Geografía de Fitero

GEOGRAFÍA DE FITERO

Por Manuel García Sesma 
(Los Fiteranos, 2005)

Apartado I

SITUACIÓN GEOGRÁFICA.

Fitero está situado en el extremo S. O. de Navarra y de la comarca de la Ribera o Ribera Tudelana.  La mayor parte de su caserío se halla ubicado en el fondo del valle que forma el Río Alhama, en su término municipal, y debido a ello, la persona que, a principios del siglo XIX llegaba a Fitero por la carretera de Tudela-Cervera, no divisaba el poblado hasta que estaba encima de él.  Por eso, un viejo cantar de la Ribera decía así:

Cascante se hizo en un alto;
Corella, en un carasol;
Cintruénigo, entre olivares;
Fitero, en un bodegón.

Con todo, no es un bodegón estrecho y sombrío, sino amplio, iluminado y sonriente. El viajero hidrógrafo francés, Germond de Lavigne, que lo visitó, hacia mediados del siglo XIX, escribió a continuación, que era “une jolie plaine, formée par l´Alhama” [1]; es decir, una bonita plana formada por el Alhama. De todos modos, el vecindario empezó a salir del bodegón, en la 2ª mitad del siglo XIX, en que se construyeron los Cogotillos: primeramente el Bajo (hoy Pío XII), y luego, el Alto.  Pero pasó casi un siglo hasta que se reanudó la construcción emergente del caserío nuevo, a partir de la calle Federico Mayo, siguiendo detrás de ella, en dirección ascendente, por el N. E. hasta salir a la carretera de Cintruénigo.  De manera que, en la actualidad, una buena parte de los vecinos ya no viven en el bodegón secular. Huelga añadir que, como el resto de Navarra y de España, Fitero se encuentra en la Zona Templada del Hemisferio Norte, pertenece a la Europa Occidental y está dentro del primer Huso Horario del Oeste.

Límites regionales, provinciales y locales.

Desde su fundación hasta el presente, Fitero ha sido un pueblo fronterizo de Castilla la Vieja [2], de Navarra y de Aragón.  La muga común de las tres regiones se encuentra, desde antiguo, en el Mojón de los Tres Reyes, que está a 8´5 kilómetros al S. E. de Fitero, en el kilómetro 100´700 de la carretera de Pamplona a Madrid [3], y es el sitio en que se juntan las jurisdicciones de Cervera del Río Alhama (Comunidad Autónoma de La Rioja), de Tarazona (Comunidad Autónoma de Aragón) y de Fitero (Comunidad Foral de Navarra). Anotemos que la provincia de Soria es casi fronteriza con Fitero, pues el término de Débanos, que se encuentra en el extremo N. E. de dicha provincia, apenas si dista 4 kilómetros de nuestro término municipal. En cuanto a sus límites locales, Fitero linda al Norte con Corella y Alfaro; al N. E. y al E., con Cintruénigo; al E. asimismo, con los Montes de Cierzo y Tudela; al S. E. , con Tarazona; al S. O., con Cervera del Río Alhama; y al O., con Alfaro y las Ventas del Baño.

Coordenadas geográficas de la villa.

Las correspondientes al centro del pueblo son las siguientes: 42º 03´22´´ de latitud N.; y 1º 49´47´´de longitud E. del meridiano de Madrid ( y por tanto, 1º 51´29´´de longitud O. del meridiano internacional de Greenwich). Su altitud es de 422 metros, constituyendo un vértice geodésico de segundo orden.

Coordenadas geográficas del término municipal

El territorio de Fitero está comprendido entre las latitudes N. 42º 04´35´´ y 41º 59´44´´, y entre las longitudes E. del meridiano de Madrid 1º 52´05´´ y 1º 46´45´´, correspondientes respectivamente a las longitudes O. de Greenwich 1º 49´11´´ y 1º 54´11´´. La latitud N. 42º 04´35´´corresponde a la muga común de Fitero, Corella y Alfaro en el N. O. de nuestro término municipal; y la latitud 41º 59´44´´, a la muga común con Tudela y Tarazona, en el extremo S. E.  La longitud E. 1º 52´05´´del meridiano de Madrid corresponde a la muga común con Cintruénigo y Tudela, situada al S. E., en las inmediaciones del Km. 82 del ferrocarril Soria-Castejón [4]; y la longitud 1º 46´45´´, al Puente de las Ventas, en el extremo O. de Fitero.

Configuración del territorio fiterano.

El término municipal no tiene una forma geométrica definida ni aún aproximada, pues su contorno es completamente irregular.  Sin embargo, podría inscribirse en un pentágono irregular invertido; es decir, con la base arriba, y el vértice superior, abajo. El término municipal de Fitero solo presenta tres porciones rectilíneas apreciables: 1) al Norte que es la línea fronteriza con Corella, en su totalidad; 2) al Este, que es una parte de la fronteriza con Cintruénigo, comprendida entre el km. 20 de la carretera de Ablitas [5] y el km. 82 del ferrocarril citado; 3) al Oeste, otra parte de la fronteriza con Cervera del Río Alhama, comprendida entre la cota 691 y el punto en que dicha línea corta el camino de los Degollados. El resto del contorno es curvilíneo, con numerosos entrantes y salientes, y va estrechándose hacia el Sur, donde termina en dos bolsas: las de los extremos Sur y S. E., a uno y otro lado del km. 108 de la carretera de Cintruénigo a Madrid [6].

Longitudes máximas.

En el sentido de los paralelos; es decir, de Este a Oeste, la distancia geográfica mayor es de 6´750 kms. y corresponde a la línea recta, comprendida entre las inmediaciones del km. 82 del ferrocarril Madrid-Soria-Castejón, en la muga común de Fitero, Cintruénigo y Tudela, y entre la cota 552, fronteriza con Cervera, a orillas del Añamaza. En el sentido de los meridianos; o sea, de Norte a Sur, la longitud máxima es de 8´250 kms., y corresponde a la distancia en línea recta, desde el punto en que el camino de Fitero a Alfaro corta la frontera con Corella, hasta los aledaños del km. 78 del ferrocarril predicho, en el extremo meridional de la frontera con Cervera. Finalmente la diagonal máxima mide 11 kms. y corresponde a la longitud de la recta que va desde la muga común de Fitero, Alfaro y Corella, en la extremidad N. O., hasta la común de Fitero, Tudela y Tarazona, en la extremidad S. E.

Medidas fronterizas y perímetro

Fitero tiene con Cintruénigo una frontera de 7 kms.; con Corella, de 6´250 kms.; con Alfaro, de 2´500 Kms.; con Cervera del Río Alhama, de 11 kms.; con Tarazona, de 2´500 kms.; y con Tudela, de 5 kms. Por consiguiente, su perímetro es de 34´250 kms. aproximadamente. (Y decimos aproximadamente, porque todas las medidas y coordenadas que hemos consignado hasta ahora, las hemos tomado sobre el plano del término municipal de Fitero, levantado por el Instituto Geográfico Catastral [7]; y aun cuando lo hemos hecho con todo cuidado, no es difícil que hayamos incurrido en algún pequeño error, dado que la escala de dicho plano es de 1:50.000 y por tanto, una equivocación de 1 mm. en el plano supone un error de 50 metros en el terreno).

Extensión superficial [8]

En 1980 era - y continúa siendo - de 42´71 kms. cuadrados [9], equivalentes a 4.271 hectáreas, o 47.561 robadas, constituyendo un 0´41 % de la superficie total de Navarra, la cual es de 10.421 kms. Comparativamente con los términos municipales adyacentes de la provincia de Navarra, Fitero tiene 6´38 kms. más que Cintruénigo; 37´11 kms. menos que Corella; y 166´20 kms. menos que Tudela.  Por lo demás, la extensión territorial de Fitero ha cambiado mucho, a través de los siglos, habiendo alcanzado la máxima - alrededor de 130 kms. -, en tiempos del abad, Guillermo I (1161-1182), sucesor de San Raimundo. Catastralmente, la extensión superficial de Fitero estaba dividida en 1985, en 104 polígonos agrupados en dos secciones: la 1ª (del Norte al Este), con 51; y la 2ª (del Sur y Oeste), con 53.

Estructura y antigüedad del suelo.

El lugar que ocupa actualmente el territorio de Fitero, así como el de toda Navarra, estuvo cubierto por las aguas del mar, durante millones de años. Una prueba de esta antigua cobertura marina en Fitero la tenemos, en los fósiles hallados, durante el siglo pasado, en la cúspide de los Blancares [10], consistentes en una “Variedad de conchas”.  Al retirarse el mar definitivamente de Navarra, se formó la gran Cuenca del Ebro, la cual era un inmenso lago que ocupaba todo el contorno de la Ribera. Su formación debióse al hundimiento del Macizo del Ebro, concomitante con el levantamiento de los Pirineos y de las montañas vasco-cántabras. Lo que era un emergido, se transformó, en efecto, con ocasión del mencionado plegamiento en una cuenca lastre sedimentaria, de fondo subsidente y cuyo eje se fue desplazando progresivamente de Norte en el transcurso de los periodos geológicos del Oligoceno y del Mioceno. En las márgenes de la Cuenca, se depositaron sedimentos detríticos de color rojo, ocre o amarillento; conglomeradas areniscas y margas. Y en las paredes centrales, evaporitas: yesos y margas yesíferas, margo-calizas y calizas lacustres [11]. Un detalle curioso es que el territorio de Fitero fue el primero de la Ribera en emerger de dicha cuenca, pues en aquella predominan los terrenos inferiores a los 400 metros de altitud, mientras que en Fitero sobrepasan la isohipsa 600 m. las partes más altas, como el Alto del Fraile, Peña Roya Alta, la Planilla, algunas cotas de Cuévanos, etc., ascendiendo hasta la altitud de 742´94 m. en la Atalaya de Fitero, la cual no debe confundirse con la Atalaya de Cascajos [12], que solo tiene 543 m. De manera que el territorio fiterano fue uno de los primeros - si no el primero - en comenzar a desecarse y por consiguiente, uno de los más antiguos de la Ribera de Navarra.
Por otra parte, Fitero exhibe unas muestras notables de la Era Secundaria o Mesozóica, que son las únicas de toda la parte central y meridional de la Provincia. Según Fermín Marquina, “pertenecen al Triásico Superior y comprenden los montes rocosos de los Balnearios y sus aledaños occidentales, penetrando en la Rioja hasta Grávalos.  Su roca predominante es una caliza arcillosa y dolomítica, con intercalaciones de yeso, muy trastornada por emanaciones termales[13].  Joaquín del Valle de Lersundi afirma que la formación de esas rocas se debió a que “en Fitero, una serie de fallas inversas de gran pendiente pusieron en contacto los conglomerados del Nioceno con el Keuper  yesífero, sobre el que se encuentran carniolas [14] jurásicas, a las que siguen calizas y calizar margosas” [15]. Dicho contacto consistió en un desbordamiento de la Cordillera Ibérica sobre el extremo occidental norteño de nuestro territorio; y las fallas que lo propiciaron se debieron a numerosos cataclismos geológicos ocurridos en esa zona. Testigos mudos, pero elocuentes, de los mismos son las formas extrañas y retorcidas de Roscas y las no menos rudas del lado Sur de la Peña del Baño, cuyas imponentes masas, al decir del Dr. Mozota Vicente, “parecen ir a derrumbarse por falta de cohesión y sus fragmentos, amontonados en confuso desorden, dan la sensación de estar próximos a desplomarse[16].
Lucas Mallada, en su “Reconocimiento geológico de la Provincia de Navarra” (1882), se pregunta ya si no pertenecerían al Plioceno las molasas rojizas, amarillas y veteadas, las arenas calíferas, las arcillas rojas y el conglomerado que se interpone entre ellas y que se ven en Fitero y Cintruénigo [17].  De lo que no cabe duda es de que el terreno actual de Fitero es predominantemente aluvial; sobre todo, el de la derecha del Alhama.  Floristán Samanes escribe a este propósito que “entre el Queiles y el Alhama, casi todos los cerros están coronados por depósitos de aluviones, más o menos espesos y cimentados” [18]; y Leoncio Urabayen afirma que los aluviones del curso inferior del Alhama, al que pertenece nuestro pueblo, fueron “producidos indudablemente en los periodos de glaciación de los Pirineos” [19]; o sea, hace más de 50.000 años.  En todo caso, es ya en el periodo holoceno de la Era Cuaternaria, cuando se formaron por erosión las actuales planas y colinas de Fitero.
Descendiendo a los detalles geológicos de nuestro territorio, el IGME (Instituto Geológico y Minero de España), en su folleto 281/24-12, consigna que “los conglomerados básicos que lo forman son de características litológicas similares a los de Arnedo, en cuanto a naturaleza, tamaño y procedencia análoga del canto, si bien se diferencian en que, en una gran parte, se ven interrumpidos por la presencia de elementos finos: areniscos, limos y arcillas, de color rojo, constituyendo una auténtica alternancia”. “Los conglomerados, en este caso, se presentan en capas de espesor variable, que puede estar comprendida entre los 0´5 y 1´5  m., o bien en bancos masivos.  Los tramos arcillo-limosos son más potentes, mientras que las capas de arenisca son siempre más finas; por lo general, de menos de 0´50 m. de espesor.” “La fracción detrítica de los conglomerados está compuesta de una variada gama de bloques y cantos poligénicos, abundante sobre todo los de las calizas mesonóicas, aunque también hay cantos de arenisca, cuarzo y cuarcita.” “Los cantos son muy heterométricos, encontrándose tamaños que oscilan entre 3 y 50 cm., poco rodados y mal clasificados, presentándose, por lo general, trabados todos por un cemento calcáreo y una matriz arcillo-arenosa de color rojo.” “Los terrígenos que componen las areniscas son normalmente cuarzo y fragmentos de rocas, en especial de caliza.  El cemento es calizo, a veces bastante recristalizado” [20]. “Después de la sedimentación de las evaporitas, alternantes con niveles de terrígenos finos, que tuvo lugar durante el Keuper, en un medio probablemente lagunar, se produjo la extrusión de los basaltos, que son muy abundantes en la zona, y especialmente desde los Baños de Fitero hasta el N. de Grávalos[21].
En la zona de Fitero, existen unos depósitos cuaternarios en los que es difícil separar las terrazas del glacis, formados por gravas, limos y arcillas. Se trata de depósitos aluviales o más exactamente, fluviales, de llanura de inundación, alcanzando verdadera importancia los originados por el río Linares, el río Alhama y el arroyo de Añamaza [22].

Localización especial de los elementos constitutivos del terreno.

Tratando de localizar los que más abundan en los términos de nuestros campos, nos tomamos la pena de descifrar los jeroglíficos del Mapa Geológico correspondiente del IGME, ya citado, descubriendo los detalles siguientes. Por supuesto, los elementos más abundantes en todos los términos, son los conglomerados, que lo mismo se encuentran en Hospinete que en los Cascajos, en Valderomeral que en Sancho Barón.  Ahora bien, las arenas y limos abundan principalmente en la Atalaya de Fitero y en los Degollados; las areniscas y arcillas, con canales conglomeráticos, en el Soto, Solosoto [23], el Combrero, la Hoya del Puente y Abatores [24]; las calizas, calizas arenosas y areniscas indiferenciadas, en Peña Roya; las carniolas, dolomías y calizas dolomíticas, en los Cuévanos; las arcillas y yesos, con bloques de carniolas y basaltos, en los Blancares; las terrazas y glacis confundidos y formados por gravas, limos y arcillas, en casi todas las orillas del Alhama; pero, sobre todo, desde la Peña del Saco hasta el Puente Grande; las alternancias detríticas, en la Vega; las calizas limosas y areniscas, en el Alto del Baño; las calizas masivas y arcillosas, en la Peña del Saco; las arenas y limos, en los barrancos del Piquete y de Cascajos, etc., etc. [25].  En 1977, el Atlas de Navarra Geográfico-Económico-Histórico (A.N.G.E.H.) de Diáfora resumía la naturaleza del suelo de Fitero, asentando que era cambisol calcarino y regosol, a la izquierda del Alhama, y cambisol calcárico, en fase petrocalcárica a la derecha [26].

Relieve del suelo: zonas y altitudes.

Visto desde un avión, a poca altura, el territorio de Fitero ofrece la perspectiva de una haya algo extensa y profunda, surcada longitudinalmente por un río, abrigada al Norte, Poniente y Sur por varias montañas y abierta, en declive suave, hacia el Oriente.  En Medio, se divisa el caserío, situado en la margen izquierda del Alhama, coronado por las dos torres y la espadaña de la iglesia y circundado, en los cuatro puntos cardinales, por los tablares, más o menos rectangulares de la campiña y las eminencias relativas de colinas y montañas, ninguna de las cuales alcanza los 800 metros de altitud.
En nuestro término municipal, se pueden distinguir tres Zonas: Baja, Media y alta, referidas separadamente al campo y al poblado.  Pero, por ahora, solo nos ocupamos de las primeras.

Zonas rústicas: la Zona baja.

Comprende todas las tierras, situadas a ambos lados del Río Alhama, hasta los pies del cabezo de Peñahitero, que tiene 430 metros de altitud.  El punto más bajo de nuestro territorio se encuentra en el cauce del río, a 402´8 metros de altitud y a 175 m. de distancia geográfica de la jurisdicción de Cintruénigo.
Las tierras de la Zona Baja, situadas a la derecha del Alhama, son, de Poniente a Oriente, las siguientes: la parte baja de la Vega, la Redonda, las Dehesillas, el Soto, Solosoto, el Combrero, la parte baja de Cascarrales, Valdegurriona, la Hoya del Puente, el Paseo Viejo, los Plantadillos, Ormiñén y la parte baja de la Dehesa de la Villa.

En cuanto a las situadas a la izquierda del Río, en la misma dirección, son las tierras de Valdebaño, el Paguillo, Torralba, el Porretón, las Viñas de en Medio, Santa Lucía, la Mina, el Batán, el Sotillo, la Pieza de la Orden, las Huertas (Baja y Alta), Peñahitero, la Mayor, las Sacristanías (Baja y Alta) y Abatores, con todos sus parajes.
Respecto de sus altitudes, tenemos que prevenir al lector que, de vez en cuando, difieren entre sí las anotadas en los mapas de Navarra que hemos consultado; a saber, el de las Hojas 281 del Instituto Geográfico y Catastral, 2ª edición, 1953; el Atlas de Navarra Geográfico-Económico de Diáfora, S. A., Barcelona, 1977; el Gran Atlas de Navarra, t. II, 1986; y el Mapa Topográfico de Navarra, realizado por el Servicio Cartográfico de la Diputación Foral, a base de fotografías tomadas por avión en la década de 1970.  Por ejemplo, el Gran Atlas de Navarra consigna que la máxima altitud de Peña Roya Alta es de 639 m.; y el Mapa Topográfico, de 648 m.; la Hoja 281 del Instituto Geográfico y Catastral anota como máxima altitud de los Cuévanos 649 m.; y el Mapa Topográfico, 684, etc. Nosotros nos hemos atenido ordinariamente a las cifras del Mapa Topográfico.  He aquí algunas. La Huerta Baja tiene una altitud media de 410 m.; y la Alta, de 426 m. La altitud predominante en la parte baja de la Dehesa de la Villa es de 420 m.; y del camino de la Tejería, 423. La altitud del Río Llano, en su curso fiterano, varía entre los 414 m. y los 419.  En abatores, el Paso y el Recuenco tienen una altitud media de 416 m.; y la Morería, de 415, etc.

Zona Media.

Comprende los terrenos de 425 a 550 m. de altitud, figurando entre ellos los siguientes.  A la derecha del Alhama: la parte alta de la Vega, San Valentín, los términos del Castillo, Roscas, parte de la Granjuela; de los Blancares, de los Cuévanos, de Cascarrales, Hospinete, Majarrasas, la parte alta de la Dehesa de la Villa, gran parte de Valderomeral, Valderribera, Tripa Ligera, el Fustal y Varondillo. Y a la izquierda: los términos de Cascajos, la Mejorada, la parte baja de la Atalaya de Cascajos, Sancho Barón, el Olmillo y el Vinagre.
Algunas altitudes de ellos son las siguientes. La máxima de la Vega, 467´6 m. Prácticamente todos los Cuévanos tienen una altitud entre los 475 y los 573 m., que es la mayor, predominando los que pasan de 500.  La parte alta de la Dehesa de la Villa tiene una máxima de 436 m. Varias cotas de la parte media de Valderomeral oscilan entre 500 y 550 m. La mayor de Valderribera es de 517 y las demás descienden hasta 486´92 m. La mayor del Fustal tiene 539´8 m. y la menor, 500.  La altitud del Olmillo es de 454 m.; y la del Vinagre, 443´5 m.

Zona alta.

Comprende las tierras de 550 m. de altitud en adelante. La más alta del territorio fiterano es la cota 742´94 m., correspondiente a la Atalaya de Fitero, ubicada en la Dehesa de Gervasio, a unos 100 m. de distancia geográfica del Camino Alto de la Espinosa.  Sin embargo, una buena parte del vecindario cree que la mayor altura de nuestro pueblo es el vértice de la Atalaya de Cascajos: error de perspectiva fácilmente explicable, por la cercanía de esta montaña al caserío de la Villa y a la carretera de los Balnearios.  Pero la verdad es que ese vértice solo tiene 543 m. de altura sobre el nivel del mar; es decir, 199´94 m. menos que la Atalaya de Fitero.  En ésta última, hay una casilla de 5 m. de larga, 2 m. de ancha y otros 2 m. de alta, que sirve de observatorio, para vigilar los posibles incendios forestales del pueblo.  Se inauguró en 1979 y fue costeada por la Diputación Foral.  Su primer observador fue Jesús Bayo, con un salario mensual de 47.000 pesetas, por siete horas de trabajo seguidas, cada día.  Desde allí hay una pista de unos 600 m. que va hasta el Alto de Matacán, junto al cual existe una balsilla (el Pozo de Matacán) que recoge las aguas de los cabezos próximos y que antaño servía de abrevadero del ganado menudo.
A 650 metros de distancia, más abajo de la Atalaya de Fitero y a 716´5 m. de altitud, señala el Mapa Topográfico de Navarra, en la misma Dehesa, las dos Casas de Gervasio: una en ruinas (la del antiguo propietario, Gervasio Alfaro) y otra, en pie (la del antiguo guarda de la Dehesa, el Tío Zarambote, Celestino Vergara). La segunda altura de Fitero es el Alto del Fraile, de 741´57 m. de altitud.  Se encuentra en la Dehesa de Ulagoso, al S. E. del territorio, pasada la carretera de Madrid.  En sus cercanías, se alzan otras dos cotas de 739´1 y 675 m. de altitud respectivamente. Por lo que se refiere a las demás altitudes de la Zona Alta, merecen anotarse, a la derecha del Río Alhama, la cota 678´6, entre el Portillo de la Miel y el de los Degollados, en la frontera con Cervera; las cotas de los Blancares que sobrepasan los 650 m. de altitud, siendo la más elevada el Alto de la Reina; y la cota 678´80 de Valderromeral. A la izquierda del Río, sobresalen la cota 601´74 de Sancho Barón (el Alto de la Quiteria) y la cota 656´4 (de la Planilla).

