Lampérez y Romea, Vicente

 


Lampérez y Romea, Vicente

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Declaración Monumento Nacional, 1931

 Expediente: Declaración Monumento Nacional, 1893-1905

Biblioteca Miguel de Cervantes

LA IGLESIA DE FITERO POR LAMPEREZ

 INFORME DE VICENTE LAMPÉREZ Y ROMEA 1861-1923

Análisis arquitectónico


Introducción



Transcripción: Manuel García Sesma (Legado)

“La Iglesia sirve hoy de parroquia a la Villa, y hay que buscarla entre las humildes casas. Modesta, pero expresiva fachada la anuncia; y el que traspone la sencilla puerta románica (p. 293), no puede prever la impresión que dentro le aguarda.  Enorme e imponente aparece la nave; la magnitud de sus dimensiones y la severidad de sus líneas actúan sobre el espíritu, emocionándolo por modo inolvidable. La arquitectura del Císter no produjo en España nada tan grandioso.

Es una basílica de 3 naves con 6 tramos y otra de crucero.  La cabecera se forma con 4 capillas semicirculares que se abren en la nave del crucero, otra central y una girola con 5 capillas absidales, de las cuales la central es la mayor.

La estructura es francamente ojival; pero la belleza de este estilo se manifiesta por modo reducido a sus elementos constructivos, no tanto, en nuestro sentir, por la antigüedad de la fábrica, como por obediencia ciega a los preceptos de San Bernardo.

El sistema constructivo, considerado en conjunto, es de bóveda de crucería, sin arbotantes.  Los pilares de toda la cabecera, hasta la nave del crucero, son de núcleo cruciforme; los de la girola son monocilíndricos, con columnas adosadas, aunque solo en el lado del deambulatorio; en el brazo mayor o pral., el sistema de apoyos cambia, desapareciendo las columnas y quedando reducidos a pilares de arista viva, con lo que el aspecto de la nave se hace más rudo e imponente.

          Los capiteles de la cabecera donde hay columnas, son de grandes hojas, apenas indicadas, o de pomas, o lisos del todo; más sencillos todavía en el brazo mayor, donde se reducen a prismas chaflanados, sin ninguna ornamentación.  Y como en esta parte de la iglesia, los pilares son prismáticos, sin columnas, viose el arquitecto en la necesidad de dar un cuarto de conversión a los que sustentan los arcos diagonales, resultando un curioso e ingeniosísimo sistema de apoyo. (p. 294).

Las basas son románico-góticas, de dos toros y escocias sobre un alto plinto, en la cabecera; y en el brazo mayor, consistente (p. 294) en sencillos ensanches de los prismas del apoyo, sobre plintos moldados.  Toda la iglesia está cubierta con bóveda de crucería, excepto las cuatro capillas del crucero y la 4 absidales, que tienen bóveda de cuarto de esfera, sin nervios.  Las de crucería son sencillísimas, con simples arcos diagonales sin moldar (solo lo están con grueso baquetón los diagonales del deambulatorio) y sin claves encuentros (p. 295). (Los tres primeros tramos de la nave alta tienen crucerías estrelladas, producto de una reconstrucción del siglo XV o XVI, nota 1, p. 295). De igual clase es la bóveda del crucero, donde no se señala ni linterna ni peralte alguno.  Los arcos son de medio punto los diagonales, los de embocadura de las capillas y los de comunicación de las naves bajas y alta; y apuntados, los fajones o transversales.  Los formeros no existen.  Los tramos son de planta cuadrada en las naves bajas; rectangular, en las altas y trapezoidales en el deambulatorio.  En la nave del crucero, los arcos diagonales se apoyan en cul-de-lampe o voladizos, según un sistema caro a los arquitectos del Císter.  Son detalles interesantes los “enjarges” de la girola y de la nave baja, hasta el punto de constituir una singularidad del monumento, sin igual, que sepamos, en España, y muy escaso en Francia.

