Según los datos que me proporcionó doña Gloria Alba, viuda del Dr. Luis Palacios Martínez Pelletier [69], su esposo nació en Fitero, en 1895, e hizo la carrera de químico-farmacéutico en la Universidad de Madrid. Estableciose a continuación en la misma capital de España, donde fundó en 1926 los Laboratorios Pelletier, llegando a ser Vicepresidente de la Real Academia de Farmacia y Presidente de la sección de Historia de esta docta corporación.  Fue uno de los primeros químicos españoles que se dedicaron al estudio de las vitaminas y extrajo de la zanahoria la provitamina A, creando varios productos farmacéuticos, como la vitacarotene, el senectal y el laurel.  Obtuvo el Premio Carracido de Farmacia en 1932 y fue nombrado miembro de la Academia de Medicina de Sevilla en 1934, a raíz de un premio que le concedió esta entidad, por su trabajo Las vitaminas en el momento actual.  Inauguró el curso de la Academia Nacional de Farmacia de 1934-35, con un discurso sobre Los factores psíquicos, dietéticos y medicamentosos del hambre y del apetito, y publicó alrededor de una quincena de libros y de folletos sobre temas de su profesión. He aquí su índice bibliográfico.

La Práctica de los Inyectables en Pequeños Laboratorios. (Madrid, 1929, 62 páginas).
El Cloruro de Magnesio y sus Aplicaciones Terapéuticas. (Comunicación a la Academia Nacional de Francia, Madrid, 1930, 24 páginas).
La Citofilaxia. (Madrid, 1932, 32 páginas.)
Estudio Especial de la Carotina o Provitamina A. (Comunicación a la Academia Nacional de Farmacia. Madrid, 1933.)
Para vivir cien años. – Nuevas orientaciones biológicas de la vida. (Madrid, 1934, 24 páginas.)
Las Vitaminas en el Momento Actual. (Madrid, 1934, 64 páginas.)
Secretos de Bellezas Química de Tocador. (Madrid, 1934, 224 páginas.)
Fórmulas y Procedimientos de Fabricación de las Especialidades Farmacéuticas. (Madrid, 1934, 622 páginas.)
Los Factores Psíquicos, Dietéticos y Medicamentosos del Hambre y del Apetito. (Madrid, 1934).
¿Por qué se cae el Pelo? (Madrid, 1936).
Manual Práctico del Auxiliar de Farmacia. (Madrid, 1942, 156 páginas.)
Dietética Moderna. (La ración diaria en calorías y vitaminas.)
La Ciencia de la Alimentación para una Universidad Popular, en 14 lecciones o conferencias.
La Salud y Belleza de la mujer, a través de la Higiene.
(Las tres últimas obras aparecieron asimismo en Madrid, después de 1942; pero ignoramos las fechas exactas.)
Luis Palacios cultivó también con asiduidad el periodismo, colaborando principalmente en El Debate de Madrid. Fue siempre un entusiasta fiterano y, en su juventud, fue uno de los principales redactores de La Voz de Fitero, con el seudónimo de El Duende del Cortijo. Murió prematuramente en la capital de España, en 1947.

Fausto Palacios Martínez Pelletier (1899-1967).

Fausto Palacios Martínez Pelletier [70], según la Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa-Calpe, nació en Fitero, en 1899. Inclinado desde niño hacia la escultura, ingresó en 1912 en la Escuela Salesiana de Bellas Artes de Sarriá (Barcelona), de donde pasó a las aulas de la Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid) y por fin, al estudio del Maestro José Capuz. A los 17 años, hizo la primera estatua de San Raimundo de Fitero, conservada actualmente [71] en el claustro bajo de nuestra iglesia y que anteriormente adornó la entrada del Paseo de San Raimundo, siendo reemplazada, en este sitio, por la estatua actual del mismo Santo, obra también de don Fausto, la cual fue inaugurada en 1946. En su juventud, se distinguió por los retratos del Tío Rasera, de José María Huarte y de las señoritas Otermin y Onsalo.
Durante muchos años, dibujó las portadas de los programas de las Fiestas de la Virgen de la Barda; y desde mediados de 1955 a mediados de 1967, estuvo al frente de la Alcaldía de Fitero. Desde ella, realizó bastantes mejoras que merecen consignarse: en 1955, el partidor de las aguas de la Estación Hidrológica de la Nava; en 1956, los caballones de contención del río Alhama; en 1958, la construcción del Granero Nacional, en la carretera de Cintruénigo; en 1965-66, la pavimentación de bastantes calles del pueblo, ya con cemento, ya con riego asfáltico; la habilitación del Pantano del Pontigo, para aumentar el caudal de agua potable; la construcción del actual Grupo Escolar [72] y de las nuevas calles, con 36 viviendas protegidas, a la derecha de la carretera de Cintruénigo. Finalmente dio toda clase de facilidades para la instalación de dos fábricas que han revolucionado la vida de nuestro pueblo: la de conservas El Juncal, en 1961 y la de ropa de confección INITESA, en 1965.

Alberto Pelairea y Garbayo (Bilbao, 1878- Fitero,1939) [73].

El ilustre poeta e hijo adoptivo de Fitero, don Alberto Pelairea y Garbayo [74], nació en Bilbao, el 16 de mayo de 1878. Fueron sus padres don Calixto Pelairea y doña Rita Garbayo [75]: él, roncalés; ella, tudelana; y ambos, de familias acomodadas. Su padre, notable dibujante, era, a la sazón, profesor del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Bilbao. Dos años después, la familia se trasladó a la ciudad de Tudela, donde el joven Alberto cursó los estudios de primera y de segunda enseñanza. Entretanto fallecieron su hermana Luisa, así como su padre (1899) y, cuando hubo acabado el bachillerato, Pelairea, demasiado inquieto y versátil, emprendió una vida alegre y errabunda de estudiante universitario, viviendo sucesivamente en Zaragoza, Madrid y Barcelona. Le acompañaba siempre su madre, quien ponía casa y la levantaba en cada ciudad.  Pero, a pesar de esta vigilancia, bastante indulgente, por tratarse de su hijo único, no consiguió que Alberto sentara la cabeza, como se dice vulgarmente, y el joven comenzó y abandonó una tras otra la carrera militar, la de Filosofía y Letras y la de Derecho: esta última, cuando sólo le faltaban dos asignaturas para acabarla.  En fin de cuentas, no terminó ninguna; pero entretanto derrochó el patrimonio familiar.  Entonces volvieron madre e hijo a Tudela, donde Alberto se tuvo que poner a trabajar.  Estuvo empleado algún tiempo en las oficinas de la Azucarera de la ciudad; a continuación, pasó a Sitges, en la provincia de Barcelona, donde estuvo cuatro años, al servicio de una importante fábrica de calzado, que acabó por quebrar; y por fin, en 1908, obtuvo la administración del Balneario Nuevo de Fitero: puesto que no podía acomodarse mejor con su carácter y en el que desarrolló una magnífica labor. Poco antes, se casó con una bella tudelana: Cecilia Alba, joven laboriosa, enérgica y de sentido práctico, quien supo encauzar el carácter voluble de su esposo por la senda del orden, del trabajo y de la economía. El matrimonio vivió sin interrupción en Fitero hasta su muerte; y como no tuvieron hijos, la mayor parte del año, a excepción de la temporada oficial del Balneario, solía hacerles compañía su sobrina tudelana, María Alava Alba.
Doña Cecilia murió en 1931, a los 50 años de edad. Su fallecimiento constituyó un golpe terrible para don Alberto, cuya salud empezó a declinar visiblemente hasta 1937, muriendo de un cáncer en la garganta, el 17 de abril de 1939, un mes antes de cumplir los 61 años. Había administrado el Balneario Nuevo durante 31. Por disposición expresa suya, fue enterrado en el cementerio de Fitero, en la misma tumba de su madre y de doña Cecilia.
Pelairea, a quien tuve ocasión de tratar íntimamente, durante varios años, era un hombre simpatiquísimo, inteligente, culto, caritativo, sencillo, de carácter jovial y de ingenio agudo y chispeante. Aunque tenía múltiples aficiones, su pasión principal fue siempre la poesía, siendo sus vates favoritos Rubén Darío, Amado Nervo y Jacinto Verdaguer. A su vez, Pelairea era un poeta nato, pues componía y hasta improvisaba versos, con la mayor facilidad. A los nueve años, compuso ya los primeros, para felicitar a su padre. De joven, cultivó con preferencia el género festivo, firmando en la prensa sus trabajos, con seudónimos tan pintorescos, como Acotolo, Lodares y El Gallo de la Malena; pero, en la madurez, casi siempre escribió en serio y firmando con su nombre.
Obtuvo la flor Natural de los Juegos florales de Pamplona de 1918, por su poema Navarra; un premio de la Diputación Foral de Navarra, en 1922, por su Himno a San Francisco Javier; y otro del Rey Alfonso XIII, en 1925, por su poema al Pilar de Zaragoza.  Fitero lo nombró hijo adoptivo de la Villa en 1922; y Tudela le rindió un gran homenaje oficial y popular en 1924. Un cuarto de siglo después de su muerte, la misma ciudad dio el nombre de Pelairea a una de sus calles nuevas, en octubre de 1965. Muchos de los versos que compuso Pelairea, por no decir la mayoría, fueron ocasionales. Así, limitándonos exclusivamente a las ocasiones fiteranas – a cuatro solamente -, recordaremos los Versos de gracias al pueblo de Fitero, que leyó, al recibir el titulo de hijo Adoptivo de la Villa el 14 de septiembre de 1922; los Versos de gratitud a doña Pilar Carsi de Castellanos, por haber costeado una fiesta de Primera Comunión a varias niñas de las Ventas, la cual se celebró en el Balneario Nuevo, a principios de septiembre de 1924 (La Voz de Navarra, 4-IX-1924); las Dos cuartetas y Cuatro jotas de Pepita Sanz, con motivo de un concierto que dio esta cantante navarra en el Teatro Gayarre de Fitero, en febrero de 1925 (Diario de Navarra, 23-II-1925); y la letra del pasodoble Villalta [76], dedicado al famoso torero aragonés, Nicanor Villalta, con motivo del festival benéfico que dio en la Plaza de Toros de Fitero, el 30 de octubre de 1927.  Y es que Pelairea escribía por puro gusto, sin interés material de ninguna especie. Por lo mismo, jamás se le ocurrió la idea de componer un libro de poemas. Sin embargo, con todos los que sembró a voleo en las columnas de la prensa navarra y aragonesa, o regaló sencillamente a los amigos, se podría formar un buen volumen.  A raíz de su muerte, la Diputación Provincial de Navarra proyectó hacer una edición de sus composiciones más interesantes; pero, en definitiva, no se llevó a efecto.
Fuera de las publicaciones en los periódicos, las únicas ediciones de obras de Pelairea, hechas todavía, mientras vivió, fueron las del drama San Miguel de Aralar y del Himno a San Francisco Javier, publicadas lujosamente por la Diputación de Navarra; la del drama misional El último milagro, publicado en Corella; y la de dos obras teatrales: Diputados de un día y Nobleza errante, publicadas en Sitges. Todas las demás composiciones suyas hay que buscarlas en las colecciones del Diario de Navarra y La Voz de Navarra de Pamplona; del Heraldo de Aragón de Zaragoza; de El Anunciador Ibérico, La Ribera de Navarra, el Porvenir Agrícola, El Ribereño Navarro, El Eco del Distrito y La Voz de la Ribera, de Tudela; de La Voz de Fitero y de Fitero Mercantil, y en copias que obran en poder de particulares; en especial, de su sobrina, doña María Alava, celosa guardiana de las reliquias de su tío, a la cual debo las notas que me han permitido pergeñar esta sucinta biografía.
Pelairea no sólo fue un buen poeta lírico, sino además autor teatral, en prosa y en verso, pues escribió una veintena de obras para el teatro y hasta fue un excelente actor, en sus tiempos mozos. No existe ningún catálogo de las obras de Pelairea; por lo que, a continuación, insertaremos una lista necesariamente incompleta, de las que tenemos noticias.

Composiciones líricas.