Apartado II

OROGRAFÍA
Montes y Cabezos.

         Los principales montes de la derecha del Río Alhama son, de Poniente a Oriente, los siguientes. En primera línea, la Peña del Saco (que pertenece en realidad a Cervera, pero perteneció, en siglos pasados, a Fitero), con 517´5 m. de altitud; el Castillo, con 590 y Roscas, con 570. Los tres son rocosos y adyacentes al Río. Según Jimeno Jurío, “la abundancia de fragmentos cerámicos en la Peña del Saco hizo que los pobladores medievales del próximo lugar de Tudején la denominaran: “Crepa cántaros” o “Quiebra cántaros” [27]. En 2ª línea, o sea, detrás de los anteriores, se yerguen Peña Roya Baja, con 590 m.; Peña Roya Alta, con 648; los Cuévanos, cuyo vértice mayor tiene 684 m.; los Blancares, cuya cota más alta es de 674 m.; los Altos de Valdeza con 685 m.; los de Valderromeral, con 678´80 m.; y los de Valderribera, con 517 m. En 3ª línea están el Tolco y las Dehesas, cuyas faldas bajas pertenecen a la Zona Media.  Los montes y cabezos de la izquierda del Alhama son los que siguen. El hito gigantesco de la Peña del Baño, que da a la carretera de Tudela, tiene 525´4 m. de altitud; y la cresta oriental inmediata, 600; la Atalaya de Cascajos, sin contar la cruz, 543; el Olmillo alto; y los cabezos del Omillo Bajo; del Montecillo; y de Peñahitero, 430 m.

 Acerca de la naturaleza y origen de estos montes, valen los datos que ya hemos aportado en el capítulo I; pero, a título de curiosidad, vamos a citar lo que escribió acerca de ellos Pascual Madoz, a mediados del siglo XIX. “Estos montes se componen, en su mayor parte, de canteras de yeso de la mejor calidad. Además de este mineral, se hallan grandísimas porciones de excelente piedra calcárea y otras canteras de piedra sillería de muchas especies. Todos estos terrenos calcáreos que forman colinas tal cual elevadas, manifiestan vestigios volcánicos, y aún se notan entre el Castillo y Peñarroya, mirando al Sur, señales de cráter y lavas. Su formación ha sido evidentemente por elevación, efecto de un gran cataclismo, pues todas las rocas se encuentran o muy inclinadas o en situación vertical o invertidas. También se halla en la cúspide de un cabezo, llamado de los Blancares, variedad de conchas o, por mejor decir, el jugo de núcleo lapídeo, que se petrificó y amoldó en ellas, antes de su descomposición. Se hallan tambien diseminadas por el vértice meridional del cabezo de la Atalaya, piedras sueltas de cuarzo; pero no se ven canteras que puedan dar indicio de mineral.  La Atalaya, así como los terrrenos adyacentes y sus paralelos a la otra margen del Alhama, son de aluvión.  No se nota señal alguna, en ninguna otra parte, de mineral, sino un poco de hierro en las Peñas llamadas del Baño; mas no en cantidad suficiente para poder explotarlo. Los cabezos, colinas y cañadas de estas montañas están cubiertas de romero, tomillo, esplieté silvestre y madreselva, en tal abundancia que es la leña de los pobres y la que se emplea generalmente para hornos de pan cocer” [28].

Barrancos.

         Por estar encajonado entre montañas, excepto por el Oriente, Fitero tiene bastantes barrancos y barranquillos.  No vale la pena de ocuparse de estos últimos y lo hacemos solamente de los primeros. Dada la sequía tradicional del pueblo, solo precipitan ordinariamente agua, durante las escasas lluvias de la primavera, y las tormentosas, y tampoco abundantes, del estío.  El refrán “En Abril, aguas mil” no reza con Fitero, y las lluvias extraordinarias de abril a julio de 1988 fueron una rarísima excepción.

         Los principales barrancos de la derecha del Alhama son, de Poniente a Oriente, los 3 de la Aranjuela [29], que desembocan directamente en el arroyo de Añamaza; y los 9 siguientes, que desaguan en el Alhama: el de San Valentín, el de la Cueva de la Mora (o de las Dehesillas), el del Lindo, el de los Blancares (o Cascarrales), el de la Corraliza; el de la Olivareta (o de la Espinosa), el de la Templadera, el del Pomar del Fuy, el del Fustal, y el del Mónico, en Valdelafuente.
Los barrancos de la izquierda del Alhama son derivados, en su mayoría, de la Atalaya de Cascajos y enumerados igualmente del O. al E., son el barranco de los Baños Viejos (Palafox) que sirve de muga con la Rioja; el de Valdecalera o Colladillos, el del Piquete, el de Cascajos, el de la Mina, de la Mejorada, el del Cementerio o Colladillos, el de Rincones, el del Terrero (o del Olmillo), el del Sixto y el de la Chalpa. A estos hay que agregar 5 del Tolco; a saber, el de Varondillo, el de Tripa Ligera, el de Valdeguarro, el de la Dehesa de Gervasio y el de Ulagoso.

Cuevas.

         ¿Hubo antiguamente cuevas de habitación en el territorio actual de Fitero...? No lo sabemos. Tal vez utilizaron algunas los primitivos habitantes de los poblados de la Peña del Saco, pero no hay constancia ni rastro de ellas.
         En la década de 1970, cuando tratamos de localizar la ubicación del antiguo convento cisterciense de Niencebas, en la cañada de la Granja, encontramos varias cuevas, habitadas indudablemente en otro tiempo, en la orilla derecha del riachuelo de la Fuente de los Cantares, a la altura del kilómetro 15 y pico de la carretera de Alfaro a Grávalos [30].  Sabido es que la Granja de Niencebas perteneció, en los siglos pasados, al Monasterio de Fitero; pero es más que dudoso que fuesen habitadas por fiteranos, pues, por otra parte, no tienen trazas de ser antiguas, y bien pudieron ser utilizadas por trabajadores temporeros de otros pueblos, venidos a realizar plantaciones o a recoger cosechas, por aquellas tierras. Lo que es seguro es que algunos vecinos pobres habitaron alguna de la cuevas, situadas a la derecha del río Alhama, frente al Sotillo y la Templadera.  Baste recordar la del Tío Pirrio, hundida en el tercer decenio del siglo XX.  Además de éstas, quedan todavía la cerveraña de la Peña del Saco, frente al Balneario Bécquer; la de la Mora, en la ladera oriental del Castillo; la del Mendoza, en las Heleras; la de la Muchacha, en el Barranco del Lindo; y la del Maculet, en la Hoya del Puente.
         A la izquierda del Alhama, en el Olmillo, hubo otra cueva: la del Tío Calaño, ya desaparecida. La más conocida de todas es la Cueva de la Mora, inmortalizada por Gustavo Adolfo Bécquer, en una hermosa leyenda del mismo título. Todavía es visitada por bañistas y turistas. La Cueva de la Muchacha la dimos a conocer nosotros, con un romance [31] y unas notas históricas que publicamos en el Programa de Fiestas de la Virgen de la Barda de 1980 [32] y que reprodujimos en 1981, en nuestro libro, ESTUDIOS FITERANOS, pp. 152-154.  Se trata del asesinato atroz de una muchacha de San Felices [33], ocurrido en octubre de 1750, en dicha cueva.

Dehesas.

         Las Dehesas o terrenos dedicados exclusivamente a pastos o a cotos de caza son en Fitero montañosos, pues la Dehesa de Ormillén o de la Villa, que ocupa una penillanura, fue rotaruda y convertida en parcelas de cultivo en 1913, como ya lo referimos en el volumen I de nuestras INVESTIGACIONES HISTÓRICAS SOBRE FITERO [34]. El último Inventario de Bienes del Monasterio, hecho a finales de 1835, solo anotaba tres Dehesas: las de Valdeza, Valdeguarro y Ulagoso, y dos corralizas unidas a ellas, junto a la jurisdicción de Tarazona. La de Valdeza comprendía todo el territorio actual de Valdeza, que entonces no tenía acceso por ninguna carrretera, sino por algunas sendas, y por supuesto, asimismo el barranco, que tampoco tenía el puente del km. nº 3 de la carretera de Hospinete. La Dehesa de Valdeguarro abarcaba todo el territorio del Sur y S. O., desde los límites Occidentales de Valdeza, hasta los confines occidentales de Cintruénigo. Y Ulagoso era - y es - el gran bolsón del S. E., al otro lado de la carretera de Madrid, conocido actualmente con el mismo nombre.
         Ahora bien, con motivo de la desamortización iniciada por Mendizábal en 1835, todas las Dehesas fueron divididas y pasaron a ser propiedad de diferentes señores: D. Manuel Esteban Abadía, D. Manuel Santiago Octavio de Toledo, D. Manuel María Alfaro Morales, D. Celestino Huarte, etc. y a continuación, desaparecieron los tres nombres de las dehesas de los frailes, para adoptar los de los nuevos propietarios.  Lo malo es que, al morir éstos, las dehesas tomaron los nombres de sus sucesores, armando, a veces, un verdadero embrollo toponímico.  Así, la parte más occidental de la Dehesa del Valdeguarro, frente a la de Valdeza, se llamó de D. Nicolás Octavio de Toledo.  Al morir éste en 1901, pasó a sus hijas, Engracia y Felisa, y se llamó entonces la Dehesa de las Octavias.  Pocos años después, doña Felisa se casó con el médico gallego D. Miguel Herrero Besada, y entonces la parte de Doña Felisa, que era la mitad de la dehesa de D. Nicolás, se empezó a llamar la Dehesa del Gallego, mientras que la otra mitad, la de Doña Engracia, después de otros avatares, acabó por ser comprada por unos vecinos de Cabretón, llamándose en adelante la Dehesa Comprada y también la Dehesa de los Blancares, por comprender una parte de ellos.
         Análogamente, al morir D. Manuel María Alfaro Morales en 1900, su Dehesa, de la que se conserva una vasta pintura, como coto de caza, en el convento de las monjas Clarisas, pasó a su hijo, D. Gervasio Alfaro y empezó a llamarse la Dehesa de Gervasio: topónimo que aún subsiste, a pesar de que D. Gervasio murió, hace bastantes años, y de que no heredaron sus hijos.
         Actualmente los nombres usuales de las Dehesas se reducen a seis: Dehesa de Ulagoso, Dehesa de Gervasio, Dehesa de Valdeguarro, Dehesa del Gallego, Dehesa de los Cuévanos y Dehesa del Castillo, habiendo pasado a ser propiedad de la Diputación Foral las de Ulagoso, Valdeguarro, parte de la de Gervasio, la del Gallego y la de los Cuévanos.

Advertencia importante.

No nos ocupamos en este capítulo de los históricos Montes de Argenzón, de Yerga y de Cierzo por haberlo ya hecho extensamente en el capítulo IX de nuestro libro INVESTIGACIONES HISTÓRICAS SOBRE FITERO, Volumen II, bajo el título de INVESTIGACIONES OROGRÁFICAS [35]. Dichos montes son ya para nuestro pueblo un simple recuerdo histórico y no tienen que ver nada con la orografía contemporánea de Fitero, desde el punto de vista toponímico. Por análoga razón, tampoco nos ocupamos de las yerbas de los montes, de los corrales y abrevaderos para el ganado que había, en los siglos pasados, en ellos, por haber desaparecido prácticamente en la actualidad, la ganadería fiterana; y respecto de la floreciente de aquellos tiempos, ya consagramos a ella el capítulo XII del volumen I de nuestras Investigaciones Históricas [36].

Apartado III

HIDROGRAFÍA

Advertencia previa.

         En el volumne I de nuestras INVESTIGACIONES HISTÓRICAS SOBRE FITERO [37], dedicamos ya las 28 páginas del capítulo VII a las Investigaciones Hidrográficas y a ellas remitimos a los lectores que quieran enterarse a fondo de la historia de los regadíos fiteranos, cuando solo existía en su territorio el Monasterio, desde la tercera década del siglo XII. Por lo mismo, en este capítulo, como no es cuestión de repetirnos, vamos a hacer una relación sucinta de la hidrografía actual, puntualizando conceptos que no desarrollamos entonces.

Hidrografía contemporánea.

         En la actualidad, está representada principalmente por el Río Alhama y sus acequias, la Fuente de Hospinete y sus pilones, las aguas de los Balnearios Termales y el agua potable del Moncayo, tomada de la Planta Distribuidora de la Nava.

Las viejas corrientes del Añamaza y de la Acequia del Tolco.

         En el primer cuarto del siglo actual, todavía existían en Fitero dos corrientes hidrográficas más, de cierta consideración: la del Añamaza, llamada vulgarmente el río de la Vega; y la de la Acequia del Tolco. Ambas procedían por distinto cauce, de la Laguna de Añavieja, sita en le municipio de Castilruiz (Soria). La de Añamaza entraba, por toma natural, en la jurisdicción de Fitero, por el paraje del Prado y su caudal aproximado era de unos 625 litros por minuto, con los que se regaban el Prado, la Vega propiamente dicha, los Hortales, la Salmuera y la Redonda.  En cuanto a la corriente de la Acequia del Tolco, se internaba en territorio fiterano por los Tres Mojones, llevaba un caudal de unos 300 litros por minuto, y regaba los términos del Tolco y de la Nava Alta.
         Ahora bien, hacia finales de la tercera década del siglo actual, los agredeños compraron la Laguna de Añavieja y desviaron el agua que entraba en Fitero, para explotarla en beneficio propio. De manera que, en la actualidad, el viejo río Añamaza, que ya aparece documentado en el siglo XII, solo tiene el escaso caudal de tres pequeñas fuentes de la Vega; y la Acequia del Tolco solo lleva eventualmente, en el invierno, alguna agua sobrante de la laguna de Añavieja.

El río Alhama.

         Nace al pie de la Sierra del Almuerzo, en el término de los Castellares, a 1´5 km. del N. O. de Suellacabras, en la provincia de Soria.  Julio Altadill anotó ya a fines de la segunda década del siglo actual, que “tiene un curso de 84´416 kms., en dirección constante hacia el N. E. [38] ”, aunque en 1931, Leoncio Urabayen lo rebajo a 78 kms [39]. La diferencia es explicable por las tremendas variaciones que ha experimentado su cauce, sin contar con que su formación se debe a dos ramales iniciales diferentes.  Alfredo Floristán Samanes consignó más tarde que “en los 25 kms. que tiene su curso entre Fitero y su desembocadura, va un desnivel de unos 140 m.” [40], mientras que Altadill aseguró ya que la pendiente media (en todo su curso) es de 13 mm. por m.; y la procedencia de sus aguas, de terrenos jurásicos y siluriano”. El Alhama desemboca en la orilla derecha del Ebro, por Alfaro, frente al Soto.  Sus afluentes son: el Débanos, por la derecha, y el Linares, por la izquierda.

         El Alhama riega en su curso los términos de Magaña y de Cigudosa, en la provincia de Soria; Aguilar del Río Alhama, Inestrillas, Cervera del Río Alhama y Alfaro, en la de la Rioja; y de Fitero, Cintruénigo y Corella, en la de Navarra.

Cuenca del Alhama.

         Comprende una extensión de 17.697´3370 hectáreas, las cuales se distribuían hacia 1920, según Altadill (Toledo, 1858-Pamplona, 1935), del modo siguiente:

Tierras de labor
8.954´3718784
Viña sola
7.056´7429608
Olivar solo
1. 601´1384376
Viña y olivar mezclados
11´7697736
Hortalizas
73´3140096
Total
17.697´33706 hectáreas [41]

Actualmente esta distribución ha cambiado bastante en detrimento de la viña y sobre todo, del olivar. El terreno que recorre el Alhama es muy accidentado y a buen seguro que sería una vía fluvial de gran importancia, de no invertir en riegos la totalidad de su caudal.  El Padre Moret escribía a este propósito, a principios del siglo XVIII que “el Alhama desagua en el Ebro, casi sin madre ni nombre, consumido, en beneficio de los campos, por cerca de cinco leguas[42]

Aforo.

         Aforo es la medición del caudal que, en un momento dado, pasa por la sección de un río. Por supuesto, varía con las estaciones del año. L. Urabayen le asigna un aforo teórico de 2000 litros por segundo, especificando que durante el estiaje, el aforo del Alhama, en su desembocadura, es solo de 0´018; o sea, de 18 litros por segundo.
         A la primera conclusión había llegado antes el Sr. Altadill, por el siguiente método analítico: “El aforo del Alhama en Fitero es el siguiente: Anchura total ordinaria: 6´10 metros. Velocidad media: 0´558 metros. Volumen: 0´512 metros cúbicos por segundo ( o sea, 512 litros)”.Ciertamente esas cifras no dan idea cabal del curso ni del volumen del Alhama, en la época en que no se practican los riegos; pero nos acercaremos a ella, si agregamos los siguientes volúmenes:

Acequia de Ampol en Cintruénigo
153 litros por segundo
Canal de Alfaro
186 litros por segundo
Acequia de Finojal
21 litros por segundo
Acequia del Río Chico en Fitero
153 litros por segundo
Total
513 l./sg.

         Añadiendo a estas cifras las del citado aforo en Fitero y las aguas invertidas en los regadíos de Corella, podría calcularse sin exageración, un volumen total en más de dos metros cúbicos por segundo.  Es decir que, si no le fuese restada cantidad alguna para riegos, el Alhama, al desembocar en el Ebro, vertería en él más de 2000 litros de agua por segundo[43]

Pequeña historia del Alhama.

         El Alhama tiene su pequeña historia, que es la de sus crecidas e inundaciones, la de sus derivaciones, sus presas, sus puentes y, sobre todo, la del reparto de sus aguas y de los innumerables pleitos que éste último ha suscitado secularmente entre los pueblos que las aprovecharon y aún entre los vecinos de una misma localidad. Por lo mismo, si dicha historia es pequeña, desde el punto de vista de su importancia, podría llenar varios volúmenes, desde el punto de vista documental. D. Florencio Idoate, en su Catálogo documental de la ciudad de Corella, reseña cerca de 150 documentos, relativos al Alhama, la mayoría de los cuales pertenecen al Archivo Municipal de esta ciudad. Sería curioso saber cuántos existen además en los inexplorados archivos municipales de Aguilar del Río Alhama, de Cervera, de Fitero, de Cintruénigo y de Alfaro pues es seguro que, entre todos, formarían una buena pila.

El lecho fiterano del río Alhama.

         Es sinuoso y completamente irregular, alcanzando a veces anchuras de más de 50 metros.  Ello es debido a que, desde siglos, nadie se preocupó de encauzarlo debidamente, abriéndole un lecho profundo y ancho, y plantando, en ambas orillas, sendas barreras de arbolado, cañaverales, etc. que le hubieran servido de diques de contención. Por otra parte, las presas se construyeron un poco a la diabla, a conveniencia de algunos caciques, sin obedecer a un plan de conjunto bien meditado, y desviando, a veces, todavía más el curso anárquico del río.  Por fin, hay que añadir a estas causas la tremenda fuerza erosiva de las aguas del Alhama, en épocas de crecida, durante las cuales inunda los campos ribereños, alcanzando hasta cinco metros de altura. Recordamos que uno de los espectáculos extraordinarios de nuestra infancia era ir a ver las crecidas a la Madera o al Puente Grande y contemplar desde allí la furia y el tumulto de aquella corriente fangosa y desbordada, que arrastraba a menudo árboles y hasta animales mayores sorprendidos en la travesía.
         En 1956, gracias a la financiación del Instituto Nacional de Colonización, se construyeron en varios trozos de su cauce, algunos malecones de hormigón armado, para impedir en parte los estragos de sus desbordamientos; pero no resultó una solución satisfactoria, pues incluso algunos malecones fueron sepultados posteriormente por el fango y las piedras, arrastradas por las riadas.

Derivaciones fiteranas del Alhama y presas correspondientes

         Las principales son actualmente cinco: tres en la margen derecha del Río; y dos, en la izquierda.  Las de la orilla derecha son las siguientes:

La Acequia de la Hoya del Puente. Empieza en la presa de las Dehesillas Bajas, frente a la Cueva de la Mora y a unos 500 m. aproximadamente del Balneario G. A. Bécquer.  Es movible y es hecha de mampostería, yendo entubada desde su origen hasta Cascarrales, en que sale a la superficie, habiendo sido cementada esta parte, en el invierno de 1976-1977, en una longitud de 2.300 metros.  Su cauce es capaz de dar paso a 270 litros de agua por segundo y con ella se riegan los términos de las Dehesillas, el Soto, Solosoto, el Combrero y la Hoya del Puente, distribuyéndose por unas 54 arquetas y desembocando en el Alhama, junto a la Cooperativa Vinícola (San Raimundo Abad) [44].