          En los “enjarges” de Fitero no arrancan todos los arcos que, forman cada crucería, al mismo nivel, como es el caso general, sino que los diagonales parten de una hilada más bajo que los restantes, resultando los capiteles a distintas alturas.  Como el estilo ojival es arte en el que todo obedece a un razonamiento hay que buscar el que produjo esta anomalía.  Acaso obedezca a que siendo bastante ancha la nave, y semicircular los arcos diagonales su clave se elevaba a más altura de lo que convenía al arquitecto, para la colocación de las ventanas de la nave alta; y el paliativo de este inconveniente se hallaba, bajando el arranque de los arcos diagonales.  Parece confirmar este supuesto el que la citada anomalía ya no existe en las naves altas, donde nada limita la elevación. (p. 295).

Por el exterior, la iglesia de Fitero no indica su magnificencia. P. 29. int. La fachada principal. Solo tiene la puerta y un gran ojo de buey entre contrafuertes.  Aquélla es románica, de arcos de medio punto, simplemente baquetoneados.  Columnas con capiteles les dan apoyo; aquéllas gruesas y bajas; éstos, con figuras, monstruos y entrelazados de clara labor románica.  Sobre esta puerta corre una faja ornamentada con combinaciones geométricas, de evidente estilo gótico del siglo XV.

Lateralmente las fachadas muestran sencillísimos contrafuertes, entre los que se abren las ventanas de la nave alta, de medio punto, abocinadas, sin columnas laterales ni archivoltas moldadas.  Por detrás, el aspecto de la iglesia se anima. Se acusan las capillas laterales del crucero, la girola con sus absidales, y sobre ésta  la capilla mayor; todo por modo claro, patente, armónico y expresivo.  Cierto que la carencia absoluta de ornatos hace el conjunto severo y un tanto frío; pero en esta severidad está su belleza, sin que pueda decirse, a no pecar de injusto, que allí se extremó la lógica a costa de la estética, como se ha escrito.  Tal es la iglesia abacial de Fitero.  Acaso nunca, hay que repetirlo, lleva más allá la arquitectura del Císter su amor a la simplicidad y su desprecio al ornato. P. 296.

El maltrecho claustro no es el contemporáneo del templo, sino una obra del s. XVI, en ese estilo semigótico y semiplateresco tan común en España.  En el ala de oriente, contigua a la nave de crucería de la iglesia, en el sitio reglamentario, existe todavía la Sala Capitular, joya inapreciable (p. 296) del estilo románico-ojival cisterciense.  Es hermana de la Preciosa de la Oliva, de la Veruela, de la de Poblet, de la de Piedra.  La forma un espacio cuadrado, dividido en otros 9 por cuatro pilares octogonales.  Cubren aquélla bóvedas de crucería.  La entrada se hace por robusta puerta de arcos baquetoneados sobre triples columnas enanas; y de igual disposición son las ventanas laterales.  Los capiteles son caprichosísimos, de fuertes troncos de pirámide o cono, con variada flora esculpida con poco relieve.

De lo restante del Monasterio nada puede decirse. Rehecho mil veces, en el curso de los siglos, solo el arqueólogo muy ducho en el estudio de las casas del Císter mostrará los restos de su antigua y característica disposición. Por entre las construcciones barrocas podrá vislumbrar restos del refectorio y de la cocina,  del dormitorio de los novicios, de la biblioteca, del 2º patio y de la casa del Abad.  Todo está hoy alterado, y lo que existe es grande por su magnitud, pero insignificante como arte. P. 297.

