1887-2016
LAS HERMANAS DE LA CARIDAD DE SANTA ANA DE FITERO
Por MANUEL GARCÍA SESMA (1902-1991)
Residencia de San Raimundo (1973-1991)
Indice
I.- Fundación: 1887.
II.- 1902. El Hospital de San Antonio.
III.- 1972. La Residencia San Raimundo.
IV.- Poesía y dedicatorias.
V.- Discurso de Carmelo
Aliaga, Alcalde de Fitero, con motivo del I Centenario de la llegada de las
Hermanas de la Caridad de Santa Ana a Fitero (1887-1987).
VI.- La Hermana Trini Burgui
Resano, por Jesús Bozal Alfaro (Diario de Navarra)
I
1887
LA VENIDA A
FITERO DE LAS HERMANAS DE CARIDAD DE SANTA ANA
Programa de Fiestas de Fitero, 1983.
Dentro de cuatro años, se cumplirá un siglo de
la venida instalación en Fitero de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana.
Entonces será la ocasión de celebrar su primer centenario y de relatar in
extenso todo lo que han hecho en favor de nuestro pueblo las religiosas de tan
benemérita Congregación. Lo haremos, si vivimos todavía y conservamos nuestras
facultades mentales. Por ahora, nos vamos a limitar a narrar sucintamente la
pequeña historia de sus comienzos.
Entre los 115 muertos (48 varones y 67 mujeres)
que la espantosa epidemia de cólera morbo asiático ocasionó en Fitero, en el
verano de 1885, y que hemos descrito detalladamente en nuestro último libro MISCELANEA FITERANA, figuró el único
maestro de párvulos que había en la localidad: Don Carlos Vergara. Terminada
aquella hecatombe, el Ayuntamiento y la Junta Local de Primera Enseñanza
comenzaron a hacer gestiones para encontrar otro maestro que sustituyera al
difunto; pero no lo consiguieron. En vista de ello, encomendaron esta escuela
al cuidado de unas señoras del vecindario, de muy buena voluntad, pero sin
ninguna experiencia docente, y naturalmente no dieron el resultado apetecido. Entonces,
haciendo caso de las buenas referencias que obtuvieron acerca de la actividad
escolar de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, en otros pueblos, se
dirigieron a la Superiora General de dicha Congregación, la Madre Dolores
Marín, que residía en Zaragoza, solicitándole el envío de algunas Hermanas, con
el mismo objeto.
Pero resulta que el cólera también había hecho
estragos dentro de la misma Congregación y no pudo acceder, de momento a tal
demanda.
Por fin, a fuerza de reiteradas instancias, la Madre
Marín consintió en llevar a cabo la fundación de la Casa de Fitero, en las
siguientes condiciones.
Por de pronto, las autoridades de Fitero
realizarían previamente las obras necesarias en el antiguo convento
cisterciense, poniendo en condiciones las habitaciones destinadas a las
Hermanas y los locales destinados a la enseñanza. Estas instalaciones se harían
en el segundo piso o parte alta del Monasterio, “reservándose el Municipio los balcones de las dos escuelas para la
asistencia y presidencia de las funciones públicas”.
Se enviarían solamente cuatro Hermanas; dos
darían enseñanza gratuita a los párvulos de ambos sexos, de 3 a 6 años, las
otras dos Hermanas impartirían enseñanza superior, pagada por las familias, a
niñas mayores de 6 años. Por la enseñanza gratuita a los párvulos, las Hermanas
percibirían del Ayuntamiento 1.250 pesetas anuales, pagaderas por trimestres; y
por la enseñanza superior a las hijas de las familias que la desearan, no se
fijó ninguna cuota determinada, sino que se haría “el pago correspondiente que estimen oportuno” según la clase de
enseñanza que se conviniera con las Hermanas. Por supuesto, este pago sería
íntegramente para éstas.
Finalmente,
tanto las Hermanas como su sirvienta tendrían derecho a la asistencia médica y
farmaceútica gratuitas. De acuerdo ambas partes, el día 8 de Agosto de 1887,
vinieron a tomar posesión del nuevo Colegio la citada M. General, Dolores
Marín, acompañada de la Superiora de Tudela, M. Eulalia Marín, de los canónigos
de Zaragoza y Tudela respectivamente, D. Mariano Supervía y D. Hilario Ariza, y
de las 4 Hermanas que se iban a quedar en Fitero y cuya Superiora era la M.
Josefa Angela.
Según el testimonio del Secretario interino del
Ayuntamiento, D. Cándido Pina, “fueron
recibidas por todo el pueblo, al toque de campanas y con gran regocijo,
habiéndolas obsequiado con una comida y dándoles posesión el mismo día 8”.
Dos días después, o sea, el 10, “se
celebró una solemne función de Iglesia por la venida, con gran concurrencia de
fieles”.
Por supuesto, a la cabeza de estas
manifestaciones y obsequios, iban siempre el Alcalde, D. Celestino Huarte, con
la mayoría de los concejales, los miembros de la Junta Local de Primera
Enseñanza y el Párroco Fr. Joaquin Aliaga, con sus coadjutores.
A la sazón, la Junta Local de Primera Enseñanza
estaba formada por los Sres. Celestino Huarte, Melitón Hernández, Fr. Joaquín
Aliaga, Domingo Huarte, Eladio Calleja y Fausto Martínez; y a su vez, el
Ayuntamiento, por los Sres. Celestino Huarte, Hilario Falces, Severiano Muro,
Eloy Andrés, Benito M. Aliaga, Julián Aliaga, Pedro Giménez y Ezequiel Yanguas
El acuerdo de la Junta de hacer constar la
posesión dada a las Hermanas de la Caridad, data del 16 de Agosto de 1887, y la
aprobación de este acuerdo por el Ayuntamiento, del 17 de octubre del mismo
año.