         Históricamente es la antigua presa y acequia de Cueva Murillo, que aparece en un tosco plano de 1723 y que se menciona en diversos documentos de mediados del siglo XII, en que Murillo aparece como término territorial, con los nombres de Mural, Murelo y Murello, y dentro del mismo; se ubican “illa fovea”, “illa presa”, “illa cequia”, “ illam covam de Murelo”, etc. [45]. En los siglos pasados, la parte entubada de la actual acequia, era un canal estrecho de albañilería y carpintería, empotrado a unos cuatro metros de altura de la parte montañosa del camino de la Vega, la cual fue picada previamente con tal objeto y, al tener que salvar varios barrancos, hubo necesidad de construir varios pontigos, a juzgar por una escritura de 1635 [46]. (De todos ellos, solo se conserva hoy, muy maltrecho, el del Barranco del Lindo, en Solosoto.)
La Acequia del Río Llano. Empieza en la presa de los Puertos, hecha de piedra y de cemento y enclavada en el término de los Arenales.  Tiene un caudal variable de 1.000 y 1.500 litros de agua por segundo y riega en Fitero únicamente el término de Ormiñén, por una docena de arquetas, internándose a continuación, en la jurisdicción de Cintruénigo.  El Río Llano data de 1527 y fue construido por los cirboneros, y en provecho suyo, previo acuerdo con el Monasterio.  Su presa y cauce actuales son modernos y se distinguen por su solidez, en contraposición con los antiguos, víctimas de vez en cuando de las riadas del Alhama.  En el Protocolo de Joaquín Huarte de 1785, se inserta una transacción, diseño y convenio sobre la reedificación de la presa del Río Llano de Cintruénigo, otorgada entre éste y el Monasterio de Fitero [47]. El trayecto desde la presa del río Llano hasta la jurisdicción de Cintruénigo es de 2´5 kms., aproximadamente, y durante él, van paralelos los tres ríos: Llano, Molinar y Alhama.
El Río Molinar de Cintruénigo.  Empieza en la presa de Francés, la cual es una parada de tierra movible - y también, en parte, de cemento- , situada a unos 300 metros más debajo de la presa del río Llano y asimismo en el término de los Arenales.  Tiene una compuerta de metal, a unos 50 metros del Alhama y por su cauce discurren unos 600 litros de agua por segundo.  Riega los Plantadillos, y el grueso de sus aguas se dirige al molino harinero de Cintruénigo.
Las derivaciones principales del Alhama, por su orilla izquierda, son las dos siguientes.
La Acequia alta o de Cascajos y Abatores.  Empieza en la presa de cemento de la Peña del Saco, frente al Balneario G. A. Bécquer, en la que existen dos compuertas: una para la acequia y otra, para el desagüe. Su cauce es capaz de dar paso a 283 litros de agua por segundo y fue completamente cementado hasta la Piscina Municipal, en 1971-72. Riega el término de Cascajos hasta el camino del Cementerio, por 76 arquetas; desde este camino hasta Peñahitero inclusive por unas 60; y finalmente el término de Abatores, desde el Pantano del Olmillo hasta la Periquisa, por unas 54. A continuación, se interna en los términos de Corella.
La Acequia Baja o río de la Huerta. Comienza en la presa movediza de mampostería del Batán, por dos compuertas, a unos 2 kilómetros más debajo de la presa de las Dehesillas.  Su caudal es de unos 600 litros de agua por segundo y riega el Batán, el Sotillo, la Pieza de la Orden y en general, la Huerta, con todos sus parajes, por medio centenar de arquetas, totalizando unas 700 hectáreas de regadío.

La fuente de Hospinete

         Es llamada vulgarmente el NACEDERO. Sale de dos cuevas, en un barranco del término de los Blancares, sito a la derecha de la carretera de Hospinete, entre los Kms. 2 y 3.  Sus aguas, debidamente canalizadas, se recogen a unos 100 m. del Nacedero por el Pilón Grande, Pantano de Hospinete, situado a la izquierda de la carretera y a unos 200 m. de su nacimiento, por el Pilón de Roscas, en la derecha de la carretera; y más abajo, por el de Cascarrales; también a la derecha.
         El caudal de la Fuente de Hospinete varía, según las circunstancias climatológicas, pero las mediciones hechas en 1990 lo redujeron en 12 litros por segundo.  Riega los términos de Roscas, Hospinete y Majarrasas, de una manera regular; y eventualmente, algunos parajes de la parte alta de la Dehesa de la Villa y de la parte baja de los Fustales. En 1985, el Pantano de Hospinete [48] tenía una capacidad de más de nueve millones y medio de litros y el Pilón de Roscas, de algo más de un millón; y el de Cascarrales, alrededor de 200.000 litros. La Acequia de Hospinete, que riega todo este término, así como el de Majarrasas, tiene una longitud de cerca de 5 kms., fue cementada en 1981 e irriga 445 hectáreas.
         Continuación de la Acequia de Hospinete es la Acequia de la Dehesa de Ormiñén-Fustal, que tiene algo más de 2.500 m. de longitud.  La apertura de su cauce solo data de 1915 y fue una consecuencia del reparto y roturación de la Dehesa de la Villa en 1913. Su cementación se remonta a 1983, con un costo cercano a los siete millones y medio de pesetas.

Las aguas de los Balnearios termales.

         Proceden de los establecimientos Virrey Palafox y Gustavo Adolfo Bécquer. Los dos manantiales del 1º dan un total de 1.095 litros por minuto; y el único manantial del 2º, 1.800 litros; es decir, entre ambos, 2.895 litros por minuto. Todas estas aguas, después de ser utilizadas en parte por los Balnearios, van a engrosar el caudal del Río Alhama.

El agua potable de la planta distribuidora de la Nava y el pantano del Olmillo.

         En las páginas 118, 119 y 120 del volumen I de nuestras Investigaciones Históricas sobre Fitero, nos ocupamos detalladamente de estos temas y a ellas remitimos a los lectores, pues no es cosa de repetirlas.  Recordemos únicamente que la Planta de la Nava fue construida en 1940 y que comenzó a suministrar a Fitero y a Cintruénigo agua potable del Moncayo, procedente de Torrellas en 1941. La cantidad suministrada a Fitero en 1988, seguía siendo la misma que en 1941: a saber 75 litros por persona y día, sobre la base de 2.755 habitantes.  También seguía igual el abono al servicio a domicilio, a base de un consumo mínimo mensual de 4 metros cúbicos de agua; pero no así el precio que se había disparado, pues en 1966, subió a 11 pesetas al mes; en 1971, a 25 pts.; y en 1988, 480 bimensuales; o sea, a 240 pts. al mes (9´6 veces más que en 1971).
         En cuanto al Pantano del Olmillo, seguía siendo el mayor de Fitero, con una cabida de 50.000 metros cúbicos; es decir, de 50 millones de litros, y sus aguas estaban destinadas exclusivamente al servicio de agua potable al vecindario, previa purificación por la gran Potabilizadora [49] de los aledaños, instalada en los años 1979-80, con un costo total de cerca de 15 millones de pesetas (90.000 euros).

Fuentes menores.

         Antaño había en los campos de Fitero no pocas fuentes menores, algunas de las cuales fueron desapareciendo con el tiempo, bien por agotamiento, bien porque fueron cegadas a propósito.  Figuran entre las desaparecidas, las del Senas y del Antón, en la Vega; la de la Cascantina, en le barranco de Hospinete; las dos del Soto: una de agua ordinaria, otra de agua sulfurosa, junto a la Casa del Soto; la antigua de la Hoya del Puente, en el camino del Combrero; la del Piojo en Santa Lucía; la del Guardilla en los Plantadillos y la de los Percales, en Sancho Barón. En 1983, quedaban todavía la fuente del Siete, en Valdeza; las del Vadillo del Pajarero, en la Vega; la de las Viñas de en Medio, en este término, la del Obispo, en Santa Lucía y la de la Salud, a orillas del Río Llano.
         En nuestras investigaciones en el Archivo de Protocolos de Tudela, nos tropezamos con una curiosa mención de la fuente del Vadillo, en una escritura de compra-venta de una finca rústica en 1555. Se trataba de un pedazo de 2 robos de tierra blanca, en el término de Añamaza, comprados a Pedro Gómez del Moral por Pedro González, en 10 ducados y medio de oro, de 50 tarjas el ducado, en moneda de Navarra [50].

Pozos campestres.

         No abundaban antaño como las fuentes menores, pero todavía se utilizaban a principios de este siglo, una media decena: el del Burcio y el de Ribas, en la Atalaya de Cascajos; el Raigón y el de Matacán, en Valderromeral y sobre todo, el Pozo de la Jacinta, en el Olmillo, que servía para irrigar parte de Abatores.

Apartado IV

COMUNICACIONES
Carreteras y caminos actuales.

         En el capítulo VI del volumen II de nuestras INVESTIGACIONES HISTÓRICAS SOBRE FITERO, hicimos ya una ligera reseña de estas comunicaciones viales; pero las vamos a ampliar ahora con nuevos datos, sobre todo, en lo referente a los caminos.
         Las carreteras siguen siendo las mismas; o sea, cuatro secundarias: la de Tudela a Cervera [51], la de Hospinete [52], la de la Nava [53] y la de Ablitas [54]; y una nacional: la de Madrid [55]. La de Tudela a Cervera [56] es local y comienza en la encrucijada de la entrada occidental a Tudela; atraviesa Cintruénigo, así como el caserío de Fitero, entre los kilómetros 22´400 y 24; pasa por delante del Balneario Gustavo Adolfo Bécquer, en el Km. 27´800; y llega a Cervera 9 kilómetros después. En realidad, como carretera navarra, termina en el puente interprovincial de las Ventas del Baño.
         La carreta de Hospinete es también local y empieza en la entrada del Puente sobre el Alhama a cuya salida hay una bifurcación: la de la derecha es la carretera de Hospinete; y la de la izquierda, la carretera de Ablitas.  La carretera de Hospinete atraviesa el término de este nombre, roza un pequeño trozo de los Blancares y, a partir del km. 3, asciende hasta Valdeza y baja a enlazar con la carretera de Madrid, en los aledaños del km. 78 del ferrocarril Soria-Castejón y del 101´400 de la carretera de Madrid.  La longitud de esta carretera es de 7´8 kms.
         La carretera de la Nava es comarcal y comienza en Cintruénigo, baja, en pendiente suave, a encontrar el arroyo de las Minas, que cruza en el km. 2, y hace lo mismo, con la carretera de Fitero a Ablitas.  Cinco kms. más adelante, toca en el límite provincial, y 1 km. después enlaza con la carretera de Madrid. Su longitud, entre la salida de Cintruénigo y el Mojón de los Tres Reyes [57] en Fitero, es de 9 kms.
         Finalmente, la carretera de Fitero a Ablitas es local y empieza a la salida del Puente sobre el Alhama, torciendo hacia la izquierda, y después de 17 kms. de recorrido, penetra en Cascante donde atraviesa el puente sobre el río Queiles, y continúa hasta Ablitas. Su longitud total es de 23 kms. Las carreteras de Fitero están actualmente en buen mantenimiento; sobre todo, la de Tudela a los Baños y la de la Nava, que nada tienen que envidiar a las carreteras nacionales bien conservadas.  En Fitero, no hay por ahora ninguna autopista.

Mantenimiento de las carreteras – Los camineros.

         Hasta 1967, este servicio estaba a cargo de peones camineros, dependientes de la Diputación Foral, y agrupados en secciones de 7 u 8, al mando de un capataz. Su jefe superior era el Celador de Caminos del Distrito. Según la información que nos ha proporcionado el antiguo caminero, Sr. Francisco Pérez Andrés, en Fitero había, en aquella época, tres camineros, cada uno de los cuales estaba encargado de una demarcación de 6 a 8 kms. Los últimos fueron José María Gómez, que cuidaba los kms. 22 al 28 [58] de la carretera de Tudela a los Balnearios; Francisco Pérez Andrés, los  nº kms. 15 al 23 de la carretera de Ablitas; y Víctor Melero, los kms. 1 al 7´5 de la carretera de Hospinete.  Había un cuarto caminero, Faustino Ausejo, que cuidaba los kms. 102 al 109 de la carretera de la Nava, pero no era fiterano y residía en Cintruénigo.
         Esta organización caminera duró hasta 1967, en que quedaron suprimidos los camineros locales y sus demarcaciones, así como los capataces. En su lugar, se crearon las Brigadas de Camineros estacionadas en las cabezas de Distrito y en algunos pueblos importantes, desde el punto de vista vial: 3 en Pamplona, 2 en Estella, Tafalla y Tudela, y 1 en Aoiz, Sangüesa, Lodosa, etc.  Cada Brigada está formada por 15 camineros.  El jefe superior del Distrito es el Celador de caminos, del que dependen los Jefes de Brigadas y los tres Vigilantes de Carretera.  Fitero pertenece a la Brigada de Tudela nº 2.  Cada Brigada disponía, en un principio, de un camión mixto (un enorme Pegaso), con dos compartimentos: uno para llevar al tajo a los camineros; y otro, para las herramientas y materiales para las obras (grava, gravilla, tierra, brea, etc.).  Además, utilizaba, cuando las necesitaba, la pala excavadora y el camión de bacheo del Distrito y por supuesto, la apisonadora. Actualmente el antiguo embreado ha sido sustituido por el aglomerado asfáltico. Al verificar la reorganización caminera de 1967, los camineros de Fitero, Francisco Pérez y Victor Melero pasaron a vivir a Tudela, en casas de la Diputación, y José María Gómez se jubiló. Francisco Pérez Andrés, quien nos ha comunicado todos estos detalles, fue caminero durante 35 años, habiéndose jubilado en marzo de 1975.

Algunas distancias de Fitero por carretera.

         La Villa de Fitero dista del Balneario G. A. Bécquer 3´2 kms.; del Balneario Virrey Palafox, 3´7; de Cintruénigo, 5´5; del Mojón de los Tres Reyes, 10´1; de Corella, 9: de Valverde, 13´5; de Grávalos, 12; de Cervera del Río Alhama, 13; de Cascante, 17; de Alfaro, 18; de Castejón, 19; de Tudela, 23; de Agreda,. 30; de Soria, 83; de Logroño, 94; de Pamplona, 104; de Zaragoza, 105; de Madrid, 324; y de Francia, 155 kms.

Distancias de Fitero al mar.

         Se trata de las distancias mínimas geográficas o en línea recta. La distancia de Fitero al Mar Cantábrico es de 135 kms., cerca de Zarauz (Guipúzcoa); al Mar Mediterráneo, de 250 kms. en el Golfo de San Jorge (Tarragona); y al Océano Atlántico, de 540 kms., junto a Redondela (Pontevedra).

Los Caminos.

         Su apertura y conservación incumben al Municipio, aunque, si se trata de obras importantes, se obtengan a menudo ayudas económicas de la Diputación Foral. Los caminos de Fitero son numerosos y junto con sus ramales, forman una extensa red vial, a través de los campos. Su mantenimiento no es uniforme, pues depende de su importancia; pero, de todos modos, bastantes de ellos permiten el acceso de automóviles, camiones y de casi toda la maquinaria agrícola moderna. Para su enumeración y descripción los hemos dividido en dos secciones: caminos del Norte y caminos del Sur, tomando como línea divisoria la natural del Río Alhama y la dirección de su corriente, que va de Poniente a Oriente.  Así, pues, los campos situados en la margen izquierda son los del Norte; y los situados a la margen derecha, los del Sur.

Caminos del Norte.

         Son todos los situados a ambos lados de la carretera de Tudela a los Balnearios.  Pero tengamos en cuenta que la dirección de la carretera es la contraria del Río, el cual va, como acabamos de señalar, de Poniente a Oriente, mientras que la carretera va del Este al Oeste.  La mayoría de los caminos de la parte alta de esta carretera se encuentran a la derecha de la misma, así como unos cuantos de la izquierda.
         Caminos de la parte alta de la derecha de la carretera de Tudela, enumerados de Poniente a Oriente: 1) el de Valdecalera; 2) el abarrancado del Piquete; 3) el de Sancho Barón, que enlaza con el de Valdecalera, por una senda de unos 250 metros; 4) el de la Mejorada; 5) el de la Cruz de la Atalaya, arreglado y ensanchado en 1973, al inaugurarse la 2ª Cruz de la misma; 6) el del Olmillo, acondicionado asimismo, al inaugurarse el Campo de Fútbol en 1971; 7) el de Grávalos; 8) el de Alfaro; 9) el del Vinagre; 10) el de Vallas del Buey, ramificación a la izquierda del anterior; 11) el del Corral del Morril, que empieza detrás de la fábrica de FITEX S. L., comenzando, a partir del Corral, el Tercer Brazal de la Acequia de Abatores, atravesando el camino del Juncal e internándose en la jurisdicción de Corella; 12) el de Lombarcaid, que empieza detrás de ALABASTROS HERNA y continúa hasta la muga de Corella; 13) el de la Amujeque, al que siguen los Brazales 4º y 5º de Abatores, hasta la Periquisa de Corella.
         Caminos de la parte alta de la izquierda de la Carretera de Tudela, enumerados de Poniente a Oriente: 1) el de la Tejería Vieja, que comienza frente a Alabastros Herna, así como el Primer Brazal de la Acequia de Abatores, y sigue hasta el Paso Real y los Altos de la Mayor; 2) el del Paso Real o de la Cañada; 3) el de Pedrola, que empieza en el 2º Brazal atraviesa la Morería y acaba en el río Somero; 4) el de la Morería, que enlaza con el de la Cañada a unos 200 metros de la cota 416´2; 5) el de la Estanca, que empieza en el km. 21 de la carretera de Tudela, atraviesa la Morería y termina en la Estanca de Cintruénigo.
         Caminos del Norte, situados en la parte abajo de la carretera de Tudela; 1) el de las Viñas de en Medio al Paguillo, que empieza en la izquierda de la subida de la cuesta de la Mejorada y atraviesa el Porretón, la Callejuela de los Plantados, los Plantados y Val de Baño; 2) el de Santa Lucía; 3) el del Cementerio; 4) el del Sotillo, detrás del antiguo molino de Casimiro Francés; y los caminos de las Huertas Baja y Alta.
         La Huerta Baja tiene actualmente dos accesos viales principales: 1) desde el final del Barrio Bajo por el primitivo tramo del Camino de las Paretillas; 2) desde el final del Paseo de San Raimundo, a la derecha, por el Camino Nuevo que bordea la antigua Pieza de la Orden, juntándose en la margen izquierda del Alhama, con el de las Paretillas, frente a la Templadera del río Llano.  En adelante, forman un solo camino que bordea dicha orilla. (Anotemos entre paréntesis que antiguamente se llamaba Camino de Tudela – Camino Viejo de Tudela – al que empezaba al final del Barrio Bajo, siguiendo hasta la Madera por la que pasado el Río Alhama, continuaba por la subida abarrancada del Pomar del Fui y proseguía entre el Río Llano y la carretera de Cascante-Ablitas, hasta internarse en Cintruénigo.  A su vez, se llamó posteriormente Camino de las Paretillas al que empezaba al final del mismo barrio Bajo y terminaba en las Cruzañas).
         La Huerta Alta también tiene, en la actualidad, dos accesos principales: 1) el camino, mitad carreteril y mitad peatonal, que bordea, por la derecha el Río de la Huerta y termina en la Pontizuela; 2) el acceso por la calle Federico Mayo (antigua Carretera del Olivar), a cuyo final se forman tres caminos: el del Montecillo, el de Peñahitero – llamado vulgarmente Camino de Curas – y el Camino de la Huerta Alta que va hasta la Mayor.  (Es el antiguo Camino de Cintruénigo).

Caminos del Sur.

Comprenden todos los situados a ambos lados de las carreteras de Hospinete y de Ablitas, como sus ramales interiores.

Caminos laterales de la Carretera de Hospinete.

De la derecha.

         Son los siguientes: 1) Camino del Combrero a la Vega, que empieza a unos 100 metros del Puente Grande y atraviesa el Combrero, Solosoto, el Soto, las Dehesillas y los Hortales.  La Hoja 281 del Instituto Geográfica y Catastral (edición de 1953) lo llama Camino de Valverde o Camino de las Eleras (sic); 2) Camino de la Vega hasta el Prado, que comienza frente al Balneario Bécquer y atraviesa la Salmuera y la Redonda; 3) Camino occidental de la Vega, que sube desde el km. 27 de la carretera de Tudela, atraviesa el Alhama y bordea a contracorriente el Añamaza hasta la cota 552, en el extremo N. O. de los Cuévanos; 4) Camino de Roscas, que comienza en el km. 1´75 de la carretera de Hospinete, atraviesa el puente de Cascarrales y a unos 25 metros del Pilón de este nombre, se bifurca en dos direcciones: una hacia Roscas, y otra, hacia el Castillo, formando el camino N. E. del Castillo. (El camino S. O. del Castillo sube desde San Valentín). 5) Camino transversal de la Vega, que bordea todo el Sur de los Cuévanos. (La Hoja 281 del I. C. citada lo llama Camino de la Vega a Fitero); 6) Camino de los Blancares, que empieza la antigua Carretera de Agreda, a unos 200 m. más allá del Nacedero, y atraviesa todos los Blancares.  Tiene dos ramales importantes: uno que se dirige a Cabretón y asciende hasta el Corral de los Blancares; y otro que va hasta el Corral del Castillo. (La Hoja 281 (6-7) del Mapa Topográfico de Navarra señala otro camino que viene de los Blancares y se une con el transversal de la Vega, a la altura de la cota 453´4); 7) la Senda de los Arrieros, que comienza asimismo en los Blancares, atraviesa la Espinosa y Majarrasas, y acaba en la Carretera de Ablitas; 8) el Camino de los Degollados, que viene de Cervera y se interna en Fitero por el extremo N. E. de los Cuévanos, bordeando la porción oriental de los mismos y acabando hacia el km. 2 de la carretera de Hospinete.

De la izquierda.

         El principal camino de la izquierda de la Carretera de Hospinete es el Camino de la Espinosa que comienza a unos 200 metros antes del km. 1 de la misma carretera, cerca de la Cueva del Maculet.  Atraviesa Majarrasas, y, a partir del regadío alto de este término, forma dos ramales: el de la derecha, que acaba en el Alto del Pelón; y el de la izquierda, que sigue por la Espinosa atraviesa la cantera del Medio Pie y termina en el Alto del Fiel, a unos 500 m. antes de la Atalaya de Fitero (o Alto de Gervasio).
         Cabe agregar todavía el camino de la Casa de Hospinete, de la que solo quedan ruinas, y el camino del Pantano del mismo término; pero los dos son cortos y sin importancia.