IV PRESUNCIONES SOBRE LA EPOCA DE EDIFICACIÓN

En lo que resta de las construcciones medievales de la Abadía de Fitero, hay dos manos, dos sistemas, dos épocas. La cabecera y nave del crucero, con los pilares de columnas, los capiteles ornamentados, las capillas semicirculares con bóvedas de horno y los apoyos monocilíndricos del presbiterio, está impregnada de romanicismo y marca una época más antigua que la del brazo mayor, en donde se proscriben los ornatos y en el que todo es seco, anguloso, severo, pero más firme de trazado, indicando otra mano de época más avanzada y más celosa en el cumplimiento de la Regla de San Benito. En la fachada vuelve el estilo románico, acentuándose en los historiados de la puerta (297). Tal disparidad entre el interior y esta portada hizo suponer al insigne Madrazo que la construcción debió comenzarse por la portada y la Sala Capitular, en la 2ª mitad del siglo XII; y más tarde, en los tiempos de D. Rodrigo X. De Rada, en los comienzos del XIII, se hizo la iglesia.  Posible es todo esto; mas puede objetarse que ese orden en la construcción es poco razonable e inusitado en la Edad Media, pues siempre se comenzaba por la cabecera de la iglesia, habilitándola para el culto en cuanto estaba terminada, y continuando después la construcción de las naves hasta la fachada.  Ni es posible hacer la Sala Capitular sin el claustro, y éste sin la iglesia.

          Más probable parece, pues, que lo 1º que se edificó fue la cabecera al finalizar el s. XII, por un maestro, seguramente monje cisterciense, acaso francés, muy penetrado del estilo románico transitivo y del sistema constructivo borgoñón. (Pudiera ser un indicio de esta nacionalidad, aparte de la dependencia de Fitero del Monasterio de la S.-Dei, la capilla central del ábside, que es mayor que las restantes, como es general en las iglesias francesas, en las que la dedicaban a la Virgen; en las españas es caso inusitado, con pocas excepciones, como la Catedral de Palencia y alguna otra).

          Pasó, en el primer tercio del s. XIII, la obra a manos de otro arquitecto, posiblemente monje español, más rigorista, más alejado de las formas románicas, mas rudo y menos jugoso, como buen ibérico, el cual construyó el brazo mayor en el estilo ojival-primario-cisterciense.

          Siempre queda en pie el problema de la fachada, en cuya puerta se advierte una vuelta al estilo románico: pero el hecho puede explicarse por dos consideraciones.: las formas románicas se simultaneaban con el sistema constructivo ojival en las construcciones de transición, sobre todo, en los elementos que no son de verdadera estructura, como puede verse en las catedrales de Salamanca, Zamora, Ciudad-Rodrigo, Avila y tantísimos otros monumentos; y por otra parte, en los exteriores, podrían los artistas del Císter (p. 298) permitirse alguna más libertad en los ornatos, sin el peligro de distraer a los fieles, en sus devociones, como temía San Bernardo.

          La contemporaneidad de la puerta y de la Sala Capitular, reconocida por el eminente arqueólogo tantas veces citado, confirma nuestra presunción, pues ni aquel recinto es de gran pureza románica como pretende, sino francamente ojival-transitorio (por sus pilares fasciculados, sus bóvedas de crucería y la finura de las proporciones y de los perfiles) ni es posible suponer que se construyese la sala capitular antes que la iglesia, pues su servicio y colocación exigen posterioridad. En resumen: nuestra opinión es que la iglesia de Fitero se comenzó a construir por la cabecera, en el último tercio del s. XII, alcanzando acaso a costearla el gran X. De Rada, según dice la traición; siguió, ya entrado el x. XIII, por las naves del brazo mayor, terminando hacia el primer tercio de esta centuria, por la fachada, el claustro, la sala capitular y las demás dependencias; debiendo estar terminado totalmente el Monasterio al media r el siglo o poco más, puesto que en 1287, existía ya una muralla que lo rodeaba y defendía, la cual, naturalmente, hubo de ser la obra postrera. P. 299.


V IMPORTANCIA DE LA IGLESIA DE FITERO Y SU COMPARACIÓN CON LAS DEMÁS ESPAÑOLAS DEL CISTER.