Relativas a Fitero:

¿A dónde vamos....?: composición festiva, publicada en el nº 2 de Fitero Mercantil (noviembre de 1917).
A la Virgen de la Barda; poema escrito para el camarín de la Patrona de Fitero (diciembre de 1919).
Olivar de Fitero: poema publicado, a la vez que otro titulado Para mi mujer navarra, en el nº dedicado por el Diario de Navarra al II Congreso de Estudios Vascos (18 de julio de 1920).
A la Virgen de la Barda: poema escrito para la Revista Fitero (10 de septiembre de 1922).
Versos de gracias al pueblo de Fitero: poema leído por su autor, al recibir el título de Hijo Adoptivo de la Villa (14 de septiembre de 1922).
Gozos en alabanza de la Virgen de la Barda: publicados en La Voz de Navarra (9 de septiembre de 1923).
El Cristo de Fitero: poema aparecido en el Diario de Navarra (10 de abril de 1925).
Villalta: letra del pasodoble, con música del Maestro Lorenzo Luis, dedicado a Nicanor Villalta y publicado por el Heraldo de Aragón (1 de noviembre de 1927).
Por el testimonio de Luis Palacios Martinez Pelletier (El periodismo en Fitero, artículo aparecido en La Voz de Navarra, el 9 de septiembre de 1923) sabemos que Pelairea publicó además numerosos versos de carácter local, en La Voz de Fitero; pero, por desgracia, no hemos podido localizar ninguno.

Relativas a Tudela:

A don Joaquín Gaztambide en su retorno: poema escrito con motivo del traslado de los restos de Gaztambide de Madrid a Tudela, en 1920. (Por cierto que recuerdo haber leído, hace años, no sé dónde, que el tal traslado fue una macabra equivocación, pues, al levantar la tapa de la caja en el cementerio tudelano, antes de inhumarlos, se dieron cuenta de que el cadáver llevaba zapatos de mujer... Y si, lector, dijeres que es comento, como me lo contaron, te lo cuento.)
A Santa Ana: poema escrito para la fiestas de la Patrona de Tudela, el 26 de julio de 1922.
Versos de gracias al pueblo y al Ayuntamiento de Tudela, leídos por su autor, con motivo del homenaje que le tributaron los tudelanos, en abril de 1924 (La Voz de Navarra, 23 de abril de 1924).
A la Mejana: poema publicado por El Eco del Distrito de Tudela, en 1825.
El Gallo de la Magdalena: poema aparecido asimismo en 1925.
En el estudio de Miguel Pérez Torres (1925).
A Santa Ana: poema aparecido en El Ribereño Navarro de Tudela (24 de julio de 1927).

Composiciones líricas, relativas a Aragón: y aparecidas en el Heraldo de Aragón de Zaragoza:

San Juan de la Peña (1921). La jota (1922). A la mujer aragonesa (1923). A la alpargata y al zorongo (1923). Oración al Moncayo (1924). Al Pilar (1925).

Composiciones líricas, relativas a Navarra en general, y otras:

Navarra: Poema premiado con la flor natural de los Juegos Florales de Pamplona, organizados en septiembre de 1918, para conmemorar el primer centenario del nacimiento del novelista regional Navarro Villoslada (Diario de Navarra del 27 de septiembre de 1918).
Oración a San Fermín: poema en el Diario de Navarra, en julio de 1922.
La pelota: poema publicado por el Diario de Navarra en 1922.
Himno a San Francisco Javier: poema con música de Joaquín Larregla, premiado por la Diputación de Navarra, en 1922, con motivo de la celebración del tercer centenario de la canonización de San Francisco Javier.
La Raza: poema sobre los encierros de Pamplona, publicado por el Diario de Navarra, en julio de 1923.
Cristo de la Cruz: poema publicado en La Voz de Navarra, con motivo de la Semana Santa de 1924.
Rogativa ad petendam pluviam, publicada en La Voz de Navarra del 1 de junio de 1924.
Fiesta de los sentidos (24 de julio de 1934).

Obras teatrales de Pelairea (en verso).

Relativas a Fitero:

El Cojo de Fitero: juguete cómico, estrenado en el Teatro Principal de Tudela, en 1910.
Doña Fermina: sainete lírico con música del Maestro Lorenzo Luis, estrenado en el Teatro Gayarre de Fitero, en diciembre de 1915.
La Maestra nueva: sainete estrenado en el Salón de las Religiosas de la Caridad de Santa Ana, en Fitero (1916):
Fantasmas y Compañía: sainete estrenado en el local anterior y en el mismo año.
La Cruz de la Atalaya: leyenda fiterana, con música del Maestro José María Viscasillas Catalán, estrenada en el Teatro Gayarre de Fitero, el 18 de febrero de 1918.
Película fiterana: sainete lírico en verso, con música del Maestro Viscasillas, estrenado en el Teatro Gayarre de Fitero, en 1928.
Artistas de pago: juguete lírico, con música del Maestro Viscasillas, estrenado en el Teatro Gayarre de Fitero, en 1929.

Relativas a Tudela:

La boda del Volatín:: juguete cómico, estrenado en el Teatro Principal de Tudela, el 15 de mayo de 1921.
La Hija del Santero: zarzuela con música del Maestro Tomás Jiménez, estrenada en el Teatro Novedades de Tudela, en 1924. Posteriormente, el Maestro Viscasillas le puso una nueva música, para su reestreno en el Teatro Gayarre de Fitero.
La tarde del Cristo: zarzuela con música del Maestro Luis Gil Lasheras, estrenada en el Teatro Novedades de Tudela, en 1925.
La que salvó al guerrillero: drama, estrenado en el Teatro Cervantes de Tudela, en 1927.

Varias:

Diputados de un día: sainete lírico, con música del Maestro Cuscó, estrenado en Sitges en 1905.
Nobleza errante: drama estrenado en Sitges, en 1905.
El Duende Negro: juguete cómico, estrenado en el Salón de la Escuela dominical de Tudela, en 1923.
El último milagro: drama lírico, con música del Maestro Viscasillas, estrenado en el teatro de la Juventud Católica de Corella, el 6 de noviembre de 1924.
San Miguel de Aralar: drama legendario, estrenado en el Teatro Gayarre de Pamplona, en marzo de 1925.
Blanca de Navarra: drama histórico, estrenado en el Teatro Novedades de Tudela, en 1926.
Un cuento provenzal: romance en dos actos, con música del Maestro Antoni Catalá, 1936. No llegó a estrenarse por causa de la guerra civil de 1936-39.
Gloria difícil: drama lírico, con música de los Maestros Tomás Jiménez y Felipe Bernad, estrenado en el Teatro Cervantes de Tudela, en 1937.

A continuación, insertamos la composición poética, leída por don Alberto Pelairea, después de recibir el título de Hijo adoptivo de Fiero, el 14 de septiembre de 1922.

PAISANOS: A vosotros, en mis versos mejores,
vayan hoy las esencias de todos mis amores,
que os mando, rendido, con honda devoción;
y vayan a vosotros la luz del pensamiento
y la flor encendida de mi agradecimiento
y el sentir más sublime que haya en mi corazón.

Todo para vosotros, todo para Fitero:
lo que soy, lo que valgo, lo que tengo y espero,
porque de otra manera, no os puedo pagar
vuestros nobles afectos, para mí tan valiosos,
y el honor tan preciado que me hacéis, generosos,
con este egregio título que me acabáis de dar.

PAISANOS: yo quisiera tener en este día,
la fe y la fortaleza que Palafox tenía,
y sus santas virtudes y su firme valor,
para daros a todos de mi nombre la gloria
y engarzar otra perla, de Fitero en la historia,
y traeros de México su fama y esplendor.

Ser ahora quisiera como el gran San Raimundo,
que asombró, con la fuerza de su báculo, al mundo,
y daros otro Santo, tan excelso como él;
y daros otra plaza, con mi esfuerzo guardada,
y daros con mi sangre, otra cruz encarnada,
que fuera en vuestro escudo, otra hoja de Laurel,

Tener hoy yo quisiera el saber y la ciencia,
la palabra vibrante y grandiosa elocuencia
de nuestro noble Obispo [77], el Hermano ejemplar,
para darle a Fitero de la gloria la llama,
para daros los sacros perfumes de mi fama
y revestir de púrpura este viejo solar.

Tener hoy yo quisiera ese pecho de acero
con que en Africa luchan los hijos de Fitero [78],
y el llanto de sus madres y su amargo sufrir,
para daros blasones de recio patriotismo,
para daros las rojas flores del heroísmo
y el nombre de esta Villa en bronces esculpir.

Mas nada de eso tengo. Mi pobreza me abruma.
para pagaros sólo dispongo de mi pluma,
que torpemente guía mi humilde inspiración.
Con ella por Fitero cincelaré mis rimas,
cantando nuestros llanos, nuestro solo, nuestras cimas,
en un canto que sea, más que canto, oración.

Porque quiero tan sólo dedicar mis fervores
a esta tierra gloriosa de todos mis amores,
a este suelo navarro, todo lleno de luz;
el que hoy me abre los brazos, el que a mi madre guarda,
al que, amante, protege la Virgen de la Barda
y en el que ya me esperan un sitio y una cruz.

Hacia este sitio marcho, cogido a vuestro mano,
y hoy, cuando ya de huésped, me convertí en hermano,
os repito, empleando mi acento más viril:
todo para vosotros, todo para Fitero:
cuanto soy, cuanto valgo, cuanto tengo y espero,
vida, pluma y amores.... PAISANOS: Gracias mil.

Anselmo Pérez Lacarra (Fitero, 1910-Barcelona, 1986)

Anselmo Pérez Lacarra nació en Fitero en 1910. A los dieciséis años, ingresó en el Colegio de los Hermanos de Lasalle de Barcelona, donde hizo estudios de profesor de 2ª Enseñanza, que ejerció luego en la República Argentina, alrededor de 23 años. Regresó a España al final de la década de 1940 y fue, durante algún tiempo, subdirector del Colegio Lasalle de Zaragoza.

Saturnino Sagasti y Urriza (Fitero, 1824-1898)