Caminos laterales de la Carretera de Ablitas.

         Antes de enumerarlos y describirlos, tenemos que hacer una aclaración. Mientras que el kilometraje de la carretera de Hospinete empieza en el pueblo y acaba al desembocar en la carretera de Madrid, el kilometraje de la carretera de Cascante-Ablitas empieza en Ablitas y termina en Fitero, resultando que la derecha e izquierda de la misma son las contrarias de las que usa, no sin razón, el vecindario, para el que la carretera de Ablitas comienza a la izquierda de la salida del Puente Grande y termina jurisdiccionalmente en la muga carreteril de Cintruénigo, hacia el km. 20´250 aproximadamente del kilometraje oficial.  Así, pues, nosotros empleamos las direcciones derecha e izquierda, lo mismo que el vecindario.

Caminos de la derecha.

         Los caminos laterales de la carretera de Ablitas empiezan propiamente detrás del Puente de Palomares, al costado Sur de la Cooperativa Vinícola, do se abren dos caminos importantes: el camino del Paso, a la derecha, y el camino occidental de Valderromeral, a la izquierda.  El camino del Paso termina en la Costera Blanca de Valderromeral.

Camino occidental de Valderromeral.

Comienza en realidad en la orilla derecha del Río Alhama, al final del Barranco de Palomares, pasando a la derecha de la carretera de Ablitas, hacia el km. 22´500. Tiene luego, a su izquierda, 3 ramales, y en el 2º, termina la vieja Senda de los Arrieros, que viene desde los Blancares.

Camino del Corral de la Dehesa de la Villa.

         Empieza en el km. 21´200, junto a otro sin denominación específica, que sube hasta la cota 475, después de pasar la Acequia de Majarrasas, la cual también pasa antes por el Camino Occidental de Valderromeral y su tercer ramal.  El Camino del Corral de la Villa tiene, a su derecha, un ramal de solo 150 m.; y a la izquierda, otro de 115 m., el cual desciende y empalma con el Camino de Valderribera, a unos 50 m. de la cota 497.

Camino oriental de Valderromeral.

         Empieza a la derecha del Río Llano, a unos 25 metros de la cota 419´5, y atraviesa la Dehesa de la Villa en sus dos partes, así como la carretera de Ablitas en el km. 20´300, internándose en Majarrasas Bajo y Alto, y sirviendo de frontera al Fustal Alto.

Camino de Valderribera.

         Tiene a la derecha dos ramales: uno de 700 m. y otro, de 400; y a la izquierda, un ramal de enlace con otro de Varondillo. En cuanto al Corral de dicho término, se encuentra a unos 25 metros de uno de sus ramales.

Camino de Varondillo.

         Es un ramal del Camino Oriental de Valderromeral y empieza a unos 400 metros y pico de la Carretera de Ablitas. Tiene a su derecha un ramal que conduce al Corral de Varondillo, el cual dista unos 200 metros de la frontera con Cintruénigo; y a su izquierda, tres ramales que bajan a la carretera de Ablitas: los dos primeros, en Fitero; y el tercero, en Cintruénigo.

Caminos de la izquierda.

         Solamente son dos: el camino abarrancado del Pomar del Fui, que empieza en el Alhama, junto al Río Llano, y termina al salir a la carretera de Ablitas, frente a los Alabastros Madrid; y el Camino Nuevo de Tudela, que parte de la Carretera de Ablitas, entre los kms. 20 y 21.  Está en la parte Baja de la Dehesa de la Villa y se interna en Cintruénigo, a unos 500 m. de distancia.
         Hay que aclarar que la Dehesa de la Villa está dividida por la carretera de Ablitas en dos partes desiguales: Baja y Alta, a lo largo de 1 km., entre el 20´200 y el 21´200, estando surcada la Alta por 5 caminos [59], más o menos paralelos entre sí.

CAPÍTULO V

PUENTES, PONTIGOS Y ALMENARAS.

Aclaraciones previas.

Sabido es que la diferencia esencial entre los puentes y los pontigos estriba en su magnitud y solidez.  Los puentes suelen ser construcciones relativamente grandes, de cierta altura y anchura, construidos con materiales resistentes, mientras que los pontigos son construcciones pequeñas y menos fuertes, edificadas a menudo a ras del suelo.  Por otra parte, los puentes se construyen sobre los ríos y sobre barrancos amplios y de cierta profundidad, mientras que los pontigos suelen subir los pasos de las acequias y de barrancos pequeños, por lo que también se llaman a veces pontarrones y antiguamente, ponticelas o pontizuelas.

Los pontarrones de las Edades Antigua y media.

Es muy poco probable que los habitantes celtibéricos de la Peña del Saco construyesen ya algún pontarrón sobre el Río Alhama, para pasar de una orilla a otra, pues siendo su caudal ordinariamente escaso más que abundante, vadearían el río seguramente a pie. Ahora bien, ¿descalzos o calzados....? He aquí una pregunta bien curiosa.  Desde luego, lo ignoramos; pero es sabido que, en la cueva funeraria céltica de los Murciélagos de Albuños (Granada), todavía en el período neolítico de la Edad de Piedra, se encontraron ya más de 50 esqueletos, con calzado de esparto.  Por lo tanto, no es improbable que celtíberos de la Peña del Saco, ya en la Edad de los Metales, empleasen esta clase de calzado, puesto que, en su zona, abundaba el esparto. Lo que es más improbable es que levantasen algún puente sobre el Alhama; pero lo debieron hacer los habitantes de Tudején, así moros como cristianos, en las inmediaciones de su poblado o de su castillo, durante los siglos VIII o IX.  Mas no tenemos ninguna constancia de ello.  En cambio, se conservan copias de documentos de mediados del siglo XII, que se refieren a puentes (en realidad, pontarrones), situados a la derecha e izquierda del Río Alhama, en los términos de Tudején.  El más antiguo es el documento nº 49 de la COLECCIÓN DIPLOMÁTICA DEL MONASTERIO DE FITERO, fechado el 16 de abril del año 1156 [60]. Se trata de un convenio entre el Concejo de Tudején y el Abad Raimundo (San Raimundo de Fitero) y sus monjes, acerca del aprovechamiento de aguas en sus términos, comprometiéndose los frailes a que “pontem illumqui exit de balneo, salvum et firmum tenebrunt”; es decir, a que mantendrían incólume y firme el puente que sale del Baño (el Viejo, por supuesto).  En realidad, se refiere al puente sobre "illam cequiam que venit de balneo", o sea, sobre aquella acequia que viene del Baño, según se específica en el documento nº 82 del mismo año [61]. En otro documento de igual año, aparece por vez primera, la palabra ponticela. Es una escritura de venta que un tal Ximeno, su  mujer e hijos hicieron de 2 quiñones de tierra al abad de Castellón, Raimundo, cediéndole otro quiñón de tierra en el Valle de la Pedrera (Cascajos); quiñón que lindaba, por una parte, con "illa ponticela que est in via": con la pontizuela que está en el camino [62] y que evidentemente no era la actual pontizuela del Río de la Huerta.
También había otro puente, situado, al parecer, en la Vega y, por lo tanto, a la derecha del Alhama, según se desprende de los documentos, no muy claros, nº 89 y 95 de la Colección citada.  El 1º data también de 1156 y es un contrato de venta que hizo a S. Raimundo el terrateniente Domingo Serrano, de todas las heredades que tenía en Tudején y sus términos de Añamaza, Añamazola, el Prado y el Saco, “juxta illum pontem” (junto a aquel puente), aledaño a “un ortizolo de barças” (un huertecillo de berzas).  El 2º documento data de 1157 y es una permuta que hizo D. Rodrigo de Tudején a San Raimundo y sus monjes, de 3 viñas de Añamazola, el Prado y el Saco; de piezas de secano, “super illa cequia, uno ortizolo ad caput de illo ponte” (cerca de la acequia y un huertecillo, en la cabeza del puente), a cambio de una pieza en Torralba y dos en murelo que pertenecían a D. Rodrigo [63].
Por lo demás, es casi seguro que los monjes construyeron algún pontarrón, en los aledaños del actual Puente grande o de la Presa de los Puertos, por ser los tramos más estrechos del lecho del Alhama y de los más cercanos al Convento.  Eso sin contar los pontigos que hicieron en el curso del Río Molinar (Río de la Huerta), que fue la primera acequia que abrieron los frailes para subvenir a las necesidades interiores del Monasterio, del molino y del trujal que edificaron al final del Barrio Bajo; y para irrigar sus fincas de la ribera izquierda del Alhama.  Sabemos documentalmente que ya existía uno en el siglo XIII, pues se hace mención de él en una Carta de Confirmación de los Privilegios y donaciones hechas al Monasterio por los antecesores de Sancho IV de Castilla, firmada por éste en Burgos, el 7-VIII-1289. Conjeturamos que para entonces, había ya, al menos, dos puentes: el de la Abadía, más o menos cerca del actual, y el de Tudején, cerca de la peña del Saco.  Pero nada sabemos en concreto de su estructura, de su ubicación exacta ni de sus avatares, durante la Edad Media, aunque nos imaginamos que las grandes crecidas del Alhama se los debieron llevar o arruinar más de una vez, obligando a los monjes a realizar numerosas reconstrucciones.

Los puentes de la Edad Moderna.

En las escrituras del siglo XVI, aparece más de una vez el topónimo la Oya de la Puente, lo que demuestra la existencia de éste y, hasta cierto punto, su ubicación.  Sebastián Mª de Aliaga dirá en su Manuscrito que, en dicha centuria, había ya, cerca del Cristo del Humilladero, un puente de piedra, que se llevó una crecida en 1588, por lo cual, al año siguiente, se hizo uno provisional de madera; pero, a su vez, otra crecida hundió un tramo de éste, el 26 de septiembre de 1590, y a continuación, se resolvió edificar otro de piedra sillería. El Abad Fr. Marcos de Villalba donó el mismo año, para su construcción, 400 ducados: 200 de su bolsillo y otros 200 de una donación del anterior Abad, Fr. Luis Alvarez de Solís [64], que no llegó a efectuarse.  Además ofreció sufragar la octava parte del costo total. (Otra versión asegura que la sexta); pero el resto tendrían que pagarlo los vecinos. El proyecto fue aprobado por el Ayuntamiento el 29 de septiembre del mismo año y ratificado el mismo día, por el Concejo de vecinos, reunidos en el cementerio, el cual estaba a la sazón, situado, delante de la puerta de la iglesia [65].
Se sacó a subasta la construcción del nuevo puente y se quedó con ella provisionalmente, pues se repitió durante 20 días, el 12 de noviembre del mismo año 1590, en la cantidad de 1670 ducados, el cantero Juan de Nabeda y Arriaga, uno de los constructores del Sobreclaustro del templo. Figuraban entre las condiciones iniciales, que la obra se iniciaría, el 1-II-1591 y se terminaría en dos años, debiendo ser reconocida a continuación por maestros constructores, designados por ambas partes contratantes.  En cuanto a los pagos, se darían a Nabeda el primer mes, 4 ducados, y el resto, a 200 ducados cada cuatrimestre.  Por fin, el 2-XII-1590, “en que se cumplió el 21 y último remate”, la construcción se adjudicó definitivamente a Nabeda, con una rebaja de 50 ducados y la condición de hacer el puente en un año, “bajo la pena de 100 ducados, si no la realizaba”.  Y efectivamente la terminó en 1591, con dos ojos de diferente amplitud.  El reconocimiento fue llevado a cabo por los peritos, el 12-VI-1593.  En el Archivo de Protocolos de Tudela se conservan seis documentos, relativos a esta construcción, los cuales fueron redactados y registrados por el escribano de la abadía y de la Villa, D. Miguel de Urquizu y Uterga.  Son los siguientes: I) Arrendamiento de la Puente de Fitero, con sus autos, remates y fianzas (Protocolo de 1590, f. 435); 2) Capítulos sobre su construcción (Prot. de 1590, f. 447); 3) Convenio con Juan Nabeda (Prot. de 1591, f. 447); 4) Declaración sobre el estribo (Prot. de 1592, f. 196);  5) Contrato de los remates (Prot. de 1592, f. 445); 6) Memorial del gasto de la Puente (Prot. de 1593, f. 648).
Excusado es decir que, con el transcurso de los años, el Puente Grande sufrió, más de una vez, deterioros importantes que fue necesario reparar, como ocurrió en 1796: año en que se reparó también la Casa de la Villa.  Pero el más grave de todos, fue el ocurrido la noche del 16-II-1828, en que se vino abajo el ojo mayor del Puente, quedando el menor bastante dañado, a causa de su tremenda crecida.  En 1829, la villa trató de rehacer la parte hundida, para lo que se formó una Comisión que se entendiera, a tal efecto, con la Abadía.  Pero no hubo tal entendimiento. Aunque parezca increíble, hasta 12 años después, no acordó el Ayuntamiento rehacerlo por su cuenta, pues los frailes habían sido expulsados en 1835.  Tal acuerdo de reconstrucción fue tomado en la sesión del 22-XII-1839; pero pasaron tres años y medio, sin que se iniciase, hasta que un nuevo Ayuntamiento, más celoso de los intereses del pueblo, acordó acometerla inmediatamente, en sesión del 4-V-1843. En efecto, se comenzó el 5 de mayo de este año y se terminó el 27-XI-1843. Esta vez, la reconstrucción fue total, pues se comenzó por volar el arco menor, que había quedado en pie.  El nuevo puente se levantó sobre el mismo sitio en que estuvo el anterior, pero se cambió la entrada al mismo, por la parte del pueblo, comprando el terreno de un huerto que pertenecía a Simón Fernández. Este Puente Grande es el actual, el cual, por estar ya bastante deteriorado y resultar estrecho, fue remozado y ensanchado alrededor de 3 metros, en 1985-86, por cuenta de la Dirección General de Caminos de la Diputación Foral, con un costo de unos 10 millones de pesetas aproximadamente.  Por cierto que los que forjaron el pretil metálico, no se dieron cuenta del peligro que representaba la anchura de sus espacios vacíos, por los cuales podía pasar fácilmente un niño pequeño y caer al río. Para evitarlo, se alambró posteriormente por detrás el pretil. 
En cuanto a los puentes de Tudején, debieron sufrir más vicisitudes que los de Fitero, pues debieron ser menos sólidos y cuidados, y por lo mismo, víctimas más frecuentes de las crecidas del Río Alhama. Hay que tener en cuenta, a este propósito, que Tudején empezó a despoblarse rápidamente, desde finales del siglo XII, y aunque los Reyes de Castilla, Fernando III y Alfonso, en el siglo XIII, y Fernando IV, a principios del XIV, intentaron repoblarlo, incluso con familias moras, fracasaron en tal empeño.  De todos modos, quedó en pie y en buen uso su Castillo, cuya posesión fue objeto de muchas luchas entre castellanos y navarros, en los siglos XIII y XIV y luego, entre agramonteses y beaumonteses, en el siglo XV, hasta que, en la 2ª década del XVI, fue uno de los primeros desmantelados en Navarra, por orden de la demolición general, dictada por el Regente de Castilla, Cardenal Cisneros, en nuestro antiguo Reino.  Es, pues, lógico que, durante estos siglos azarosos, hubiese algún puente de comunicación entre las dos orillas del Alhama, en las inmediaciones del Castillo, aun cuando los contendientes y las avenidas del río lo destruyesen más de una vez.  Seguramente debió haberlo asimismo en el siglo XVI, por conveniencia de la Abadía, y sabemos, a ciencia cierta, que lo hubo en el XVII, por documentos de la época. Saturnino Sagasti copia el texto de una licencia, para pasar ocho o diez carretadas de yeso, “por la Puente del Paradero de Fitero (o sea, el Puente Grande de entonces), concedida por el Ayuntamiento de la Villa al vecino de Corella, Lic. Juan de Argáiz, el 27-X-1625 [66]; y otra, el 8-VII-1629, para pasar otras ocho carretadas de yeso “por la Puente de Baldebaño, frente al Castillo, con destino al Convento de Carmelitas Descalzos de la misma ciudad [67]”. Ahora bien, no sería simplemente una pasarela de madera, sino un puente más o menos amplio y consistente.
Un puente chusco, muestra inequívoca de la animosidad existente entre el pueblo y el Monasterio, fue uno construido por el vecindario, en la 2ª década del siglo XVIII.  Lo hicieron intencionadamente tan estrecho que no podían pasar por él ni la galera ni el coche de los frailes.  Por supuesto, la Abadía entabló pleito, con tal motivo, contra el Concejo, en 1728, según consigna el historiador, Florencio Idoate [68].
Otros puentes muy posteriores son los construidos, sobre todo, en el siglo XIX, para salvar los barrancos que descienden a la carretera de Hospinete, a la de Ablitas, a la de Tudela, etc. ordinariamente de piedra.  Sobrepasan la quincena y son los siguientes.  En el Tolco: el puente de la Vía del ferrocarril Soria-Castejón.  En la carretera de Hospinete: los 5 de Valdeza, siendo el principal el del Km. nº 3; el Puente del Tejero, al lado de la derruida Casa de Hospinete; el de la Olivaretera (algunos lo llaman del Churrero), en el km. nº 1.  En Cascarrales, el puente del Pilón de Cascarrales.  En la carretera de Ablitas, el puente viejo de Palomares y su paralelo, el puente nuevo de la Cooperativa Vinícola; el puente del Pontigo del Fui, el puente de Ormiñén y el puente del barranco de la Madera, sobre el Río Llano.  En la carretera de los Baños a Tudela, el puente interprovincial sobre la acequia del Baño Viejo (hoy Venerable Palafox) y el puente de la Mejorada.

Los Pontigos de la Edad Modera.

Mucho más que los puentes, predominaron en los siglos pasados y predominan en los tiempos actuales los pontigos: palabra netamente fiterana, pues no figura en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia ni en la Enciclopedia Espasa-Calpe, pero, en cambio, está registrada en el Vocabulario Navarro de José María Iribarren, localizando su uso precisamente en Fitero [69]. Por lo demás, precisemos que una buena parte de los llamados en Fitero pontigos, son propiamente atarjeas o tarjeas, que es como se llaman los pequeños puentes abovedados que sirven para canalizar las aguas por debajo de una carretera. Figuran entre los pontigos más antiguos, el primitivo del Río Llano: río que fue abierto en 1527; y los pontigos de la acequia de Cueva Murillo, desaparecidos totalmente.
Actualmente los pontigos se acercan a la setentena y por ser tan numerosos, los hemos dividido en dos secciones: los de la derecha y los de la izquierda del Río Alhama, siendo los más numerosos los de la izquierda.

Pontigos de la derecha del Río.

En el Tolco: el pontigo del Rondano y 8 nuevos de cemento. Sobre el río Añamaza: los del Prado, la Muralla, Media Vega y Paso de la Vega. Otros: el del barranco de Cascarrales; el de la Hoya del Puente, junto a la Cueva del Maculet; el de la Cooperativa Vinícola; el del Sotillo; el de la Templadera del Río Llano; y el de los Plantadillos.

Pontigos de la izquierda del Río.

Hay 2 en el parque del Balneario G.A. Bécquer; 1 debajo de la Peña del Baño; 2 junto al antiguo yesal de Lesmes Fernández; 2 en Valdecalera; 1 en el barranco del Piquete; 3 nuevos en el Paguillo; 2 en el Soto; 1 en la Callejuela de los Plantados; 3 en el Porretón; 2 en la Mina; 2 en las Viñas de en Medio; 1 en el barranco de la Mejorada; 6 en Santa Lucía; 1 aledaño al Cementerio; 4 en la Sacristanía Alta; 1 en el Olmillo; 1 en la entrada de los Cogotillos (el pontigo de Miguelacho); 1 en la Tejería Nueva; 1 en los aledaños de la Piscina; 1 en la Tejería Vieja; 3 en la Cuesta del Carrullo; 1 en el Guache; 1 en la Huerta Baja; y 1 en la Huerta Alta (la Pontizuela). Añadamos como curiosidad que, entre el Cristo del Humilladero y el Barrio Bajo hubo, hasta la primera mitad del tercer decenio de este siglo, alrededor de una docena de pontigos, que desaparecieron, al cubrirse el llamado Río del Molino, durante la II República.
Otra curiosidad.  El Tío Canterillo (Juan Larrea) hizo uno de los pontigos de Valdecalera y el único del Piquete.  El Tío Pajarero (Gumersindo Jiménez) construyó uno del Soto y otro de la Mina; y el Trébago (Nicolás Largo), el de la Callejuela de los Plantados y uno privado del Porretón, por encargo de los hermanos Atilano, Valentín y Benita Lauroba.

La Madera.

No fue precisamente un puente ni un pontigo, sino un pasaje muy popular de finales del siglo XIX y primera mitad del XX. Consistía en la superficie plana del tronco de un árbol muy alto y corpulento, cortado a todo lo largo por la mitad, la cual servía de pasarela del Alhama, cuando no había crecida.  La Madera estaba situada en la orilla izquierda del Alhama, bien sujeta con cadenas y casi en frente del barranco y camino del Pomar del Fuy, por el que subían los vecinos a los campos adyacentes a la carretera de Ablitas, ahorrándose un rodeo de 1 km.  La Madera duró hasta finales del 5º decenio del siglo actual, en que la arrancó y la llevó una gran crecida.  Fue sustituida por dos vigas de cemento, que, a su vez, desaparecieron con el tiempo.

Las Almenaras.