Abierta la matricula los días 10 y 11 de
agosto, se inscribieron más de 200 niños de ambos sexos. Así pues, el debut no
pudo ser más halagüeño.
Tales fueron los comienzos de la actuación de
las Hermanas de la Caridad en la Villa de Fitero.
II
EL
HOSPITAL DE SAN ANTONIO
1902
Con la
extinción del Monasterio, quedó más o menos abandonado el Hospital que sostenía
(casa nº 35 del Barrio Bajo), aunque continuó funcionando, a cargo del
Ayuntamiento, como Hospital Municipal según se desprende de algunas defunciones
ocurridas en él, como la de Eulogía Liñán, el 20-I-1850. Este Hospital mísero y
que dejaba mucho que desear, fue sustituido por el Santo Hospital de San Antonio, el cual fue abierto el 21 de
diciembre de 1902, siendo Alcalde D. Juan Cruz Lahiguera, y Párroco, D. Martín
Corella. Se instaló en la Plaza de las
Malvas, ocupando la planta baja de la actual Residencia San Raimundo, en el antiguo convento cisterciense. Se
encargaron de él las mismas Hermanas de
la Caridad de Santa Ana, cuya Superiora, en Fitero, era, a la sazón, la
Hermana Petra Goñi. Ejercía el Patronato de este Hospital una Junta compuesta
por el Alcalde, el Párroco y el Secretario del Ayuntamiento, como Vocales
natos, y otros cuatro vecinos designados por el Ayuntamiento, de entre los
cuales se elegía al Administrador. El flamante Hospital tenía 10 camas,
distribuidas en dos Salas (una para hombres y otra, para mujeres) y acogía a
enfermos indigentes de ambos sexos, por un periodo discrecional, que
ordinariamente era de 15 días, pasados los cuales, los enfermos, cuando el caso
lo requería, eran trasladados al Hospital Provincial de Pamplona. A las
Hermanas se les dio, en un principio, por este servicio, 500 pesetas anuales y
una asignación diaria por enfermo, que oscilaba entre 0´50 y 1 peseta, según su
número. Como se comprenderá, con esta raquítica asignación, las Hermanas no
podían regalar a los hospitalizados con manjares.
Treinta años
después de su fundación, en una comunicación oficial, hecha el 19 de marzo de
1932, al Presidente de la Junta Provincial de Beneficencia de Navarra, por el
Alcalde D. Jacinto Yanguas, se hacía constar que el Hospital de la localidad no
poseía fincas rústicas ni urbanas y que sus valores públicos consistían en los siguientes:
a) cinco acciones de la Deuda Provincial (2.500 pesetas); b) dos imposiciones
anuales en el Crédito Navarro (9.000 pesetas); dos imposiciones de la Caja de
Ahorros de Navarra (7.000 pesetas); diez acciones de la Caja de Crédito Popular
(259 pesetas). Total: 18. 750 pesetas. Las cuales producían un interés anual de
809 pesetas.
De
esta suma se daban 700 pesetas anuales a las Hermanas de la Caridad, y con el
resto, se atendía, en parte, al pago de las estancias de los enfermos, a lo que
contribuían las limosnas de los particulares, pues no podía hacerse con solo
109 pesetas, que era el sobrante de los intereses. El Hospital de San Antonio
duró 68 años, habiéndose hospitalizado, durante ellos, algo más de medio millar
de enfermos, con más de 1.500 días de estancia. Su existencia fue
verdaderamente precaria, sobre todo, en sus últimos tiempos (década de 1960-70)
en que ya no recibía ninguna subvención del Ayuntamiento y se sostenía con
limosnas de toda especie y con una parte proporcional del Cepillo de la
Parroquia. Su último administrador fue D. Julián Tovías, quien nos suministró
todos estos detalles.
III
LA RESIDENCIA SAN RAIMUNDO
1972
Nos
ocupamos de ella en este capítulo, por ser una obra altamente benéfica, aunque
no sea precisamente una institución de Beneficencia, en el sentido tradicional
de la palabra, puesto que los residentes pagan mensualmente por adelantado, sus
pensiones correspondientes. Sencillamente es una Residencia privada de
Ancianos, análoga, hasta cierto punto, a las fundadas por la Seguridad Social.
Por lo demás, no solo admite a vecinos de Fitero, sino a señores y señoras
procedentes de cualquier provincia de España.
Ocupa
la parte baja del ala Norte del antiguo Monasterio Cisterciense, donde estuvo
instalado antaño el Hospital de San Antonio. Las obras de adaptación y de
ampliación comenzaron en junio de 1970, siendo realizadas por el Mtro. Albañil,
Alfonso Fernández Ortega y su equipo, terminándose prácticamente en el verano
de 1974. La iniciativa y financiación de esta institución se debió a las
acaudaladas hermanas fiteranas, Srtas. Rosalía y Mercedes Francés, a quienes
todavía no se ha dedicado en la Residencia una placa de recuerdo que creemos
bien merecida. La Residencia San Raimundo cubre una superficie de 833 metros
cuadrados y consta de 15 recámaras, con 1, 2 o 4 camas cada una. La mayoría
tiene cuarto propio de aseo, y algunas, además, medio baño. Por otra parte, hay
dos amplios cuartos de aseo comunes: uno, para los hombres; y otro, para las
mujeres, con lavabos, retretes, ducha y bañera. Otras dependencias de la
Residencia son 1 enfermería con dos camas, 1 comedor, 1 office, 1 ropero, 1
lavadero, 1 cuarto en el que está instalada la maquinaria principal de la
calefacción central y 1 amplio y cómodo salón de estar, con una pequeña
biblioteca y un buen aparato de televisión en colores. Desde este salón, se
puede pasar directamente a la iglesia parroquial, sin necesidad de pisar la
calle.