En el Programa de las Fiestas de 1979, al comentar los nombres dados a las siete calles nuevas, por acuerdo del Ayuntamiento, del 8 de junio del mismo año, dedicamos a D. Saturnino Sagasti [79] 14 líneas escuetas. Se merecía bastantes más, pero no disponíamos entonces de suficiente espacio, y hoy se las dedicamos.
D. Saturnino María Sagasti y Urriza nació en Fitero, a las 16´30 horas del 29‑XI‑1824. Fueron sus padres D. Víctor Sagasti Martínez, hacendado, natural de Pamplona y Dña. Remigia Urriza Olaso, natural de Santesteban; y fue bautizado, al día siguiente, por el Vicario Fr. Roberto Aysa, siendo sus padrinos D. Juan Antonio Medrano y Dña. Marciala Rupérez. Contrajo matrimonio el 29‑VII‑52 con la hija de su padrino, Dña. Benigna Medrano. Tenía él entonces 27 años y era soltero, mientras que ella tenía 38 y era viuda de D. Vicente Rupérez. Murió Dña. Benigna el 6‑IV‑1889, a los 76 años; y D. Saturnino, el 9‑X‑1898, a los 74 años, de una pulmonía. No tuvieron hijos.
Ignoramos qué estudios cursó D. Saturnino, pero indudablemente hizo algunos, pues era un hombre instruido. El 21‑XI‑1847, tomó posesión de la Secretaría del Ayuntamiento de Fitero [80], que desempeñó con capacidad y honestidad, hasta su muerte; o sea, durante 51 años. Al cumplir los 40 en el cargo, regaló al Municipio un valioso volumen encuadernado, escrito de su puño y letra, de 1.038 páginas, titulado: Apuntes y documentos relativos a la Villa de Fitero [81]. Consta de dos partes, siendo la más importante la 2ª por contener 96 documentos, que entresacó y transcribió del Archivo Municipal, y además las ORDENANZAS MUNICIPALES de 1.894, redactadas por él mismo. Sin embargo, la parte más interesante, para trazar una semblanza del personaje, es en la que, sin pretenderlo, refleja su carácter, como simple individuo y como funcionario. Por lo que se deduce de ella se ve que D. Saturnino fue un
1º.- hombre ilustrado, progresista, pacífico, prudente, reservado y humanitario. He aquí dos elocuentes muestras. Sobre la Beneficencia Municipal escribe: "Hacer bien a los demás debe ser el pensamiento capital del hombre que tiene algunos medios sobre la tierra. Nada más hermoso que endulzar las penas del que sufre, consolar al que llora, calmar los dolores del que padece y aliviar la miseria del pobre" (pág. 46).
2º.- "No conviene al cargo ‑escribía a sus sucesores ‑ amistades íntimas con nadie, para evitar los recelos de los contrarios. La conducta del Secretario debe ser parecida a la de un Párroco: con todos y con ninguno; procurar concluir y transigir toda diferencia entre sus convecinos y poner todos los medios para conservar la paz y tranquilidad entre los mismos" (pág. 133). "La formación de una verdadera estadística catastral es una obra muy difícil, por el interés que en todos hay de ocultar la verdad" (pág. 43). "La contabilidad municipal debe ser clara y al alcance de un niño". (pág. 69). El Secretario debe "en las sesiones, manifestarse neutral, informar cuando haya necesidad y se vea se camina fuera de la Ley, sin insistir en nada, una vez hecha la indicación. No conviene tomar parte en ningún sentido".
Y sobre la Instrucción pública se expresa así: "La instrucción pública es la primera necesidad del pueblo y difundirla es el primer deber de la Autoridad. La instrucción hace al hombre culto, morigerado, pensador, afable, esclavo del deber, amante de su familia y de la Patria, industrioso, activo, noble y respetuoso. La ignorancia es el peor de todos los males" (pág.50).
         D. Saturnino era de ideas liberales moderadas, pero se mantuvo siempre al margen de la política y, según confesaba a sus 63 años, jamás emitió su voto, "en ninguna elección municipal, provincial ni nacional" (pág. 132). Mucho menos todavía tomó parte de las rivalidades del vecindario, que le repugnaban.
Sobre su cargo de Secretario tuvo siempre una líneas de pensamiento y de conducta intransigentes e intachables. "En la contabilidad, interventor por la Ley, debe procurar a todo trance mejorar la administración: no tocar nunca ni que pase por sus manos un céntimo en metálico, pues para eso están los Depositarios, mirar con más interés estos caudales públicos que los suyos propios". "Deberá estar siempre a la vista del Presupuesto, para que no se salga de él" (pág. 134). "La Secretaría es una oficina pública, donde los vecinos, a las horas de despacho, tienen derecho a entrar preguntando por sus asuntos e informándose de lo que creen conveniente. No haya distinciones ni reservas en este particular. A todos debe recibirse con amabilidad, facilitarles sus expedientes y cuanto exijan. Se pasaron ya los tiempos inquisitoriales; se vive de la publicidad, todos los vecinos tienen derecho a ocuparse de la cosa pública. No hay misterios: todos a disposición de todos y este es el medio de llevar el convencimiento y la tranquilidad al vecindario" (pág. 135).
El 21‑X‑1897, D. Saturnino, que nunca había sido un hombre vanidoso, tuvo un gesto espectacular: obsequiar al vecindario con una Fuente de Vino, que fue instalada en la carpintería de Patricio Alfaro, sita en el nº 37 de la Calle Mayor. Excusado es decir que los vecinos se aprovecharon de lo lindo, hasta el punto de que uno de sus peones, llamado Veremundo Jiménez ‑ cuyo apodo omitimos adrede ‑ murió el mismo día, por haber bebido más de la cuenta. Esta desgracia aguó la fiesta a D. Saturnino, arrepintiéndose de su malhadada ocurrencia.
Desde luego, fue un hombre generoso. Regaló a la Virgen de la Barda un magnífico vestido blanco, bordado en oro por las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, cuyo coste ascendió a 5.000 pesetas de entonces. Todos sus peones, pues era un rico terrateniente, e incluso su hacedor, Angel Calleja, vivían en casas de él, a rentas moderadas, y al morir, dejó buenas mandas al Hospital Municipal, a unos vecinos y a todas las sirvientas que había tenido. ¿No merece este pequeño recuerdo.. ?

Emilio Val Chivite (1876-1937).

Valito el Ciego se llamó en vida Emilio Val Chivite. Nació en Fitero en 1876. De su invento[82] se ocupó La Voz de Fitero, en el nº 24, correspondiente al 15 de septiembre de 1912. En él se insertaba un fotograbado de Emilio Val, junto a la máquina que había construido, y al pie de la fotografía, el siguiente comentario del Dr. Herrero Besada, bajo epígrafe: “Una gloria fiterana: Emilio Val Chivite.” “Todos conocéis al Ciego; todos sabéis que es uno de tantos mártires de la vida en el que la fatalidad se ha cebado, destruyéndole un órgano indispensable. Mas, hasta hace poco, ignorabais que Emilio era un sabio. En las tinieblas de su mente y olvidadas en él las nociones de forma y de color, bullía el engendro de una idea materializable. Emilio, formando imágenes y construyendo aparatos, ha hecho un prodigio de mecánica, modelando uno que, por su sencillez, su fácil adquisición y su poco enojoso entretenimiento, ha provocado una revolución en la historia de los no videntes. Emilio, con una inteligencia superior, no ha podido sufrir los inconvenientes de la rutina antigua y desterrando vicios de origen, ha escrito un nuevo alfabeto o sistema estenográfico propio, con el cual la facilidad de escritura será el verdadero complemento de la educación de hoy, ponerse al lado de los inmortales de Braille, Lladó, Haüy y Abreu, que, con su constancia e inteligencia, han levantado la literatura de los desgraciados no videntes”. Emilio Val dirigió la Banda Municipal hacia 1915 y fue organista interino de la parroquia hacia 1920. Murió repentinamente el 28 de marzo de 1937, en la casa nº 4 de la calle de San Juan.

Mariano Val Chivite (1889-1945) [83].

Falleció en Tacámbaro (Michoacán), el 31 de enero de 1945. Al morir, tenía 53 años y estaba casado con Paz Guerra. Fue inhumado en el Panteón Español de México el 1-02-1945.

IN MEMORIAM [84]

A Mariano Val Chivite

¿Recuerdas nuestra última entrevista
allá, en nuestro país?
España entera estaba  en pie de guerra,
y a su frente, Madrid.

Ni tú ni yo pudimos sospechar,
en aquella ocasión,
que ya no volveríamos a vernos,
hasta el día de hoy.

¿A vernos? No; a encontrarnos tan solo,
al cabo de once años,
de aventuras, de guerra y de destierro,
de este modo dramático:

Tú, debajo de esta losa extranjera,
durmiendo el sueño eterno;
yo, emocionado y mudo, frente a ella,
viviendo tu recuerdo.

Pero, ¿qué importa el sitio en que se cae?
Lo que importa en la tierra,
es trabajar y luchar sin desmayo,
por hacerla más bella.

Y tú luchaste así, caro Mariano,
con fe y con lealtad.
Tú te portaste siempre como un hombre.
Adiós. Descansa en paz.

Panteón Español en México, Distrito Federal.
1 de noviembre de 1947.

José María Viscasillas Catalán (1895-1993)

José María Viscasillas Catalán [85] nació en Corella [86], el 17 de junio de 1895. Allí estudió música y en 1921, vino a instalarse en Fitero, con los cargos de organista de la parroquia y de secretario de la Caja de Crédito Popular.  En noviembre de 1924, contrajo matrimonio con la distinguida señorita fiterana, Rosario Yanguas Lozano y con ello se avecindó definitivamente en nuestro pueblo. Excelente ejecutante con dotes de compositor, escribió las partituras de varias obras teatrales de don Alberto Pelairea: La Cruz de la Atalaya, Artistas de paso, La Hija del Santero y El último milagro.  De ellas damos algunos datos suplementarios en la biografía del poeta.  También compuso una Novena de la Virgen de la Barda, estrenada en septiembre de 1966 y adaptada a los Gozos del P. Raimundo Carrillo Sigüenza.

Los periodistas de La Voz de Fitero [87].

La Voz de Fitero fue fundada por el médico, don Miguel Herrero Besada, y el farmacéutico, don Fernando Palacios Pelletier. Llevaba como subtítulo: “Semanario independiente, defensor de los intereses de esta Villa”, y en efecto, hizo honor a él. El primer número salió a la calle el domingo, 31 de marzo de 1912. El número suelto se vendía a cinco céntimos, y los precios anuales eran, por suscripción, de cinco pesetas para el resto de España, y de ocho pesetas para el extranjero, pues naturalmente había que recargar los gastos de envío por correo. La Voz constaba ordinariamente de cuatro páginas y se imprimía en Tudela, en el taller de La Ribera de Navarra, Gaztambide, nº 11. La redacción y administración de nuestro semanario tenían su domicilio en la Calle Mayor, nº 25.

El periódico estaba bien confeccionado y constaba de varias secciones: editoriales sin firma, artículos firmados, versos de Pelairea o de Juan de la Reina [88], crónicas femeninas de Miss Teriosa, información sobre las actividades del Ayuntamiento, noticias locales y anuncios. También había una Tribuna Popular para los colaboradores espontáneos. Además de Miss Teriosa, había otro seudónimo que aparecía a menudo en La Voz: El Duende del Cortijo, el cual había sido adoptado por Luis Palacios Martínez, para firmar sus artículos de chismografía y aldraguería locales. El simpático semanario duró casi dos años, muriendo asfixiado por el cerril caciquismo local.

D. Miguel Herrero Besada (1880-1953).

El alma de La Voz fue el Dr. Herrero Besada. Según los datos que me comunicó su hijo, el Doctor Guillermo Herrero Octavio de Toledo, don Miguel, nació en Santa Clara (Cuba), el 23 de marzo de 1880. Estudió la carrera de Medicina en la Universidad de Santiago de Compostela y comenzó a ejercerla en Herreros pueblo de la provincia y del partido judicial de Soria, antes de cumplir el servicio militar. Poco después de terminado éste, pasó a Fitero, en los comienzos del siglo actual, casándose con la distinguida señorita fiterana, Felisa Octavio de Toledo. Permaneció en nuestro pueblo hasta principios de 1917, en que se trasladó a Barcelona, donde adquirió pronto reputación profesional, ya no sólo por su actividad de médico, sino también de colaborador destacado de revistas médicas, como Yatros, y de diarios barceloneses populares, como El Diluvio y El Noticiero Universal.  En el tercer decenio del siglo actual, fue primer Teniente Alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, y durante la guerra civil de 1936-39, estuvo al frente del Hospital de Olot, en la provincia de Gerona. A continuación, volvió a Fitero y, hacia 1948, pasó a Vitoria, como médico de la Mutua General de Seguros. Murió en Fitero el 24 de abril de 1953.

El Dr. Herrero Besada era un hombre humanitario y liberal. Una vez, en un artículo de La Voz de Fitero, del 27 de abril de 1913, pidió que se instalaran cepillos en los cafés, casinos de juego y centros de reunión, para recoger dinero, destinado a los pobres. Precisamente llevado de su interés por mejorar la suerte de los jornaleros, promovió el reparto de la Dehesa de Ormiñén, llevada a cabo poco después.