Sabido es que las almenaras (palabra procedente del árabe almanhar, acometida de un canal), conocidas vulgarmente como templaderas, son compuertas de buen tamaño, que se emplean para regular y distribuir el agua de las acequias. Si son de tamaño pequeño y se usan para determinar la corriente del agua de una acequia y regar una pieza, se llaman propiamente tajaderas.  Las almenaras constan de dos o mas compuertas y sirven para distribuir el agua a varios términos. Van encerradas en casetas de piedra o de cemento, bajo llave, con el fin de impedir los abusos de los regadores furtivos, los cuales, en más de una ocasión, han roto no solo las cerraduras, sino hasta las puertas. La más antigua fue la del Río Llano, que databa del siglo XVII. Actualmente hay diez almenaras: la del Pilón Nuevo, la del Pilón de Roscas, la del Pilón de Cascarrales, la del Batán, la del Río Llano, la del Camposanto o de la Sacristanía alta, la de la Tejería Vieja o del Brazal 1º, en Abatores, la de la Cuesta del Carrullo o del Brazal 2º, la del Brazal 3º y la del Brazal 4º.  La mayoría datan del siglo XIX y algunas han sido rehechas más de una vez.


Apartado VI

EL CLIMA DE FITERO

El conocimiento del clima de cualquier lugar es imposible, sin la existencia y estudio previos de datos meteorológicos concretos, exactos y suficientes. Estos datos se refieren a los siguientes fenómenos: lluvia, nieve, granizo, tormentas, niebla, rocío, escarcha, nubosidad, temperatura, vientos, humedad y presión atmosféricas, los cuales son proporcionados por las Estaciones Meteorológicas. Ahora bien, como en los siglos pasados, no hubo en Fitero ninguna, resulta que los juicios emitidos por algunos autores anteriores, son, a menudo, vagos e inseguros, por basarse en datos incompletos.  En todo caso, podemos adelantar que el clima de Fitero, por sus características generales, es un clima interior, de montaña baja, templado y seco.

Servicio meteorológico fiterano.

En 1989, estaba representado por dos estaciones: la primitiva y elemental de los Sres. Bermejo, y la moderna y mejor dotada, del Colegio Público “Juan de Palafox”. La primitiva data del 21-VII-1929, en que se abrió una pequeña Estación Pluviométrica, para medir la cantidad de agua caída, en forma de lluvia, nieve o granizo, la cual dependía de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Se hizo cargo de ella gratuitamente D. Miguel Bermejo Yanguas, quien instaló el flamante pluviómetro en el jardín de su casa de la calle Díaz y Gómara, nº 23. En 1940, esta estación pasó a depender del Servicio Meteorológico Nacional (S.M.N.). El 22-IV-1972, se amplió con una Estación Termométrica (un termómetro de temperaturas máximas y mínimas), en cumplimiento del Plan de la Diputación Foral de completar una red de 74 estaciones Termo-Pluviométricas, en toda la Provincia, de acuerdo y en colaboración con el S.M.N. Finalmente, en octubre de 1988, se la dotó todavía de un Evaporímetro, para medir la potencia evaporante del aire.  Esta estación de los Bermejo figuraba ya, hacía tiempo, en el S.M.N. con el nº 290; y en el de Navarra, con el nº 68. En la actualidad, depende del Instituto Nacional de Meteorología, a través del Instituto del Suelo y Concentración Parcelaria del Gobierno de Navarra [70].
Las anotaciones meteorológicas de la primitiva Estación Pluviométrica se comenzaron en agosto de 1929, siendo interrumpidas durante la Guerra Civil de 1936-1939; y las de la Estación Termo-pluviométrica, en abril de 1973.  Ya en los últimos años de D. Miguel Bermejo, quien falleció el 8-III-1977, se hizo cargo de la Estación Termo-pluviométrica su hijo, D. Ignacio Bermejo Yanguas, quien, a partir de 1980, empezó a realizar una meritoria labor de divulgación de la Meteorológica local, iniciada en las revistas ilustradas FITERO 80-85 [71] y continuada en los Programas de las Fiestas de Septiembre.
En cuanto a la Estación Meteorológica del Colegio Público “Juan de Palafox”, data de marzo de 1988 y fue donada por el Ministerio de Educación y Ciencia, encargándose de ella el profesor de E.G.B., D. José Luis Alfaro, Director del Colegio. Su instalación consta de los siguientes instrumentos: un anemómetro, para medir la velocidad del viento; una veleta, para indicar su dirección; un pluviómetro, para medir la cantidad de las precipitaciones metereológicas; un termómetro de máxima y mínima, para conocer las temperaturas; un barómetro para medir la presión atmosférica; y un higrómetro, para averiguar la humedad ambiente.

Meteorología histórica de Fitero.

Comprende dos periodos, separados por la instalación de la primera Estación Pluviométrica, en 1929. El primero data de mediados del siglo XIX y comprende las escasas noticias metereológicas, aportadas por algunos médicos de los Balnearios Termales y algunos geógrafos navarros. Y el segundo, las abundantes y sistemáticas anotaciones de los Sres. Bermejo. Unas y otra las estudiamos al mismo tiempo, a través de los diferentes fenómenos meteorológicos.

Lluvia.

Es el agua caída de las nubes en forma de gotas.  Se forma cuando las gotitas de agua que constituyen las nubes, alcanzan cierto tamaño, accesible a la acción de la gravedad.  El aumento de tamaño de las gotitas es debido, ya a una condensación progresiva, ya a una reunión de varias gotas.  La causa principal de la condensación del vapor acuoso en la atmósfera es el movimiento ascendente del aire. La condensación empieza a los 1.400 metros de altura, donde se forma una nube [72].
En Fitero, las lluvias son y han sido secularmente escasas.  Ignacio Bermejo escribía, a este propósito, en septiembre de 1987: “Nos hallamos en la zona árida de Navarra, de menos precipitaciones anuales, con una media anual de solo 388 litros, en los primeros años de funcionamiento de esta Estación Meteorológica, y en una de las zonas de más baja precipitación de España, en la que ocupa el penúltimo lugar” [73]. (Téngase en cuenta las siguientes precisiones: 1) que, al hablar de precipitaciones, no solo se entiende la lluvia, sino además la nieve y el granizo; 2) que las anotaciones pluviométricas de la primitiva Estación Meteorológica de Fitero no son completas, pues faltan las correspondientes a los años 1936-1940, 1950 y 1958-1964, salvo algunos meses; 3) que, aunque la cantidad de las precipitaciones se mide en los pluviómetro por milímetros de espesor, nosotros empleamos su equivalencia en litros por metro cuadrado, por parecernos más inteligible para los lectores sencillos; 4) que, por la misma razón, consignamos nuestras anotaciones en años naturales, y no en años hidrológicos, como lo hace D. Ignacio Bermejo, por ser el método más técnico. (El año hidrológico comienza el 1 de octubre y termina el 30 de septiembre del año natural siguiente); 5) finalmente, debemos consignar que las cifras correspondientes a los diversos fenómenos meteorológicos, desde 1930 hasta 1988, las hemos entresacado de las anotaciones publicadas por D. Ignacio Bermejo, y que unas cuantas relativas a la humedad y presión atmosférica nos han sido suministradas por D. José Luis Alfaro Frías).

Años de máxima precipitación

Fueron los siguientes: 1932, con 642 litros por metro cuadrado; 1934, con 464 litros; 1940, con 565 litros; 1941, con 676 l.; 1946, con 463 l.; 1956, con 483 l.; 1959, con 570 l.; 1969, con 474 l.; 1984, con 385´5 l.; y 1988, con 530´5 l.

Años de mínima precipitación.

Año
Litros
1935
228
1944
245
1948
230
1952
277
1970
259
1985
119
1986
223´7

Meses de máxima precipitación.

Reputamos como tales a los de una precipitación superior a los 100 litros por metro cuadrado, y fueron los siguientes:

Año
Litros
Julio, 1932
118
Abril, 1934
101
Nov., 1934
121
Octubre, 1940
193´3
Abril, 1942
111
Junio, 1953
116
Nov., 1953
149
Mayo, 1956
169
Oct., 1956
114
Junio, 1957
122
Mayo, 1959
169´3
Nov., 1967
173´5
Abril, 1969
109
Mayo, 1971
136
Abril, 1988
187´2

Días de máxima precipitación

Incluimos como tales los de 50 litros por metro cuadrado, como mínimo.

Fecha
Litros
10-XI-1932
66´7
2-XI-1934
80´3
9-VIII-1940
50
18-X-1934
60
25-IV-1941
59
12-IX-1944
67
27-IX-1946
63
1-IX-1947
50
14-X-1953
63
15-IX-1953
54
12-VII-1954
62´5
27-V-1956
118
3-IV-1988
52´8

La sequía: periodos principales.

De los abundantes datos aportados hasta ahora, se desprende, sin ninguna duda, que nuestro clima es seco.  Y en efecto, la sequía es un azote secular de los agricultores fiteranos. ¿Cuántas rogativas han hecho éstos, al correr de los tiempos, para impetrar del Cielo el beneficio de la lluvia..? Innumerables. Uno de los recuerdos imborrables de nuestra infancia es el de una rogativa extraordinaria a la Virgen de la Barda, allá por los comienzos de la segunda década. Vestida la Imagen con manto morado, como en tiempo de Cuaresma, aunque era ya hacia finales de mayo, la pasearon solemnemente en andas hasta el Cristo del Humilladero, marchando detrás de ella el párroco, D. Antonino Fernández Mateo, acompañado de sus coadjutores y del Ayuntamiento en pleno, y precediéndola casi todo el vecindario.  Durante la procesión, se encapotó el cielo y, apenas vueltos al templo, descargó un fuerte chubasco.
Años más tarde, con motivo de otra sequía primaveral, el poeta D. Alberto Pelairea escribió en verso una sentida “Rogativa ad petendam lluviam”, que fue publicada en LA VOZ DE NAVARRA del 1 de Julio de 1924. Ahora bien, las más famosas rogativas datan de mayo de 1622 [74] en que los fiteranos y los cerveranos llegaron a intercambiar solemnemente en La Serna, por una novena, a sus Patronas respectivas: la Virgen de la Barda y la Virgen del Monte, a ver si de esta manera conseguían que lloviera.
Los años en que se pasan dos o tres meses seguidos, sin caer una gota de agua, como en 1935, en los meses de febrero, marzo y abril - ¡Ah!, todavía llovió un día en abril -, no son un fenómeno extraordinario, ni mucho menos. Pero ahora nos referimos a grupos de años seguidos en que la lluvia caída no alcanzó la cantidad de la media normal de 388 litros, por metro cuadrado. (Los autores de NAVARRA – PASEO NATURALISTICOS la suben a 400 l. [75])
El primer periodo de sequía corresponde al cuatrienio 1942-1945 con precipitaciones de 351, 336, 245 y 353 l. al año, respectivamente, con una media anual de 321 l. Le sigue el quinquenio de 1948-53, con unas precipitaciones de 230, 344, 294, 352 y 288 l., dando una media anual de 301´5 l. Finalmente llegamos al decenio, 1978, en que ningún año alcanzó tampoco la media de 388. Incluso dos de ellos: 1985-86, con 210 y 223´7 l., corresponden al quinquenio más seco desde 1930. (Los otros tres años fueron 1944, 1948 y 1970).

Por qué llueve poco en Fitero.

Podría responderse con un sustantivo: por el AIRALTO. Pero el Dr. Cirilo Castro lo explicó, hace casi siglo y medio, en estos términos: “Es porque el viento de Levante que podría traer las nieblas del Mediterráneo hasta nuestra región y oprimiéndolas contra las sierras de Castilla, disolverlas en lluvias, no se forma o se forma muy débil, porque no encuentra a su paso alturas que lo promuevan; y en cambio, las grandes sierras que guardan las espaldas de nuestro pueblo, provocan un viento Oeste que, no encontrando obstáculos hasta el Mediterráneo, barre a menudo las nubes y despeja la atmósfera” [76]. El Dr. Miguel G. Camaleño, que fue Médico-Director de los Baños Nuevos, en la primera década del siglo XX, dio, a su vez, una explicación, que, en lo esencial, coincide con la del Dr. Castro, pero partiendo de puntos opuestos; es decir, de Poniente a Oriente.  Hela a continuación. “Siendo la Peña del Baño el primer estribo de una serie de alturas que van elevándose gradualmente, a medida que se alejan hacia el N., extendiéndose por el O y el S. O., para formar una especie de anfiteatro, ampliamente abierto al E. y S. E., a la gran llanura de la Ribera de Navarra y aragonesa, resulta que la cadena montañosa forma una especie de pantalla que dificulta el acceso de los vientos fríos del Norte y el N. O., que son los más frecuentes en la comarca, debido a que, calentándose considerablemente la gran llanura por la acción intensa de los rayos solares, en un cielo casi siempre despejado, caldea las capas inferiores aéreas, las que al dilatarse por el calor, se hacen menos densas y se elevan, ejerciendo de este modo un verdadero tiro que atrae los vientos antes citados, los cuales, no encontrando obstáculo de importancia hasta el Mediterráneo, arrastra las nubes formadas sobre las montañas, con gran desconsuelo de los labradores, cuyas tierras de secano se ven casi todo el año agostadas y sedientas” [77].
Como se ve, estas explicaciones asignan como causa principal de la sequía la situación geográfica del territorio fiterano.  Pero hay otra causa secundaria y es el escaso arbolado de nuestro término municipal y de sus contornos.  Téngase en cuenta, a este propósito, que, en el primer tercio del siglo actual, la extensión del bosque en todo el distrito de Tudela, era solamente de 2.000 hectáreas.  Algo se ha remediado posteriormente a esta escasez, pero no lo suficiente, y es seguro que, si todas las montañas de nuestra Villa y de los pueblos circunvecinos estuvieran cubiertas de árboles, en Fitero llovería mucho más.
Lo hicieron ya notar, tanto D. Julio Altadill como D. Pascual Madoz; pero, al paso que el primero echaba la culpa al cerrilismo de los labradores que no comprendían el bien incalculable que hacen los árboles, Madoz inculpaba más certeramente al interés mal entendido de los ganaderos de Fitero y de toda la región, los cuales se oponían sistemáticamente a la reforestación de los montes.  Por lo visto, aquellos señores no se daban cuenta de que, procediendo de este modo, se encaminaban directamente a su ruina, pues la condición indispensable para que haya en los montes buenos pastos, es que llueva con frecuencia, como ocurre en Galicia y en Asturias; y para que esto suceda, sobre todo, en comarcas alejadas del mar, es de ordinario, indispensable el arbolado. Así, pues, aquellos viejos ganaderos, al oponerse ciegamente a la reforestación de los montes, acentuaron cada vez más la sequía, y no solo perjudicaron gravemente a los agricultores, sino al final de cuentas a sí mismos.  Y la prueba concluyente es que las 8.000 cabezas de ganado lanar que había en Fitero, cuando escribía Madoz, quedaban 75 años después, solamente 2.700...! Es decir, 5.300 menos; lo que representaba un descenso de un 66 %, en menos de un siglo.

Nieve.

Es el agua helada que se desprende de las nubes en cristales sumamente pequeños, los cuales, agrupándose al caer, llegan al suelo en copos blancos. Estos copos no son uniformes, sino que adoptan más de un centenar de formas.  Cuanto más intenso es el frío, más fina es la nieve [78].  Parece que, durante los siglos pasados, y aún a principios del XX, fueron en Fitero las nevadas más frecuentes e intensas que en la actualidad.  Los años en que, a partir de 1930, con 7 días cada uno; 1956, con 11 días; 1985, con 10 y 1987, con 12 días, destacando entre ellas la del 9 de enero, con 17´8 l.  En total, en este año de 1987, cayeron 42´5 litros de precipitaciones de nieve; o sea, la máxima registrada en un año, desde 1930. En cambio, no nevó ni un solo día en los años 1935, 1943, 1949, 1951 y 1961.  La nevada aislada más grande fue la del 13 de febrero de 1931, con 36´1; y la mayor precipitación mixta, la del 2 de noviembre de 1934, que comenzó lloviendo y continuó con una gran nevada, recogiéndose, entre lluvia y nieve, nada menos que 80´3 litros por metro cuadrado.  Por lo demás, fue la nevada más temprana registrada en lo que va de siglo.  Como los árboles conservaban todavía sus hojas, el peso de la nieve depositada en ellos, desgarró gran cantidad de ramas. Las nevadas más tardías fueron las de los días 25 y 26 de abril de 1972, que arrojaron escasa nieve.

La nevada de los tres Alfonsos.

Entre las nevadas famosas de este siglo, figura una de la segunda mitad de enero de 1910.  Los más ancianos del pueblo recuerdan todavía que el 23 de dicho mes, fiesta de San Ildefonso Arzobispo de Toledo, se casaron en el pueblo tres Alfonsos: Alfonso Latorre, Alfonso Escudero y Alfonso Calleja, y como las calles estaban cubiertas de espesa nieve, hubo que abrirles camino con palas hasta la puerta de la iglesia, para que ellos, y sobre todo, las novias, cuyas sayas llegaban hasta el suelo, no se llenaran de cascarrias, aunque tuvieron que arremangárselas, enseñando, por lo menos, los tobillos: cosa que por entonces constituía una falta de pudor escandalosa..... O temporal! O amores!

Granizo

Es agua congelada que desciende con violencia de las nubes, en granos más o menos duros y gruesos y no en copos, como la nieve. Hay dos clases de granizo: el granizo pequeño, llamado por los franceses grésil, y el granizo grueso o pedrisco. El grésil cae, sobre todo, en el invierno; y el pedrisco, en la primavera y el verano [79]. El granizo es la precipitación menos frecuente en Fitero, pues su promedio anual, desde 1930, se reduce a 2´5 días. Los años en que hubo más granizadas fueron 1969, con 3; 1957 y 1972, con 4. En cambio, no se registró ninguna granizada en los años 1941, 1948, 1965, 1981 y 1984. En cuanto a la cantidad precipitada en litros, fueron notables la del 10 de mayo de 1987, con 9´4 litros y la del 22 de mayo de 1988, con 30´4 litros.

Tormentas.

Tormenta o tempestad, en el sentido meteorológico, es una perturbación atmosférica violenta, con nubes gruesas de mucho agua y en la que interviene la electricidad, en forma de relámpagos y truenos y, a veces, de chispas eléctricas, llamadas rayos o centellas, según su mayor o menor intensidad. La causa de las tormentas radica en una inestabilidad de la atmósfera, debido a la cual tiene lugar un movimiento ascensional rápido en las capas inferiores, cuya consecuencia es, si las condiciones son favorables, una condensación abundante en el seno de la que se desenvuelven los fenómenos eléctricos, propios de las tormentas.  Hay dos clases de tormentas: las ciclónicas o tormentas de las depresiones y las tormentas de calor [80].
Unas y otras se dan en Fitero, sobre todo, en los meses de verano. Así, en agosto de 1981, hubo 6; en julio de 1982, hubo 10; en agosto de 1983, hubo 7, etc. Esporádicamente suele estallar alguna en invierno, como la del 1 de febrero de 1985. De todos modos, las tormentas no suelen ser frecuentes en nuestro pueblo, y sobre todo, no descargan en su territorio, porque el viento del Oeste (el Airalto), se encarga a menudo, de barrer las nubes tempestuosas, apenas se forman. Desde 1930, el promedio anual de tormentas ha sólido ser de 21 días. Los años más tormentosos fueron 1966, con 33 tormentas; 1968, con 30; 1971, con 45; 1972, con 35; y 1982, con 31. Muy de tarde en tarde, las tormentas en Fitero lanzan rayos o centellas, producidas por una descarga eléctrica entre dos nubes o entre una nube y la tierra.

Dos tormentas históricas.

Ocurrieron en 1910 y en 1966. El 20 de mayo de 1910, durante una tormenta tremebunda, penetró una centella por la torrecilla de la Casa del Abad, situada en el Paseo de San Raimundo y en la cual vivían y se encontraban, a la sazón, el párroco, D. Antonino Fernández Mateo y el coadjutor, D. Antonio Vergara. No les ocurrió nada grave, pero se llevaron un susto tremendo, el cual determinó al Párroco a construir la actual Casa Parroquial de la plaza de la Iglesia, abandonando la Abacial. La tormenta del 6 de junio de 1966 tuvo consecuencias más graves, pues un rayo mató a 35 ovejas de un rebaño de D. Domingo Huarte Agreda, cuyo pastor era el Tío Peña (José González Vergara). Este fue lanzado por la fulguración a varios metros de distancia, dejándolo sin sentido; pero salió ileso del percance, porque calzaba unas abarcas de goma, de una cubierta de automóvil, las cuales actuaron de aisladores.

Nieblas

La niebla es una nube en contacto con la tierra. Cuando el aire se halla sobresaturado de vapor de agua, se forma sobre la superficie de la tierra una capa de esferillas muy diminutas de agua que se mantienen en suspensión en el aire, a causa de su pequeñez, la cual llega a 0´0006 mm. de diámetro. Puede formarse la niebla, por descenso de temperatura, hasta más abajo del punto de rocío, o por aumentar el agua que contiene el aire en estado de vapor, o por ambas causas a la vez [81].  En Fitero no abundan los días de niebla, pues el promedio anual de los años 1930 a 1960 fue solo de 35, y posteriormente fueron más bien descendiendo, pues en 1982 y 1984, solo hubo 26 días de niebla; en 1985, 14 días; y en 1986, 22 días. Naturalmente los días de más niebla, así como los meses, suelen ser los de invierno. Así, en diciembre de 1986, hubo 10 días de niebla; en diciembre de 1984, había habido 12; y en diciembre de 1987, hubo 16.  Excepcionalmente ha habido días de niebla en pleno verano, como ocurrió en julio y agosto de 1981 en que hubo niebla un día de cada uno.