En
otro aspecto, la libertad de los pensionistas es completa, pues sus únicas
obligaciones se reducen a no venir de la calle a acostarse tarde y a acudir
puntualmente a las comidas. Sus horarios son los siguientes: las 9´15 horas
para el desayuno; las 13, para la comida del mediodía; las 17´15, para la
merienda; y las 20 horas para la cena, excepto en verano que es a las 20´30
horas.
La
Residencia San Raimundo fue inaugurada oficialmente el 10-IX-1972, estando
todavía sin terminar; pero, desde principios de la primavera de 1971, había ya
acogido al matrimonio fiterano, formado por Hermógenes Fernández y María Jesús
Latorre, que fueron los primeros residentes.
Desde
su inauguración, el servicio está a cargo de una parte de la comunidad local de
las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, habiendo sido las primeras la
Superiora, María del Rosario Arzoz y Pérez de Zabalza, y las Hermanas, Luisa
Espinona Puerto, Petra Solana Mayayo y Trinidad Burgui Resano. La 2ª Superiora
fue la Hermana Asunción Ayo Amézaga; y la 3ª y actual la Hermana, María Josefa
Huguet Bronte. Merecen un recuerdo tres Hermanas, que trabajaron posteriormente
en la Residencia: Monstserrat Ursúa, Remedios Bartolomé y Emérita Arana. Las
dos primeras viven todavía, en Portugalete y Collado de Villalba,
respectivamente; y la 3ª falleció en Fitero, el 18-II-1987.
La
administración de la Residencia corre a cargo de una Junta, presidida por el
Alcalde, y compuesta por el Párroco como Capellán, el Secretario del
Ayuntamiento, un Administrador y cuatro Vocales (primitivamente cinco). La
Junta primitiva estuvo formada por los Sres. y
Sras. siguientes: el Alcalde, D. Miguel Mesa; el Secretario del
Ayuntamiento, D. Antonio Sayas; el Párroco, D. Ramón Azcona; el Administrador,
D. Julián Tovías; y los vocales, D. Celestino Huarte, D. Javier Falces, D. José
Pérez y las Sras. María Eulalia Ruiz de Mendoza y Concepción Latorre. De esta
Junta primitiva murieron los Sres. Mesa, Tovías y Pérez, quien había sustituido
como Administrador al Sr. Tovías; fue trasladado el Sr. Azcona y causó baja por
enfermedad la Sra. Latorre; de manera que, en 1988, la Junta estaba formada por
el Alcalde Constitucional, D. Carmelo Aliaga; el Secretario del Ayuntamiento,
D. Jesús Fernández Gracia; y 4 Vocales: las Sras. Eulalia Ruiz de Mendoza y
Victoria Duarte; y los Señores Celestino Huarte Francés y Joaquín González
Alfaro.
En
el mismo año, estaban al servicio de la Residencia las Hermanas, Mª Josefa
Huguet, Luisa Espinosa, Petra Solana, Trinidad Burgui, Remedios Fuester y
Trinidad Fernández, ayudadas por cuatro empleadas civiles de hogar: las Sras.
Mª Teresa Moreno, Mª Isabel Yanguas, Carmen Montejo y Angeles Garbayo, que
trabajaban por horas.
El
2-II-1982, el pueblo y el Ayuntamiento homenajearon a la Hermana, Petra Solana,
al cumplir 54 años de estancia en Fitero. El Ayuntamiento le regaló una medalla
conmemorativa de oro. El 8-VIII-1987, se cumplió el primer Centenario de la
venida e instalación en Fitero de las Hermanas de la Caridad de Sta. Ana y, con
tal motivo, la Comunidad fue objeto de un gran homenaje oficial y popular,
recordando el suceso una placa rectangular de mármol, colocada frente a la
entrada de la Residencia y descubierta oficialmente por el Alcalde, D. Carmelo
Aliaga, el 8-IX-1987, en plena Novena de la Virgen de la Barda. Su texto es el
siguiente:
EL
PUEBLO Y AYUNTAMIENTO DE FITERO
A
LAS HERMANAS DE LA CARIDAD DE SANTA ANA,
EN
EL CENTENARIO DE SU LLEGADA Y ESTANCIA EN FITERO,
EN
RECONOCIMIENTO A SU LABOR.
8-8-1987
Posteriormente,
el mismo Ayuntamiento regaló a la Comunidad un gran cuadro en el que, sobre un
amplio pergamino, figura lateralmente el escudo de la Villa, y debajo, una
larga cinta roja de la que pende una medalla de oro del Municipio. En la parte
central del mismo, una inscripción, en caracteres góticos, dice lo siguiente:
M.
I.
AYUNTAMIENTO
DE FITERO
LAS
HERMANAS DE LA CA-
RIDAD
DE SANTA ANA, DESDE LA LEJANA
FECHA
8 DE AGOSTO DE 1887, HAN VENIDO
REALIZANDO
UNA ABNEGADA Y BENEFICA TA-
REA
EN LOS CAMPOS DE LA ENSEÑANZA Y
ASISTENCIA
SOCIAL DE ESTA LOCALIDAD
POR
ELLO, CUMPLIDO EL CEN-
TENARIO
DE SU PRESENCIA, CONFORME AL ACUERDO
DEL
25 DE AGOSTO DE 1987, EN RE-
CUERDO
Y HOMENAJE DEL M. I. AYUNTA-
MIENTO
DE FITERO, HACE CONSTAR SU
AGRADECIMIENTO.