[1] Manuscrito de Sebastián María Aliaga Jimenez. Está encuadernado en pergamino y es de papel de barba. Consta de 333 folios; pero solo están escritos 158 y medio, equivalentes a 317 páginas. Se conserva en buen estado. Tenía pocas cabeceras y notas marginales iniciales, indicadoras de los asuntos de que trata, por lo que, en 1975, le añadimos nosotros la numeración, títulos e índice que facilitan ahora su consulta.  Sus dimensiones son: 30 cm. de largo, 20 cm. de ancho y 6 de espesor. Se ve, por la diferencia de grafías, que han intervenido en su texto diferentes amanuenses, pero la mano principal fue la de Don Sebastián, cuya firma aparece en diferentes ocasiones, habiendo intervenido en su confección, por lo menos, desde 1826, según la declaración que hace al final del folio 72 verso.  Las últimas anotaciones del manuscrito también son suyas y datan de 1859, cuando ya tenía 73 años, pues, según las actas de los libros parroquiales, fue bautizado el 21-1-1786 (Libro VI de Bautismos, folio 596, nº 3) y murió el 21-VI-1865 (Libro de Difuntos, folio 125, nº 53). Lo bautizó Fray Jerónimo Bayona, siendo sus padrinos José y Gertrudis Jiménez.  Fueron sus padres Francisco Alejandro Aliaga Andrés y Manuela Jiménez Aznar. Tuvo dos hermanos: Florencia y Sebastiana.  Sebastián murió soltero, a los 79 años, de una afección al pecho. Dispuso antes de morir que su entierro fuera de tres Nocturnos, que se le dijeran, a continuación,  100 misas rezadas, y después , una cada año, el 20 de enero, en el altar de San José. (Sin duda, había nacido el 20 de enero de 1786.) Además ordenó que se dieran cuatro duros de limosna al Santo Hospital.  Su hermano Florencio se casó con Jorja Latorre y Aliaga en segundas nupcias y tuvo seis hijos. Un estudio original es el de los árboles genealógicos de las familias Lejalde y Aliaga, contenidos en los folios 72 v., 80 v. – 82 y 85. Este manuscrito pertenece actualmente a la señora Amalia Bermejo, viuda de Domingo Aliaga. Por lo demás, los documentos más importantes de este manuscrito se hayan asimismo mejor transcritos en el de Saturnino Sagasti; pero, en cambio, consigna bastantes noticias que no traen ni Gil ni Sagasti. A continuación insertamos el Indice que le hemos puesto. I.- Convenio y comparanzas con Cervera sobre la presa en el Alhama para Cascajos,  1629. Folio 1. Escritura y sentencia de 1414 sobre idem. 1414. Folio 4 v. II.- Convenio del Monasterio y Villa sobre hornos de pan cocer. 1512. Folio II. III.- Exención de cuarteles (donativos) del Monasterio. 1417. Folio 13. IV.- Distribución de frutos decimales. 1814. Folio 13 v. V.- Sentencia sobre Ormiñén. 1624. Folio 14. VI.- Carta de Sancho IV, confirmando ser Ormiñén término del Monasterio. 1289. Folio 15. VII.- Compromiso entre los reyes de Castilla sobre el Monasterio. 1336. Folio 15 v. VIII.- Privilegio de Sancho III de Castilla al Monasterio. 1156. Folio 16. IX.- Privilegio de Sancho VI de Navarra al Monasterio. 1157. Folio 16 v. Derechos del pueblo. 17. X.- Escritura y convenio del regadío de Cascajos. 1574. Folio 18. XI.- Escritura censal de la Huerta y demás términos de regadío. 1584. Folio 20. XII.- Escritura y convenio del regadío de Abatores. 1603. Folio 35. XIII.- Autos de posesión de la acequia de Cascajos. 1603. Folio 42. XIV.- Convenio sobre pleitos pendientes entre el Monasterio y la Villa. 1628-29. Folio 44. XV.- Donación de Niencebas al abad Durando. 1140. Folio 60. XVI.- Donación al Monasterio, de Tudején, Añamaza y Castellón por Alfonso VIII. 1168. Folio 60 v. XVII.- Donación de Niencebas y Tudején al Monasterio por Sancho VII de Navarra. 1211. Folio 61 v. XVIII.- Permiso de Alfonso X de Castilla para repoblar Tudején. 1266. Folio 62. XIX.- Indice foliado de los privilegios reales y papales más antiguos del Monasterio. Folio 62 v. XX.- Donaciones particulares al Monasterio. 65. XXI.- Sentencia contra señorío. 1826. Folio 66. XXII.- Bula de Eugenio III a favor del Monasterio. 1147. Folio 66. XXIII.- Reintegro a la Villa del pago de cuarteles. 1832. Folio 67. XXIV.- Informe sobre heredades quinteras y enfiteúticas, procedentes del Monasterio. 1832. Folio 67 v. XXV.- Escritura de transacción y concordia en Tudela, Cascante, Cintruénigo y Fitero con Cervera, sobre una prendada. 1794. Folio 68 XXVI.- Noticias varias. Folio 71 v. XXVII.- Arbol genealógico de los Lejalde y su parentesco con los Aliaga. 1826. Folio 72 v. XXVIII.- Fundación de Lejalde para cuatro pobres. 1826. Folio 73. XXIX.- Fundación de la capellanía del Cristo de la Guía por el abad Corral y Guzman. 1631. Folio 74. XXX.- Convenio con Cervera sobre el levantamiento de la presa de Cascajos. 1688. Folio 75. XXXI.- Historia del Puente Grande. Folios 80 y 86. XXXII.- Arbol genealógico de los Aliaga Jiménez. Folios 80 v – 82 y 85. XXXIII. Plantación de viñas en los Llanos. 1817. Folio 82 v. XXXIV.- Historia del regadío de Abatores. 1603-1843. XXXV.- Apeo de Alfonso el Sabio. 1256. Folio 83 s. XXXVI.- Convenio entre el Monasterio y Cintruénigo sobre la presa del Río de Piedra. 1783. 87. XXXVII.- Prorrogación del convenio anterior. 1790. Folio 89. XXXVIII.- Informe sobre los gastos del río Alhama y sus presas. 1846. Folio 90. XXXIX.- Convenio del Ayuntamiento con los propietarios sobre reparación del Río Molinar. 1847. Folio 91 v. XL.- Convenio entre el dueño del Soto, R. Javat y los demás propietarios de Solosoto, Combrero y Hoya del Puente. 1846. Folio 91 v. XLI.- Convenio con Cintruénigo sobre el río de la Huerta. 1848. Folio 96 v. XLII.- Apeo de Feloaga. 1655. Folio 102 s. XLIII. Petición de la escritura del pleito del Monasterio contra A. Galán. 1848. Folio 108 v. XLIV.- Oposición de Cintruénigo, Corella, Alfaro y Tudela a la apertura del regadío de Abatores. 1820. Folio 109. XLV.- Antiguas donaciones reales al Monasterio y su confirmación por los Reyes Católicos. 1114-18. XLVI.- Petición de sentencias contra Corella y Tudela y de apeos antiguos, a propósito del regadío de Abatores. 1670. XLVII.- Plantación obligatoria de viñas en los Llanos. 1816. Folio 121 s. XLVIII.- Escritura de la compra de los montes de Cierzo y Argenzón. 1665. Folio 125 s. XLIX.- Noticias diversas. Folio 141 v. L.- Entrada accidentada del abad Angel Ibáñez. 1716. Folio 142 v. LI.- Sesiones del Ayuntamiento acerca de la división de los Montes de Cierzo y Argenzón. 1854. Folio 144. LII.- Pleito por las cuatro corralizas que pedía el Monasterio en los Montes de Cierzo. 1692. Folio 148 v. LIII.- Escritura de las dos corralizas que se le otorgaron. 1692. Folio 147. LIV.- Intervenciones de Sebastián Mª de Aliaga en las Juntas de Tudela sobre la división de los Montes de Cierzo. 1854. Folio 152. LV.- Sentencia del Consejo Provincial de Navarra sobre la pertenencia de los terrenos de Niencebas y de Tudején. 1856. Folio 155. LVI.- Noticias diversas. Folio 156 v. LVII.- Ideas sobre Abatores de Sebastián Mª de Aliaga. 1859. Folio 157.
[2] Ver el poema “Pilar”, p 245.
[3] Ver pp. 201-202.
[4] Entre 1907 y 1914.
[5] Una fotografía de su tienda, además de una pequeña semblanza, fue publicada en la Revista Fitero-2001.
[6] Ver el poema “El Montecillo”, p. 246.
[7] “El Viático del Ojín”, P. 248.
[8] Ver el poema El Poba, p. 251.
[9] Fiteranos Ilustres: Los Angos, Una familia de Artistas. Ricardo Fernández Gracia. Fitero-84.
[10]Rimas circunstanciales.
[11] Ver el poema: “El Tío Maturillo”, p. 252.
[12] El Maestro Don Blas, p. 256.
[13] De 1877 a 1880. Luego fue destinado, con plaza en propiedad, a Cortes (Diciembre, 1881- Mayo, 1882). N. del E.
[14] Ver fotografía, rodeado de sus alumnos, en la Revista Fitero-90.
[15] Fue maestro de Fitero durante veintisiete años, un mes y veintiocho días. Don Blas Bozal ejerció como maestro durante 30 años, dos meses y diez díaz. (Hoja de Servicios expedida el 15 de febrero de 1909, fecha de su jubilación). N. del E.
[16] El Pozo del Barrio Bajo, también llamado de la Picota, estuvo emplazado, en otros tiempos, frente a la casa número 2 de la calle del Barrio Bajo.  Era una bomba hidráulica aspirante, accionada por un pesado manil de hierro, que en todo tiempo, y sobre todo, en verano, daba una agua cristalina y fresquísima, con ligero sabor metálico.  Tenía adosado un gran pilón, que servía de abrevadero para las caballerías.  El Pozo era un sitio concurridísimo a todas las horas, pero sobre todo, al mediodía y al anochecer. ¡Cuántas veces no saqué yo agua del mismo, cuando en mi adolescencia, viví durante algunos años con mis padres, en la casa nº 14 del Barrio Bajo! Al fin, fue desmontado en 1945, al instalarse en el pueblo el servicio de agua corriente a domicilio. La sastrería Mesa estaba instalada en la casa nº 2 del Barrio Bajo. (Poemas Humorísticos).
[17]Fiteranos Ilustres: Monseñor Díaz y Gómara”. Ricardo Fernández Gracia. Fitero-83. “Mons. Díaz y Gómara con sus paisanos. Fitero, 1921”. R. F. G. Fitero-91.
[18] En la Revista Gráfica Local, FITERO, publicada en 1922, M. Diaz y Gómara escribe un artículo dedicado a la Virgen de la Barda, en la página 4, bajo el título de: “Nuestra Madre”.
[19] Revista Fitero-82 y Programa de Fiestas de 1992. N. del E.
[20] Fundó en San Sebastián la Revista “Realidad” de San Sebastián, que se publicaba todavía en 1954.
[21] En el periódico fiterano, Fitero Mercantil (Abril, 1915), editado por Rufino Maculet, Fidel M. Urbina escribe un artículo titulado, “Querer es poder”: “Querido Rufino: Celebro y aplaudo tu idea de hacer un periódico que, aun cuando aparezca como órgano de tu propia casa, siempre será una prueba de actividad mental. Aplaudo esta iniciativa como todas las que surgen entre vosotros para intensificar los intereses espirituales y materiales de ese pueblo. A todas ellas he procurado prestar mi modesto apoyo, unas veces porque me lo habéis solicitado y otras por ofrecimiento espontáneo mío. En esto de la las iniciativas, en el deseo de renovar la conciencia de ese pueblo, marcháis muy por delante de los pueblos circunvecinos. Hacéis periódicos, organizáis fiestas, lanzáis manifiestos y hasta celebráis actos públicos para la libre emisión del pensamiento. Hay en vosotros un ansia de vida nueva, lo cual ya es mucho. Pero tenéis un defecto capital, muy propio de fiteranos. Vuestras iniciativas no pasan de iniciativas. En general, pensáis buenas cosas, pero no las lleváis a cabo. Os quedáis a la mitad del camino. Y hay un adagio de simple y honda filosofía que dice: labor empezada y no terminada, no vale nada. Tenéis que aplicaros un poco a educar vuestra voluntad. ¡Oh!, me diréis. ¡Educar la voluntad! ¿Y quién nos la educa? La voluntad se la educa uno mismo. Consiste esta educación, sencillamente, en aplicar constantemente el esfuerzo a la consecución de lo que uno se propone. La perseverancia es el aliado más formidable de la vida. El querer es poder encierra una fuerza que vence los más grandes obstáculos. Pero vosotros, paisanos míos, sois de los que no queréis con perseverancia. Vuestros esfuerzos los dedicáis a cosas perfectamente inútiles y hasta perjudiciales. Padecéis ahí tres grandes males que no los vencéis porque no queréis. Esos tres males son: el caciquismo, la murmuración y la grosería callejera. El caciquismo os despelleja a los que no sois caciques. Con la murmuración os despellejáis los unos a los otros; habláis de los demás sin ocuparos de vosotros mismos. Con la grosería callejera dáis a quienes os visitan la falsa impresión de que el pueblo es una recua. El día que logréis extirpar esos males, vuestro espíritu sera dignificado. Pensaréis en cosas más elevadas y serán más copiosos los frutos de vuestras actividades. Aprenderéis a vivir y veréis el encanto que tiene la vida. Enalteceréis vuestro pueblo y sentiréis en vuestros corazones el gozo inefable de ser instrumentos eficaces de su progreso. Querer es poder. Ejercitad vuestras voluntades, perseguid las cosas con ahinco, hasta lograrlas, hasta vencer. El amigo Rufino, al publicar este periodiquito, realiza un deseo por él sentido desde hace mucho tiempo. Estoy seguro de que recogerá la cosecha de sus afanes. Imitad su ejemplo, no por ser Rufino, sino por ser laborioso y tenaz en la persecución de sus propósitos.
[22] Notas sueltas.
[23] Madrid, P. López, 1869.
[24] Calle de Garijo, 11.
[25] Luciano el Organista, p. 258.
[26] El mismo día - ¡oh! ¡irónica casualidad! – LA VOZ DE FITERO daba la noticia de un alivio de su enfermedad. Y en el número siguiente, le dedicó una sentida necrológica.