El tipo más frecuente del templo bernardo, que encarna por completo en las prácticas y tendencias de la Orden, es el que tiene las capillas en el frente de la nave del crucero, siendo de planta cuadrada y testero plano.  De este tipo, con cinco capillas, son las iglesias de las principales. Abadías españolas: Santa María de Huerta, las Huelgas, Sta. Mª de Meira, Sta. Creus, la Oliva.  Conservan el tipo con solo tres capillas, las iglesias de Rueda, Palazuelos, la Espina, Val-de-Dios, Iranzu y Piedra... La iglesia con girola y capillas absidales es menos frecuente, pues lleva consigo complicaciones constructivas mal avenidas con la sencillez típica de la arquitectura cisterciense; pero existen en España la de Gradefes, la de Poblet y la de Veruela.  Estas dos últimas conservan en la nave del crucero una sola capilla a cada lado de la mayor, de planta semicircular, que recuerdan más la forma tradicional románica que la típica del Císter. La iglesia de Fitero tiene la singularidad de reunir las dos disposiciones características: cabecera con cinco capillas de frente, y girola con otras cinco capillas absidales.  Es, pues, ejemplar único en España, dentro de la orden de San Bernardo. No son menos singulares y curiosos ciertos detalles de la estructura ya notados: los jarges de las bóvedas bajas, ejemplares únicos, que sepamos, en España, e importantísimos para el estudio de los elementos constructivos de la arquitectura ojival; los pilares del brazo mayor con sus rudimentarios capiteles y basas, y la ingeniosa disposición de los arcos diagonales en las naves bajas.  Y en fin, las enormes dimensiones de las naves hacen de la iglesia de Fitero ejemplar soberbio y sobresaliente entre las españolas de la Orden.

En comparación con alguna de ellas, observaremos que la de Poblet la vence en importancia para el estudio de la transición románico-ojival en España, pues presenta titubeos y ensayos de formas mal entendidas, que arrojan mucha luz sobre aquellas interesantísimas transformaciones.  Pero con excepción de este monumento (algo contiene también en este orden de investigaciones la iglesia de Veruela), la iglesia de Fitero es el ejemplar más completo de las del Císter, para las investigaciones sobre el estilo ojival en sus formas transitivas y más rudimentarias.”

Termina Lamperez su estudio, firmado en Madrid, en noviembre de 1904, abogando por que fuese declarada la iglesia de Fitero monumento nacional, para que se conservara, respetara y restaurara. Y es que esta declaración no se había conseguido a raíz del informe emitido y aprobado por la Real Academia de Bellas Aretes de San Fernando el 2 de julio de 1900, el cual había sido hecho por señores que no habían visto nunca la iglesia de Fitero, fundándose únicamente en lo que habían dicho y escrito otros, como Madoz, Vicente Lafuente, Abella, J. Antonio Fernández, etc., “con parquedad e inexactitud de apreciaciones extraordinarias” (Lampérez).

En el párrafo II, dice que “los cenobios cistercienses del mediodía de Francia dan sus hijos para el abaciado de los españoles.  Así Nitardo, Bertando, Durand, Nocolas, Esteban y otros tantos monjes franceses de Scala-Dei y Font-Froide, son fundadores de los de la Espina, la Oliva, Santa Creus, Iranzu, Poblet y Fitero."

 

 MONASTERIO DE FITERO

Monumento Nacional

 Expediente: Declaración Monumento Nacional, 1893-1905

Biblioteca Miguel de Cervantes

Declaración como Monumento Nacional en 1931

                                                  Historia

Durante siglos, el pueblo de Fitero vivió bajo el poder absoluto de los monjes de su Monasterio. Cuando, tras su supresión, el pueblo, con su Ayuntamiento, heredó el derecho a ejercer el poder político, Fitero se dio cuenta de que aquel complejo de edificios podía serle muy útil. El Gobierno de la Nación se los concedió, en primera instancia, y se los quitó, más tarde, respetándole, al menos, “la iglesia”. El Ayuntamiento, que lo reclamó para sus ciudadanos, es, por consiguiente, su propietario natural.     

   Manuel García Sesma, con su habitual rigor intelectual, describe en uno de sus libros (Investigaciones Históricas Sobre Fitero, Tomo I, 1986) el papel que jugó el Ayuntamiento tras el proceso desamortizador del gobierno liberal de Mendizábal.                       