Rocío

Es el vapor de agua atmosférico que, por la noche, se condensa en gotas muy menudas, sobre la tierra o sobre las plantas.  Este fenómeno es debido al enfriamiento experimentado por los cuerpos situados sobre la superficie del suelo, ocasionado por la radiación nocturna, ya que descendiendo entonces su temperatura algunos grados, con relación a la del aire, llega a ser menor que la de saturación de la atmósfera, y las capas de ésa, en contacto con los cuerpos, depositan en ellos parte del vapor que contienen. Este fenómeno depende: 1) del estado del cielo, favoreciéndolo el que esté despejado; 2) de la fuerza del viento, dificultándolo tanto más cuanto mayor es su velocidad; 3) de la humedad del aire; y 4) del poder emisivo de los cuerpos, depositándose mayor cantidad de gotas sobre aquellos que se enfrían más [82].
El rocío, llamado vulgarmente aguada, es el fenómeno meteorológico más corriente en Fitero. Consultando las tablas publicadas por D. Ignacio Bermejo, vemos, por ejemplo que entre los años 1982 y 1987 inclusive, solo hubo tres meses sin rocío: abril de 1983, mayo de 1984 y septiembre de 1985, no faltando en los 69 meses restantes. El número de días de cada año en que cae rocío es variable, pero pasa holgadamente de ciento y pico... Así, en 1982, fueron 141 días; en 1985, 149 días; y en 1987, 209 días. Dentro de cada mes, el número de días de aguada varía análogamente. Dos ejemplos: en julio de 1983, hubo rocío 27 días; y en cambio, en febrero de 1986, solo 8 días.

Escarchas y Heladas

Escarcha es el rocío de la noche congelado. Las gotas que constituyen las nubes y nieblas, se encuentran a veces en estado de sobrefusión, a una temperatura inferior a 0º. Al hallarse en contacto con un cuerpo sólido, se solidifican inmediatamente y éste se recubre de una capa blanca de pequeños cristalitos de hielo, llamada escarcha [83]. También se llama vulgarmente rosada y helada (helada blanca), pues la sinonimia entre escarcha y helada no es completa, de manera que, cuando hay escarcha, hay también helada, pero no al contrario, ya que puede helar en pleno día. El promedio de escarchas en las décadas de 1930 y 1940, fue de 24 días al año, sobrepasándolo 1931, con 38 días; 1934, con 60; 1935, con 41; y 1942, con 34 días. En la década de 1980, todos los años sobrepasaron los 30 días de escarcha, sobresaliendo 1982, con 37 días; y 1983, con 47. De todos modos, en Fitero las escarchas son mucho menos abundantes que el rocío y se dan preferentemente en los meses de invierno. Ejemplos: en diciembre de 1984, hubo 11 días de escarcha, en marzo de 1987, solo 4; y en noviembre de 1987, solo 1. Ordinariamente oscilan entre 30 y 40 días al año, aunque, a veces, los sobrepasen, como en 1983, con sus 47. La helada más temprana registrada hasta ahora fue la del 10-11-1975, con 1´5 grados bajo cero; la más tardía, la del 6 de mayo del mismo año, con 0º; y la más fuerte, la del 16 de enero de 1985, con 10 grados bajo cero.

Nubosidad

La nubosidad en nuestro pueblo es relativamente escasa, permaneciendo el cielo limpio y azul aproximadamente las tres cuartas partes del año. No tenemos datos estadísticos completos a este respecto, pero no es difícil calcularlos por aproximación. Baste tener en cuenta, por una parte, que el promedio anula de lluvias, en el periodo de 1930 a 1960, fue de 60 días,; y el de nieves, 4, con lo que ya tenemos 64 días de nubosidad cierta. Por otra parte, podemos agregarle la mitad de los días de niebla, es decir, 17, ya que ordinariamente esclarece hacia el medio día, o en las primera horas de la tarde, y totalizaremos 81; y finalmente, podemos elevar esta cifra hasta 100 – quizá un poco exageradamente – por los días en que aparece el cielo cubierto y no hay precipitaciones atmosféricas, con lo cual resultarán 265 días de cielo limpio contra 100 de nublado; es decir, el 72´6 % de los días del año. El Dr. G. Calameño, que fue Director-Médico de los Baños Nuevos, en la primera década del siglo XX, escribía sobre el estado del cielo en la temporada oficial de los Balnearios (de junio a septiembre inclusive), lo siguiente: “Días despejados, 59´6; nubosos, 19´4; cubiertos, 9´8; lluviosos, 10´2; tempestuosos, 9. “Ahora bien, téngase en cuenta que esas cantidades no eran matemáticamente iguales en todos los veranos y que el clima ha cambiado bastante en Fitero – y en toda España- desde comienzos del siglo, a causa de la industrialización, la aviación, las nuevas armas de guerra, las pruebas nucleares, los vuelos ultraterrestres y hasta alguna perforación de la capa de ozono que protege a nuestro planeta de la acción mortífera de los rayos ultravioleta del sol.”

Temperatura

En Meteorología, la temperatura es el estado de calor de la atmósfera. Sus graduaciones fundamentales son dos: 1) máxima, que es el mayor grado de calor observado en el atmósfera, ordinariamente en un día; 2) mínima, que es el menor grado de calor diario. Naturalmente las máximas se dan durante el día; y las mínimas, durante la noche, especialmente al alba. La temperatura atmosférica no es estable, sino que sufre diferentes oscilaciones, durante las 24 horas del día, dando lugar a las temperaturas medias entre las máximas, entre las mínimas y aún entre las mismas medias; pero, para no confundir a los lectores sencillos, nos vamos a ocupar principalmente de las máximas y mínimas absolutas, registradas por los termómetros de máxima y mínima. Aclaremos, antes de seguir adelante, que la escala termométrica, usada en Fitero, como en la mayor parte de España, es la de Celsio o centígrada, según la cual el termómetro marca 0 grados en el hielo fundente y 100 grados en el vapor de agua en ebullición, a la presión de 760 mm. al nivel del mar y a 45 º de latitud. Ahora bien, como las temperaturas ordinarias de la atmósfera, al aire libre, no alcanzan una graduación superior, en España, a los 50 grados – o a lo sumo, a los 55 -, los termómetros centígrados suelen tener una escala positiva o sobre cero que lleva ordinariamente a los 50 grados, y una negativa o bajo cero, que suele descender a los –15º, pues en España no suelen darse temperaturas atmosféricas más bajas.

Anotaciones térmicas, anteriores a 1930.

Las  más antiguas se refieren a mediados del siglo XIX y fueron hechas por el Dr. Cirilo Castro quien consignó que, en nuestro pueblo, durante el invierno, pocas veces bajaba el termómetro a 2 grados bajo cero y que, en verano, nunca subía a más de 24 ó 27, habiéndose mirado como un fenómeno extraordinario el que, en 1846, hubiese llegado algunos días a 33º C. Añadía que por otra parte, se mitigaba mucho el calor estival, a causa de las brisas que descendían todas las noches, de las sierras, produciendo un vientecillo suave y fresco, llamado popularmente favonio, el cual se respiraba con verdadero placer [84]. Medio siglo más tarde, el Dr. Miguel G. Camaleño anotaba que las temperaturas medias de la temporada oficial de la primera década del siglo XX habían sido 20´6º C, en la 2ª quincena de junio; 22´9º C, en julio; 22´4º C, en agosto; y 19´8º C, en septiembre. Como se ve, son temperaturas de un clima veraniego templado, a pesar de lo cual el Dr. Camaleño calificaba al clima de Fitero de cálido [85].
De la misma opinión era el geógrafo navarro, D. Julio Altadill, quien, un decenio más tarde, escribía que el clima de Fitero “es de los más acentuados de Navarra en el sentido de cálido, pues hasta el suelo parece irradiar la elevada graduación termométrica de las aguas que por debajo circulan”. (Por lo visto, escribió este estudio en los Balnearios). Pero no daba ninguna graduación numérica, añadiendo que en Fitero “son escasos los rigores invernales y los días nublados, de donde resultan, en general, benignos los días de invierno” [86]. El Dr. Saturnino Mozota Vicente inserta, en su folleto sobre los Balnearios, las temperaturas máximas y mínimas de las temporadas oficiales de 1925 a 1929 inclusive, resultando las siguientes medias de los veranos, deducidas por nosotros: de 1925, 22º C; de 1926, 23º C; de 1927, 22´75º C; de 1928, 25´375º C; de 1929, 23´125º C. [87]

Temperaturas de 1972 y 1975.

Como el servicio termométrico local no empezó a funcionar hasta 1972, carecemos de datos meteorológicos exactos sobre el periodo de 1931 a 1971 inclusive. Pero sabemos que en 1972 la temperatura máxima absoluta fue de 35º C (el 8 de agosto); y la mínima absoluta de 4´5º bajo cero. Sin embargo hay que tener en cuenta que el verano de 1972 fue completamente irregular, dándose temperaturas más bajas que las normales en esa época. En cambio, en 1975, las máximas llegaron a 40º C (el 13 y el 30 de julio), siendo un verano excepcionalmente cálido; y las mínimas bajaron a 7º C, bajo cero (el 6 y 7 de enero).

Periodos de temperaturas máximas.

Merecen anotarse tres de la década de 1980, 1) el del 5 al 16 de junio de 1981, con 12 días seguidos de 30 a 37º C; 2) el del 4 al 11 de julio de 1982, con una temperatura punta de 43º  C, que se alcanzó el día de San Fermín y con temperaturas intermedias de 36º, 37º, 38º, 41º y 42´5º C. (La de San Fermín fue la más alta registrada hasta entonces en la Estación Termo-pluriométrica de Fitero); 3) los meses de agosto y septiembre de 1987. Agosto se destacó con una máxima de 41º C en los días 13 y 15, para alcanzar una media mensual de las máximas de 32´7º C. En septiembre, se alcanzó una máxima de 38´45º C, el día 14, siendo la segunda decena de este mes la de temperaturas más altas y seguidas, oscilando entre los 32º C del día 20 y los ya citados 38´5º del día 14.

Periodos de temperaturas mínimas

Las principales fueron dos: 1) la ola de frío de 1983, desde el 8 al 21 de febrero, con una mínima absoluta de 8´5º C, bajo cero; 2) y la de 1985, desde el 3 al 21 de enero, con mínimas de 8´5, 9, 9´5 y 10 bajo cero. Esta última se dio el 16 de enero y fue la más baja registrada hasta entonces por el termómetro de la Estación fiterana. Otras temperaturas bajas, registradas en la misma década, fueron las de 4º C, bajo cero, de 1984 y 1988; la de 4´5º C. bajo cero en diciembre de 1987; y la de 6´5º C. bajo cero, en febrero de 1986.

Vientos

Viento es el aire atmosférico en movimiento cerca de la superficie de la tierra. Corre, por lo común, en dirección horizontal y rara vez, en sentido vertical, designándose su dirección con el nombre del punto de que procede, tomándolo de una de las 32 partes en que se divide la Rosa de los Vientos. En realidad, solo se toman ordinariamente los de los cuatros puntos cardinales: N. S. E. O. (Norte, Sur, Este y Oeste) y de los cuatro intermedios: NE, NO, SE y SO (Nordeste, Noroeste, Sureste y Suroeste). En el estudio de los vientos, hay que tener en cuenta, además de sus nombres y de su dirección, sus clases, efectos, velocidad y presión, conforme a la tabla siguiente. La velocidad se consigna en metros por segundo y en kilómetros por hora; y la presión, en kilogramos por metro cuadrado.

CLASES
EFECTOS
VELOCIDAD m/seg.
Km./hora
PRESIÓN kgs./m3
Muy débil
Mueve las hojas
2
7´200
0´500
Fresco
Mueve los tallos
4
14´400
1´960
Vivo
Mueve las ramas
6
21´600
4´400
Fuerte
Mueve los árboles
8
28´800
7´840
Muy fuerte
Arranca las hojas
13
46´800
20´700
Tempestuoso
Rompe las ramas
21
75´600
54
Muy tempestuoso
Derriba los árboles
28
100´800
103
Huracanado
Derriba las casas
34
122´400
141
Ciclón
Lo destroza todo
40
144
196 [88]

Los Vientos fiteranos.

Los vientos que soplan en Fitero son, según la terminología popular, los siguientes: el Bochorno, el Moncaino, el Airalto, el Favonio y el Cierzo; éste último, con sus dos variantes: Navarrisco y el Regañón. El Bochorno procede del S. E. y es el aire abrasador de algunos días de verano, aunque, a veces, presagia lluvia.  En el invierno, es poco frecuente y menos frío que los demás. El moncaino se llama así por soplar de la parte del Moncayo y por tanto, del Sur.  En el verano, es  algo menos caluroso que el Bochorno; pero en las demás estaciones, es fresco o francamente frío. El airalto proviene del Oeste y en el verano, sopla, a veces, tan caliente como el Bochorno.  Es el que priva a Fitero de muchas lluvias, aunque también de no pocas granizadas. En el invierno, suele ser relativamente templado. El Favonio procede del S. O. y es un cefirillo levemente fresco que entibia las noches y enfría un poco los amaneceres estivales. Finalmente el Cierzo sopla del N. y es un viento frío en todas las estaciones del año y principalmente, claro está, en el invierno.  Ofrece dos variantes: 1) el Navarrisco o menos frío, que viene del N. E.; 2) y el Regañón o más gélido, que proviene del N. O.. El 1º trae, a veces, nieve; y el 2º, lluvia.

Refranes sobre los vientos fiteranos.

Airecillo Bochorno calamocano /escorredor de botas en el verano”: lo que significa que en el invierno, el Bochorno hiela el moco; y en el verano, obliga a los labradores a apurar las últimas gotas del vino de sus botas.

Lluvias de cierzo / lluvias de cierto”; o sea que cuando el Cierzo trae lluvias, es que va a llover bastante.

Año favoniero / poco coginero”, y esta variante: “Año favoñete / poco coginete”, lo cual quiere decir que el año en que sopla frecuentemente el Favonio, es seco y de escasa cosecha.

Navarrisco nevador / pero poco llovedor”; es decir que, cuando sopla en invierno el navarrisco, es señal de que va a nevar, pero no a llover.

Regañón que no tiene abrigo ni rincón”, lo que significa que, para defenderse contra él hay que quedarse en casa junto al fuego o cerca de un aparato de calefacción.

Por lo demás, los vientos predominantes en Fitero son, por orden de frecuencia, el NO, el N., el O. y el SE. Los vientos más fuertes suelen soplar en febrero, marzo y abril, los que han dado origen a estos dichos populares: “Febrerillo loco, y Marzo, otro poco”; y también “Marzo con sus marzadas, y Abril, con sus borricadas”, las cuales se refieren no solo a los vientos, sino principalmente, a las heladas.

Velocidad y dirección de los vientos

No es cosa fácil, a pesar de las anotaciones registradas por los anemometrógrafos y de las señalazaciones de las veletas, dar reglas generales sobre la velocidad y la dirección de los vientos, puesto que, en un mismo día y, en una misma hora, cambian, algunas veces de ambas. De todos modos, se puede afirmar de los vientos que soplan en Fitero, que los meses más airosos suelen ser, como ya hemos dicho, febrero, marzo y abril, añadiendo que su velocidad raramente sobrepasa los 25 metros por segundo.
Para dar algunas indicaciones numéricas, hemos apelado al Director y Profesor del Colegio Público “Juan de Palafox”, D. José Luis Alfaro, quien nos ha suministrado las de los meses de mayo, agosto y noviembre de 1988, y febrero de 1989, referentes no solo a la velocidad y dirección de los vientos, sino a la presión y humedad relativa de la atmósfera.
He aquí, a continuación, las relativas a la velocidad y dirección. La máxima velocidad del viento, en 1988, fue la del día 3 de mayo, de dirección SO, a 26 metros por segundo; o sea, a 93´600 kilómetros por hora.  El día anterior, había soplado el mismo viento a 22 m/s. Pero el resto del mes fue relativamente encalmado, y solamente el 19, un viento del NO alcanzó 12 m/s; y el día 28, otro del SE, 17 m/s. El 1 de agosto del mismo año, un viento del SE alcanzó 17 m/s; y dos días después, otro del NO, alcanzó la máxima del mes: 18 m/s; es decir, 64´800 kms. por hora. El resto del mes, solo un viento del NO alcanzó 12 m/s, los días 20, 21 y 25; y subió a 14 m/s., el día 22. El mes de noviembre del mismo año, un viento del NO alcanzó, el día 20, la máxima velocidad mensual: 14 m/s.; o sea, 50´400 kms., por hora. Al día siguiente, descendió a 12 m/s; y el resto del mes, un viento del SE alcanzó los días 6 y 8, una velocidad respectiva de 4 y 98 m/s; y el día 30, otro del SO, 6 m/s. Finalmente, el 14 de febrero de 1989, un viento del NO alcanzó los 22 m/s; o sea, 79´299 kms./hora.

Presión atmosférica.

Es el peso de la atmósfera, el cual se mide por medio del barómetro. Al nivel del mar, equivale a 1 kg. por centímetro cuadrado, y varía según el estado de la atmósfera y la altura del lugar. A mayor altura, menor presión. La unidad de presión atmosférica es el milibar, milésima parte del bar y equivalente a mil barias, a mil dinas por cm2 y aproximadamente igual a 0´76 mm. de mercurio [89]. La presión atmosférica varía muy poco, correspondiendo la mayor al invierno.  En Mayo de 1988, la máxima fue de 1001 milibares, los días 9 y 21; y la mínima, 990 mb., los días 14 y 18 del mes. En Agosto del mismo año, la máxima fue de 995 mb., el día 26; y la mínima, 986 mb., los días 10, 14, 19, 21 y 22. En Noviembre del mismo año, la máxima fue de 1019 mb., el día 28; y la mínima, de 999 mb., el día 8. Por fin, en febrero de 1989, la máxima fue de 1028 mb., el día 13; y la mínima, de 984 mb., el día 26.

Humedad atmosférica relativa.

Es la proporción de vapor de agua en la atmósfera con la cantidad necesaria del mismo para producir la saturación. Se expresa en tantos por ciento [90]. En Mayo de 1988, la máxima fue del 87 %, el día 4; y la mínima, el 36%, el día 2. En Agosto del mismo año, la máxima fue del 61 %, el día 2; y la mínima, el 33%, el día 31. En Noviembre de idem., la máxima fue del 78%, el día 12; y la mínima del 53%, el día 2. Finalmente, en Febrero de 1989, la máxima fue del 72 %, el día 25; y la mínima, del 56%, el día 13. [91]
Apartado VII

CULTIVOS PRINCIPALES DE DIFERENTES TÉRMINOS Y PARAJES DE FITERO EN 1990

Advertimos previamente que la designación y la localización de los mismos se las debemos al ex guarda de campo, Sr. Angel Ramos Fernández y que solo es nuestra la ordenación de los términos y parajes por orden alfabético, así como el Recuento final.
Abatores: Cereal, Espárragos, Olivos y Viñas. Aranjuela: Anteriormente, Cereales; pero actualmente es un baldío. Atalaya de Cascajos: Pinos. Blancares: Almendros, Cereales y algunas Viñas. Cascajos: Almendros y Viñas. Cascarrales: Frutales, Hortalizas y Olivos. Combrero: Espárragos, Frutales y Hortalizas. Costeras: Almendros, Cereales y Viñas. Dehesa de la Villa o de Ormiñén: Cereales, Espárragos y Viñas. Dehesillas: Cereales. Fustal: Almendros, Cereales y Viñas. Hortales: Cereales, Espárragos, Frutales y Viñas. Hospinete: Almendros, Cereales, Espárragos, Frutales, Olivos y Viñas. Hoya del Puente: Frutales y Hortalizas. Hoyo de las Tejerías: Cereales, Espárragos y Frutales. Huerta: Chopos, Espárragos, Flores, Frutales y Hortalizas. Majarrasas: Almendros, Cereales, algún Olivo y Viñas. Mejorada: Frutales y Hortalizas. Nava: Cereales, Espárragos y Viñas. Olivar: Espárragos, Frutales y Plantones. Paguillo: Espárragos, Frutales y Hortalizas. Peñahitero (vulgarmente, Pañetero): Espárragos, Frutales, Hortalizas y algunos Olivos. Pieza de la Orden: Frutales y Hortalizas. Plantadillos: Chopos, algunos Frutales y Viñas. Plantío: Almendros, Cereales y Viñas. Porretón: Algunos Espárragos, Flores, Frutales y Hortalizas. Redonda: Frutales y alguna Hortaliza. Roscas: Olivos y Viñas. Sacristanía Alta y Baja: Frutales y Hortalizas. Salmuera: Cereales, Espárragos y Frutales. Sancho Barón: Cereales, Pinos y Viñas. Santa Lucía: Frutales y Hortalizas. Solosoto: Espárragos, Frutales, Hortalizas y Viñas. Sotillo: Chopos, Frutales y Hortalizas. Soto: Cereales y Chopos. Tablas de Ezpeleta: Espárragos y Hortalizas. Valdecalera: Almendro y Viñas en la parte Baja; y Pinos, en la Alta. Valdeza: Pinos. Varondillo: Almendros y Cereales. Vega: Almendros, Cereales, Espárragos, Frutales y entre éstos, algunos Nogales.
Recuento Final. Del examen de las anotaciones anteriores, resulta que hay Almendros, por lo menos, en 11 de los términos y parajes citados; Cereales, en 17; Chopos, en 3; Espárragos, en 16; Frutales, en 21; Hortalizas, en 15; Nogales, en 1; Olivos, en 8; Pinos, en 5; Plantones, en 1; y Viñas, en 16.

Apartado VIII

LA FAUNA FITERANA

Fauna es el conjunto de los animales de un país o de una comarca. En realidad, no hay una fauna fiterana propiamente dicha, es decir, distinta de la de los pueblos circunvecinos, sino que forma parte de la fauna de la cuenca del Alhama. Por lo demás, no conocemos – ni creemos que existe – ninguna lista completa de los animales que viven en el territorio de Fitero. El Dr. Saturnino Mozota Vicente, que fue Médico-Director de los Baños Nuevos (hoy Bécquer), hacia el primer tercio del siglo XX, escribía en 1930  que “la fauna fiterana es limitadísima, sobre todo, en especies superiores que no tienen defensa, por la falta de arbolado” [92]. Y en apoyo de esta afirmación, solo citaba 42 especies, aunque dando a entender con sus etceteras que había más. Por su parte, más lacónicos todavía, Jesús Elósegui Aldasoro y Fernando Pérez Ollo, en sus Paseos naturalísticos por Navarra [93], solo citan 25 especies. Menos mal que lo hacen en latín y en castellano, mientras que el Dr. Mozota Vicente solo lo hace con su nombre científico en latín, por lo que la mayoría de los lectores se quedan en ayunas.
A continuación, nosotros damos en ambas lenguas y por orden alfabético, alrededor de un centenar y medio de los más conocidos, sin la pretensión de completar, ni mucho menos, la lista zoológica del pueblo.