POR
EL M. I. AYUNTAMIENTO
(A
continuación, figuran las firmas autógrafas del Alcalde, D. Carmelo Aliaga y
del resto de la Corporación Municipal).
A
principios de 1988, la Residencia albergaba a 12 hombres y 18 mujeres
pensionistas.
POEMAS DEDICADOS POR MANUEL GARCÍA SESMA A LAS HERMANAS DE LA CARIDAD DE SANTA ANA DURANTE SU ESTANCIA EN LA RESIDENCIA SAN RAIMUNDO, REGENTADA POR LAS HERMANAS DE LA CARIDAD DE SANTA ANA (1973-1991)
LA MADRE BESCOS
A la puerta de su casas, en un pueblito de
Huesca,
se hallaba, un día, una niña, llamada Pabla
Bescós;
y una mendiga andrajosa le extendió su mano
diestra,
pidiéndole una limosna, por el amor del
Señor.
Era la niña espigada y de pupilas celestes.
Tenía un carácter dulce, sensible, ingenuo y
amable,
y al fijarse en los harapos de aquella pobre
indigente,
apiadóse y entrególe un vestido de su madre.
Este rasgo compasivo de la tierna muchachita,
realizado en el acto, con gran
naturalidad,
era un presagio elocuente de que sería su
vida
un acabado modelo de amor y de caridad.
Así, pues, no es de extrañar que, cuando a
los trece años,
hizo en Panzano ‑ su pueblo ‑,la Primera
Comunión,
resolviese, como fruto de aquel trascendental
paso,
ingresar en un convento, para consagrarse a
Dios.
Pero ¿en cuál..? En el de Casbas ‑ fue su
primer pensamiento -
un convento de clausura de bernardas de allí cerca.
Mas sobre Pabla tenía el Señor otros
proyectos
y la llevo a las Hermanas de la Caridad de
Huesca.
Allí no había clausura, sino puertas siempre
abiertas
al dolor y a la miseria de enfermos y
desvalidos,
servidos
por religiosas que las más rudas faenas
alternaban, cada día, con 109 oficios
divinos.
Pero Pablita era débil; y ¿podría soportar
aquella vida penosa de trabajo y de
oración..?
Las buenas monjas de Huesca lo tenían que
pensar
y no accedieron ,de pronto, de Pabla a la
pretensión.
Por fin, a los veinte años, tras varios meses
de prueba,
ingresó como novicia en el Hospital de
Gracia,
demostrando
en Zaragoza con su piedad y eficiencia,
que tenía cualidades para ser valiosa
Hermana.
Una etapa ascensional para su
Congregación,
hasta entonces estancada por circunstancias
adversas
iba de inmediato a abrir la Madre Pabla
Bescos,
con su voluntad de acción ,con su fe y con su
firmeza.
La "Segunda Fundadora" con razón la
denominan,
por la obra gigantesca que iniciara desde
entones,
logrando la aprobación de la Curia
Pontificia,
la autogestión y el derecho de hacer
nuevas Fundaciones.
Más de
medio centenar consiguió llevar a cabo,
rompiendo el estrecho cerco del recinto
aragonés,
en clínicas, hospitales y colegios
instalando
a sus Hijas, que afluyeron, numerosas, por
doquier.
Y aparecieron las "Anas" en Madrid
y en Barcelona,
en Algemesí, Valencia, Estella,
Garrapinillos,
en Forcall, Lerín, Mendavia, Utiel, Barbarín,
Vitoria,
Pedernales, Cabo Blanco, en Maracaibo y
Trujillo.
Lo
milagroso del caso de la emprendedora Madre
es que su salud precaria la atormentó de
continuo,
agravando aún más allá sus dolencias
corporales,
con ayunos, disciplinas, cadenillas y
cilicios.
Mas la
sostuvo sin duda la Divina Providencia,
que desde la tierna infancia, su favor le
dispensó,
y contra viento y marea, enfermedades y
penas,
hasta
una edad avanzada, su existencia prolongó.
Su devoción principal fue el Corazón de Jesús,
que no dejó de inculcar a todos, mientras
vivió,
pues es la imagen más dulce de quien murió en
una cruz,
por el amor de los hombres, que su sangre
redimió.
Reelegida sin cesar por el voto de sus
Hijas,
rigió la Congregación treinta y cuatro años
seguidos;
y expiró de ochenta y uno, serena y sin
agonía,
como el justo que ve abrirse las puertas del
Paraíso.
Escogía para ella los más bajos menesteres,
cuidando, de preferencia, a los enfermos más
graves
y, atacada muchas veces por la fatiga y la
fiebre,
las soportaba, en silencio, con magnífico
coraje.
La discreción nos obliga a callar un acto
heroico
que hiciera con una enferma de una llaga
purulenta.
Solo los Santos que aspiran a estar muy cerca
del trono
del Señor, pueden hacerse a sí mismos tal
violencia.
Su gran personalidad y eminentes cualidades
que mostró ya de novicia, sin obstar su
juventud,
la llevaron, de profesa, a los puestos
responsables,
propios de la madurez, aliada con la virtud.
Tenía veintitrés años, cuando se le encomendó
la dirección de la Sala de la Virgen del
Pilar;
y solo un año después, al Hospicio ya pasó,
encargada del Ropero y de la Guardia escolar.
A los cuatro de profesa, se la nombró
Superiora
del Hospital de Alcañiz, donde pronto abrió
una escuela
gratuita de niñas pobres y otro colegio de
cuota
para muchachas mayores de las familias
burguesas.