[27] Con motivo de la concesión, por parte del Ayuntamiento, del título de Hijo adoptivo de Fitero al torero Nicanor Villalta, Serafín Ynuñez Fernández le dedicó el siguiente poema, en octubre de 1944:  “El 24 de octubre / del año cuarenta y tres, / en Fitero despidióse / el torero aquel que fue / una primera figura / de la cabeza a los piés. / Un torero con vergüenza, / con pundonor y saber, / que se jugaba la vida / en el ruedo, cada vez / que toreaba, porque era / todo un hombre: ¡aragonés! / En Fitero le teníamos / por navarro, pues era él / amable, caritativo / generoso cien por cien. / Por su probada hidalguía y su noble proceder, / hijo adoptivo, Fitero, / le nombró, teniendo a bien / que su nombre se recuerde / y se alabe su honradez / por el pueblo fiterano / que siempre demostró ser / agradecido y atento, / sobre todo para quien / hizo tantas cosas buenas / con gusto y desinterés. / Por todo ello ¡oh, Nicanor!, / - ya lo sabes tu muy bien - / puedes contar que aquí tienes / con cariño, sin doblez, / un hogar en cada casa, / y de amigos un plantel. / Como eres agradecido / - como todo aragonés, / y al mismo tiempo navarro -, / habrás de corresponder / de una manera espontánea, / sin olvidar ni una vez / donde quiera que te encuentres, / - sea en Pekín o en Jaén -, / que eres hijo de Fitero / y hermano nuestro también. / En los Baños, (Viejo y Nuevo), / dejaste tan buen “cartel”, / que quedará de por vida / tu imagen grabada bien. / Que Dios te de mucha suerte, / salud y mucho “parné”, / y recuerda que Fitero / mientras vivas, (y aún después), / te llevará, no lo dudes, / dentro de su alma.... Amén. “ (Revista C.F. Calatrava, Septiembre 1992.)
[28] Falleció, en esa misma Residencia, en 1990. N. del E.
[29] Sinfonía matinal, p. 259.
[30] José Jiménez Fernández dedicó a su amigo, Manuel García Sesma, un poema con motivo de su regreso a España, en 1960: “Bienvenido y bendito seas”.
[31] En la Revista Fitero-82 , p. 23, se recoge una entrevista con D. José Jiménez Fernández. N. del E.
[32] Poemario Fiterano (Pamplona, 1969).
[33] El lecho del tío Alvarilla, p. 260.
[34] “Como era de esperar, la mortal epidemia, una vez invadidos Aragón y Castilla, no tardó en penetrar en Navarra, haciendo su aparición en Fitero, hacia mediados de Agosto del mismo año (1885). El primer atacado fue Juan de Mata González Jiménez, que murió casi de repente el 19 de dicho mes. Vivía en el número 64 de la calle mayor. Inmediatamente se propagó a las demás calles. Las más castigadas fueron la de Palafox – antiguo Virrey de México -, con 16 víctimas; la calle mayor, con otras 16; los Charquillos, con 11; la calle de San Juan, con 9; la de la loba, con 8; y el Cogotillo Bajo, con 7. Pero ninguna se libró del azote, pues las que salieron mejor libradas, como el Cortijo, Oñate, San Antón, Patrona y Espoz y Mina, tuvieron cada una su víctima respectiva.  La epidemia duró 41 días, haciendo un total de 115 víctimas, de las que 48 fueron varones y 67, hembras. Como se ve, pues, el cólera atacó mucho más a las mujeres que a los hombres; y por lo que se refiere a las edades, se cebó sobre todo, con la niñez y la edad madura, pereciendo 59 niños, entre los cero y los 15 años, y 25 adultos, entre los 30 y 60. La epidemia alcanzó su periodo álgido del 7 al 14 de septiembre, contándose el día 7 otras tantas defunciones; el 10, cinco; y el 14, otras cinco.  La última víctima del terrible azote fue una infortunada casada; Petronila Lavilla Alvarez, de 42 años, que murió el 29 de septiembre de 1885, en la casa número 8 de la calle de San Juan. Con tan tremenda hecatombe, no es de extrañar que el número total de defunciones de aquel año ascendiese a 203; es decir, a más del triple del promedio anual ordinario. En tan dramáticas circunstancias, no es difícil imaginarse cuál sería el estado de ánimo y el aspecto de Fitero. Por supuesto, las Fiestas Patronales, que se celebran todos los años en Septiembre, se suspendieron - ¡para Fiestas estaba la cosa...! -, las labores del campo quedaron semiparalizadas, sus famosos Balnearios termales, tan concurridos en el verano, se despoblaron completamente y el comercio sufrió un verdadero colapso.  La preocupación y la tristeza se pintaban en todos los semblantes, pues nadie estaba seguro de no ser llevado horas después al cementerio. Y en efecto, más de una vez se dio el terrible caso de vecinos que la noche anterior, habían estado reunidos a la puerta de una casa, tomando el fresco y comentando los sucesos, y que al día siguiente, se enteraban, al levantarse, de que aquella misma noche, había muerto uno de los contertulios.
Como el bacilo del cólera – el famoso “Spirillum cholerae o Vibrio comma” – había ya sido descubierto, dos años antes, por el célebre doctor alemán, Roberto Koch, y se sabía de manera cierta que la enfermedad era de origen hídrico, los médicos recomendaban, como medidas preventivas, el abstenerse de beber agua corriente, de tomar melón, sandía y otras frutas aguanosas, y en general, de comer cualquier clase de verduras en crudo. Semejante recomendación dio como resultado el que aquel año, no se recogieran las frutas de los campos, lo que aprovecharon los mozalbetes inconscientes para darse los grandes banquetes.
Antes de que comenzara la catástrofe, el Ayuntamiento de la Villa, imitando el ejemplo de otros lugares, estableció un pequeño lazareto en la entrada del pueblo, instalándolo en la casilla de la era del Tío Valito, situada en la carretera de Cintruénigo.  Allí se detenía a todo el que llegaba por dicha carretera, sometiéndolo a una fumigación obligatoria, como medida de precaución. Pero de nada sirvieron tales fumigaciones, pues el temible bacilo penetró en el pueblo, a pesar de todo.”
[35] Este personaje fiterano fue protagonista de una (30 de agosto de 1959) de sus Charlas Vasco-Navarras, escritas y leídas por Manuel G. Sesma por la emisora mexicana, XERH: “Dos valientes de verdad: un rey de España y un campesino navarro (El Tío Alvarilla y el Rey Alfonso XII.)” Una parte de dicha charla mexicana se reproduce en la nota anterior.
[36] El pino de Don Juan Cruz Lahiguera, p. 262.
[37] Juan Cruz Lahiguera Marqués se casó, en segundas nupcias (27 de febrero de 1869), con Doña Genara Martínez Magaña y tuvieron una hija: María Lahiguera Martínez, madre de José María García Lahiguera. Doña Genara había estado casada, en primeras nupcias, con Don Antonio Gómez  Allo (1869), con quien tuvo dos hijos: Pío Gómez Martínez (1855-1907) y Felipe Gómez Martínez (1866-1901).
[38] Abandonó el pueblo a finales de 1912.
[39] Fue colaborador de la Revista Fitero (1980-1982-1983-1984 y 1985).
[40] Su nombre figura en la primera lista de tarsicios (1912): Casimiro Jiménez, Luis Falces, Mariano Pequeño, Rafael Alvero, Eliseo Fernández, Julio Yanguas Bermejo, Claudio Forcada, Francisco Berrozpe, Jacinto Carrillo, Julio Yanguas Alfaro, Teodoro Fernández, Bautista Lauroba, Angel Berrozpe, Fermín Escudero, Prudencio Pina, Gregorio Molina, Gregorio (José) Muro, Manuel Martínez, José Pérez, Manuel Fernández, Manuel Ayala, Joaquín Berrozpe, Esteban Calleja, Eladio Gracia, Francisco Latorre, Santos Bermejo, Manuel Barea, Félix Gómez, Angel Liñán, José Mª García Lahiguera, Patricio Fernández, Marcelino Ochoa, Antonio Berrozpe, Alfonso Sáenz, Rafael Jiménez, Ramón Igea, Félix Fernández, José Mª Falces, Dámaso Gracia, José Pina, Luis Jiménez, Raimundo Aguirre, Javier Yanguas, Cosme Jiménez, Juan Atienza, Aurelio Pérez, Esteban Lauroba, Félix Gracia, Carmelo Alvero, Victor Falces, Pedro Bayo, Antonio Navarro, Angel Navarro, Angel Berrozpe, Juan C. Barea, Daniel Fernández, Angel Ramos, Dionisio Calvo, Juan Fernández, Manuel Aznar, Esteban González, Juan J. Jiménez, Cirilo Rupérez, Isidora Bermejo, Emilio Rupérez, Ascensión Muro, Victoria Pérez, Marcelina Alfaro, Rosario Yanguas, Dolores Calleja, Josefa Inúñez, Dominica Moreno, María Olmeda, Luisa Fernández, Juana Díaz, Eloísa Pascual, Rosario Royo, Eloísa Calleja, Pilar Frías, María J. Escudero, Mercedes Francés, María Martínez, Ramón Sanz, Ricardo Burgos, Antonio García Lahiguera, Visitación Ochoa, Felisa Fernández, María Pérez Igea, Javiera Burgos, Engracia Yanguas, Victoria Yanguas, Teófila Barea, Griselda Carrillo, Mercedes Gracia, Mariana Frías, María Gómez, Remedios Liñán, Mª Jesús Armas, Manuel García, Antonio Amusátegui, Ramos Urtasun, Elena Fernández, Nicolás Igea, Manuel Jiménez, Carmelo Liñán
[41] Estudió en dicho Seminario los cursos 1913-1914 y 1914-1915. N. del E.
[42] Fue nombrado Obispo de Zela el 24 de Mayo de 1950 y el Ayuntamiento de Fitero lo nombró hijo predilecto de la Villa el 4 de junio siguiente. Su Consagración episcopal tuvo lugar en la Iglesia de San Francisco el Grande de Madrid, el 29 de octubre de 1950. (Notas sueltas).
[43] El Horno de María Esteban, p. 243 de este libro.
[44] La Fundación Lejalde. Unos años antes de la supresión del Monasterio, un fiterano distinguido hizo una fundación benéfica, que, aunque sin verdadera importancia, vale la pena de anotar por la rareza del caso, hasta el punto de que se le dedicó una calle. Se trata de la Fundación Lejalde, hecha el 28 de noviembre de 1826, por D. Manuel María Adriano Lejalde, Oidor jubilado del Supremo Consejo de Su Majestad en el Reino de Navarra y vecino de Pamplona. Se redujo a dar una limosna anual a 4 familias pobres de Fitero, prefiriendo a sus parientes, en iguladad de condiciones, aunque vivieran fuera del pueblo. Para ello entregó en hipotecas a D. Joaquín Octavio de Toledo, vecino de Corella, y a D. José María Igal, vecino de Pamplona, 20.000 reales fuertes, equivalentes a 2.000 duros, los cuales producían, al 5ª de interés, una renta anual de 100 duros; o sea, 2.000 reales vellón. Según su voluntad, se formó un Patronato de la Fundación, formado por el Alcalde y Regidores, y el Párroco o Vicario de Fitero (Sebastián María de Aliaga, Manuscrito, f. 73).
[45] La Banda del Carrascas, p. 255 de este libro.
[46] En 1992, el Ayuntamiento de Fitero le realizó un pequeño homenaje con motivo del I Centenario de su nacimiento. En él participaron el Coro de Voces Graves de Pamplona, la Banda de Música de Tudela y la Banda de Música de Fitero. También se celebró una misa y se depositó un ramo de flores ante su tumba. El tríptico en le que se anunciaban los actos estaba introducido por un texto de Manuel García Sesma.
[47] Ver artículo de R. F. G. en la Revista Fitero-89: “ Fray Joaquín Aliaga. Párroco de Fitero.”
[48] Ver página 264.
[49] Hoy reconvertido en habitaciones de la misma Residencia.
[50] Libro de Actas de 1912-14, fol. 129. A.M.F.
[51] Además de las recogidas en el texto de Manuel García Sesma, la Sociedad General de Autores de Euzkadi tenía registradas, en noviembre de 1998, las 209 piezas siguientes, por órden alfabético: A esta fiesta hemos llegado; A las Brigadas Navarras; A los Toros; Aipletas de Doña Fermina; Aires de Moncayo; Aja mi viejo; Al quiebro torero; Ya no me quieres; Ya se terminó la Fiesta; Ya te cogi; Ya torea Villalta; Ya viene el día; Yo no sufro más por ti; Yo te diría; Zabalza; Zadrin; Zurra Manchego; Villarito; Viva el Ejército Español; Viva la alegría; Viva mi pueblo; Viva mi tierra; Ya llueve poquito a poco; Ya me olvidaste; Suspiros de mi tierra; Te apartas de mi; Te vas y me dejas; Tesoro; Todo por España; Triqui; Tuli Tuli; Una señal te quedó; Urbina; Valor y arrogancia; Villarido; Santa Lucía; Santidrian; Secreto de Sixto; Si tu supieras; Siempre enamorado; Silvan; Sol argentino; Soñando en ti me despierto; Su entrada en Madrid; Sube y baja María; República Española; Requiebro; Roberto; Rufino el de la Fuerte; Rufino el de la Suerte; Rutillar; Rutillera; San Adrián; San Antonio se pondrá; Purificación; Qué Gaucho; Qué guasón; Qué infeliz; Qué ojos tienes; Que si quieres morena; Raimundico; Ramiro de mi querer; Ramoncito; Rayos de Luz; Redriles; Redule; Pelarica; Petunia; Pilarica; Pitos y Palmas; Por la Ventana he; Por tus versos mi recuerdo; Postijonesa; Prefiero tu amor; Punto; No me olvides por favor; No seas ingrata; No te olvidaré; No temas por eso; No tienes razón; No tires ingrata; Noche amorosa; Parala; Paridri; Pasticulo; Pelania; Mi amado; Mi cada; Micaela; Molina; Monina; Moquete; Morina; Mortillico; Motillico; Muy cerca de la fuente; Natividad; Marcelino, Marcelino; Mari Tovi; Maribel; Maroma; Martillico; Mary Tay; Me quieres por algo será; Me tienes loco; Melliza; Las miradas de Jacinta; Las penas de Juan; Las tres copas de Rufino; Levantate; Los consejos de Lober; Los reflejos de Elena; Los Santos de Mahoma; Los suspiros de Raimundo; Los tropiezos de la Patro; M Amoldo; Madre que viene el gaitero; Mal te veo Feliciano; Maquete; Jayan; Jilvan; José que alegre estás; Joselito de la Cal; La Maroma de Felipe; La Pastejonesa; La Roma de Felipe; La torna boda; La Vida de Fígaro; Las Brigadas Navarras; Las malas lenguas; Gayan; Gilvan; Gonzala González; Gratitud; Guinderica; Ilusión; Institnto; Intuido; Felipes; Felisin; Feliz despertar; Fetiche; Flamígero; Flor de la Ribera; Foenlo; Eladia de mi vida; Enchufes no; Engracia Josefina; Entre zarzas; Eres mi encanto; Es muy grande me querer; Espero a Villalta; Farala; Farola; Fascículo; Fascinado; Fe y esperanza; Don Juan López; Dulzuras de la Manana; Ecos de la Montaña; El ascensor; El chico de las gaseosas; El cisne; El golfo y el matón; El jardín del amor; El Santo de Perico; Crispulin; Cuplés de Fermin; De las Rosas; De tus labios un beso; Del oasis llegó Ricardo; Demetrio de la Portilla; Despierta Dolores; Difilo; Dofrines; Cerca de Aragón; Cerca de tu huerto estuve; Chiquitin enfermo; Chirloya; Chuletas empanadas; Cimarosa; Colección de Bailables; Con esperanza; Conesmón; Contigo al Cielo; Corrincho; Baño que me diste; Baridri; Boda de Sigarra; Bodas Hermenegilda; Boyorno a la Matina; Cantina de las Flores; Capullito, Capullito; Caricias de amor; Carita de Cielo; Cartagenera; Catachus; Amalio Andueza; Anda chiquito; Anda y díselo a tu madre; Angelita; Arbizu; Arriba España; Así me pagas; Así se baila; Asómate Dolores; Ay Manuela. Fuentes: Sociedad General de Autores. San Sebastián.