Anfibios.

Rana verde o común: Rana Sculenta.
Sapo común: Bufo vulgaris o Bufo bufo.

Aves

Abubilla o Babuta: Upupa epops.
Alondra: Alauda arvensis.
Andarríos chico: Motacilla alba. También se llama Aguzanieves.
Avión común: Delichon urbica.
Avión roquero: Ptyonoprogne rupestris.
Buitre común. Gyps fulvus.
Canario: Serinus canarius.
Carbonero Garrapinos: Parus ater.
Carricero Tordal: Acrocephalus arundinaceus.
Cigüeña común: Ciconia ciconia.
Codorniz común: Coturnis coturnis.
Cogujada común: Galerida cristata.
Collalba rubia: Oenanthe hispanica.
Corneja negra: Corvus corone corone.
Cuco o Cuclillo: Cuculus canorus.
Cuervo común: Corvus corax.
Curruca carrasqueña: Sylvia cantillans.
Curruca Rabilarga: Sylvia undata.
Escribano montesino: Emberiza cia.
Escribano soteño: Emberiza cirlus.
Estornino negro (tordo): Sturnus unicolor.
Estornino Pinto: Sturnus vulgaris.
Gallina de corral: Gallina doméstica.
Gallo de corral: Gallus domesticus.
Gavilan: Astur misus.
Golondrina común: Hirundo rústica.
Gorrión común: Passer domesticus.
Gorrión moruno o Molinero: Passer hispanoliensis.
Grajo: Corvus frugilegus.
Grulla común: Grux cinerea.
Herrerillo común: Parus caeruleus.
Jilguero o Cardelina:Fringilla carduelis.
Lavandera cascadeña: Motacilla cinerea.
Lechuza: Strix flammea.
Martin Pescador: Alcedo attis.
Martinete: Buphus ralloides.
Mirlo común: Turdus merula.
Petirrojo: Errithacus rubecula.
Mito: Aegitalos caudatus.
Mochuelo: Galucidium passerinum o Torquatus.
Paloma doméstica común: Columba livia.
Paloma Torcaz: Columba palumbus.
Pardillo común: Acanthis cannabina.
Perdiz: Perdiz rufa.
Pito real o Pico carpintero: Picus viridis.
Pinzón común: Fringilla coeleba.
Ruiseñor común: Luscinia philomela.
Tortola común: Turtur communis.
Urraca o Picaraza: Pica rustica.
Vencejo común: Cypselus apus.
Vencejo real: Apus melba.
Verdecillo: Serinus serinus.
Verderón común: Carduelis chloris.
Zorzal común, tordo común o Malviz: Turdus philomelus.
Zorzal de los bosques: Hylocichla mustelina.

Carnívoros.

Comadreja: Mustella vulgaris.
Fuina o Garduña: Martas foina.
Gato montés: Felis sylvestris.
Hurón: Putorius furo.
Perro común: Canis familiaris.
Zorro: Canis vulpes.

Crustáceos.

Cangrego de río: Astacus fluviatilis.
Cochinilla de humedad: Porcellio armadillidum.

Insectívoros.

Murciélago: Mus caecus.
Musaraña de agua: Neomis fodiens.
Topo: Talpa europaea.

Insectos.

Abeja común: Apis mellifica.
Abejorro: Bombus terrestris.
Alacrán: Buttus occitanus.
Alguacilillo: Salticus scenicus.
Araña común: Tegeneraia domestica.
Avispa común: Vespa germánica.
Cigarra: Cicada orni o Cicada plebeja.
Cucaracha: Periplaneta orientalis.
Chinche de campo: Pentatona rufipes.
Escarabajo pelotero: Scarabeus sacer.
Escolopendra o Ciempiés: Scolopendra morsitana.
Esfinge de la adelfa: Deilephila nerii.
Esfinge del Pino: Sphinx pinastri.
Filoxera: Phylloxera vastatrix.
Garrapata común: Ixodes ricinus.
Grillo campestre: Grillus campestris.
Grillo doméstico: Grillus domesticus.
Hormiga: Atta cephalotes.
Libelula: Gomphus vulgatissimus.
Luciernaga macho: Lampyris noctiluca.
Luciernaga hembra: Lampyris noctiluca.
Mariposa de la Seda: Bombys mori.
Mariposa blanca de la col: Pieris brassicae.
Mariposa gran Pavón: Saturnia pyri.
Mariposa esfinge ocelada: Smerinthus ocellatus.
Mariposa esfinge plateada: Hippostion celerio.
Mariposa macaon: Papilio machaon.
Mosca común: Musca doméstica.
Mosca borriquera: Hippobosca equina.
Mosca del olivo: Dacus oleae.
Mosca verde: Lucilia caesar.
Mosquito común: Culex pipiens.
Piojo común: Pediculus capitis.
Piojo de las gallinas: Menopon gallinae.
Piral de la vid: Pyralis vitana.
Polilla de los Paños: Trichofaga tapetzella.
Polilla de las pieles: Tinea pellionella.
Polilla de la madera o carcoma: Anobium pertinax.
Pulga común: Pulex irritans.
Saltamontes: Pachytylus migratorius.
Zapatero: Hydrometra stagnalis.

Moluscos.

Babosa o Limaco: Arion empiricorum.
Caracol común: Helix promatia y Helix hortensis.
Lombriz de tierra: Lombricus terrestris.
Sanguijuela común: Hirudo medicinalis.

Peces.

Anguila común: Anguilla anguilla.
Barbo de Río: Barbus communis.
Boga o Madrilla: Sparus box.
Maprea de Río: Petromizon luviatilis.

Reptiles.

Culebra bastarda: Malpolon monspessulanus.
Culebra de escalera: Elaphe scalaris.
Culebrita de cristal o Lución: Anguis fragilis.
Lagartija de las paredes: Lacerta muralis.
Lagarto ágil: Lacerta agilis.
Lagarto ibérico común: Lacerta ocellata.
Lagarto verde: Lacerta viridis.
Salamanquesa común: Tarentola mauritania.
Víbora aspid: Vipera aspic.
Víbora latastei: Vipera latastei.

Roedores.

Ardilla: Sciurus vulgaris.
Conejo: Lepus cuniculus.
Conejo de monte: Oryctolagus cuniculus.
Liebre: Lepus vulgaris o capensis.
Lirón común: Myoxus glis.
Rata común: Rattus norvegicus.
Ratón: Mus musculus.

Rumiantes.

Cabra: Capra hircus.
Carnero: Ovis aries.
Oveja: Ovis.
Ovejuela: Ovícula.
Toro: Bos taurus.

Ungulados.

Asno o Burro: Equus asinus.
Caballo: Equus caballus.
Cerdo: Sus porcus.
Jabalí: Sus scrofa.


Apartado IX

PROFESIONES Y OFICIOS DESAPARECIDOS

La desaparición de profesiones y oficios anticuados y sus sustitución por otra y otros más modernos son una consecuencia natural del progreso técnico de las sociedades más avanzadas. Ese progreso ha sido lento en unas épocas, como en las Edades Antigua y Media; y en otras, rápido, como en la Edad Contemporánea.  De la manera de vivir en Fitero en 1891 a la de 1991 hay una diferencia increíble, y esa diferencia se pone, sobre todo, de manifiesto, en la desaparición de algunas profesiones y de muchos oficios, todavía boyantes, a principios del siglo XX. He aquí una lista casi centenaria, por orden alfabético.

ABEJERO O COLMENERO: El que criaba abejas en colmenas, para aprovechar su miel y su cera.
AFILADOR: El que se dedicaba a afilar instrumentos cortantes. Ordinariamente recorría las calles, tocando una pequeña siringa o flauta de Pan.
AGRIMENSOR: Profesional que medía las tierras y trazaba su plano correspondiente.  Hoy día, lo hacen, con más exactitud, los Ingenieros Agrónomos.
AGUADOR: El que vendía agua a los vecinos, traída de los Terreros, de la fuente de Hospinete o del Ebro.  La vendía por cántaros, recorriendo las calles con su cuba, montada sobre un carro, tirado por una caballería.
ALADRERO: Carpintero que construía arados, aperos de labranza, carros, carrillos, etc.
ALAMIN: Juez de riegos o gurda de aguas.
ALBARDERO: El que hacía o componía albardas.
ALCABALERO: El que cobraba la alcabala o impuesto que pagaban los forasteros que vendían algo en el pueblo o en su jurisdicción.
ALFARERO: El que fabricaba vasijas de barro.
ALPARGATERO: Persona que hacía alpargatas; o las vendía.
AMA DE LLAVES: Criada principal de una casa rica.
AMASADOR DE PAN: Operario que, en el siglo XVI, amasaba la harina para los arrendatarios de la Panadería Pública.  Lo hacían varios a la vez.
BASCULERO: El que se dedicaba a pesar grandes bultos en una báscula: sacos de patatas o de harina, comportillos de uvas, cuévanos de olivas, etc.
BASTONERO DE BAILE: El que en los bailes de salón, designaba el lugar que debían ocupar las parejas y el orden en que habían de bailar.
BATANERO: el que estaba encargado del Batán o trabajaba en él.  El Batán era una máquina circular y circulante, movida por agua y compuesta de grandes mazos que servían para golpear y enfurtir el paño.  Posteriormente se convirtió en Molino.
BODEGUERO: Encargado de una bodega.
BOTERO: El que hacía o vendía pellejos.
BULERO: El que distribuía y cobraba las bulas de la Iglesia: las de carne, de difuntos, de la Cruzada, etc.
CABO DE GUARDAS: Jefe de los guardas rurales.
CADAJONERA: Mujer que recogía por las calles los cadajones de las caballerías.
CAMINERO: Peón u obrero destinado a la conservación reparación de las carreteras y caminos públicos.
CAMPANERO, A: Persona encargada de tocar las campanas de la torre de la Iglesia. En la época abacial, era un monje, quien tocaba asimismo las de la Espadaña, para llamar al coro.
CANTERO: El que labraba las piedras destinadas a la construcción.
CAPELLADORA: Mujer que cosía la tela de las alpargatas.
CARDADOR: Operario que cardaba la lana, para que, limpia y lavada, se pudiera hilar con facilidad.
CAVADOR: Campesino que cavaba la tierra con una azada o azadón.
CERERO: El que labraba o vendía cera: velas, hachas, etc.
CILLERERO: Mayordomo del antiguo Monasterio Cisterciense. Por supuesto, era un monje.
COMADRONA: Profesional que asistía a las parturientas.
CORDELERO: Persona que hacía o vendía cordeles y demás piezas de cáñamo.
CURTIDOR: Persona que curtía las pieles, adobándolas y aderezándolas, mediante sustancias que contenían tanino u otros ingredientes apropiados.
CHOCOLATERO: El que fabricaba o vendía chocolate.
DESHOLLINADOR: Operario que limpiaba el interior de las chimeneas de las casas, quitándoles el hollín.
ESCRIBANO: Funcionario público, autorizado para dar fe de las actuaciones judiciales y que antiguamente desempeñaba asimismo las funciones notariales.
ESCRIBIENTE: Persona que se dedica a copiar escritos o a escribir al dictado.
ESPADADOR: Persona que espadaba, maceraba y quebrantaba el lino o el cáñamo, con una espadilla, para quitarle el tamo y poder hilarlo.
ESPARTERO: Persona que hacía obras de esparto, como esteras, serones, etc.
ESQUILADOR: El que cortaba el pelo o la lana a los animales.
FUELLERO: Persona que manejaba el antiguo fuelle del órgano de la iglesia.  Ordinariamente era el mismo campanero (campanero-fuellero).
GARAPITERO: Antiguo cobrador del impuesto sobre los vinos.
HACEDOR: Jefe de los peones del campo de un rico propietario agrícola.
HILADOR DE CÁÑAMO: El que reducía a hilo el cáñamo.
HILANDERA DE LANA: La que reducía a hilo la lana.
HOJALATERO: El que hacía, vendía o reparaba objetos de hojalata. Ordinariamente era, al mismo tiempo, ESTAÑADOR.
HOSPITALERO: Persona encargada de un hospital.
HOYADOR: Campesino dedicado especialmente a abrir hoyos para plantaciones, con una picocha y una azada ancha.
JABONERO: Persona que hacía y vendía jabón.
LAVANDERA: Mujer que se dedicaba a lavar ropa ajena.
LAYADOR: Campesino que usaba layas – palas de hierro con mango de madera – para labrar y revolver la tierra.
MANCEBO DE BOTICA: Dependiente de una farmacia.
MATACHIN: El que se encargaba de matar a los cerdos, en plena calle.
MOLINERO: El que estaba al cargo de un molino de trigo o trabajaba en él.
MONDONGUERA: Mujer que hacía los chorizos y las morcillas, cuando se mataba un cerdo.
MULERO: El que cuidaba las mulas de un labrador rico.
NODRIZA: Ama de cría.
PASTOR: El que cuidaba los rebaños de ovejas de un ganadero, encerrándolas por la noche, en un corral, situado, de ordinario, en el campo.
PELAIRE: Cardador de paños.
PESADOR: Encargado del Peso Público.
PISADOR: El que pisaba las uvas y las echaba al lago, para que fermentaran.
PICAPEDRERO: El que picaba piedras para caminos y carreteras.
PORQUERO: Persona que cuidaba y guardaba los puercos.
PRENSADOR: El que prensaba el orujo de las uvas. Ordinariamente lo hacían dos hombres a la vez.
REBUSCADORA: Mujer que recogía el fruto que quedaba en el campo, después de la  recolección: trigo, maíz, cebada, olivas, etc. A las rebuscadoras de granos de trigo se las llamaba más bien ESPIGADORAS.
REVENDEDORA: Mujer que volvía a vender más caro el género que había comprado con tal fin, en tiempo en que estaba más barato.
SACRISTÁN: El que ayudaba al sacerdote en el servicio del altar y cuidaba de los ornamentos, vasos sagrados, y, en general, del aseo de la iglesia y de la sacristía.
SEGADOR: Campesino dedicado a segar las mieses ajenas con una hoz.  A menudo, los segadores no eran simples jornaleros, sino destajistas.
SERENO: Vigilante nocturno del pueblo.
SILENCIERO: El que imponía silencio en la iglesia, durante los oficios litúrgicos.
SOGUERO: El que hacía sogas o cuerdas gruesas de esparto.
TABERNERO: El que tenía taberna o tienda en la que se vendía vino y aguardiente al por menor. En su local se reunían los campesinos pobres para charlar, comerse una cazuelilla y jugar a los naipes o a la lotería.
TABLAJERO: Carpintero que, en la época abacial, construía tablados para las fiestas y cobraba el precio de los asientos.
TEJEDOR DE LIENZO: El que entrelazaba hilos, cordones o espartos, para formar trencillas, esteras y lienzos.
TEJEDOR DE PAÑO: El que formaba la tela con la trama y urdimbre.
TEJERO: El que fabricaba tejas y ladrillos.
TENEDOR DE LIBROS: El que tenía a su cargo los libros de Contabilidad: El Diario, el Mayor, el Libro de Caja, etc.
TRASEGADOR: El que llevaba a espaldas pellejos de vino, desde una bodega a las tabernas o a exportadores al por mayor.
TRATANTE DE GANADO: El que se dedicaba a la compra y venta de animales de tracción: caballos, mulas, machos, yeguas y burros, aunque con estos últimos, traficaban, sobre todo, los gitanos.
TRENCERA: Mujer que hacía trenzas de cáñamo para los alpargateros.
TUNDIDOR: El que tundía el paño o cortaba e igualaba el pelo de los paños.
URZAYA: Niñera adolescente pobre, que cuidaba criaturas de menos de dos años, sacándolas a paseo.
VETERINARIO: Profesional dedicado a la prevención y curación de las enfermedades de los animales.
YESERO: El que fabricaba yeso o trabajaba en un yesal.
YUNTERO: pequeño labrador que, con una yunta propia, labraba los campos de otros vecinos.
ZAGAL: Pastor y joven, subordinado al rabadán en el hato.
ZAPATERO REMENDÓN: El que se dedicaba a remendar zapatos usados.





[1] Grand Dictionnaire Universel du XIXè siècle, t. VIII, art. Fitero. París, Larousse, 1866-1876.
[2] Actual Comunidad Autónoma de Castilla y León.
[3] Carretera N-113.
[4] Esta línea ferroviaria se inauguró el 29 de septiembre de 1941 y dejó de prestar servicio, para el transporte de viajeros y mercancías, en el año 1996 (1 de diciembre). Las obras habían concluido en 1935. El tren, que comunicaba Fitero diréctamente con Madrid, Logroño, Pamplona y Zaragoza (beneficioso para los fabricantes y comercientas fiteranos que tenían que exportar sus mercancías), asestó, sin embargo, un duro golpe al pequeño comercio del pueblo, pues no pocos compradores castellanos dejaron de venir a Fitero, por resultarles más cómodo, rápido y barato, bajar a Cintruénigo o Corella. N. del E.
Durante las prímeras décadas del siglo XX, los fiteranos se habían hecho ilusiones con la construcción de un tren que iba a pasar por el pueblo. El desengaño sufrido por los vecinos, con el fracaso de un tren de vía estrecha, que debería enlazar Castejón con los Baños Nuevos (hoy Gustavo A. Bécquer), en 1905, no los desalentó y en el nº 2 del periódico FITERO MERCANTIL, editado por Rufino Maculet, en noviembre de 1917, D. Alberto Pelairea les dedicó esta coplilla: “Vino aquí un ilusionista / que trabajaba muy bien. / Para ilusionistas esos / que han venido a lo del tren.”
[5] NA-6900. Esta carretera conduce a Cascante (Navarra), prolongándose, a continuación, hasta Ablitas, por la NA-3020.
[6] N. 113.
[7] Instituto Geográfico y Catastral. Plano de España, hojas 281-282. Madrid, 1952-1953, 2ª edición.
[8]De la evolución territorial de Fitero, nos ocupamos ya en el capítulo VI del Vol. I de nuestras Investigaciones Históricas, p. 88 y siguientes. Logroño, 1989.
[9] Geografía de Navarra, editada por la Dirección de Educación Foral, p. 323. Pamplona, 1980.
[10] Cirilo Castro, Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y de sus Posesiones de Ultramar por Pascual Madoz, art. Fitero, t. VIII, p. 105. Madrid, 1847.
[11] Atlas de Navarra Geográfico-Económico-Histórico, p. 64. Barcelona, Diáfora, 1977.
[12] Ignoramos si, en los siglos pasados, la cumbre de la Atalaya de Cascajos ostentó alguna cruz; pero, en lo que llevamos del actual, ya van dos.  La primera fue de madera y se inauguró el 3 de mayo de 1908, en recuerdo de unas Misiones religiosas celebradas en el pueblo, el año anterior.  La mandó construir la sección local del Apostolado de la Oración, y debajo de la cruz, en un sobre de zinc, se pusieron escritos los nombres de los señores que componían, a la sazón, la directiva: Sres. Manuel Pina, Hilario Falces, Juan Olóndriz, José Mª Yanguas y otros.  Tallaron la cruz el carpintero Patricio Alfaro y sus hijos, en el taller que tenían en la Calle Mayor, nº 37.  Los troncos pertenecían a dos álamos de Hospinete y pesaban en total una tonelada.  El vertical medía 6 metros de altura; y el horizontal, 3, siendo ambos prismáticos de base cuadrada.  Los subieron al monte en dos carros.  Bendijo la cruz el párroco D. Martín Corella y, con tal motivo, se celebró una gran fiesta popular en la cumbre, amenizada por la Banda Municipal, y en la que no faltaron las clásicas sartenes y cazuelillas. La 2ª Cruz de la Atalaya, o sea, la actual, es de cemento armado y data de 1973. Mide 8 metros de altura y cada uno de sus brazos, 2 metros de longitud.  Su espesor medio es de 0´90 metros en cuadro y sus cimientos tienen 1´50 metros de profundidad.  Está montada sobre tres plataformas cuadradas y escalonadas, de 0´30 m. De altura y 0´50 m. de pisa cada una.  La mayor tiene 5 m. de lado; la intermedia, 4 m. Y la menor, 2´8 m. Está calculada para resistir vientos de una velocidad de 180 kilómetros por hora y pesa 20 toneladas.  Ahora bien, el peso total aproximado del monumento es de unas 150 toneladas. Costó alrededor de 110.000 pesetas y fue bendecida e inaugurada, el 14 de septiembre de 1973, por el entonces Arzobispo de Valencia, Monseñor José María García Lahiguera, hijo de Fitero. Su arquitecto fue D. Román Magaña Morera; y su constructor, D. Carmelo Fernández  Vergara, con su equipo.
[13] Fermín Marquina, Descripción Geológica de Navarra, en la Geografía General del País Vasco-Navarro, dirigida por Francisco Carreras Candi. Navarra, t. I, p. 261.
[14] Carniola es una variedad de calcedonia, de color rojo amarillento; y Keuper es el nombre que se da al triásico Superior.
[15] Joaquín del Valle de Lersundi, Gran Atlas de Navarra, t. I, Geografía, p. 59. Pamplona, 1980, edición de la CAN.
[16] Saturnino Mozota Vicente, Notas hidrológicas y clínicas de los Balnearios de Fitero, p. 14. Zaragoza, E. Berdejo, 1930.
[17] Lucas Mallada, Reconocimiento Geológico de la Provincia de Navarra, citado por Fermín Marquina, Ob. cit., p. 282.
[18] Alfredo Floristán Samanes, La Ribera Tudelana de Navarra, p. 43. Edic. de 1951.
[19] Leoncio Urabayen, Geografía de Navarra, p. 28. Pamplona, Enciso, 1931.
[20] IGME (Instituto Geológico y Minero de España), Mapa Geológico de España, Hoja de Cervera del Río Alhama (281/24-12), folleto de 1982, p. 21. Publicaciones del Ministerio de Industria y Energía. Madrid.
[21] Idem, Ibid., p. 30.
[22] Idem, Ibid., pp. 25-26.
[23] Este topónimo es equívoco, pues no está compuesto, como parece a primera vista de las palabras solo y soto, sino que es una corrupción de So el Soto, es decir, debajo del Soto, pues Solosoto es el término que está a continuación del Soto, en el sentido de la corriente del río Alhama, o sea, de arriba abajo, en la dirección Oeste-Este. Con el nombre de So el Soto aparece, efectivamente, en el citado plano del siglo XVIII. En cambio, en la escritura censal de la Huerta de 1584, se le denomina Suelo el Soto. Esta extraña denominación tiene una explicación filológica, pues se formó siguiendo el romanceamiento regular del sustantivo latino solum, cuya o es breve y significa suelo, en oposición a la del adjetivo solus, cuya o es larga y significa solo. Análogamente por ser breve la o de sub se romanceó como so, equivalente a debajo de.
[24] Aféresis de Lavatores, plural del sustantivo latino lavator: lavador, lavadores. Así, pues, Abatores debería escribirse, por su origen etimológico, con v (Avatores) y no con b; pero el uso hace ley. El topónimo Los Lavatores aparece ya en documentos del siglo XVI. Ahora bien, ignoramos el motivo específico por el que se le dio este nombre, aunque indudablemente estuvo relacionado con el agua.
[25] Idem, Mapa de 1978.
[26] A.N.G.E.H., p. 24. Los autores de este Atlas fueron D. Alfredo Floristán Samanes, de la parte geográfica y económica; y D. Angel Martín Duque, de la parte histórica.