Allí, el año 85, le sorprendió la invasión
del cólera morbo asiático que cubrió a España
de luto;
y con sus bravas Hermanas, la madre Bescós
luchó,
brazo a brazo con la muerte, al borde de los
sepulcros.
A los cuarenta y un años, se le dio el
difícil cargo
de Maestra de Novicias; y , al cabo de solo
un trienio,
sin descargarla del mismo, por su dinamismo y
tacto,
de Ecónoma General se le cursó el
nombramiento.
Finalmente fue elegida Superiora General,
el año 94.
Tenía cuarenta y seis;
de modo que, en veinticinco, sin ambición
personal,
llegado había a la cumbre, por su virtud y
valer.
"Descanse en paz", murmuramos,
cuando un semejante muere;
y así descansa sin duda la Madre Pabla, junto
a Dios;
mas seguro es que, en el cielo, le pide
constantemente
por las Hijas que en la tierra forman su
Congregación.
Fitero, 9 de
julio de 1974.
MARIA RAFOLS
Mil ochocientos ocho. Zaragoza. Los sitios.
Día 15 de junio. Las huestes invasoras
atacan por el Carmen, Santa Engracia, el
Portillo
y sufren la primera y sangrienta derrota.
Lefebvre olvidó ya la lección espartana
que la Convención diera en sus épicos días:
la de que no es fácil subyugar por las armas
a un pueblo decidido a dar antes su vida.
Verdier, que asume el mando, obstínase en
lograrlo,
arrojando a los barrios un diluvio de bombas;
mas, cuando sus soldados se lanzan al asalto,
son también rechazados por los bravos
patriotas.
Es el día glorioso en que inmortalizóse,
del Portillo en la brecha, disparando un
cañón,
caídos sus sirvientes, una intrépida joven,
Agustina llamada, con razón, de Aragón.
El sitio, empero, sigue y tras los bombardeos
de principios de agosto, dos columnas
francesas
penetran hasta el Coso, luchando a sangre y
fuego,
por clavar en las torres del Pilar sus
banderas.
Mas tampoco lo logran, pues, del Ebro en el
puente,
Tornos, con un cañón, la desbandada impide,
y soldados, civiles, muchachos y mujeres
se baten en las calles, con coraje sublime.
Lefebvre, Bazancourt y Verdier son heridos.
Esta vez, los franceses sufren más de mil
bajas;
y, al saber de Bailén el revés inaudito,
levanta el enemigo el sitio de la plaza.
Este doble fracaso que entusiasma a Europa,
constituye una afrenta para Napoleón,
que, en noviembre, en España, se presenta en
persona,
a dirigir la lucha contra el pueblo español.
Y comienza el Segundo Sitio de la ciudad,
que a Moncey no se rinde y que Junot no
abate,
encargándose entonces del ataque final,
el 26 de enero, el Mariscal Juan Lannes.
Esta vez, la defensa es más encarnizada.
Se disputan las calles y casas palmo a palmo;
luchan mozos, ancianos y hasta tiernas
muchachas,
mientras su ciudad arde por los cuatro
costados.
Y por si fuera poco este cuadro de horrores,
el hambre y la epidemia se ceban en sus
filas,
todavía agravando la diaria hecatombe
de los bravos que caen entre llamas y ruinas.
Zaragoza agoniza, envuelta en proyectiles;
de escombros, de cadáveres y armas es un
montón;
y frente a la pistola del Comisario Plique,
Palafox, encamado, firma la rendición.
La historia ha recogido los nombres de los
héroes
que más se distinguieron en la gesta
preclara:
Palafox, Agustina, Sas, Cardo, el Tío Jorge,
San Genis, Ric, San-March, Bogiero, Azlor y
Gasca.
Mas se olvida, a menudo, el de una heroína,
que no empuñó un cuchillo ni hizo ningún
disparo,
sino que dedicóse a auxiliar a las víctimas,
con caridad sublime: el de María Rafols.
Sus puestos de combate contra la muerte
fueron
el Hospital de Gracia y la Misericordia,
las casas de la Audiencia y la Lonja, en que,
a cientos,
entraban los heridos, oliendo a sangre y
pólvora.
Allí se amontonaban en jergones de paja,
y, a falta de alimentos, de ropa y medicinas,
María y sus Hermanas sus tocas se rasgaban,
los vendaban con ellas y su pan les cedían.
Y, al no quedar ya nada que llevarse a la
boca,
María presentóse ante el Mariscal Lannes,
logrando que le diesen del sitiador las
sobras,
para los que morían, a su lado, de hambre.
En el terrible asalto al Hospital de Gracia,
por doquier se fugaron, espantados, los
locos;
y María, arrostrando la lluvia de metralla,
solícita, en su busca marchóse y recogiólos.
La plaza ya rendida, el Mariscal triunfante
celebró en un palacio: el del Conde de
Sástago,
un banquete rumboso, que dio a sus oficiales
y a la menguada recua de los afrancesados.
Y allí irrumpió María, postrándose ante
Lannes,
quien preguntóle atónito: “Hermana, ¿qué
desea..?”
- "La gracia del indulto - le dijo
suplicante -
para los condenados a la última pena."
- "Concedida" - repuso al punto el
Mariscal;
y gracias al arrojo de la humilde monjita,
de inmediato obtuvieron la vida y libertad
los que, ante un pelotón, pronto a perderlas
iban.
La ocupación francesa prolongó los vejámenes,
la miseria y el hambre, durante varios años.
Murieron doce Hermanas, mas se salvó la
Madre,
que a los presos y enfermos siguió siempre
auxiliando.