Proceso de Desamortización 

“La supresión del Monasterio en 1835 implicó la desaparición del Aba­dengo, asumiendo el Ayuntamiento Constitucional la jurisdicción civil y cri­minal por las que habían batallado los vecinos, durante 300 años. Por fin, el pueblo se emancipó del dominio de los monjes, pero, por desgracia, para caer más tarde en el de los caciques. Indudablemente, la desaparición del Convento fue una ocasión histórica, para que el vecindario y el municipio hubieran salido, de una vez por todas, de su crónica servidumbre y estre­chez; mas lamentablemente no fue así, pues la desamortización subsiguiente de los bienes monacales no se hizo de una manera justa y racional; es decir, en beneficio de todos los vecinos, empezando por dotar de tierras a los que no tenían ninguna, sino que se realizó en provecho exclusivo de unos cuan­tos logreros, a menudo, forasteros, los cuales compraron a precios de saldo y a plazos holgados —¡hasta de 16 años!— las cuantiosas fincas rústicas y urbanas de la Abadía, continuando el pueblo y el Municipio tan escasos de recursos como antes. Evidentemente no fue culpa de ningún fiterano, ni si­quiera de los que, a pesar de los anatemas de la Iglesia, se aprovecharon de aquellas turbias y malbaratadoras circunstancias. La culpa fue del Gobierno de la Nación, que sólo pensó, al tomar aquella medida radical, en desarmar económicamente al clero, partidario, en su gran mayoría, de la monarquía absoluta, en obtener los medios económicos necesarios para sostener y ga­nar la Primera Guerra Carlista y en crear una flamante clase de nuevos ri­cos, obligados, en interés propio, a defender el régimen liberal. Lo consi­guió efectivamente, pero la desamortización, que, en otras circunstancias y con otros métodos, podría haber contribuido a un verdadero resurgimiento económico del país, resultó, a la postre, un fiasco nacional.

 

La liquidación de los bienes del Monasterio

          Después de la expulsión de los monjes, el Monasterio estuvo clausurado, desde finales de 1835 hasta mediados de 1843. En 1841, el Ayuntamiento so­licitó del Gobierno de la Regencia del General Espartero, que se lo adjudica­se en beneficio del pueblo y, en efecto, el Ministerio de Hacienda, por R.O. del 27-IX-1841, se lo concedió «para destinarlo a objetos de utilidad públi­ca, con todas sus dependencias y sin otra excepción que la de los graneros nuevos». Pero esta R.O. no se cumplió, debido a las vicisitudes políticas de entonces y a las intrigas de los que pretendían que la pingüe herencia del convento beneficiase a unos pocos y no al vecindario en general. Ahora bien, en la primavera de 1843, el Ayuntamiento reclamó del Gobierno el cumplimiento de dicha R.O. y esta vez, el mismo Ministerio de Hacienda, por una nueva R.O. del 24-VI-1843, volvió a reiterar el cumplimiento de la primera, redactada en iguales términos [1]

          A la sazón, el Ayuntamiento se componía de un Alcalde: D. Manuel Abadía, y cinco regidores más, incluido el Síndico Procurador, D. Emeterio Aliaga.

          En vista de esta segunda R.O., el Ayuntamiento procedió a tomar posesión del Convento, el 3-VII-1843. Lo hizo el Alcalde con los cinco Regi­dores, acompañados por el Secretario del Municipio, D. Hilario Carrillo; de los escribanos municipales de Cintruénigo y Corella, D. Joaquín Mª de Campos y D. Pascual Malumbres respectivamente, y de dos testigos del pue­blo: D. Víctor Sagasti y D. Fermín Calleja. El orden que se siguió fue el si­guiente: el edificio principal del Monasterio, el Jardín del Palacio o Abadía, el Corral de los Conejos y el Jardín de la Sacristía, «antes camposanto»; la Cillería, con todas sus oficinas (bodegas de vino, lagos, graneros, cuarto lanero, corral de los lagos, cocina, horno y otras habitaciones); las bodegas de aceite y agua, la cochera, los guaches, el pajar y la cuadra; el Olivar de la Pieza de la Orden, el Olivar Grande, la Plaza Mayor del Monasterio y la Plaza de las Malvas, con sus posesiones y pertenencias adherentes, como la Azotea; la Librería, contigua a la antigua Hospedería, etc.