[27] [JURI-1970] José Mª Jimeno Jurío, FITERO, p. 5. Nº 72 de la colección NAVARRA. Temas de Cultura Popular. DFN. Pamplona, 1970.
[28] [MADO-1847] Pascual Madoz, Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y de sus Posesiones de Ultramar, T. VIII, p. 105 – Madrid, 1847.
[29] Deformación de La Granjuela o pequeña granja (des sustantivo del bajo latín, granea, lugar para granos). La Granjuela aparece señalada todavía en la Hoja 281 de los planos del Instituto Geográfico y Catastral, con el nombre de Corral de la Granjuela, a la orilla derecha del Alhama, en las inmediaciones de la cota 587; pero ya no quedan de este corral más que algunas ruinas de sus altas tapias. Por tanto, de esta pequeña granja procede el nombre de la Aranjuela.
[30] LR-385.
[31] Ver páginas 260-261de este volumen.
[32] El argumento de este romance no es una leyenda, sino un hecho real.  En el libro II de Difuntos, f. 54, nº 137 del Archivo Parroquial de Fitero, localizamos, hace años, una partida que dice así: “El 23 de Octubre de 1750, se enterró una muchacha natural de Sailices, llamada Manuela, que era de edad como de 14 años y servía en casa de Martín Bayo, y el día 22, se halló el cadáver en una cuevas que están sobre un barranco, que hay más allá de Cascarrales y cerca de un pontigo y pasa el agua de Cueva Murillo, y en dicha cueva, estaba la muchacha degollada, y se halló en postura que denotaba haber muerto, defendiendo su honor; y se enterró en el cementerio, cerca de la esquina del rincón de María Sánchez”. Fr. Lorenzo Iñiguez, Vicario de Fitero. Aquel año, hubo en Fitero 161 defunciones, incluida la de Manolita, de las que 65 fueron de párvulos. Téngase en cuenta que, por entonces, a causa de la desnutrición, la falta de higiene y la deficiente asistencia médica, la mortalidad era tremenda, sobre todo la infantil. En el año anterior, o sea, en 1749, hubo 120 defunciones, de las que 77 fueron de párvulos; y en 1760, ascendieron a 247, de las que 198, infantiles. El cementerio estaba situado, a la sazón, en la actual plazuela de la iglesia, dejando un paso central para penetrar en ésta.  En él se enterraban solamente los vecinos pobres, pues los acomodados se hacían inhumar ordinariamente dentro del templo, pagando a los monjes cantidades que variaban entre los 15 y 103 reales, según su mayor o menor distancia del crucero o de su inmediatez a ciertos altares (Virgen de la Barda, Virgen del Rosario, etc.) y según la clase de funeral. En cuanto al nombre de Sailices, empleado por Fr. Lorenzo Iñiguez, en la partida de inhumación de Manolita, es una abreviación popular de San Felices, pueblo de la provincia de Soria, perteneciente al partido judicial de Agreda y distante de Fitero 27 kilómetros por carretera. Sin meternos en explicaciones filológicas, baste observar que no figura ningún Sailices en las enciclopedias españolas más extensas y autorizadas, como la de España-Calpe; y solo se consigna un Saelices, a secas, que sin duda tiene el mismo origen popular, en la provincia de Cuenca, cerca de Tarancón. (Hay otros Saelices de nombre compuesto: Saelices de la Sal, del Río, de Mayorga, etc., en otras provincias).  Ahora bien, es claro que en una época, en que los medios de comunicación y de transporte eran pocos y malos, no iban a enviar a servir a Fitero sus padres a Manolita, que era una niña, apenas entrada en la pubertad, desde el Oeste de la provincia de Cuenca, a más de 250 kilómetros de Fitero, en línea recta.
                La Cueva de la Muchacha está situada a la izquierda del Barranco del Lindo, a unos 160 metros de distancia, en línea recta, de la desembocadura de este en el camino del Combrero a la Vega.  Esta desembocadura se halla, a su vez, a unos 50 metros de distancia de la bajada del portillo del Soto, a mano izquierda; pero no es fácil ni aconsejable subir por allí, a causa de la maleza que obstruye la entrada y la fragosidad del fondo del barranco.  El camino más corto y fácil es tomar a la izquierda del camino del Combrero, unos 20 metros antes de llegar al citado portillo, la senda que bordea la última finca de Cascarrales, hasta la terminación del entubamiento del agua de la Acequia de la Hoya del Puente, que está a solo unos 50 metros. Entonces se tuerce hacia la derecha y se toma la senda paralela al mismo entubamiento, y al cabo de otros 50 m., se desemboca en la orilla derecha del barranco del Lindo, a media altura del mismo. La Cueva de la Muchacha no se divisa desde allí, a causa de un enorme meandro del barranco, que lo impide; pero contorneado aquel, aparece la cueva, a la derecha del espectador (izquierda del barranco) coronando un terraplén de alrededor de una veintena de metros en declive, sembrado de enormes peñascos.
                La Cueva tiene unos 13 metros de larga, 3 m. de ancha y 2 m. de alta; y su cubierta es una gran visera de roca negruzca, truncada evidentemente por antiguos derrumbamientos. Ni que decir tiene que el barranco es completamente pedregoso y solo se crían en sus laderas aulagas, romeros, bardales, lecherezas, algunos tomillos y otras yerbas; y en las partes más altas de la derecha, algunos olivos.
                El pontigo de que habla la partida de defunción de Manolita, existe todavía, aunque su arco está muy carcomido, pero se halla reforzado por un canal rectangular cementado; y el agua de Cueva Murillo, que pasa por él, es sencillamente la de la Acequia de la Hoya del Puente, que viene actualmente entubada desde las Dehesillas hasta el final del Cascarrales.  En escrituras de mediados del siglo XII; aparece ya mencionada Cueva Murillo con los nombres de “cova de Murel” y “cova de Murelo”; y su agua, con el de “agua de Murello”.
                Añadamos aún dos detalles. 1) El nombre de “Barranco del Lindo” sólo data de la segunda mitad del siglo XIX y tiene su origen en el apodo de su único propietario de entonces: el Tío Lindo, que era un caminero de la Diputación de Navarra. 2) Según unos datos del Archivo parroquial de San Felices, que nos proporcionó amablemente, hace unos meses, el párroco Don Juan Antonio de Mingo, es muy probable que la víctima de este bárbaro crimen se llamase María Manuel Cabello Lalinde, bautizada el 17 de marzo de 1736. Pero no es completamente seguro, puesto que el redactor de la partida de defunción dice que Manolita era “como de 14 años”; es decir, que tampoco estaba completamente seguro de ello; y en los años 1734 y 1735, nacieron en San Felices otras niñas, bautizadas con el nombre de Manuela. Por lo demás, la Cueva de la Muchacha nos fue identificado por el guarda municipal del campo, Sr. Angel Ramos.
[33] N. del E. En la nota anterior, número 435, Manuel G. Sesma deduce que Sailices sería una abreviación popular de San Felices. No tenemos por qué dudarlo, admitiendo su argumentación. No obstante, cabría consignar, aunque pueda ser un dato anecdótico, que, según el profesor Manuel Medrano Marqués (Los Visigodos en el Solar de Fitero, El Castillo de Tudején. Conferencia pronunciada, en Fitero, el día 16 de marzo de 2002.): “En Sanchoabarca se han encontrado algunas (pocas) cerámicas de la Edad del Hierro, y de allí proceden tres monedas indígenas del siglo II o comienzos del siglo I a. C., de las cuales una probablemente es de Arsaos (núcleo situado en algún lugar de Navarra) y dos son celtibéricas, una de Sekaisa (ciudad localizada en Belmonte de Gracián, cerca de Calatayud), y la otra de Sekobirikes (en Saelices, Cuenca).” En el texto editado para la ocasión, se reproduce incluso la citada moneda (p. 9).
[34] Cap. III, pp. 60-62.
[35] Tudela, 1989.
[36] Tudela, 1986.
[37] Tudela, 1986.
[38] [ALTA] Julio Altadill, Geografía General del País Vasco-Navarro – NAVARRA, t. I – Hidrografía, p. 9.
[39] Leoncio Urabayen, Geografía de Navarra, nº 48 – Pamplona, 1931.
[40] Alfredo Floristan Samanes, La Ribera Tudelana de Navarra, p. 42 – Zaragoza, 1951.
[41] [ALTA] J. Altadill. Ob. Cit., p. 95.
[42] [MORE-1704] José Moret, Annales del Reyno de Navarra, t. II, Libro XVIII, cap. VII, nº 3, p. 417 – Pamplona. Pascual Ibáñez, 1776.
[43] [ALTA] Julio Altadill, Ob. Cit., p. 96.
[44] Esta Cooperativa fue fundada, el 18 de febrero de 1940, por Raimundo Bayo Latorre. Sus presidentes han sido, hasta 2003: Raimundo Bayo Latorre (1940-1946), Nicolás Fernández (1946-1949 y 1955-1961), José Ochoa Acarreta (1961-1966), Francisco Ochoa Yanguas (1967-1970), Angel Jiménez Jiménez (1970-1974), José Escudero Rupérez (1975-1977), Joaquín Latorre (1978-1979), Jesús Ochoa Pina (1980-1981), Jesús Martínez Bermejo (1981-1983 y 1987-1990), José Miguel Escudero Yanguas (1990), Carmelo Calleja (), José Mª Bozal Alfaro (), (Fitero-90).
[45] [MONT-1978] Cristina Monterde, Colección Diplomática del Monasterio de Fitero, (1140-1210), documentos latinos nº 36, 39,45, 52, 53, 55, 56, 64, 85, etc.
[46] Miguel de Urquizu y Uterga, Protocolo de 1635, f. 410. Escritura de los pontigos de Cueva de Murillo, A. P. T.
[47] Joaquín Huarte, Protocolo de 1785, f. 186. A. P. T.
[48] El Pantano de Hospinete fue mejorado recientemente, construyéndose un segundo, dentro del proyecto de ampliación de la zona de regadío de la Dehesa de la Villa.
[49] Esta potabilizadora sería substituida por una Depuradora más moderna, puesta en funcionamiento en el año 1985. Raimundo Ochoa Ochoa fue su encargado desde 1985 hasta 1991, fecha en la que dejó de funcionar, en substitución de Miguel Azpilicueta Fernández, encargado del Servicio de Agua de Fitero durante 48 años. N. del E.
[50] Sebastián Navarro, Prot. de 1555, f. 217. A. P. T.
[51] NA-160.
[52] NA- 6991. “A un almendro en flor de Hospinete. Bello almendro en flor / que en cada febrero, / con tu manto regio, / / das envidia al sol: // Dime ¿quién te viste / con tal esplendor..? / Solo puede hacerlo / la mano de Dios.” Fitero, 29 de febrero de 1976. Dicho almendro se yergue solo, al borde izquierdo de la carretera, 50 metros más arriba del pontigo de la Casa de Hospinete. Pero fue arrancado en diciembre del mismo año. (Poemas Circunstanciales).
[53] NA-6940. Hay que cruzar la N-113 para coger la carretera de Cascante-Ablitas: NA-3020.
[54] Comienza en Cascante: NA-3020.
[55] N-113.
[56] NA-160.
[57] El Mojón de los Tres Reyes se encuentra, actualmente, en el kilómetro 101´4 de la N-113, a 7 kilómetros del cruce de la NA-6940 con la N-113, a la altura de la antigua estación de ferrocarril de Fitero.
[58] La numeración correspondía a 1967, época en que fue tomada por el autor.
[59] Actualmente son solo 2.
[60] [MONT-1978] Cristina Monterde, Colección Diplomática del Monasterio de Fitero, doc. 49, p. 400.
[61] [MONT-1978], docum. 82, p. 422.
[62] [MONT-1978], doc. nº 80, p. 420.
[63] [MONT-1978], doc. 89 y 95, pp. 428 y 437.
[64] Fue el XXXVIII Abad de Fitero. Solo gobernó la Abadía desde 1582 a 1585, pero fue de los que más hizo en beneficio del pueblo. Ya había estado como Visitador del Monasterio en 1572, ocupándose de moralizar y disciplinar a los monjes, que andaban bastante relajados, y de que se comportasen debidamente como Dios manda, con el vecindario; y, al volver como abad electo, diez años después, cortó radicalmente los abusos de aquéllos. Fiesta entonces los frailes daban y quitaban las tierras a los vecinos a su capricho; y Solís acabó con tal situación, otorgándoselas a los renteros, a censo perpetuo, por escritura pública del 27 de enero de 1584. Y lo mismo hizo con los inquilinos de las 46 casas que poseía, a la sazón, la Abadía. Instituyó la primera escuela para los niños, donando al Municipio 530 ducados para sostener con sus intereses a un maestro de primeras letras. En otra ocasión, dio 200 ducados a la Villa para socorrer a personas necesitadas . Se preocupó de que se diese bien de comer a los pobres que acudían a la Portería del Convento y remuneraba decorosamente a los que trabajaban para la Abadía, en contraste con sus antecesores. Finalmente, entre las obras materiales que llevó a cabo, figuran la Sacristía de la Iglesia y el Dormitorio nuevo, en el que están instaladas ahora las clases de párvulos y las habitaciones de las hermanas de la Caridad.
[65] Sebastián María de Aliaga, Manuscrito, f. 80.

[66] Saturnino Sagasti, Apuntes y documentos relativos a la Villa de Fitero, 2ª parte, doc. II, pp. 271-272. A. M. F.
[67] Saturnino Sagasti, Apuntes y documentos relativos a la Villa de Fitero, 2ª parte, doc. II, pp. 271-272. A. M. F.
[68] [IDOA-1954/1956/1966] Florencio Idoate, Rincones de la Historia de Navarra, t. I, p. 240.
[69] [IRIB-184-2] José María Iribarren, Vocabulario Navarro, p. 25 - Edición de la Institución Príncipe de Viana - Pamplona, 1984.


[70] Actualmente, el encargado de esta Estación es Teodoro Muro Gil.
[71] Continuó, posteriormente, en los Programas de Fiestas, correspondientes a los años 1987 y 1988. Sus últimas colaboraciones fueron publicadas en las Revistas Fitero-89 y Fitero-90.
[72] Enciclopedia Universal Ilustrada de Espasa-Calpe, t. 31, pp. 1080, 1088 y 1089.
[73] Ignacio Bermejo, “El tiempo en Fitero”, Programa de las Fiestas de la Virgen de la Barda de 1987.
[74] Existe un acta notarial, levantada, con tal motivo, el 18 de mayo de aquel año, por el Escribano Real Don Miguel de Urquizu. Fue publicada, en Cervera, en 1954.
[75] Jesús Elósegui y Fernando P. Ollo, Navarra – Paseos naturalísticos, t. II, p. 55. Pamplona, CAN, 1982.
[76] Cirilo Castro, Diccionario Geográfico, etc. de P. Madoz, t. VIII, p. 106.
[77] Miguel G. Camaleño, Memoria de las Aguas de Fitero, p. 9. Madrid, 1911.
[78] Enciclopedia España-Calpe, t. 38, pp. 666 y siguientes.
[79] Idem., t. 26, p. 1085.
[80] Idem., t. 62, p. 992.
[81] Id., t. 38, p. 631.
[82] Nueva Enciclopedia Sopena, t. IV, p. 1277 – Barcelona, R. Sopena, 1960.
[83] Enciclopedia Espasa-Calpe, t. 20, p. 675.
[84] Cirilo Castro, en el Diccionario Madoz, t. VIII, p. 104.
[85] Miguel G. Camaleño, Ob. Cit., p. 9.
[86] [ALTA] Julio Altadill, Geografía General del País Vasco-Navarro. Provincia de Navarra, t. II, p. 878. El artículo sobre Fitero ocupa las páginas: 872-886. Describe el pueblo tal como estaba en 1920.
[87] Saturnino Mozota Vicente: Notas hidrológicas y clínicas de los Balnearios de Fitero. Zaragoza, Berdejo, 1930.
[88] Nueva Enciclopedia Sopena, t. V., p. 102.
[89] Idem., t. III, p. 1280.
[90] Id. Ib., p. 386.
[91]  Es evidente que viviendo en México, no nos hubiera sido posible escribir esta Geografía de Fitero, a pesar de la bibliografía citada, sin la cooperación de personas conocedoras, avecindadas casi todas en nuestra Villa, las cuales nos proporcionaron, de palabra o por escrito, numerosos detalles, especialmente estadísticos, referentes a esta materia. En muestra de agradecimiento, consignamos a continuación sus nombres, por orden alfabético y apellidos, suplicando se nos perdonen las omisiones involuntarias. Agustín Catalán Escribano, farmaceútico. Angel Melero Díez, Secretario de la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos y empleado administrativo de la Bodega Cooperativa San Raimundo Abad. Antonio Escalona Serrano, practicante. Antonio Sayas Abengoechea, Secretario del Ayuntamiento. Sra. Avelina Pérez Jiménez, Directora del Grupo Escolar. Cesareo Tovías Frías, comerciante. Cruz Azcona y Juan Carlos Azcona, propietario y administrador respectivamente de la fábrica de conservas El Juncal. Domingo Alfaro Yanguas, agricultor. Emiliano Blázquez Lafuente, agricultor. Fausto Palacios Pelletier, ex-alcalde y propietario del Teatro-Cine Calatrava. Fernando Escudero Magaña, mecánico. Fernando Seves Morentín, director de INITESA. Florencio Yanguas Fernández, ex-cabo de guardas. Francisco Falces Pina, maestro albañil. Generoso Andrés Yanguas, comerciante. Ignacio Bermejo Yanguas, industrial y fiscal municipal. Isidro Magaña Aliaga, ex-comerciante. Jacinto Piudo Roldán, ex-comandante del Puesto local de la Guardia Civil. Javier Falces Mezquíriz, comerciante. Javier Fernández Gracia, empleado administrativo. Jesús Azpilicueta Fernández, Administrador General de los Balnearios Termales. Jesús Jiménez Torrecilla, ex-cura ecónomo de Fitero. Joaquín Yanguas. Hostelero (Hostal Casablanca). Jesús Vergara, agricultor. José Andrés Yanguas, industrial. José Antón Navascués, copropietario de Alabastros Hernar. José Burgos Vergara, director de la sucursal local de la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona. José Jiménez Fernández, ex-jefe de Telégrafos de Fitero. José Manuel Alfaro Sesma, arquitecto. José Mª Jiménez Lozano, hornero. José Mª Viscasillas, administrador de la delegación local de la Caja Rural de Navarra. Juan José Palma Alvarez, oficial de Telégrafos. Julián Tovías Tovías, administrador de las instituciones locales de Beneficencia.  Julio Aznar González, director de la sucursal del banco Central (anteriormente Crédito Navarro). Julio Fernández Yanguas, agricultor. Julio González Jiménez, hostelero (Hostal San Antonio). Julio y Guillermo Igea Ochoa, exportadores de frutas y hortalizas. Luis Fernández Jiménez, oficial de la Secretaría Municipal. Marcelina Hernández Tovías, encargada de la Biblioteca Pública. Marcelino Hernández Fernández, capataz del Sindicato de Riegos. Sra. María Melero Díez, representante de La Vasco-Navarra. Matías Muro García, exportador de frutas y hortalizas. Miguel Aguirre Lauroba, administrador de la Agencia Postal. Miguel Bermejo Yanguas, representante del Servicio Meteorológico Nacional. D. Miguel Herrero y Octavio de Toledo, médico. Pedro Jiménez Yanguas, agricultor y ex-concejal. Ramón Azcona Fernández, párroco de Fitero. Ricardo y José Burgos Latorre, agricultores. Rda. Mª Rosario Arzoz, Superiora de la comunidad local de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Salvador Azagra Muñoz, cobrador de Fuerzas Eléctricas de Navarra. Santos Asensio Guillermo, ex-párroco de Fitero. Isidro Magaña Aliaga, ex-comerciante. Eugenio Sánchez, empleado de comercio. Eduardo Aznar Bayo, aparejador de obras. Manuel Sainz Villafranca, ex-regador de Hospinete. Pedro Mª Atienza Alfaro, repartidor de Telégrafos. Florentina Borque Lorente, ama de casa. Candido Latorre Guarás, agricultor. José Chinchilla Igea, aviador. Domingo Sanz Gil, fabricante. Raimunda Diaz Latorre, ama de casa. Federica Larrea Fernández, ama de casa.




[92] Saturnino Mozota Vicente: “Notas hidrológicas y clínicas de los Balnearios de Fitero”, p. 14-2 . Zaragoza, Berdejo Casañal, 1930.
[93] Elósegui-Pérez, Ob. cit., t. II, p. 55. Fitero. Pamplona, CAN, 1982.

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