Facilitó la fuga a más de un prisionero
y, a punto estuvo, un día, de morir fusilada,
por uno, oculto dentro del carro de los
muertos,
que, burlando a la guardia, libertar
esperaba.
Terminada la guerra, sus trabajos, María,
de caridad heroica prosiguió de continuo,
a cambio recibiendo la paga inmerecida
de las persecuciones, la cárcel y el exilio.
Al fin, sus luchas, penas y achaques de la
edad
dejaron paralítico totalmente su cuerpo,
tan solo conservando su lucidez mental
y su palabra santa, hasta el postrer momento.
- "Veo - dijo, al morir - mucha gente de
blanco.."
¿Fueron las albas tocas de sus futuras hijas,
por doquier inclinadas ante el dolor humano,
de las almas y cuerpos vendando las
heridas..?
Más probable es que fueran angelicales coros,
que a recibir su alma mandó Nuestro Señor,
ante quien nada valen los que vencen al
prójimo,
sino los que lo aman y alivian su dolor.
Fitero,
Residencia San Raimundo,
22 de febrero
de 1974.
DEDICATORIAS
A la Hermana Petra SOLANA, en su LXXXIV
aniversario.
Cumplir muchos años, lo mismo que un pino,
no tiene importancia, si no es en servicio,
como usted, Hermana, de la humanidad,
que es lo que sin duda Dios nos premiará.
que aún viva muchos, hoy yo le deseo,
siguiendo esa ruta que conduce al cielo,
y que no me olvide en sus oraciones,
que de Dios me atraigan su gracia y sus dones.
Fitero, 23-II-1976
A la Hermana Petra Solana
Mayayo, en su LXXII aniversario.
Petra, en griego y latín, es “roca”, “piedra”,
y, al ponerle este nombre, adivinaron
que sería una Hermana fuerte, enhiesta,
como el hito imponente de los Baños.
Fitero, 23-11-1974.
A la hermana Luisa Espinosa
Puerto, en su LXXVI aniversario.
Luisa quiere decir “guerrera ilustre”
y sin duda lo es, porque, a diario,
combate con ardor, junto a la lumbre,
y vence, en su conciencia, al mismo diablo.
Fitero, 1-1-1974
A la Hermana Luisa Espinosa
Puerto, en su LXXXVI aniversario.
Luisa quiere decir “guerrera ilustre”
y sin duda lo es, porque, a diario,
combate con ardor, junto a la lumbre;
y vence, en su conciencia, al mismo diablo.
Fitero, 1-1-1974
A la Hermana Trinidad Burgui
Resano, el día de su fiesta onomástica.
Como se cuida a diario
de los niños más pequeños
y, según nos mandó Cristo,
se hace lo mismo que ellos,
sin duda alguna ha de entrar
en el reino de los cielos.
Esto, y una larga vida
es lo que hoy le deseo.
Fitero, 2-VI-1974
A la hermana Antonia Gil, en
su LVII aniversario.
“También entre los pucheros
anda Dios” (Santa Teresa),
sobre todo, si se es
una buena cocinera,
como V., Hermana Antonia.
Que aún muchos años de vida,
Con salud, Dios le conceda.
A la Hermana Petra Solana,
en su LXXIV aniversario.
Cumplir muchos años,
lo mismo que un pino,
no tiene importancia, si no es en servicio,
como usted, Hermana, de la humanidad,
que es lo que sin duda Dios nos premiará.
Que aún viva muchos, hoy yo le deseo,
siguiendo esa ruta que conduce al cielo,
y que no me olvide en sus oraciones,
que de Dios me atraigan su gracia y sus dones.
Fitero, 23-11-1976
A la Hermana Petra Solana Mayayo, en sus
Bodas de Oro, con la Congregación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana.
Cuarenta y ocho años de servicio a Fitero,
en sus aulas de niños o bien en su Hospital,
constituyen, yo creo, más que bastantes méritos
para su sencillo, al menos, homenaje oficial.
Pero no van a hacérselo en esta bella fecha
de sus Bodas de Oro con su Congregación,
aunque, más que otros muchos forasteros, merezca
este pequeño título: “Fiterana de honor”.
Mas a ustedes no importan estos vanos honores
que tanto enorgullecen a los pobres mundanos.
tienen otras más altas y justas ambiciones:
lograr de Dios un día los sempiternos lauros.
Que Dios se los conceda, querida Hermana Petra,
se lo que le deseo en esta humilde fiesta.
Fitero, 19 de diciembre de 1976
A la Hermana Ascensión
Cámara Peraita, en su fiesta onomástica.
La ascensión en la virtud
es la ascensión principal
sobre todo, para una monja de la Caridad,
pues es el único ascenso
que desemboca en el cielo.
Que no lo interrumpa nunca,
es lo que hoy le deseo.
Fitero, 8 de mayo de 1975
A
la Hermana Pilar Navarro Imaz, en el día de su fiesta onomástica, el 12 de
octubre de 1974.
De soporte y de sostén
es sinónimo Pilar
y ambas cosas hace usted,
con caridad ejemplar:
a la infancia y la vejez
sostener y soportar.
Que sea por años luengos
es lo que le deseo.
A la Hermana María de los Remedios
Bartolomé Domingo, en el día de su cumpleaños, 18 de octubre de 1974.
Remedios la bautizaron
con espíritu profético,
ya que remedia a diario
a una treintena de viejos.
Dios le dé abundante gracia,
y los viejos, menos lata.....
A la Rda. M. María del Rosario Arzoz y
Pérez de Zabalza, en su fiesta onomástica.
Fitero, 7 de octubre de 1976.