          Conque el 7 de agosto siguiente, el Ayuntamiento deliberó sobre la distribución y aplica­ción que deberían darse al edificio principal del Monasterio y a sus depen­dencias, tomando algunos acuerdos. Pero he aquí que entretanto, D. Rafael Jabat, cuñado del Marqués de San Adrián, dirigió una instancia al Gobier­no Provisional de D. Joaquín Mª López, denunciando la omisión de ciertas formalidades en la formación del expediente de concesión del Monasterio al Ayuntamiento y pidiendo su desconexión. Y en efecto, por R.O. del 28-IX-1843, quedó derogada y nula la R.O. del 24 de junio anterior.

          La consecuencia inmediata de esta disposición fue una R.O. del 2-XI-1843, en virtud de la cual el Ayuntamiento tuvo que entregar al Secretario, D. Hilario Carrillo, como Delegado de D. Felipe Gregorio Moreno, Administrador subalterno de Bienes Nacionales del Partido Judicial de Tudela, “la Hospedería, la Cillería, las Cuadras, el Pajar, los Guaches y sus pasos intermedios”, sacándolos más tarde a subasta, con las demás dependencias y accesorios del. Monasterio. De manera que, en fín de cuentas y de trapisondas, sólo dejaron al Ayuntamiento el edificio mondo y lirondo del Convento, destinado a escuelas y. hospital.

Añadamos unos detalles picantes. D. Rafael Jabat, que promovió la anulación de las R.O. del 27-IX-1841 y del 24-VI-1843, se quedó subastas baratillas, con fincas tan pingües de la Abadía, como la Pieza de la Orden, el Olivar Grande y el Soto. No es, pues, de extrañar que en 1884, figurase todavía entre los mayores contribuyentes foranos (forasteros) de Fitero, junto con los herederos de D. Juan José Aréjula y los señores Eduardo Alonso Colmenares, Nicolás Octavio de Toledo, Joaquín Arguedas y Ramón Calleja (D. Nicolás Octavio vivió anteriormente en el pueblo, habiendo sido Secretario del Ayuntamiento y, más tarde, Alcalde).” 

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          Hacia 1842, el Ayuntamiento pidió el edificio de Bernardos, que le fue concedido. En 1843, lo volvió a solicitar con todas sus dependencias, a excepción de los graneros nuevos; de Madrid se le contestó negativamente en noviembre de 1844, añadiendo que dichas dependencias deberían sacarse a subasta (Archivo Histórico Nacional, p. 152. Sección Hacienda, leg. 1952).

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Mendizabal - R. O. del 26-01-1836, mandando que los edificios de los conventos suprimidos se destinaran "al beneficio de los acreedores del Estado, comodidad y ornato de los pueblos".

          Ley de enajenación de bienes del clero (01-III-1836), ley de supresión de los conventos de frailes (07-III-1836).

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19) En el Acta de la Diputación de Navarra del 12-II-1836, aparece una instancia en la que "la villa de Fitero pide autorización para derribar la portería y la tapia que corta el frontis péal. del suprimido Monasterio; y que se le conceda también para Casa del Ayuntamiento otro edificio accesorio que llaman Hospedería (A. G. N. Act. Diputación 12.-IIo-1836). Mutilva, p. 354.

20) Acogiéndome al Decreto de Espartaco, del 9-XII-1840, el Ayuntamiento de Fitero solicitó el Monasterio suprimido para hospital y escuelas, el 27-IX-1841. (A. Hac. N. Leg. 114-72). Mutilva, p. 425.

21) El 11-XII-1844, se leyó un oficio del Ministerio de la Gobernación, de fecha del 2 de diciembre con la R. O., para que se reconociera como establecimiento público los Baños y aguas minerales de Fitero. Mutilva, p. 470.

22) El 15-XII-1845, se remató por 4.400 reales por Miguel Babima (?)- sin duda, Juan Miguel Barbería - El Refectorio del Monasterio (A. Hac. Leg. 8-37). Mutilva, p. 483. 