[52] Libro de Actas de 1912-14, f. 57. A. M. F.
[53] Con la extinción del Monasterio, quedó más o menos abandonado el Hospital que sostenía (casa nº 35 del Barrrio Bajo), aunque continuó funcionando, a cargo del Ayuntamiento, como Hospital Municipal según se desprende de algunas defunciones ocurridas en él, como la de Eulogía Liñán, el 20-I-1850. Este Hospital mísero y que dejaba mucho que desear, fue sustituido por el Santo Hospital de San Antonio, el cual fue abierto el 21 de cidiembre de 1902, siendo Alcalde D. Juan Cruz Lahiguera, y Párroco, D. Martín Corella. Se instaló en la Plaza de las Malvas, ocupando la planta baja de la actual Residencia San Raimundo, en el antiguo convento cisterciense. Se encargaron de él las mismas Hermanas de la Caridad de Santa Ana, cuya Superiora, en Fitero, era, a la sazón, la Hermana Petra Goñi. Ejercía el Patronato de este Hospital una Junta compuesta por el Alcalde, el Párroco y el Secretario del Ayuntamiento, como Vocales natos, y otros cuatro vecinos designados por el Ayuntamiento, de entre los cuales se elegía al Administrador. El flamante Hospital tenía 10 camas, distribuídas en dos Salas (una para hombres y otra, para mujeres) y acogía a enfermos indigentes de ambos sexos, por un periodo discrecional, que ordinariamente era de 15 días, pasados los cuales, los enfermos, cuando el caso lo requería, eran trasladados al Hospital Provincial de Pamplona. A las Hermanas se les dio, en un principio, por este servicio, 500 pesetas anuales y una asignación diaria por enfermo, que oscilaba entre 0´50 y 1 peseta, según su número. Como se comprenderá, con esta raquítica asignación, las Hermanas no podían regalar a los hospitalizados con manjares.
Treinta años después de su fundación, en una comunicación oficial, hecha el 19 de marzo de 1932, al Presidente de la Junta Provincial de Beneficiencia de Navarra, por el Alcalde D. Jacinto Yanguas, se hacía constar que el Hospital de la localidad no poseía fincas rústicas ni urbanas y que sus valores públicos consistían en los siguientes: a) cinco acciones de la Deuda Provincial (2.500 pesetas); b) dos imposiciones anuales en el Crédito Navarro (9.000 pesetas); dos imposiciones de la Caja de Ahorros de Navarra (7.000 pesetas); diez acciones de la Caja de Crédito Popular (259 pesetas). Total: 18.750 pesetas. Las cuales producían un interés anual de 809 pesetas.
De esta suma se daban 700 pesetas anuales a las Hermanas de la Caridad, y con el resto, se atendía, en parte, al pago de las estancias de los enfermos, a lo que contribuían las limosnas de los particulaes, pues no podía hacerse con solo 109 pesetas, que era el sobrante de los intereses. El Hospital de San Antonio duró 68 años, habiéndose hospitalizado, durante ellos, algo más de medio millar de enfermos, con más de 1.500 días de estancia. Su existencia fue verdaderamente precaria, sobre todo, en sus útlimos tiempos (década de 1960-70) en que ya no recibía ninguna subvención del Ayuntamiento y se sostenía con limosnas de toda especie y con una parte proporcional del Cepillo de la Parroquia. Su último administrador fue D. Julián Tovías, quien nos suministró todos estos detalles.
[54] Y continuaba: “Hace su acción soberana / que en perlas de llanto brote. / La más bella fiterana / las prenderá en su capote. // Lo bueno de tus acciones / agradecido nos dejas; / ya tienes más corazones / que a Dios pidan te proteja. // Las aguas de nuestros baños / han traído estos festejos; / si nos curan a Villalta, / pronto los repetiremos. // La nobleza de Aragón / sellada queda en Fitero, / con hechos, no con palabras, / de este valiente torero. // Si ella te cuida y te guarda; / tu Virgen la del Pilar, / la nuestra, la de la Barda, / también te sabrá cuidar.” N. del E.
[55] Estaba casado con Remedios Alfaro y Octavio de Toledo. Tuvieron dos hijos: Elena y Remedios Valenzuela La Rosa Alfaro.
[56] Estaba casado con Carmen Santesteban (Cintruénigo).
[57] “Yo, por ir a por moras, / me enreduje en un zarzal / y que cosa tan hermosa, / me salió de aquel bardal. // Fue la Virgen de la Barda, / nuestra Patrona inmortal, / que de Toledo a Fitero / nos la trajo el Santo Abad. // El Poba está mirando / con muchísimo interés. / El chico ya se merece / que le canten algún cuplé. // Cuando va con la cajeta / a las casas a pedir, / si se tercia, se echa un tragillo, / sin él no puede vivir. / Viva Fitero. Viva Navarra. Viva el pobilla que esto le agrada. // Porque es muy bueno y servicial......” “Doña Remedios Alfaro este piano regaló / y como lo ven ustedes / es regalo superior. / La madre se lo agradece / con cariño y con amor / por ser de una fiterana / que con ella se educó./ Viva Fitero, Viva Navarra. /Vivan las chicas que aquí trabajan. //  El dinero que se saque / de la presente función / lo emplean las Hermanas / para lucir el salón. / Pues, como lo ven ustedes,/ tiene falta de arreglar. / Si no se sube a las tablas / no se puede blanquear. / Viva Fitero. Viva Navarra. / Vivan las chicas que aquí trabajan.” Cuplés escritos, para esas representaciones, por Mercedes Gracia, Rosario Yanguas y Pilar Aguirre. Cantados por Remedios Viscasillas.
[58] Muy probablemente, como sostiene la hija de la señora Pura Pérez, Mª Carmen Ruiz de Mendoza Pérez, esta Mazurka fue dedicada a ambas farmaceúticas: GLORIA Alba y PURA Pérez. N. del E.
[59] Himno a Fitero. Letra del laureado poeta, D. Alberto Pelairea. Música de Lorenzo Luis. (Estribillo). “Porque en el mundo entero / no hay un pueblo mejor, / alcemos por Fitero / un canto todo amor. // Con sol de sus campiñas, / con luz de amanecer, / con verde de sus viñas, / y voces de mujer. // (Estrofa) Gloria a nuestra villa hermosa / que siempre noble y bizarra / es la más brillante rosa / de los huertos de Navarra. // A Fitero eterna gloria, / porque con su sangre brava / en rojo grabó en la historia / esa Cruz de Calatrava. / (Estrofa) Luz de eternos resplandores / a esta tierra de hidalguía, / la que con nuestro sudores / nos da el pan de cada día. // Luz a este pueblo que es Santo, / porque a nuestros muertos guarda, / y tiene por cielo el manto / de la Virgen de la Barda.
[60] Prólogos de Poemas Fiteranos, musicados por M. G. S., leídos, en Fitero, en septiembre de 1985 por las señoritas Mari Carmen Barea y Mª Jesús Fernández.
[61] En el Protocolo de 1557 del escribano, Sebastián Navarro, figura ya dicho hospital y el nombre del hospitalero, Juan Osorio.  En el testamento que hizo ante él este matrimonio se dice que den al Hospital “una cama de reja, onesta” y 20 ducados, los cuales se deberían poner a renta, y el Mayordomo del Hospital emplearía las 60 tarjas de sus réditos “en dar substancia y refección a los enfermos que hubiere”, y si no hubiese ninguno, en otra cosa útil al mismo Hospital. (Una tarja equivalía a 0´02 de 1 ducado viejo de oro).
[62] Notas sueltas. Legado Manuel G. Sesma. A. M. F.
[63] Casada con Joaquín Agreda Vilches (1887-1961).
[64] [IDOA-1954-2] Florencio Idoate, Rincones de la Historia de Navarra, T. II, p. 217.
[65] [GOÑI-1965] Historia del Monasterio Cisterciense de Fitero, en Príncipe de Viana, números 100-101, pág. 295-329.
[66] El Gitano Manuelillo, p. 252.
[67] [IDOA] Gitanerías, p. 211-218.
[68] P. 254 de este libro.
[69] No era precisamente poeta, pero escribió en este semanario cinco composiciones en verso, a imitación de las Semblanzas de Alberto Pelairea: cuatro, bajo el título de Sección de ripiosTipos, con el seudónimo de “La Bruja de la Candileja”, y un Acertijo, con el de “Otro de Valdecalera”.
[70] Ver fotografía en la Revista Fitero-92: Festival taurino, 1916. R. F. G.
[71] Fue retirado, hace muchos años, de este lugar. Ver: Párrocos de Fitero, Revista Fitero-2002.
[72] Fue inaugurado en 1966 y ocupaba el extremo oriental del cuerpo meridional del antiguo Monasterio. Años más tarde, en noviembre de 1987, se inauguraba el nuevo Colegio Público “Juan de Palafox”. En 2001, el antiguo Grupo Escolar de la Plaza de San Raimundo fue remodelado para su uso como Centro de Día (Residencia) y Hogar del Jubilado.
[73] La Revista Fitero-89 le hizo un pequeño homenaje con motivo del cincuentenario de su fallecimiento (1939-1989). Reprodujo, entre otras cosas, su Pasillo en verso: Fantasmas y Compañía (1916).
[74] El apunte de Alberto Pelairea, cuya copia nos proporcionó en 1990 D. Joaquín Sagüés, “se publicó en la Antología Poética que escribió Luis Gil Gómez. Su autor, Rafael Andrés Iturralde, vive en Tudela.”(Carta personal, 15-06-1990.) N. del E.
[75] Fallecida en 1919 y enterrada, junto a Cecilia Alba y su hijo, Alberto Pelairea, en el Cementerio de Fitero.
[76] Ver p. 87-88.
[77] Don Miguel de los Santos Díaz y Gómara, a la sazón Obispo titular de Tagora y Auxiliar del Arzobispo de Zaragoza, Cardenal Soldevila y Romero.
[78] La guerra contra Abd-el-Krim, después del desastre de Annual y Monte Arruit en 1921.
[79] ACTAS DE NACIMIENTO, MATRIMONIO Y DEFUNCIÓN DEL ANTIGUO SECRETARIO DE FITERO, SATURNINO SAGASTI URRIZA. 1.- De nacimiento y bautismo (Libro 8º de Bautizados, folio 82, nº 110 Iglesia Parroquial de Fitero (Nullius Diocesis). Extracto 30 de noviembre de 1824. Fray Roberto Aysa, Provisor y Vicario de dicha Villa, bauticé solemnemente y crismé a un niño que nació ayer, a las cuatro y media de la tarde. Nombre SATURNINO MARÍA, padre, Don Victor Sagasti Martínez, natural de Pamplona, y Doña Remigia Urriza Olsa, natural de Santisteban.  Abuelos paternos: Don Juan Miguel Sagasti y Doña Juana Martínez, naturales de Pamplona; maternos: Don Josef Norberto Urriza y Dña. María Anna Olaso y Soler, naturales de Santisteban. Padrinos: Don Juan Antonio Medrano y Doña Marciala Rupérez.
2.- De matrimonio (Libro 5º de Casados, folio 273, nº 10. Extracto. Fitero, 29 de Julio de 1852). Don Saturnino Sagasti, soltero, de 27 años, natural de esta Villa, hijo legítimo de Don Victor, natural de Pamplona, ambos de profesión hacendados, y de Doña Remigia Urriza, natural de Santisteban; y Doña Benigna Medrano, natural de esta Villa, de 38 años de edad, viuda de Don Vicente Rupérez, e hija legítima de don Juan Antonio, natural de esta Villa, de profesión hacendado, y de Doña Javiera Avila, natural de Estella; y en su nombre y representación por poder, Don Pedro Ignacio Sanz, Alcalde de esta Villa, dispensa de dos proclamas. Revalidaron los dos esposos este matrimonio el 3 de Septiembre de dicho año. Viven en la Calle del Medio. Manuel Aliaga Regente, rubricado. Resulta, pues, que Sagasti se casó, en principio, por poder, con la hija de su padrino, Don Juan Antonio Medrano, la cual era ya viuda y le pasaba once años.  Un poco misterioso.
3.- De defunción (Libro 8º de Difuntos de la Parroquia de Fitero, folio 2, nº 108). En la parroquia de Fitero, obispado de Tarazona, a 9-X-1898, en la casa nº 49 de la calle Mayor, murió de neumonía, a las 2 de la mañana, Don Saturnino Sagasti y Urriza, de 74 años de edad, hijo legítimo de Don Victor y Doña Remigia, viudo de Doña Benigna Medrano. Consta que ha hecho testamento ante el Notario de esta villa, Juan José Hernando, y posteriormente, de su puño y letra, (..) testamentaria.  Se enterró, pasadas más de 24 horas, en el cementerio de la misma, precediendo el oficio de 2ª clase, lo que certifico. Mariano Solana, rubrica. La viuda de Sagasti murió el 6-IV-1889, cuando tenía 76 años; y él, 65.
[79] LA PARTE ORIGINAL Y LA DE TRANSCRIPCIÓN EN LOS APUNTES DE SAGASTI. Toda la primera parte, con sus 37 números y 136 páginas, es original de él, aunque se reduzca ordinariamente a resúmenes y recopilación de datos, de los documentos de la segunda parte; pero también son originales suyos no pocos documentos, comprendidos entre 1853 y 1887, siendo los más importantes el nº 46, con la Exposición del Ayuntamiento y Veintena al Gobierno Civil sobre la redención de censos menudos; el nº 66, con el Informe acerca de la jurisdicción del término de la Nava; la segunda parte del nº 67, con el extracto de 97 documentos para probar que los terrenos de Niencebas y Tudejen pertenecieron siempre a Fitero; el nº 85, refutando las pretensiones y acusaciones de Cintruénigo, en el asunto de la división de los Montes de Cierzo y Argenzón; el nº 89, con el Informe del Ayuntamiento sobre el viejo pleito de aprovechamiento y división de dicho montes; y el nº 95, con el Proyecto de Ordenanzas Municipales, que comprendían 375 artículos. Estas Ordenes, reducidas a 333 artículos, fueron las que, con algunas modificaciones más, fueron aprobadas por el Gobierno Civil de Navarra en 1894.  De ellas se deduce que el Sr. Sagasti hubiera tal vez sido tan buen alcalde del pueblo como secretario.