Rosario es jardín de rosas
y también, sarta de cuentas:
rosas de las buenas obras
y cuentas de las no buenas.
Que un ramillete de rosas
sea toda su existencia
y que las encuentre hermosas
la Divina Providencia.
A
la Hermana Asunción Ayo Amézaga, en su fiesta onomástica,
15-VIII-1978
A las cosas no hace el nombre;
y menos, a las personas.
Pero el suyo es adecuado,
por concordar con sus obras,
pues usted asume aquí,
las tareas más penosas.
Por lo mismo espero que
como la Virgen María,
al terminar su existencia,
de buenas obras henchida,
su alma será por Dios
amablemente asumida.
FITERO HOMENAJEÓ A LA HERMANA PETRA
Diario de Navarra: 1-4-1982.
El
domingo, 21 de marzo, se tributó un gran homenaje popular a la Hermana de la
Caridad de Santa Ana, Petra Solana Mayayo, al cumplirse 54 años de su estancia
en Fitero. Fue organizado por el Ayuntamiento y por la Parroquia y consistió en
una misa solemne de acción de gracias, celebrada en el templo parroquial a las
seis de la tarde. Asistió a ella una enorme concurrencia, con una buena
representación del Ayuntamiento, encabezado por el Alcalde, don Carmelo Aliaga.
Acompañaban a la Hermana Petra, además del resto de las Hermanas de Fitero, un
buen grupo de la misma Congregación, venidas de Pamplona, Villafranca y Tudela,
entre las que figuraba precisamente una hermana suya carnal: la Hª Asunción
Solana.
Celebró la Misa, Don Gonzalo Rodrigo, el cual
intercaló en su homilía un elogio de las virtudes de la Hermana Petra, en su
vida consagrada a Dios, en pobreza, castidad y obediencia, y al servicio del
prójimo, en las tareas de enseñanza y de asistencia, encomendadas por la
comunidad.
Durante la solemnidad, el joven Germán Burgos
acompañó, en el órgano y en el armonium, al Coro local mixto, dirigido por el
maestro don Ramón Rincón. Interpretaron una misa de Lorenzo Perosi, y al final,
una canción religiosa, con la música del Coro de los Esclavo de la ópera
Nabuco, de Giuseppe Verdi.
Finalmente, a petición del señor Párroco, se tributó a
la Hermana Petra una gran ovación, pero, no contento con esto, una gran parte
del público acorraló a la Hermana, antes de que se retirase a la Residencia,
para saludarla individualmente y demostrarle su cariño.
El Ayuntamiento le regaló una medalla de oro, en cuyo
anverso figura la Virgen de la Barda, Patrona de Fitero, y en el reverso, esta
leyenda: “Homenaje a la Hermana Petra Solana – M. I. Ayuntamiento de Fitero –
21.3.82”.
Un homenaje análogo se tributó asimismo, a finales de
mayo de 1969, a la Hermana Luisa Espinosa, la veterana de la comunidad de
Fitero, al cumplir 50 años de estancia en la localidad.
I CENTENARIO (1987-1987)
Discurso
[1]
del Alcalde, Carmelo Aliaga Hernández, en el acto de celebración del Centenario
de la llegada de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana a Fitero (1887).
“Hace cien
años, Fitero vivía sin duda días de tristeza. La peste, como una plaga bíblica,
había diezmado nuestras familias. Hace cien años también, nuestro pueblo vivía
días de ilusión y esperanza. El Ayuntamiento, tras muchos esfuerzos, logró que
las Hermanas de la Caridad de Santa Ana se hicieran cargo de los doscientos
párvulos y de las niñas que estaban sin maestro. Las ilusionadas y jubilosas
esperanzas depositadas por Fitero en la llegada de las Hermanas de la Caridad
de Santa Ana, han tenido cumplida satisfacción. Hoy celebramos todo un
centenario de esta llegada.
En cien años, ¡cuántos niños y niñas han descubierto, sorprendidos,
los inicios misteriosos del saber humano, entre los muros monacales, bajo el
magisterio eficaz y preocupado de las Hermanas de la Caridad.
¡Cuántas generaciones de fiteranos guardan el recuerdo agadecido, a
veces ya lejano, pero siempre vivo, de su primera niñez bajo la tutela cariñosa
y maternal de las Hermanas!
¡De cuánto mimo y cariño son acreedoras las Hermanas en el cuidad
materno y maternal de nuestros mayores! ¡Cuantas carencias y marginaciones han
tenido su ayuda mimosa y callada!
Si la felicidad está también en el recuerdo, hoy, que celebramos todo
un centenario, debe ser un día de felicidad intensa y de felicitación
agradecida. Hoy se puede tomar aquella frases famosa: “Nunca tan pocas hicieron
tanto por todos, durante tanto tiempo.” Por todo ello: Gracias y Felicidades.
Pero hoy, como sólo se cumple un centenario, parece conveniente
formular un deseo:
Que, durante muchos años más, sigan las Hermanas en nuestro pueblo,
para bien de Fitero. Que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, por cien
años más, inicien sus saberes bajo la guía amorosa de las Hermanas; que
nuestros abuelos dispongan de su cuidado paciente y cariñoso; que los
marginados puedan tener en ellas su apoyo bienhechor; que, de aquí a cien años,
el pueblo y el Ayuntamiento de Fitero vuelvan a reunirse en torno a las
Hermanas para celebrar el segundo centenario de su estancia entre nosotros.
En expresión coloquial, de una persona buena se suele decir que es una
Hermana de la Caridad.
De forma familiar, enlazando con los propósitos e intenciones de mi
antecesor hace cien años, yo deseo y pido que, durante cien años más, estéis en
Fitero y seáis para nosotros, lo que sois, unas Hermanas de la Caridad.”