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 Expediente: Declaración Monumento Nacional, 1893-1905

Biblioteca Miguel de Cervantes

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Vicente Lampérez y Romea

1931

De conformidad con los informes emitidos por la Junta Superior de Excavaciones y el Comité ejecutivo de la Junta de Patronato para protección, conservación y acrecentamiento del Tesoro Artístico Nacional, y en virtud de lo dispuesto en el Decreto-ley de 9 de agosto de 1926, el Gobierno provisional de la República, a propuesta del Ministro de Instrucción pública y Bellas Artes, decreta lo siguiente:
Artículo 1º. Se declaran Monumentos históricos-artísticos pertenecientes al Tesoro Artístico Nacional los siguientes:

NAVARRA
Catedral de Pamplona - Altar de los Moros y ruinas de los Bañales en Sádaba.- Iglesia de Torres de Sansol.- Monasterio de Fitero.-...









[1] Libro de actas y acuerdos del Ayuntamiento de Fitero, de 1843-1871, f. 4 v.

 

Obras parte de Expediente sobre la declaración del monasterio de Fitero como Monumento Nacional (19) 

(Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes)

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Oficio de remisión del informe que emitió sobre el Monasterio de Fitero en 1898
Expediente sobre la declaración de Monasterio de Fitero como Monumento Nacional





Exmo. Sr.

Se ha servido V. E. pasar a informe mío una solicitud que al Ministerio de Fomento dirigió en 30 de Enero de 1893 el cura párroco de Fitero, pidiendo que sea declarado monumento nacional la iglesia parroquial de dicha villa, pero es el caso que con la misma fecha aquel párroco y los mayores contribuyentes sus convecinos dirigieron fueron desfavorables el informe y la resolución a los deseos del párroco y vecinos de Fitero, más lo que conviene ahora consignar es que, aparte la coincidencia de fecha y de objeto de ambas solicitudes, no cabe ya sino referir a la que ahora se presenta el resultado que en la Academia tuvo la otra y, por consiguiente propongo que se haga constar así y que se eleve a la superioridad en la forma conveniente.

La Academia resolverá según sea oportuno.

DIOS

que a V. (,,,) Madrid 30 de octubre de 1901,

Juan Catalina García


Exmo. Sr. Director de la Real Academia de la Historia

2

Minuta de oficio enviado por la Real Academia de la Historia al Subsecretario confirmando el...



2 Noviembre 1901

Real Academia de la Historia

Ilmo Señor Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública

Ilmo Señor

Dada cuenta a esta Real Academia de la alta comunicación de  (J) del 14 de Octubre último, remitiendo a informe de la misma la instancia que con fecha 30 de Enero de 1893 dirigió a su Ministerio de Instrucción pública el cura párroco de Fitero, pidiendo sea declarada Monumento Nacional la Iglesia parroquial de dicha villa, antes Abadía Cisterciense, con el claustro a ella anejo; en una de sus últimas sesiones acordó exponer a (Y) que habiéndose dirigido a dicho Sr. Ministro en aquella misma fecha aquel cura párroco y mayores contribuyentes de la expresada villa, con el mismo objeto, cuya solicitud pasó a informe de este Cuerpo literario, motivando el que emitió en 27 de junio de 1898, desfavorable a los deseos de los solicitantes, debe consignar, aparte de la coincidencia de fechas y de objeto de ambas solicitudes, que no cabe a esta Academia otra cosa que confirmar en un todo el informe evacuado y remitido a ese Ministerio en Junio de 1898.

Le comunico a … por acuerdo con inclusión de la solicitud de referencia.

Dios …

Madrid 14 de Octubre de 1901

El Secretario.





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Carpetilla de expediente sobre la declaración del monasterio de Fitero como Monumento Nacional

 

Núm. 1º  Antigüedades – Navarra

Real Academia de la Historia  9/7964/24 (Tachado)

Real Acadeoa de la Historia

SECRETARÍA

 

Sesión

Del 29 de noviembre de 1901.

Tuviese copia del informe emitido el 27 de junio de 1898

 

El Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública pide nuevo informe sobre declaración de Monumentos Nacional de la Iglesia Parroquial de Fitero acompañando copia del que en sentido favorable ha emitido la Academia de Bellas Artes.




 

 


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