Su carácter. Indiscutiblemente era un hombre rectilíneo y de escrupulosidad moral a toda prueba, aunque su deseo de mantenerse al margen de la rivalidades del vecindario, pudiera interpretarse como carencia de energía, como expresión de timidez o como signo de un espíritu calculador y egoista.
Ideas políticas. Ya hemos dicho que sus ideas eran liberales y progresistas; sin embargo, no le convencía el sistema de la elecciones populares, “porque cada lucha electoral trae consigo la descomposición de la sociedad, por más menos tiempo.  Se indisponen no solamente los vecinos entre sí, si no es hasta las mismas familias” (p. 128). Así proponía él para las municipales un procedimiento intermedio. “Hay una elección, con cualquiera sistema de Gobierno, juntarse una docena de personas de las más instruídas y arraigadas, desechen por un momento todas sus enemistades y prevenciones, vean qué persona son las que más convienen para constituir el Ayuntamiento y elíjanse por votación o por sorteo, cuidando que en los sucesivos, no entren los que han servido” (ps. 128-129). “Por este sistema que algunos años se ha hecho, conseguiréis paz y tranquilidad en el vecindario, que son los dones más preciosos” (P. 129).
Otras ideas se Sagasti. 1) Acerca de la instrucción pública: “La instrucción pública es la primera necesidad del pueblo, y el difundirla es el primer deber de las Autoridades. La instrucción hace al hombre culto, morigerado, pensador, afable, esclavo del deber, amante de su familia y de la Patria, industriosos, activo, noble y respetuoso.  La ignorancia es el peor de todos los males” (p. 59). 2) Sobre la beneficencia: “Hacer bien a los demás, este debe ser el pensamiento capital del hombre que tiene algunos medios sobre la tierra... Nada hay más hermoso que endulzar las  penas del que sufre, consolar al que llora, calmar los dolores del que padece y aliviar la miseria del pobre” (p. 46). 3) Sobre la revisión de mugas: “Debo llamar la atención de mis convecinos para que no se olvide esta buena costumbre de revisión de mugas, en periodos, cuando menos de cinco en cinco años, pues si bien es cierto no hacen una prueba firme y legal , por faltarles la citación contraria, también lo es que, con esta vista, acompañada de jóvenes, se mantiene vivo el recuerdo de nuestras mugas y habrá siempre quien dé razón de ellas” (p. 33). 4.- Sobre contabilidad municipal: La contabilidad debe ser clara y al alcance de un niño (p. 43). 5.- Sobre el catastro.- La formación de una verdadera estadística catastral es obra muy difícil por el interés que en todos hay de ocultar la verdad, pues se trata nada menos que de depurar el peculio de cada uno para tomar de él periódicamente un tanto por ciento, para atender a las necesidades del Estado, de la Provincia y de los Municipios” (p. 69).
[82] Ideó un nuevo sistema de estenografía más moderno de los que existían.
[83] Según recoge Pilar Arcelus Iroz en su libro “Presencia de Navarra en México: 1870-1950”. [ARCE-2001], p. 155 y 252 (Pamplona, 2001), Mariano Val Chivite era médico-cirujano. Llegó a Veracruz (México), exilado, el 13 de junio de 1939 y su fallecimiento se produjo el 1 de febrero de 1945. Estaba casado con Doña Paz Guerra Antón. En el expediente 3331 del CTARE (Comité Técnico de Ayuda a Refugiados españoles), conservado en la Biblioteca de Antropología e Historia de México, D. F. INAH, se recogen además los siguientes datos: “Val Chivite, Mariano. 50 años. Originario de Fitero. Casado. Médico y Funcionario de Correos. Recibió préstamo de 750 dólares para trasladarse a Zacatecas por dos meses. Se le revalidó su título de Médico para poder ejercer.” Fue uno de los 141 médicos, registrados en los archivos del CTARE, que llegaron a México, en 1939; probablemente, en el bapor FLANDRE (finales de mayo) o en el SINAIA. N. del E.
[84] La versión original de este poema aparece escrita en el reverso de la fotografía de su tumba, que se publica en este libro: “¿Recuerdas nuestra última entrevista  / allá, en nuestro país? / España entera estaba en pie de guerra / y a su frente, Madrid. / Ni tu ni yo pudimos sospechar / en aquella ocasión, / que nos encontraríamos un día / en esta situación: / tu, debajo de esta losa extranjera, / durmiendo el sueño eterno; / yo, emocionado y mudo, junto a ella, /viviendo tu recuerdo. / Mas, ¿qué importa el sitio en que se cae? / Lo esencial en la tierra / es el haber luchado como un bravo / por hacerla más bella, / y tu luchaste así, caro Mariano, / hermano de ideal. / Tu te portaste siempre como un hombre. / Adiós. Descansa en paz.” México, Panteón Español, 1-10-1947. N. del E.
[85] Ver, sobre José María Viscasillas Catalán: “Sesenta y tres años de organista. Toda una vida”. Revista “FITERO-1984. Esmeralda Calleja. “Don José María Viscasillas Catalán: Compositor y músico.” Revista FITERO-90. Jesús Bozal Alfaro.
[86] Algunas obras compuestas por José Mª Viscasillas en Corella: 1.- “Pilar”. Corella, 1915. Polka. 2.- “Homenaje a España.” Corella, 1918. Dedicada a don Miguel Primo de Ribera. 3.- “Mariela”. Corella, 1919. Dedicada a su hermana María Viscasillas. Danza. Capricho. 4.- “Fantasía Corellana”. Corella, 1920. Inspirada en los cantos de los Auroros y en los conciertos de Chopin. Compuestas en Fitero: 1.- “Película Fiterana.” Fitero, 1922. Mazurka. Coro de las Urzaillas. Cuplé escrito por don Alberto Pelairea. 2.- “El último milagro.” Fitero, 1928. Cuento corellano en dos actos y tres cuadros. Para piano y orquesta. 3.- “La Hija del Santero”. Fitero, 1928-1929. Cuento lírico. 4.- “Dos colecciones de bailables: Flores de España y Violetas Imperiales.” Fitero, 1828. 5.- “Cagancho.” Fitero, 1927. Dedicado al famoso torero, Joaquín Rodríguez. Pasodoble. 6.- “Toros y Toreros.” Fitero, 1930. Pasodoble. 7.- “A orillas del Ebro.” Fitero, 1930. Pasodoble. Jota. 8.- “Fiterana al natural.” Fitero, 1930. Cuplets con letra de don Alberto Pelairea. 9.- “España inmortal.” Fitero, 1932. Zarzuela. 10.- “Himno a la Virgen de la Barda”. Fitero, 1940. 11.- “Habanera dedicada a la ciudad de Torrevieja”. Fitero, 1972. 12.- “4 pasodobles”. Sin estrenar. 13.- “La novena de la Virgen de la Barda”. Fitero, 1966. 14.- “La Cruz de la Atalaya.” (Fitero-90.)
[87] Manuel G. Sesma resumió  (Notas sueltas) el artículo “Fitero intelectual”, sin firma (probablemente de Rufino Maculet), publicado en Fitero Mercantil, nº 2, Noviembre de 1917, en el que se da cuenta de los periódicos fiteranos, anteriores y posteriores, a La Voz de Fitero, hasta 1922: “ Probablemente el primer periódico de Fitero apareció en el tercer cuarto del siglo XIX. Se llamaba “El Eco Fiterano” y fue publicado y redactado por Tiburcio Orduña, Secretario del Juzgado Municipal, y otros compañeros. A continuación apareció “El Tábano”, cuyos números se tiraban con velógrafo y cuyo director fue F. Martínez Urbina. Como era un periódico de combate, le proporcionó muchos disgustos y algunas pesetas de pérdida. Con motivo de un número impreso que publicó para las Fiestas, Urbina fue a dar con sus huesos en la cárcel. A “El Tábano” siguió “La Tijera”, que se tiraba en una imprenta de Corella. Se publicó en dos etapas sucesivas; pero duró poco. A este siguió “Fitero Ilustrado”, un número de Fiestas, que hicieron Angel Muro y Rufino Maculet, con muchos grabados y tirado en papel couché. La tirada fue de 1000 ejemplares, que se vendieron a un real. Apareció luego “La Voz de Fitero” (1912-1913). En esta misma época se publicó “El Fiteranico”, publicado por Fermín Calleja Maculet, el 5 de abril de 1912, y cuya finalidad no fue otra que la de contrarrestar la idea lanzada por “La Voz de Fitero” de implantar un mercado semanal en nuestro pueblo. Más tarde “Fitero en Fiestas”, número único; “El Fiterano” (periódico electoral), número único y “Fitero Mercantil” (dos números). En 1915 (noviembre), “El Eco Fiterano” (número único). Por último, en 1922 se publicó “FITERO. Revista Gráfica Ilustrada”, cuyo director literario fue Manuel García Sesma”. Desde 1922 hasta 1980 (Fitero-80) no se publicó en Fitero ningún periódico ni revista propiamente fiteranos.
[88] Juan Ignacio González López.