La
Hermana Trini Burgui Resano
Por Jesús Bozal Alfaro, Diario de Navarra
La concesión a la Hermana Trini Burgui Resano (Valtierra, 1908),
por parte del Ayuntamiento de Fitero (Diario de Navarra, 31-12-2001), del
título– merecido, por otra parte - de Hija adoptiva de Fitero nos trae a la
memoria vagos recuerdos de nuestra infancia: tres cursos bajo su magisterio
(1955-1958), en la clase de párvulos del Convento de las “Anas” (Hermanas de la
Caridad de Santa Ana) de Fitero. En aquella aula, grande y luminosa, aprendimos
nosotros, y otros muchos fiteranos, urbanidad, caligrafía, catecismo y amor a
nuestro pueblo. La misma aula en la que, durante todas las Navidades de nuestra
niñez, aquellas monjas (Petra, Luisa, Adela,..) exponían su enorme, famoso y
concurrido Belén. Refiriéndose a esa época de maestra, Don Manuel García Sesma,
escritor fiterano, le dedicó, en 1974, con motivo de la fiesta de su onomástica,
estos sencillos versos:
“Como se
ocupa a diario
de los
niños más pequeños
y, según
nos mandó Cristo,
se hace lo
mismo que ellos,
sin duda
alguna ha de entrar
en el
reino de los cielos.
Esto, y
una larga vida
es lo que
hoy le deseo.”
Hoy, después de 58 en Fitero, la Hermana Trini dice en Diario de
Navarra que, tras haberse ocupado de nosotros, “le toca cuidar” a
muchos de nuestros padres. Y, además, añadimos, con el mismo cariño,
dedicación, sonrisa feliz, genio y filosofía de la vida: servir a quien lo
necesita. Igual, por otra parte, que el/la que demuestran cada día cuantas
personas trabajan en esa Residencia. Un marco, por otra parte, que no extrañan
aquellos y aquellas que, desde niños/niñas, hicieron cientos de veces el mismo
recorrido: de casa a la Plaza, el “arquillo”, el frontón, el enorme paso del Convento,
en el que cupieron siempre niños, monjas y pueblo de Fitero. No falta ni el
cercano “repique” de las campanas de la Torre remozada del Monasterio,
convertida en testigo permanente del paso incesante de las generaciones.
Ocurre, sin embargo, que estas cosas le vienen grandes
a la Hermana Trini. La vida le ha deparado tantas alegrías – con los niños, con
sus padres - que, a sus 92 años, necesita preservar siquiera un mínimo espacio
de paz, tranquilidad y recogimiento.
Repasando la entrevista que le hicimos para la revista Fitero-82,
nos la encontramos fotografiada junto al Señor Morlana. ¿Se acuerda? Un
pequeño-gran señor de Bilbao, amigo y vecino de habitación de Manuel García
Sesma. “Se portó muy bien con nosotras - nos decía de este último,
no hace mucho -; y nosotras con él. Le pusimos en una habitación sólo
porque, como escribía, necesitaba trabajar en buenas condiciones.” Se suele
decir que junto a un gran hombre siempre se encuentra a una gran mujer. Y
viceversa. En este caso, Don Manuel tuvo la suerte de encontrarse con toda una
gran comunidad de monjas, que comprendieron, sin esfuerzo y desde el primer
momento, la magnífica labor cultural que, desde su casa, estaba realizando este
gran hombre en beneficio de su pueblo. No es de extrañar, pues, que aquella
sencilla habitación se convirtiera, durante algunos años, en cita obligada para
cuantas personas (vecinos y forasteros) se interesaron por Fitero, y en ella se
forjara la edición de sus siete últimos libros (1981-1990).
D. Manuel, cuya pasión por su pueblo ilumina
toda su obra, nunca dejó de alabar la labor de aquellas monjas. Tampoco la de
las hermanas Francés, Rosalía y Mercedes, para las que pedía, en uno de sus
libros (Investigaciones Fiteranas, II), una placa de agradecimiento y “recuerdo
que creemos bien merecida”. En su ausencia, nos toca a nosotros recordar estas
cosas y volver sobre una época, de la que parece no haber quedado ninguna
imagen.
A punto de comenzar los actos del I Centenario de su nacimiento
(1902-2002), hemos releído los hermosos poemas que este hombre escribiera, en
1974, sobre la vida y obra de dos históricas Hermanas de la Caridad de Santa
Ana: La Madre Bescós y María Rafols (- “Veo – dijo al morir – mucha gente de
blanco...” / ¿Fueron las albas tocas de sus futuras hijas, / por doquier
inclinadas ante el dolor humano, / de las almas y cuerpos vendando las
heridas..? // Más probable es que fueran angelicales coros, / que a recibir su
alma mandó Nuestro Señor, / ante quien nada valen los que vencen al prójimo, /
sino los que lo aman y alivian su dolor.”)
Cuando el pueblo de Fitero termine de felicitarla, la Hermana Trini volverá
a su pequeño espacio de paz, compartiendo, con cuantas personas viven y
trabajan con ella, alegrías y recuerdos, el volteo de las campanas, el influjo
del Monasterio y la compañía de cuantas personas se acercan a ella y a sus
amigos y amigas de la Residencia “San Raimundo de Fitero”.
.
Manténgase sintonizado sin parar la moda gracias a nuestros paquetes ofrecen crédito entre los individuos día y la noche disponible a una tasa de interés del dos por ciento de los 191 euros solamente en contacto con el Sr. DUROU mail: duroumarcel@gmail.com para beneficiar
ResponderEliminar