Apartado IX

PROFESIONES Y OFICIOS DESAPARECIDOS

La desaparición de profesiones y oficios anticuados y sus sustitución por otra y otros más modernos son una consecuencia natural del progreso técnico de las sociedades más avanzadas. Ese progreso ha sido lento en unas épocas, como en las Edades Antigua y Media; y en otras, rápido, como en la Edad Contemporánea.  De la manera de vivir en Fitero en 1891 a la de 1991 hay una diferencia increíble, y esa diferencia se pone, sobre todo, de manifiesto, en la desaparición de algunas profesiones y de muchos oficios, todavía boyantes, a principios del siglo XX. He aquí una lista casi centenaria, por orden alfabético.

ABEJERO O COLMENERO: El que criaba abejas en colmenas, para aprovechar su miel y su cera.
AFILADOR: El que se dedicaba a afilar instrumentos cortantes. Ordinariamente recorría las calles, tocando una pequeña siringa o flauta de Pan.
AGRIMENSOR: Profesional que medía las tierras y trazaba su plano correspondiente.  Hoy día, lo hacen, con más exactitud, los Ingenieros Agrónomos.
AGUADOR: El que vendía agua a los vecinos, traída de los Terreros, de la fuente de Hospinete o del Ebro.  La vendía por cántaros, recorriendo las calles con su cuba, montada sobre un carro, tirado por una caballería.
ALADRERO: Carpintero que construía arados, aperos de labranza, carros, carrillos, etc.
ALAMIN: Juez de riegos o gurda de aguas.
ALBARDERO: El que hacía o componía albardas.
ALCABALERO: El que cobraba la alcabala o impuesto que pagaban los forasteros que vendían algo en el pueblo o en su jurisdicción.
ALFARERO: El que fabricaba vasijas de barro.
ALPARGATERO: Persona que hacía alpargatas; o las vendía.
AMA DE LLAVES: Criada principal de una casa rica.
AMASADOR DE PAN: Operario que, en el siglo XVI, amasaba la harina para los arrendatarios de la Panadería Pública.  Lo hacían varios a la vez.
BASCULERO: El que se dedicaba a pesar grandes bultos en una báscula: sacos de patatas o de harina, comportillos de uvas, cuévanos de olivas, etc.
BASTONERO DE BAILE: El que en los bailes de salón, designaba el lugar que debían ocupar las parejas y el orden en que habían de bailar.
BATANERO: el que estaba encargado del Batán o trabajaba en él.  El Batán era una máquina circular y circulante, movida por agua y compuesta de grandes mazos que servían para golpear y enfurtir el paño.  Posteriormente se convirtió en Molino.
BODEGUERO: Encargado de una bodega.
BOTERO: El que hacía o vendía pellejos.
BULERO: El que distribuía y cobraba las bulas de la Iglesia: las de carne, de difuntos, de la Cruzada, etc.
CABO DE GUARDAS: Jefe de los guardas rurales.
CADAJONERA: Mujer que recogía por las calles los cadajones de las caballerías.
CAMINERO: Peón u obrero destinado a la conservación reparación de las carreteras y caminos públicos.
CAMPANERO, A: Persona encargada de tocar las campanas de la torre de la Iglesia. En la época abacial, era un monje, quien tocaba asimismo las de la Espadaña, para llamar al coro.
CANTERO: El que labraba las piedras destinadas a la construcción.
CAPELLADORA: Mujer que cosía la tela de las alpargatas.
CARDADOR: Operario que cardaba la lana, para que, limpia y lavada, se pudiera hilar con facilidad.
CAVADOR: Campesino que cavaba la tierra con una azada o azadón.
CERERO: El que labraba o vendía cera: velas, hachas, etc.
CILLERERO: Mayordomo del antiguo Monasterio Cisterciense. Por supuesto, era un monje.
COMADRONA: Profesional que asistía a las parturientas.
CORDELERO: Persona que hacía o vendía cordeles y demás piezas de cáñamo.
CURTIDOR: Persona que curtía las pieles, adobándolas y aderezándolas, mediante sustancias que contenían tanino u otros ingredientes apropiados.
CHOCOLATERO: El que fabricaba o vendía chocolate.
DESHOLLINADOR: Operario que limpiaba el interior de las chimeneas de las casas, quitándoles el hollín.
ESCRIBANO: Funcionario público, autorizado para dar fe de las actuaciones judiciales y que antiguamente desempeñaba asimismo las funciones notariales.
ESCRIBIENTE: Persona que se dedica a copiar escritos o a escribir al dictado.
ESPADADOR: Persona que espadaba, maceraba y quebrantaba el lino o el cáñamo, con una espadilla, para quitarle el tamo y poder hilarlo.
ESPARTERO: Persona que hacía obras de esparto, como esteras, serones, etc.
ESQUILADOR: El que cortaba el pelo o la lana a los animales.
FUELLERO: Persona que manejaba el antiguo fuelle del órgano de la iglesia.  Ordinariamente era el mismo campanero (campanero-fuellero).
GARAPITERO: Antiguo cobrador del impuesto sobre los vinos.
HACEDOR: Jefe de los peones del campo de un rico propietario agrícola.
HILADOR DE CÁÑAMO: El que reducía a hilo el cáñamo.
HILANDERA DE LANA: La que reducía a hilo la lana.
HOJALATERO: El que hacía, vendía o reparaba objetos de hojalata. Ordinariamente era, al mismo tiempo, ESTAÑADOR.
HOSPITALERO: Persona encargada de un hospital.
HOYADOR: Campesino dedicado especialmente a abrir hoyos para plantaciones, con una picocha y una azada ancha.
JABONERO: Persona que hacía y vendía jabón.
LAVANDERA: Mujer que se dedicaba a lavar ropa ajena.
LAYADOR: Campesino que usaba layas – palas de hierro con mango de madera – para labrar y revolver la tierra.
MANCEBO DE BOTICA: Dependiente de una farmacia.
MATACHIN: El que se encargaba de matar a los cerdos, en plena calle.
MOLINERO: El que estaba al cargo de un molino de trigo o trabajaba en él.
MONDONGUERA: Mujer que hacía los chorizos y las morcillas, cuando se mataba un cerdo.
MULERO: El que cuidaba las mulas de un labrador rico.
NODRIZA: Ama de cría.
PASTOR: El que cuidaba los rebaños de ovejas de un ganadero, encerrándolas por la noche, en un corral, situado, de ordinario, en el campo.
PELAIRE: Cardador de paños.
PESADOR: Encargado del Peso Público.
PISADOR: El que pisaba las uvas y las echaba al lago, para que fermentaran.
PICAPEDRERO: El que picaba piedras para caminos y carreteras.
PORQUERO: Persona que cuidaba y guardaba los puercos.
PRENSADOR: El que prensaba el orujo de las uvas. Ordinariamente lo hacían dos hombres a la vez.
REBUSCADORA: Mujer que recogía el fruto que quedaba en el campo, después de la  recolección: trigo, maíz, cebada, olivas, etc. A las rebuscadoras de granos de trigo se las llamaba más bien ESPIGADORAS.
REVENDEDORA: Mujer que volvía a vender más caro el género que había comprado con tal fin, en tiempo en que estaba más barato.
SACRISTÁN: El que ayudaba al sacerdote en el servicio del altar y cuidaba de los ornamentos, vasos sagrados, y, en general, del aseo de la iglesia y de la sacristía.
SEGADOR: Campesino dedicado a segar las mieses ajenas con una hoz.  A menudo, los segadores no eran simples jornaleros, sino destajistas.
SERENO: Vigilante nocturno del pueblo.
SILENCIERO: El que imponía silencio en la iglesia, durante los oficios litúrgicos.
SOGUERO: El que hacía sogas o cuerdas gruesas de esparto.
TABERNERO: El que tenía taberna o tienda en la que se vendía vino y aguardiente al por menor. En su local se reunían los campesinos pobres para charlar, comerse una cazuelilla y jugar a los naipes o a la lotería.
TABLAJERO: Carpintero que, en la época abacial, construía tablados para las fiestas y cobraba el precio de los asientos.
TEJEDOR DE LIENZO: El que entrelazaba hilos, cordones o espartos, para formar trencillas, esteras y lienzos.
TEJEDOR DE PAÑO: El que formaba la tela con la trama y urdimbre.
TEJERO: El que fabricaba tejas y ladrillos.
TENEDOR DE LIBROS: El que tenía a su cargo los libros de Contabilidad: El Diario, el Mayor, el Libro de Caja, etc.
TRASEGADOR: El que llevaba a espaldas pellejos de vino, desde una bodega a las tabernas o a exportadores al por mayor.
TRATANTE DE GANADO: El que se dedicaba a la compra y venta de animales de tracción: caballos, mulas, machos, yeguas y burros, aunque con estos últimos, traficaban, sobre todo, los gitanos.
TRENCERA: Mujer que hacía trenzas de cáñamo para los alpargateros.
TUNDIDOR: El que tundía el paño o cortaba e igualaba el pelo de los paños.
URZAYA: Niñera adolescente pobre, que cuidaba criaturas de menos de dos años, sacándolas a paseo.
VETERINARIO: Profesional dedicado a la prevención y curación de las enfermedades de los animales.
YESERO: El que fabricaba yeso o trabajaba en un yesal.
YUNTERO: pequeño labrador que, con una yunta propia, labraba los campos de otros vecinos.
ZAGAL: Pastor y joven, subordinado al rabadán en el hato.

ZAPATERO REMENDÓN: El que se dedicaba a remendar zapatos usados.


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